Long Reads

No están enviando a su mejor gente para dar un golpe de estado en Venezuela

La reciente desastrosa y fallida invasión de Venezuela por un grupo de autodenominadxs "luchadorxs por la libertad", es casi demasiado absurda para creerla.
Pero dejando de lado las tonterías, esta desgracia sólo puede entenderse en el contexto de la creciente agresión de Donald Trump hacia Venezuela y el deseo abierto de derrocar a su gobierno.
Pero dejando de lado las tonterías, esta desgracia sólo puede entenderse en el contexto de la creciente agresión de Donald Trump hacia Venezuela y el deseo abierto de derrocar a su gobierno.

Después de que la CIA intentó derrocar el gobierno socialista de Cuba utilizando un ejército de emigrantes cubanos de derecha y fracasó colosalmente, el lugar de la invasión, la Bahía de Cochinos, se ha convertido en un referente no sólo de la intervención imperialista de EE.UU. en el hemisferio, sino de la ineptitud e incompetencia del estado de seguridad estadounidense. El extraño intento de golpe de estado del pasado mes de abril en Venezuela, una "incursión anfibia" de tan crudo poder militar que fue frustrado por los pescadorxs locales, tiene muchas similitudes con la Bahía de Cochinos. Pero comparado con el absurdo complot contra Venezuela, el vergonzoso fracaso de Bahía de Cochinos se presenta como una operación bien planificada.

No está claro quién estuvo detrás del intento de derrocar al gobierno venezolano. Pero viene en el contexto de los crecientes intentos de la administración Trump de cambiar el régimen de Venezuela, una campaña que está totalmente alineada con la larga historia de los Estados Unidos que busca asegurar que sus vecinos del sur permanezcan firmemente bajo el control del Tío Sam.

El plan en sí mismo tiene todos los ingredientes de una película de acción terrible: un ejército de sesenta personas derribaría al gobierno cruzando la frontera y secuestrando al presidente venezolano Nicolás Maduro. El reparto de personajes podría provenir de una sátira socio-política, aunque quizás una demasiada obvia. Incluyen una empresa privada de mercenarixs con sede en Florida, un general venezolano en espera de juicio en los Estados Unidos por narcotráfico, y posiblemente un heredero de una fortuna de quesos descrito por la Associated Press como "excéntrico".

Demasiado obvio

Comencemos con los hechos básicos del caso, tal como se han reportado hasta ahora. En el centro de la trama está Silvercorp USA, una empresa privada de seguridad con sede en Florida.

En una historia singular y sombríamente estadounidense, antes de involucrarse en derribar gobiernos izquierdistas de América Latina, la empresa fue fundada para contrarrestar tiroteos en escuelas poniendo a veteranxs de las fuerzas especiales en colegios. La compañía de seguridad esperaba generar ganancias con su programa de seguridad escolar cobrándole a los padres una cuota mensual de suscripción de $8,99 al estilo Netflix, para proteger a sus hijos. El plan parece no haber tenido éxito.

El ex Boina Verde Jordan Goudreau dirige Silvercorp USA y se destaca por su presencia en las redes sociales y su material promocional. Antes de entrar en el mundo de la seguridad privada, sirvió en los ejércitos canadiense y estadounidense. En el ejército de EE.UU., Goudreau sirvió en múltiples misiones en Afganistán e Irak, recibiendo tres estrellas de bronce. Cerca del final de su carrera militar, Goudreau fue investigado por defraudar al ejército de $62.000 en estipendios de vivienda. Nunca se presentaron cargos.

Silvercorp USA enumera varios servicios que proporciona, incluyendo "liderazgo de proyectos complejos", "gestión de desastres" y "programas especiales". La empresa de seguridad privada afirma que sus "agentes se desplazan de inmediato para evaluar las amenazas impuestas por movimientos políticos o laborales, o lxs empleadxs descontentxs o despedidxs, recurriendo a recursos psiquiátricos cuando sea necesario".

Las cuentas de Twitter e Instagram de SilverCorp USA, ahora eliminadas, implican que la empresa proporcionó seguridad para el concierto Live Aid Venezuela en febrero de 2019 en Colombia, así como al menos un mitin de Donald Trump. En las fotos que aparecen en las redes sociales y en un vídeo promocional, Goudreau puede verse de pie en un mitin de Trump en Charlottesville, Carolina del Norte, en un caso directamente detrás de la celebridad convertido presidente, usando unos auriculares. Un post de Instagram decía "protegiendo nuestro bien más preciado". El Servicio Secreto, la campaña Trump y el lugar donde se realizó el mitin, niegan haber contratado a SilverCorp USA o Goudreau (he presentado una solicitud de FOIA (Ley de libertad de información) al Servicio Secreto sobre su participación en la empresa).

