War & Peace

Cómo el imperialismo estadounidense extorsiona al mundo con armas nucleares

Desde Hiroshima, Estados Unidos ha utilizado las armas nucleares no solo como herramientas de guerra, sino también como instrumentos para alimentar la proliferación, provocar conflictos e imponer su dominio desde Asia Occidental hasta el Pacífico.
Desde que Estados Unidos lanzó una bomba atómica sobre Hiroshima el 6 de agosto de 1945, el imperialismo estadounidense ha impulsado la proliferación nuclear en todo el mundo. Los puntos de conflicto nucleares actuales, como Irán, muestran cómo Estados Unidos continúa utilizando la extorsión nuclear para reforzar su dominio. Al convertir las sanciones, los asesinatos y las alianzas militares en armas, Estados Unidos perpetúa un doble rasero: proteger los arsenales de sus aliados mientras ataca a los adversarios que utilizan la disuasión nuclear para sobrevivir.

El 6 de agosto de 1945, Estados Unidos lanzó una bomba atómica con núcleo de uranio sobre Hiroshima, incinerando instantáneamente la mayor parte de la ciudad. La explosión nuclear, la radiación y las tormentas de fuego resultantes mataron a 90.000 personas de inmediato, y el número de muertos superó los 100.000 cerrando el final de 1945.

Solo tres días después, el 9 de agosto, Estados Unidos atacó nuevamente, destruyendo Nagasaki con una bomba de plutonio. La explosión mató a 40.000 personas en el impacto, mientras que otras 70.000 perecieron a finales de año por quemaduras, lesiones y envenenamiento por radiación. Decenas de miles más sucumbieron más tarde a enfermedades causadas por la radiación, lo que elevó el número total de muertos a casi 200.000. Incluso 80 años después, los sobrevivientes y sus descendientes continúan sufriendo las horribles secuelas de los bombardeos, cánceres, defectos de nacimiento y trauma generacional. Sin embargo, los gobiernos de Japón y Estados Unidos les han negado tanto compensación estatal completa como atención médica adecuada, abandonando a quienes sufrieron esta atrocidad imperialista.

Los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki no fueron actos de guerra, sino experimentos de asesinato en masa a sangre fría. Estados Unidos atacó deliberadamente estas ciudades, relativamente intactas por bombardeos anteriores, para probar el poder destructivo de su nueva arma en una población civil. Este sigue siendo uno de los ataques de guerra más agresivos de la historia, un claro ejemplo de la voluntad bárbara e imperialista de Estados Unidos.

Desde 1945, el mayor impulsor de la proliferación nuclear ha sido el propio imperialismo estadounidense. Desde la carrera armamentista con la Unión Soviética en la Guerra Fría hasta sus actuales frentes nucleares triádicos, Estados Unidos ha utilizado repetidamente su arsenal nuclear como herramienta de intimidación para reprimir a sus adversarios. Esta estrategia solo ha reforzado la lección de que la disuasión nuclear puede ser la única salvaguarda confiable contra la agresión estadounidense. La historia reciente subraya esta realidad, desde la destrucción de Libia por parte de Estados Unidos y la OTAN en 2011, una nación que abandonó su programa nuclear en 2003, hasta los recientes ataques contra instalaciones nucleares civiles iraníes liderados por Estados Unidos e Israel.

Las extensas pruebas nucleares de Estados Unidos también han dañado la salud de las personas y el entorno en muchas islas y atolones del Pacífico, mientras que las pruebas médicas en sus laboratorios clandestinos han dañado de igual forma la salud de numerosos sujetos de experimentación humana, tanto voluntarios como involuntarios.

