Una intensa disputa política entre el gobierno jordano, orientado a la austeridad, y las cada vez más precarias clases obrera y media alcanzó un punto culminante el 25 de julio, cuando la policía hizo una redada en las oficinas del poderoso Sindicato de Maestrxs de Jordania (JTS, por sus siglas en inglés), y arrestó a sus líderes. Las autoridades estatales anunciaron rápidamente que el sindicato de maestrxs sería ilegalizado por un período de dos años, y cualquier asunto pendiente del JTS sería manejado por un organismo gubernamental.
La movida generó indignación nacional con protestas masivas en solidaridad con el sindicato por las ciudades y pueblos de Jordania. Desde los centros metropolitanos del norte de Amman e Irbid hasta las áreas más rurales del sur de Kerak y Tafileh, miles de maestrxs y simpatizantes del sindicato han desafiado una campaña ofensiva contra ellxs.
Lxs líderes del JTS, quienes organizaron una de las huelgas más grandes en la historia de Jordania en 2019, han iniciado una huelga de hambre para protestar su detención arbitraria. Mientras tanto, durante julio y agosto lxs manifestantes se han enfrentado a la policía a la vez que pronunciaban apasionados discursos sobre la importancia del sindicato de maestrxs.
Una prohibición impuesta por el Estado de cubrir la campaña ofensiva contra el JTS significa que hay muy pocos reportajes en la materia, pero la disputa es emblemática de una dinámica política global. En Jordania, Egipto, Líbano, Irán, Irak, Sudán y docenas de otros países alrededor del mundo, la gente se ha movilizado en masa para contrarrestar las políticas neoliberales, la corrupción rampante y el autoritarismo obstinado. Sindicatos laborales independientes han desempeñado a menudo un rol organizativo en estas protestas, ya que su habilidad de generar serias exigencias puede socavar la autoridad del Estado.
Sindicatos independientes, como el JTS, han sido en muchas ocasiones parte de redes de resistencia y solidaridad cuyo objetivo es generar democracia desde abajo sin depender de vías políticas aprobadas por el Estado, que están diseñadas para pacificar más que para animar al pueblo. De manera más dramática en Sudán, estos esfuerzos dirigidos por los sindicatos evolucionaron en una total revolución que derrocó la dictadura de 30 años de Omar al-Bashir en 2019.
En Jordania, sin embargo, las exigencias son más modestas: lxs maestrxs quieren que el Estado haga del bienestar público una prioridad y que les den el aumento salarial que les había prometido el gobierno en un principio. En lugar de una mejor paga, docenas de maestrxs están siendo arrestadxs.
El Sindicato de Maestrxs de Jordania es una rareza en el duro y controlado escenario político de Jordania. Creado en los inicios de la Primavera Árabe de 2011 que temporalmente arremetió contra el país, y cubriendo a todxs lxs maestrxs de escuelas públicas al igual que muchxs de escuelas privadas, el sindicato cuenta con unos 100.000 miembros. En un país de casi 10 millones, el JTS representa una porción considerable de la fuerza laboral.
Mientras que muchas organizaciones en Jordania están enteramente cooptadas o fuertemente influenciadas por el largo alcance del Estado y su policía secreta, el JTS ha permanecido independiente y de vez en cuando critica de manera abierta las políticas del gobierno que representan un peligro para el sistema educativo y sus trabajadorxs.
Sus miembros provienen de casi todos los espectros del país. Convertirse en mestrxs ha sido una de las pocas maneras confiables de tener una estabilidad financiera en la economía constantemente asediada de Jordania, por lo que el JTS incluye miembros jordanxs y palestinxs de las zonas urbanas y rurales. En otras palabras, casi cada familia extendida en Jordania incluye uno o más miembros del JTS.
Desde su fundación, el JTS ha representado un instrumento crítico para exponer quejas contra los intentos de disminuir el sector público de Jordania. Mientras el Estado ha intentado saciar las protestas anticorrupción y anti austeridad canalizando el malestar hacia retos electorales superficiales mediante la disolución del parlamento y convocando elecciones anticipadas, el JTS, al igual que un número de otros sindicatos profesionales, han optado consistentemente por acción directa en la forma de paros y huelgas.
Durante décadas, el Estado jordano ha intentado balancear su fuerte dependencia en las importaciones y la ayuda extranjera con la promesa de que los trabajos siempre se encontrarán al unir al sector público, ya sea por medio del ejército, burocracia o como maestrx. Esto empezó a cambiar decisivamente en 2016, cuando el gobierno aceptó los términos deun préstamodel Fondo Monetario Internacional (FMI) que venía con recomendaciones de reducir el gasto público.