La participación de Goudreau en el concierto Live Aid Venezuela provocó su nuevo interés en el país. Apareció en una reunión en el JW Marriott en Bogotá, Colombia, descrito al Associated Press por un participante como una "Cumbre de Star Wars de tontxs anti-Maduro". En Colombia, Goudreau fue presentado a Cliver Alcalá, un ex general venezolano actualmente acusado por los Estados Unidos de tráfico de drogas. Goudreau y Alcalá comenzaron a conspirar para derrocar a Maduro con 300 ex militares venezolanxs viviendo en Colombia.

Un ex-Seal de la Marina de los EE.UU. que dirige lo que se ha descrito como una organización "humanitaria" sin fines de lucro que opera en zonas de guerra fue encargado con la tarea de proporcionar entrenamiento médico a lxs futurxs soldados. Cuando llegó, encontró veinte hombres viviendo en una casa de cinco habitaciones sin agua corriente y con poca comida o suministros. Estaba tan sorprendido que buscó a Goudreau con la esperanza de convencerlo de que abandonara sus planes absurdos.

Alcalá, por otro lado, se jactó del plan a la inteligencia colombiana, alegando que Goudreau era un ex oficial de la CIA. Según Associated Press, la inteligencia colombiana se acercó a la CIA, que negó que Goudreau haya sido un oficial. Lxs colombianxs le dijeron a Alcalá "que dejara de hablar de una invasión o que se arriesgara a ser expulsado".

Alcalá se encontró con más problemas. El 23 de marzo, las autoridades colombianas interceptaron un cargamento de equipo militar, incluyendo veintiséis rifles semiautomáticos de fabricación estadounidense con los números de serie removidos, con destino a Venezuela. Poco después, y el mismo día en que fue acusado por los Estados Unidos de tráfico de drogas junto con Maduro, Alcalá se atribuyó públicamente el mérito del envío. Con una recompensa de $10 millones puesta sobre su cabeza por los Estados Unidos, Alcalá se entregó rápidamente, afirmando que no tenía nada que ocultar. Según el Financial Times, "fue sacado del país en cuestión de horas, a pesar de que lxs fiscales colombianxs dijeron que no había ninguna orden de detención ni solicitud de extradición".

La Hora Amateur

Alcalá no era el único jugador en esta trama. Goudreau también buscó al guardaespaldas de Donald Trump, Keith Schiller. Según la Associated Press, Schiller presentó a Goudreau a miembros de la oposición venezolana en Miami. Schiller aparentemente dejó de hacerlo después de que se preocupó por la naturaleza aficionada de la conspiración de Goudreau.

El Washington Post relató cómo en Miami Goudreau se reunió con un representante de un comité secreto de representantes de Juan Guaidó. Acordaron firmar un acuerdo para un complot de secuestro de Maduro, condicionado a la adquisición de fondos para la operación. Cuando la financiación para la expedición de Goudreau nunca surgió y Goudreau comenzó a exigir a la oposición que le pagara un anticipo de $1,5 millones, supuestamente cortaron el contacto.

Además, Goudreau buscó un asistente en la oficina de Mike Pence y recurrió a Roen Kraft, "un excéntrico descendiente de la familia de los productores de queso", según Associated Press, para obtener financiación. La oficina de Pence niega haber tenido contacto con Goudreau. Del mismo modo, Kraft niega haber proporcionado cualquier tipo de financiación y afirma haberse separado de él por cuestiones de estrategia militar.

Sin embargo, la pregunta más importante sigue sin respuesta: ¿qué papel desempeñaron el gobierno estadounidense o la oposición de Guaidó en el complot? La investigación de la Associated Press no descubrió ninguna prueba de la participación oficial de EE.UU. El Secretario de Estado Mike Pompeo ha negado directamente la participación, declarando: "si hubiéramos estado involucrados, habría sido de otra manera". Donald Trump también ha negado su implicación, afirmando que si él hubiera estado detrás de la operación, habría enviado al ejército.