Los puntos de conflicto nuclear actuales reflejan una estrategia militar estadounidense más amplia y su lucha por ser la única potencia imperialista hegemónica del mundo. Los tres frentes: Europa del Este contra Rusia; la alianza EE.UU.-Israel-Estados del Golfo-Turquía contra Irán; y una férrea red de alianzas en el Pacífico, incluida la de Australia-Reino Unido-EE.UU. (AUKUS), Japón-Corea del Sur-EE.UU. (JAKUS), Japón-Filipinas-EE.UU. (JAPHUS), y Japón-Australia-India-EE.UU. (Quad) contra China y la República Popular Democrática de Corea (RPDC) están marcadas por la amenaza de las armas nucleares. Estados Unidos utiliza la extorsión nuclear contra sus rivales en la región, pintándolos como autoritarios, dictadores o terroristas mientras arrastra descaradamente a la gente que podría verse afectada por una catástrofe nuclear a guerras que nunca pidieron. Esta agresión estadounidense solo generará más sentimiento antiimperialista por parte de los habitantes de la región, uniéndolos contra las amenazas nucleares de Estados Unidos.

Estados Unidos e Israel contra Irán

En ninguna parte esta estrategia es más descarada que en la campaña estadounidense-israelí contra Irán. A pesar de la adhesión de Irán a los acuerdos nucleares internacionales, Washington y Tel Aviv han saboteado repetidamente su programa nuclear civil a través de asesinatos encubiertos de científicos y ataques militares abiertos, todo mientras presentan falsamente a Irán como el agresor. Estas acciones exponen el verdadero objetivo: aplastar a cualquier nación que desafíe la hegemonía estadounidense-sionista en Asia Occidental.

La hambruna forzada y las crisis médicas generalizadas afligen a los palestinos en Gaza, una situación que es un resultado directo del bloqueo y asedio estadounidense-sionista en curso. Estados Unidos e Israel justifican estos controles citando su propia creación la "amenaza del programa nuclear de Irán" y su papel central en el apoyo ,al Eje de la Resistencia regional, incluidos los luchadores por la libertad de Hamas. El debilitamiento y bombardeo deliberado por parte de Estados Unidos e Israel contra los palestinos, que provoca la hambruna y la muerte de niños, argumenta su defensa, considerada mundialmente inhumana, en que la ayuda humanitaria sería desviada para obtener beneficios militares y financieros.

En los ataques más recientes contra la República Islámica de Irán durante la "guerra de los 12 días", Estados Unidos, como principal patrocinador de Israel, podría haber detenido cualquier agresión directa de la entidad sionista, pero en cambio, fingió ignorancia para evadir la culpa mientras explotaba los ataques para presionar a Irán en las negociaciones nucleares. Después de la afirmación de independencia de Irán y sus ataques de autodefensa contra Tel Aviv, Estados Unidos atacó directamente tres instalaciones nucleares iraníes: Fordow, Natanz e Isfahán.

Las negociaciones nucleares entre Irán y las potencias occidentales han fracasado sistemáticamente en abordar el desequilibrio fundamental en la aplicación de la política nuclear. Si bien Irán ha mantenido sus compromisos en virtud del Tratado de No Proliferación (TNP), incluida la plena cooperación con las inspecciones del OIEA, las negociaciones se han centrado principalmente en restringir el programa nuclear civil de Irán en lugar de establecer obligaciones recíprocas.

Las pruebas obtenidas por Irán indican discrepancias en la supervisión del OIEA y la llamada "imparcialidad", incluido el presunto intercambio de datos de inspección con Israel y la aplicación inconsistente de salvaguardias, que probablemente ayudaron a Israel en su campaña ilegal de asesinatos de científicos nucleares iraníes durante muchos años. Particularmente, mientras que las actividades nucleares pacíficas de Irán enfrentan un escrutinio intenso, el arsenal nuclear de Israel permanece fuera de cualquier marco de monitoreo internacional a pesar de las implicaciones de seguridad regional.

El enfoque de Estados Unidos en estas negociaciones ha priorizado las restricciones unilaterales sobre las medidas mutuas. La retirada de Estados Unidos del Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA) en 2018 y el posterior régimen de sanciones demuestran cómo los marcos diplomáticos liderados por los imperialistas son instrumentalizados para fines políticos en beneficio propio en lugar de cumplir su función como mecanismos genuinos de no proliferación. Esta aplicación asimétrica de las normas de no proliferación socava la credibilidad de las instituciones internacionales y refuerza las percepciones de aplicación selectiva basada en la alineación geopolítica.