El gobierno comenzó a subir los precios del gas y la electricidad, al igual que idear una nueva ley de impuesto dirigida de lleno a la clase media del país. Pequeños episodios de protestas culminaron en una huelga general el 30 de mayo de 2018.
Más de 30 sindicatos exigieron juntos un fin a la austeridad y a retirar la ley de impuesto. Además, se organizaron protestas periódicas y miles de jordanxs marcharon hacia la oficina del primer ministro en Ammán. El 14 de junio, el rey de Jordania ordenó la renuncia del Primer Ministro, Hani Mulki, y lo reemplazó con el popular Ministro de Educación, Omar al-Razzaz, quien era conocido como un reformista. A pesar del juego de manos del Estado, la agenda de austeridad siguió firmemente en su lugar.
En septiembre de 2019, después de un año de recortes al sector público recomendados por el FMI y una serie de negociaciones fallidas con el gobierno, el JTS inició una huelga indefinida.
La demanda principal era un incremento del 50 por ciento en los salarios que el JTS dijo que había sido acordado en 2014. En ese momento, el salario promedio de unx maestrx apenas superaba el umbral de pobreza del país, de $515 mensuales en ingresos para una familia de cinco. El aumento salarial solo habría garantizado a lxs maestrxs un nivel de estabilidad, no de prosperidad. Sin embargo, la exigencia iba en contra del núcleo que manejaba la política monetaria del gobierno, que haría todo lo posible por transferir la riqueza del sector público al sector privado.
Lxs maestrxs que marchaban por las calles se encontraron con toda la fuerza policial de Jordania. Grupos de maestrxs reunidos en Ammán fueron alcanzadxs con gases lacrimógenos y macanas, mientras que lxs rezagadxs fueron arrestadxs.
Naser Nawasrah, vicepresidente de la JTS en aquel entonces, rápidamente ganó una reputación de ser un crítico abierto y directo de las acciones del gobierno. "[Lxs mestrxs] no entrarán a las aulas hasta que lxs responsables de las transgresiones hacia lxs maestrxs … sean responsabilizadxs", dijo después de un encuentro particularmente violento al principio.
La huelga paralizó casi la totalidad del sistema educativo del país por cuatro semanas, mientras que el gobierno se rehusaba repetidamente a aceptar las exigencias del JTS y amenazaba a sus líderes con represalias legales.
Finalmente, el 5 de octubre del 2019, el gobierno aceptó los aumentos salariales. Las escuelas retomaron, terminando así con una de las huelgas más grandes y largas en la historia de Jordania. "Lxs maestrxs obtuvieron sus exigencias", proclamó Nawasrah.
La victoria pronto demostró ser efímera.
Mientras la pandemia de Covid-19 se esparció por el mundo, Jordania actuó velozmente al imponer una cuarentena dura pero rápida. El gobierno desplegó al ejército para asegurarse de que la gente permaneciera dentro, lo que aumentó el gasto público.
El gobierno intentó suministrar alimentos básicos y necesidades medicinales a las ciudades bajo cuarentena y logró mantener las cifras totales de infección en niveles manejables. Pero en medio de la cuarentena, anunció que todas las subidas de salario en el sector público serían suspendidas. A la JTS le fue negado una vez más el aumento salarial que se les había prometido dos veces.
En respuesta, el JTS empezó a organizar una campaña pública para asegurar el aumento salarial. El plan de campaña fue lanzado el 13 de julio: llamó a un diálogo renovado con el gobierno, una estrategia nacional de incrementar la presión pública por medio de presentaciones y charlas con líderes tribales, marchas en las gobernaciones y sentadas. Si estas fallaban, el plan del JTS incluía otra huelga indefinida.
El Estado reaccionó con rapidez. El 25 de julio, la policía hizo una redada en cada una de las 11 sucursales del JTS, arrestaron a lxs 13 miembros del concejo e impusieron una orden de mordaza a la prensa local que cubría la ofensiva.
El vicepresidente sindical Nawasrah, quien fue amenazado por oficiales de inteligencia por hablar abiertamente contra las acciones del gobierno, se encontraba manejando entre Ammán e Irbid cuando fue detenido por la policía. Un miembro de la familia de Nawasrah le dijo a Human Rights Watch que su coche había sido rodeado por camionetas del gobierno y que pusieron una bolsa sobre su cabeza cuando lo detuvieron
En Kerak, miembros del JTS preguntaron a lxs oficiales de policía si tenían una orden judicial para el allanamiento de su oficina. "Yo soy la orden", respondió un oficial de manera desafiante.