Aunque no han aparecido pruebas de una conexión directa con EE.UU., lxs teóricxs de la conspiración paranoica no son lxs únicos que podrían plantear tales preguntas. Los Estados Unidos tiene una larga historia de acciones clandestinas en América Latina y la administración Trump ha estado intensificando sus belicosos llamados para el cambio de régimen. Incluso si esto no fue una acción oficial de los EE.UU., no puede estar completamente divorciada de las actuales relaciones entre EE.UU. y Venezuela. También parece que los Estados Unidos al menos sabían del complot, dadas las investigaciones reportadas por la inteligencia colombiana.

En cuanto al "gobierno" de Guaidó, la situación aquí es completamente diferente. Según Goudreau, Guaidó firmó un acuerdo con él para pagar $215 millones por sus servicios. Guaidó lo ha negado públicamente. Como prueba, Goudreau ha proporcionado a los medios de comunicación una copia del "acuerdo de servicios generales" que lleva la firma de Guaidó, así como audio que él afirma ser de Guaidó al firmarlo. Y la propia crónica del Washington Post parece confirmar que alguien en nombre de la oposición firmó algún tipo de acuerdo con Goudreau.

La mayor parte del mundo se enteró por primera vez de SilverCorp USA y Goudreau el 1 de mayo. Associated Press publicó una larga investigación sobre el complot de SilverCorp. El artículo, basado en entrevistas con treinta fuentes distintas, presentó el esquema tan moribundo como irremediablemente condenado.

Dos días después de que el mundo se enterara de este plan, el gobierno venezolano anunció que había detenido una incursión de "mercenarixs terroristas" en lanchas al norte de Caracas, en el estado de La Guaira. Como resultado, lxs militares venezolanxs mataron a ocho personas y detuvieron a otras dos. Inicialmente, como suele ocurrir, lxs opositorxs del gobierno venezolano declararon que el incidente fue fabricado. Pero Goudreau publicó un video explicando que su operación había comenzado, y que tenían sesenta personas en Venezuela.

Además de este video, SilverCorp USA tuiteó información similar. Etiquetaron a Donald Trump en su tuit. La empresa de mercenarixs con base en Florida que organizó la muy mal planeada excursión militar a Venezuela aparentemente tiene un Twitter. Y un Instagram. La quintaesencia del 2020.

Al día siguiente el gobierno venezolano detuvo, con la ayuda de pescadorxs, a diez mercenarixs más. Estxs también eran personal de Goudreau. Entre lxs capturadxs se encontraban dos ex veteranos de las Fuerzas Especiales de los Estados Unidos. A medida que pasaba la semana, llegaron más arrestos.

Según Goudreau, nunca recibió dinero de la oposición, a pesar del contrato firmado. Afirma que decidió seguir adelante con la operación porque era un "luchador por la libertad" —esto es simplemente lo que hace. Otrxs han sugerido que Goudreau también puede haber tenido un motivo menos altruista: esperaba recibir la recompensa de $15 millones que el gobierno estadounidense ha puesto en la cabeza de Maduro.

Un Estado rebelde a la deriva

Venezuela ha estado en la mira de los Estados Unidos por mucho tiempo, pero la administración Trump ha buscado intensificar los ataques al país. Trump ha escalado continuamente las sanciones contra Venezuela incluso cuando el país está luchando contra el Covid-19. Mucho antes del Covid-19, un estudio del Center for Economic and Policy Research encontró que las sanciones de EE.UU. a Venezuela habían causado 40.000 muertes entre 2017 y 2018.

En las últimas elecciones presidenciales, la oposición venezolana boicoteó las elecciones, alegando anticipadamente un fraude electoral. Los Estados Unidos dejaron claro de antemano que no aceptarían el resultado de las elecciones. Como la mayoría de la oposición se negó a participar en las elecciones, Maduro ganó fácilmente (algunxs han sugerido que "la oposición podría haber ganado si no la hubieran boicoteado".)

La oposición controla la Asamblea Nacional Venezolana (fruto de molestarse en disputar una elección). Citaron una disposición de la constitución venezolana que dice que si el presidente abandona su puesto, el presidente de la Asamblea Nacional se convierte en presidente. Aunque esto de ninguna manera factible se aplica a la situación actual, un político relativamente desconocido, Juan Guaidó, se autoproclamó presidente de Venezuela basándose en esta cláusula. Aunque no tiene control sobre el gobierno, los Estados Unidos cómicamente lo reconoce como el presidente de la nación.