Por lo tanto, Irán tiene todo el derecho de desarrollar energía nuclear, o incluso armas, para su defensa. Las advertencias hipócritas sobre la “proliferación nuclear” suenan huecas cuando se dirigen a Irán en lugar de a Estados Unidos, que creó y difundió estas armas para imponer el dominio global. 

Estados Unidos y la OTAN contra Rusia

Durante la Guerra Fría, Estados Unidos siguió una estrategia de "superioridad nuclear", particularmente después de que la Unión Soviética terminara con el monopolio nuclear estadounidense. Esto incluyó el estacionamiento de sistemas "tácticos" de armas nucleares que desdibujaron las líneas entre la guerra convencional y la nuclear. En el apogeo de la Guerra Fría, Estados Unidos y la URSS firmaron el Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (INF) en 1987 y el Tratado de Reducción de Armas Estratégicas (START I) en 1991, reduciendo drásticamente la proliferación de armas nucleares estadounidenses y soviéticas.

Hoy en el frente de Europa del Este, la crisis es igual de volátil que en la época de los enfrentamientos entre la Unión Soviética y Estados Unidos durante la Guerra Fría. Estados Unidos estaciona alrededor de 200 armas nucleares tácticas en Italia, Alemania, Turquía, Bélgica y los Países Bajos, mientras que Rusia tiene alrededor de 2000 ojivas nucleares desplegadas, lo que aumenta drásticamente el riesgo de que el conflicto actual en Ucrania escale a una guerra nuclear. Estas "armas nucleares tácticas" están diseñadas para uso de corto alcance con menor potencia explosiva pero al mismo tiempo son extremadamente destructivas.

Durante décadas, Washington temió el arsenal nuclear soviético, más tarde ruso, pero en vez de buscar la estabilidad, optó por la confrontación. Los Estados Unidos y la Unión Europea impusieron aplastantes sanciones y diseñaron guerras subsidiarias para debilitar a Rusia política y económicamente. A través de golpes de Estado orquestados por Estados Unidos, Ucrania fue manipulada para que sirviera como peón y se convirtió en el campo de batalla de este conflicto indirecto, que ha empujado a Moscú a poner sus armas nucleares en alerta máxima. A pesar de las repetidas advertencias rusas a través del Consejo OTAN-Rusia, la alianza liderada por Estados Unidos buscó agresivamente la integración de facto de Ucrania en la OTAN, violando los Acuerdos de Minsk y otros compromisos. Estados Unidos y la OTAN integraron al ejército de Ucrania en su estructura de mando, utilizando sus aeródromos y bases cerca de las fronteras rusas y bielorrusas para ejercicios militares, vigilancia y despliegues avanzados.

La administración Trump abandonó unilateralmente el INF (Tratado sobre Fuerza Nucleares de Alcance Intermedio) en 2017, rompiendo una fundamental medida de control de armas que ayudó a frenar la carrera armamentista. Incluso cuando Putin propuso nuevos acuerdos de seguridad para limitar la expansión militar, Estados Unidos presentó obstinadamente a Rusia como un adversario. En diciembre de 2021, Moscú presentó borradores de garantías de seguridad mutua a Estados Unidos y la OTAN, sin recibir respuesta. Ahora, Trump amenaza con no renovar el Nuevo Tratado START cuando expire en 2026, lo que dejaría a EE.UU. y Rusia sin medidas de control de armas para contener la agresión nuclear estadounidense por primera vez desde la Guerra Fría.

El actual enfrentamiento y la carrera armamentista entre los imperialistas estadounidenses y rusos provistos con armas nucleares solo pueden resolverse poniendo fin a la provocación de guerras regionales por parte de Estados Unidos y a la expansión militar-industrialhacia el este de la OTAN.