Lxs funcionarixs del gobierno dicen que el sindicato violó la ley, pero fallaron en dar detalles específicos, y que dejaría de funcionar por dos años. La persecución del JTS, una de las formas más populares para resistir a la austeridad, causó una reacción en cadena en Jordania.
Decenas de miles se reunieron para condenar públicamente la decisión del gobierno en una de las movilizaciones de disidencia más grandes desde 2011.
En Irbid, Ammán, Kerala, Tafileh, Jerash, Salt y otras ciudades, lxs miembros y simpatizantes del JTS marcharon en solidaridad con el sindicato durante todo el mes de agosto, desafiando la brutalidad policíaca. Grandes reuniones bloquearon las autopistas y otras vías en las ciudades, mientras que las marchas llenaban los distritos del centro.
En ausencia de la cobertura mediática, redes sociales como Twitter, WhatsApp, Telegram y TikTok se convirtieron en los medios principales para compartir información sobre las protestas. Hashtags que se traducen a "con lxs maestrxs" y "solidaridad con el sindicato de maestrxs" fueron tendencia local.
Fuertes discursos de lxs miembros del sindicato circularon ampliamente en las redes sociales de Jordania. Y mientras el gobierno justificaba su campaña bajo la retórica nacionalista de "ley y orden" dando a entender que las protestas eran anti-patrióticas, lxs manifestantes empezaron a desafiar esta narrativa con sus propios llamados.
En un video, un profesor se enfrenta a lxs antidisturbios, exclamando "¡Yo soy el país, yo soy la nación. Les enseñé cómo amar a la nación. Les enseñé el himno nacional! Les enseñé a dibujar la bandera. ¡¿Cómo se atreven a levantar un arma contra mí?!" Otro profesor fue grabado relacionando explícitamente la causa del JTS con un sentido de orgullo: "Cuando defendemos la causa de lxs maestrxs, defendemos nuestra propia dignidad".
Otros videos de brutalidad policíaca se volvieron virales dentro de Jordania, con un segmento que mostraba una manifestante siendo acosada y golpeada por oficiales vestidos de civil y que fue ampliamente difundido y condenado en el país. Otro video muestra a manifestantes lanzando rocas a transportes de la policía fuertemente armados, una acción que conlleva el grave riesgo de ser torturadx por la policía en uno de los conocidos centros de detención de Jordania — de los cuales uno en Ammán recibe el apodo local de "La fábrica de uñas".
Las protestas resonaron por todo agosto. Superaron las protestas de anti austeridad de 2018 en tamaño, alcance e intensidad. Según los informes, el consejo del JTS que fue detenido sigue en huelga de hambre. Nawasrah, quien sufre de una condición cardíaca, ha sido privado de medicamentos y tratamiento.
Aunque desde entonces las manifestaciones generalizadas han comenzado a disminuir ante las detenciones masivas, incluidas las de periodistas y la intensa vigilancia de la policía secreta, el descontento que las inspira permanece.
Más que nada, las protestas indican cuán importante era el JTS para millones de jordanxs. Que el Estado se sienta tan amenazado por el sindicato de maestrxs que arriesgue a una revuelta nacional de las clases obrera y media muestra la potencia de la JTS como fuerza política. En lugar de simplemente pedir por diferentes administadorxs que supervisen la financiarización de Jordania, las demandas del JTS se basaron en reorientar las prioridades del Estado lejos de los mandatos del FMI y de vuelta al grueso de la población.
Aún no es claro si a el JTS se le permitirá eventualmente operar de nuevo de forma independiente o si la toma del gobierno indica su fin como fuerza popular para el cambio social. Pero aunque el sindicato de maestrxs desempeñó un papel importante al encabezar esta lucha particular por una mayor democracia económica, la red que ayudó a construir está creciendo y radicalizándose.
La resistencia del JTS muestra el poder de la huelga en impulsar el apoyo y movilizar diversas redes de solidaridad en la sociedad. Incluso si la represión obstaculizó temporalmente el creciente movimiento hacia un patrimonio común más sólido, la posibilidad de una respuesta mayor y más militante ha aparecido en el horizonte.
La lucha del JTS ha recibido escasa cobertura internacional, pero la causa que representa es parte de una lucha global contra las fuerzas estatales que imponen esquemas de liberalización del mercado a punta de pistola. El caso de la JTS ha demostrado una vez más que cuando las huelgas dejan de ser una opción viable para imponer demandas al Estado, el siguiente paso es la revuelta.
Ty Joplin es un periodista enfocado en la represión y resistencia en Oriente Medio.
Foto: Sherbel Dissi