En un descarado desafío al derecho internacional, los Estados Unidos se movilizó para incautar propiedad del gobierno venezolano y entregarla al "gobierno" de Guaidó. Cuando el gobierno venezolano dejó la embajada de EE.UU., permitió que lxs activistas contra la guerra de EE.UU., conocidxs como el Colectivo de Protección de la Embajada, se quedaran en ella. Lxs activistas buscaron evitar que el gobierno de EE.UU. tomara la embajada y se la entregara a Guaidó. Como eran lxs invitadxs del actual gobierno de Venezuela, consideraban que sus acciones eran totalmente legales.

Si bien la situación comenzó con un tono bastante suave, después de que el colectivo organizó una serie de eventos, estaba claro que eventualmente surgiría un enfrentamiento mayor. El 30 de abril de 2019, Guaidó declaró que lxs militares ya no apoyaban al gobierno de Venezuela. Eso resultó no ser cierto. Su intento de golpe de estado rápidamente fracasó. En Washington, sin embargo, lxs partidarixs de la oposición pululaban en la embajada de Venezuela. Cuando se hizo evidente que no había golpe, comenzaron una campaña agresiva para forzar la salida del Colectivo de Protección de la Embajada.

Estuve frecuentemente fuera de la embajada durante este tiempo y fui testigo de algunos de los acontecimientos. Lxs partidarixs de la oposición trataron de expulsar a la gente de la embajada a través de un ruido fuerte y continuo. También intentaron a propósito bloquear la entrega de comida a lxs que estaban adentro. Un partidario de la oposición una vez corrió hacia mí y comenzó a golpear una olla en mi cara mientras gritaba "¡COMIDA NO! AGUA NO!" a pesar de que no tenía ni una ni otra.

Lxs agresivxs partidarixs de la oposición, según se informa, interrogaron a periodistas y observadorxs legales sobre quién les pagaba por estar allí. En un vídeo, lxs activistas de la oposición siguieron a lxs observadorxs legales del National Lawyers Guild (Gremio Nacional de Abogados) por la calle golpeando cacerolas, tratando de ahuyentarlxs. Personalmente presencié cómo se burlaron de una periodista progresista local después de que se desmayó, y dirigieron un insulto racial a un manifestante. Otros incidentes de ese tipo fueron denunciados o grabados por otrxs en vídeo.

A pesar del comportamiento agresivo de lxs partidarixs de la oposición, y de la postura del Servicio Secreto de que no hacían nada para obstruir la entrega de alimentos, tanto el Servicio Secreto como la policía de Washington dieron vía libre a lxs activistas de la oposición. Por otro lado, lxs activistas contra la guerra no recibieron un tratamiento similar.

Cuando el presidente de Veteranxs por la Paz, Gary Condon, intentó entregar comida y fue bloqueado por la oposición, lanzó un pepino a través de una ventana abierta. Fue arrestado violentamente. La activista de Code Pink, Ariel Gold, también intentó llevar comida tirando una barra de pan a la embajada. Fue abordada por un activista de la oposición y arrestada por la policía de Washington, que la acusó de lanzar misiles. La policía de Washington realizó un arresto en represalia contra el periodista Max Blumenthal.

La escena más extraña que presencié fue la policía de Washington leyendo una orden de allanamiento contra lxs activistas que estaban dentro. Emitida a todo volumen con un cañón de sonido (un dispositivo acústico de largo alcance), la orden anunciaba que la policía no reconocía la legitimidad del "ex régimen de Maduro" y por lo tanto lxs individuxs estaban invadiendo. Lxs activistas que se encontraban en el interior fueron capaces de discernir su engaño en el intento de desalojo. La policía entró en la embajada, cortando un candado en el frente. Después de una negociación con el abogado de lxs activistas, volvieron a sellar la embajada y se fueron. Días después fueron retiradxs y acusadxs de interferir con la función protectora del Departamento de Estado (un proceso que terminó con un juicio nulo debido a un jurado en empate). El "gobierno" de Guaidó está en posesión del edificio pero no puede realizar ninguna función de la embajada.

Junto a estos eventos, los Estados Unidos llamaron mucho la atención por enviar un convoy de ayuda humanitaria a Venezuela. Tanto la ONU como la Cruz Roja pidieron a los Estados Unidos que no lo hicieran, ya que lo veían como una politización de la ayuda. Y la persona a cargo de este convoy de ayuda, Elliott Abrams, fue un arquitecto clave de la política centroamericana de Reagan en los años 80 y una figura clave durante el escándalo Irán-Contra, cuando utilizó los vuelos de ayuda humanitaria para traficar armas a lxs Contras.