Alianzas de Estados Unidos y el Pacífico contra China y la RPDC

El programa nuclear de la República Popular Democrática de Corea (RPDC) es una respuesta directa a décadas de hostilidad de Estados Unidos, una disuasión forjada en el calor de las amenazas y la guerra directa contra su pueblo. Durante la Guerra de Corea (1950-53), los bombardeos estadounidenses mataron al 20% de la población del Norte y arrasaron más ciudades que en Japón o Alemania durante la Segunda Guerra Mundial, hasta el punto en que los generales estadounidenses admitieron "no quedan más objetivos en Corea". La guerra en sí terminó con un armisticio pero sin un acuerdo de paz hasta el día de hoy, manteniendo a Estados Unidos técnicamente en estado de guerra con la RPDC. Esto obligó al país a buscar todas las formas de defensa posibles contra nuevas agresiones extranjeras en contra de su pueblo.

Hoy, Estados Unidos aumenta las tensiones con ejercicios militares imprudentes cerca de la frontera de la RPDC, incluyendo un despliegue de bombarderos B-1B capaces de ataques nucleares. La República Democrática Popular de Corea (RPDC) ha ofrecido repetidamente detener las pruebas de misiles, que han aumentado desde 2022, a cambio de poner fin a estas provocaciones, solo para ser ignorada y recibir más amenazas, como cuando Trump prometió "fuego y furia como el mundo nunca ha visto" contra la RPDC.

Desde el armisticio de la Guerra de Corea de 1953, Estados Unidos se ha negado a firmar un tratado de paz o normalizar las relaciones con la RPDC. Decenas de miles de soldados, misiles con capacidad nuclear y armas de destrucción masiva estadounidenses permanecen repartidos en 15 bases surcoreanas, una daga que apunta siempre hacia Corea del Norte. 

Está claro que la RPDC no reducirá su capacidad para fabricar y usar armas nucleares sin una concesión seria por parte de Estados Unidos. Su arsenal nuclear es considerado una de las armas más poderosas contra los ataques e intervenciones directas de Estados Unidos. La ocupación militar de facto de Corea del Sur, donde están estacionadas las bases, los sistemas de armas y las tropas estadounidenses, mantiene a Corea del Sur bajo el "paraguas nuclear" de Estados Unidos.

Como la RPDC ha declarado repetidamente, las tensiones solo pueden resolverse forjando un tratado de paz entre Corea del Norte y Corea del Sur, el cese inmediato de las sanciones económicas y los juegos de guerra que se llevan a cabo en sus fronteras y mares, la retirada de las tropas estadounidenses estacionadas en Corea del Sur y, siguiendo todos estos pasos, un acuerdo bilateral y equitativo sobre la reunificación de la península sin la intervención de EE. UU. u otras potencias extranjeras.

Mientras que Estados Unidos dirige continuamente sus acciones contra la construcción socialista de la RPDC, con su "pivote militar hacia el Pacífico" anunciado por Obama en 2012, el mísmo presenta el crecimiento económico y militar de China como "agresivo", alimentando una nueva Guerra Fría que corre el riesgo de provocar un conflicto catastrófico y nuclear.

Al armar a Taiwán con el pretexto de proteger los suministros de semiconductores, expandir las alianzas militares en Japón, Corea del Sur, Australia y Filipinas, y realizar juegos de guerra provocativos en el Mar de China Meridional, Washington está escalando sistemáticamente las tensiones con su principal rival y potencia nuclear. Estas acciones, desde despliegues de tropas hasta simulacros conjuntos cerca de las fronteras de China, no son defensivas sino incendiarias, empujando al mundo hacia una posible guerra mundial.

Conclusión y perspectivas

Estados Unidos introdujo armas nucleares en el mundo y luego tomó la decisión de armar a sus aliados e intentar usarlas para imponer su voluntad donde le place. La historia de las armas nucleares desde Hiroshima y Nagasaki hasta los tres frentes actuales de la guerra liderada por Estados Unidos expone la contradicción fundamental de la guerra nuclear: mientras las potencias imperialistas usan armas atómicas para amenazar y dominar, los estados antiimperialistas las han desarrollado para evitar más guerras contra sus pueblos.