Con los Estados Unidos exigiendo a Venezuela que admitiera el convoy, muchxs en la izquierda lx vieron como un cínico esfuerzo de relaciones públicas por parte de lxs proponentes de un cambio de régimen o, peor aún, como un intento de provocación. El 23 de febrero de 2019, lxs activistas de la oposición intentaron llevar el convoy de ayuda a través de la frontera entre Colombia y Venezuela por un puente que había estado cerrado durante mucho tiempo. En la disputa que siguió, el convoy fue incendiado. Al principio, muchxs en los medios de comunicación asumieron que el gobierno venezolano era el responsable. Pero el New York Times informó más tarde que las pruebas de vídeo mostraban que lxs activistas de la oposición, que lanzaron cócteles molotov, eran responsables del incendio.

Recientemente, en una medida inquietantemente similar a la que se produjo antes de la invasión de Panamá, la administración Trump ha acusado a Maduro de tráfico de drogas (y ha ofrecido $15 millones por información que lleve a su detención). Trump también ha enviado buques de guerra al Caribe, lo que ha establecido paralelismos con las acciones de EE.UU. en el preludio de la invasión de Panamá.

Este es el contexto en el que Goudreau lanzó su ataque.

¿Qué hay detrás de la escalada?

¿Por qué ha hecho Trump estas cosas? Una respuesta común es que está tratando de desviar la atención de sus problemas domésticos. Aunque probablemente sea parcialmente cierto, ignora las grandes realidades de la política estadounidense en el extranjero.

A pesar del pánico moral en algunos rincones por la supuesta falta de belicosidad de la administración Trump hacia Rusia, Trump ha traído repetidamente a antiguos guerreros fríos para dirigir su política exterior. Elliott Abrams ha sido nombrado Representante Especial de EE.UU. para Venezuela (además de su tiempo en la administración Reagan, Abrams también sirvió bajo George W. Bush y presuntamente alentó y tuvo conocimiento previo de un intento de golpe de estado en Venezuela en 2002 que removió a Chávez del poder por cuarenta y siete horas). Aunque la administración Trump ha sido una puerta giratoria de personal, algunxs de lxs más obsesivxs defensorxs del cambio de régimen en Venezuela, como John Bolton, han trabajado anteriormente en su administración.

Además de estxs agresivxs asesorxs, Trump se ha propuesto atacar el socialismo. Al hacerlo, no sólo persigue a lxs oponentes nacionales, sino que también ataca a lxs "enemigxs" oficiales de los Estados Unidos como Venezuela. Ciertamente, la obsesión de Trump por el socialismo es una señal de que ve como una amenaza el crecimiento de los movimientos socialistas, encarnados por las campañas presidenciales de Bernie Sanders y el crecimiento de los Socialistas Democráticos de América. Pero también está vinculando a sus oponentes políticos nacionales con supuestos "enemigxs" extranjerxs. Mientras que la izquierda siempre se ha enfrentado a la represión, el inicio de la Guerra Fría permitió que esta represión se intensificara al permitir que el gobierno estadounidense tratara a lxs radicales nacionales como si tuvieran la ideología de un estado enemigo con el que los Estados Unidos estaban en guerra.

Los Estados Unidos siempre han tenido la mira a los gobiernos de mentalidad independiente, especialmente a los que aplican políticas socialistas. En América Latina y el Caribe, esta historia ha sido particularmente cruel.

Los mercenarios privados de Silvercorp USA tienen algún antecedente histórico en los "filibusteros" como William Walker, quien en el siglo XIX organizó expediciones militares financiadas privadamente contra las naciones latinoamericanas. Los Estados Unidos, por supuesto, anexaron la mitad de México. Décadas antes de la Guerra Fría, lxs marines de EE.UU. desembarcaron y ocuparon Nicaragua y Haití. En 1954, la CIA derrocó al gobierno de izquierda de Guatemala, elegido democráticamente, en un golpe que serviría de modelo para futuras acciones clandestinas de la CIA. Infamemente, los Estados Unidos derrocaron al socialista chileno Salvador Allende, elegido democráticamente.

Después de la revolución sandinista en Nicaragua, los Estados Unidos invirtieron dinero en lxs Contras de la derecha, quienes rutinariamente se dedicaban a atacar la infraestructura civil, como los centros de alfabetización de adultos y las clínicas de atención a la salud. La administración Reagan estaba tan dedicada a la campaña de terror de lxs Contras, que desencadenó una crisis constitucional interna al evitar los límites que un Congreso post-Vietnam, post-Watergate intentó poner en la acción encubierta estadounidense y la guerra ejecutiva en Nicaragua, en lo que se conoció como el escándalo Irán-Contra.

Venezuela ha estado por mucho tiempo en la línea de fuego de los Estados Unidos. En 2002, Hugo Chávez fue removido brevemente en un golpe de estado apoyado por los Estados Unidos. Sabemos por revelaciones de WikiLeaks que los Estados Unidos han apoyado activamente a la oposición y buscado aislar a Venezuela desde hace tiempo. Y fue Barack Obama quien declaró a Venezuela como una inusual y extraordinaria amenaza a la seguridad nacional de EE.UU., imponiendo sanciones asesinas al país.

Hugo Chávez y la Revolución Bolivariana de Venezuela rompieron con el consenso neoliberal. Al hacerlo, lograron resultados notables. Chávez presidió la caída del desempleo, el crecimiento del PIB, la reducción de la pobreza y el aumento de la alfabetización. Bajo Chávez, la pobreza se redujo en un 50 por ciento y la pobreza extrema en un 70 por ciento. En la región, Venezuela logró el coeficiente de Gini más bajo, que se utiliza para medir la desigualdad de ingresos. Las encuestas regionales durante los años de Chávez mostraron repetidamente que lxs venezolanxs tenían algunxs de los más altos grados de satisfacción con su democracia que cualquier otro país de la región.

Estas ganancias no se limitaron sólo a Venezuela. Chávez desafió a George W. Bush durante una cumbre de libre comercio en 2005, y habló con decenas de miles de manifestantes que estaban afuera. Se le unió en el estrado el activista boliviano Evo Morales, que pronto se convertiría en presidente de su propia nación.

La Revolución Bolivariana fue fundamental para la Marea Rosa. En toda América Latina, los gobiernos de izquierda, muchos de los cuales perseguían lo que llamaban "socialismo del siglo XXI", llegaron al poder a través de las urnas. Esto fomentó la cooperación regional y redujo drásticamente el poder de los Estados Unidos para intervenir en la región. El papel de Venezuela en el fomento de una alternativa al neoliberalismo y a la dominación estadounidense los convirtió en poderosos enemigos.

Pero la situación se ha alterado dramáticamente desde entonces. Los golpes parlamentarios en Brasil y Paraguay eliminaron los gobiernos de izquierda. Los actuales golpes de Estado en Honduras y Bolivia eliminaron sus gobiernos. En otros países de la Marea Rosa, los gobiernos de izquierda ya no están en el poder.

Y mientras que los notables avances de Venezuela ayudaron a eliminar la idea de que "no hay alternativa" a las fallidas políticas del Consenso de Washington, la situación de Venezuela es bastante diferente hoy en día ya que el país se encuentra en una crisis económica. Lxs partidarixs y simpatizantes de la Revolución Bolivariana debaten los orígenes precisos de la crisis y en qué medida las políticas del gobierno contribuyeron a ella. Pero dos cosas están claras.

En primer lugar, Estados Unidos ha librado una guerra económica implacable contra Venezuela a través de sanciones diseñadas para destruir la economía. Ningún recuento de la situación actual puede ser completo sin señalar esto. Como dijo el economista Jeffery Sachs el año pasado: "La crisis económica de Venezuela es rutinariamente atribuida totalmente a Venezuela. Pero es mucho más que eso. Las sanciones estadounidenses están deliberadamente dirigidas a arruinar la economía de Venezuela y así llevar a un cambio de régimen." Segundo, le corresponde a la izquierda venezolana y al pueblo venezolano determinar el curso de su futuro.

Si Silvercorp USA obtuvo el visto bueno del gobierno de EE.UU. para actuar como corsarios o fue simplemente un acto independiente, esta desventura sólo puede entenderse en el contexto de la creciente agresión de Trump hacia Venezuela. Aunque Trump puede estar intensificando estas tensiones, está actuando dentro de la más larga tradición del imperialismo estadounidense en la región. En última instancia, son lxs venezolanxs, no los Estados Unidos, lxs que deben determinar el curso del país.

Chip Gibbons es un periodista cuyo trabajo ha sido publicado en In These Times y The Nation. También es el director de políticas de Defensa de los Derechos y la Disidencia, donde escribió el informe "Aún Espiando a la Disidencia: El problema persistente del abuso de la Primera Enmienda por parte del FBI". Los puntos de vista expresados aquí son los suyos.

Foto: World Economic Forum, Flickr.

Available in
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Author
Chip Gibbons
Translators
Tim Swillens and Francisco Dominguez
Date
29.06.2020
Source
Original article🔗
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