Miles de personas han participado en esfuerzos de promoción para reducir la tríada nuclear de Estados Unidos, exigir limpieza y compensación por daños y bloquear el programa de modernización nuclear de 1,7 billones de dólares de Estados Unidos. A pesar de que el Tratado de la ONU sobre la Prohibición de las Armas Nucleares ha acumulado 94 estados signatarios desde que entró en vigor en 2021, volviendo las armas nucleares ilegales a nivel internacional, Estados Unidos no tiene previsto desmantelar su arsenal nuclear o unirse al tratado. La maquinaria de guerra dirigida por Estados Unidos ha estado a la cabeza del sistema imperialista durante décadas, convirtiéndolo en el principal perpetrador y provocador de la proliferación nuclear. Debemos entender que Estados Unidos se niega a renunciar a su arsenal y, en cambio, se está lanzando de cabeza a una posible catástrofe nuclear, como resultado de su agenda imperialista.

Desde la Segunda Guerra Mundial, el imperialismo estadounidense ha aprovechado su sector militar para estimular el crecimiento económico, una estrategia que ha conducido de manera constante a la desviación de recursos económicos y a crisis sistémicas periódicas. El complejo militar-industrial de Estados Unidos, sirve así para extender y sostener el ciclo económico capitalista, particularmente durante los períodos de crisis del capitalismo monopolista. En consecuencia, los conflictos globales a menudo se derivan directamente de la enorme rentabilidad de la producción de armas de Estados Unidos. La actual expansión de la maquinaria de guerra de Estados Unidos en múltiples frentes ejemplifica la “acumulación de desechos”1 —- el saqueo de la tierra, los recursos y la naturaleza, junto con la devastación y el debilitamiento de las vidas humanas. Esta economía de guerra global permite que el imperialismo estadounidense desposea y desplace a las poblaciones, engrosando el ejército de reserva global de mano de obra, suprimiendo los salarios y debilitando físicamente a los trabajadores. 

La maquinaria de guerra dirigida por Estados Unidos ha estado a la cabeza del sistema imperialista durante décadas, convirtiéndolo en el principal perpetrador y provocador de la proliferación nuclear. La solución no es imponer el desarme a las naciones oprimidas, sino el desmantelamiento completo de la maquinaria de guerra imperialista y su aparato de terror nuclear, que debe comenzar con Estados Unidos. Debido a que Estados Unidos nunca renunciará voluntariamente a sus armas más poderosas, la verdadera paz solo puede alcanzarse a través de la derrota total del imperialismo estadounidense y sus socios menores, una victoria que requerirá de solidaridad global y de una lucha implacable por una paz justa.

Rhonda Ramiro, con el movimiento Resist US-Led War (Movimiento de Resistencia contra la guerra liderada por los Estados Unidos). Resist es una red global de organizaciones por la paz y contra la guerra que abarca el sudeste asiático, el Pacífico, África, América Latina, Europa y América del Norte. Los miembros de la red se unen bajo los principios compartidos de: resistencia contra la guerra y el militarismo liderados por Estados Unidos, y la construcción de una paz justa.

Sarah Raymundo es profesora asistente en el Centro de Estudios Internacionales de la Universidad de Filipinas-Diliman y miembro del Comité Ejecutivo Nacional de Bagong Alyansang Makabayan (BAYAN), una gran alianza multisectorial que lucha contra el capitalismo burocrático, el feudalismo y el imperialismo, con el objetivo de la liberación nacional y social en Filipinas.

Available in
EnglishSpanishPortuguese (Brazil)GermanItalian (Standard)Arabic
Authors
Sarah Raymundo and Rhonda Ramiro
Translator
Open Language Initiative
Date
12.08.2025
Source
MondoweissOriginal article🔗
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