La opinión pública polaca ha estado, y continúa estando, abrumadoramente en contra de las restricciones al aborto. De hecho, la mayoría quiere que se levanten todas las restricciones. Razem y el caucus de izquierda en el parlamento polaco están ahora preparadxs para prevenir la penalización del personal médico o personas privadas que continúen ayudando a realizar abortos. Esta es una primera medida correctiva junto con una campaña continua de Razem, ahora más urgente que nunca, por el derecho universal e incondicional a la interrupción del embarazo hasta la 12ª semana de gestación para todas las mujeres polacas, sin importar su estado material.
El fallo del politizado Tribunal Constitucional tiene enormes consecuencias para las mujeres polacas: para su salud, sus vidas, sus familias y sus medios de subsistencia. Las mujeres que llevan fetos incapaces de sobrevivir ex útero se verán obligadas a dar a luz y presenciar su muerte, si no dedican sus vidas a las graves discapacidades de sus hijxs. El veredicto también tendrá consecuencias para el acceso a los procedimientos de diagnóstico prenatal y la investigación que probablemente se trasladarán a clínicas privadas.
Las leyes que precedieron a este fallo ya eran opresivas: en 2014, un grupo de madres con hijxs discapacitadxs —desesperadas por el apoyo del Estado— ocupó el Parlamento en un acto de valiente rebelión.
El fallo del Tribunal marca otro barbárico ataque a las vidas y cuerpos de las mujeres —la más agresiva invasión de sus vidas hasta la fecha por parte del clero católico y sus aliadxs seculares actualmente en el poder.
El fallo es también un ataque a las instituciones democráticas de Polonia. Además, ha sido bastante evidente para la opinión pública que esta prohibición de facto del aborto se promulgó mediante un engaño legislativo —un acto flagrante de intervención autoritaria, desmantelando las instituciones del poder judicial al servicio de la coalición de la Derecha Unida (Zjednoczona Prawica).
Este no es su primer intento. Los grupos de presión fundamentalistas católicos, con el apoyo explícito de la Iglesia, han luchado tenazmente para prohibir el aborto de una forma u otra. Pero hasta ahora han fracasado, derrotados por la movilización masiva de mujeres en toda Polonia, sobre todo en 2016 durante la Protesta Negra coorganizada por Razem.
Es por eso que la coalición de derecha gobernante ejecutó su plan no a través de un procedimiento parlamentario, sino a través del Tribunal Constitucional, repleto de sus aliadxs políticxs más extremistas.
La ley destruyó el llamado "compromiso de aborto", una ley de derechos reproductivos de 1993. Una de las leyes sobre el aborto más restrictivas de Europa, también había sido promulgada a través de un intercambio clientelar con la Iglesia Católica por la nueva élite gobernante post-Solidarność. Una petición de 1,4 millones de firmas para mantener el aborto legal ni siquiera fue considerada en ese momento.
Ahora, multitudes de mujeres y sus aliadxs están tomando las calles y las iglesias para dejar claro que la prohibición es un paso más en el maltrato a las mujeres por parte de elementos conservadores y religiosos del país.
No se equivoquen: hay un movimiento popular en alza en Polonia. Un sindicato de taxistas participó en la protesta, lxs agricultorxs condujeron sus tractores en una fila en apoyo de las mujeres, e incluso algunxs aficionadxs al fútbol se unieron a los disturbios. La magnitud de las protestas —en particular el hecho de que se han extendido a pequeños municipios donde a menudo es tarea de las mujeres en particular organizar manifestaciones a través de las redes sociales, contra la intimidación de las autoridades locales y el clero— demuestra que la copa se ha colmado.
Razem rechaza esta abominable ley. Participamos activamente en la protesta junto a Ogólnopolski Strajk Kobiet (Mujeres polacas en huelga) y otras organizaciones feministas y aliadas. Se han llevado a cabo bloqueos de carreteras, huelgas y marchas que se han planificado todos los días desde el fallo. Ejercemos nuestro derecho a manifestarnos en cumplimiento de las recomendaciones oficiales por la pandemia.
Junto con el grupo de izquierda del Sejm polaco, exigimos que se incluyera en el orden del día del Parlamento un proyecto de ley sobre la despenalización del personal médico y de las personas privadas que siguen practicando abortos. Las parlamentarias de la izquierda ocuparon el atril gritando y agitando pancartas con las demandas de las mujeres en dirección a Jarosław Kaczyński, el líder de la Derecha Unida, ampliamente considerado como el tomador de decisiones de facto en la política polaca.
Posteriormente, Kaczyński apareció en televisión en una rara aparición y pidió a sus seguidorxs que lo rechazaran. Desvió la responsabilidad de su lado político por el veredicto afirmando que la esencia moral de Polonia es católica, apelando a la defensa de las iglesias y a la lucha contra un "nihilismo que muestra claramente signos de preparación o incluso entrenamiento" haciendo eco de las fantasías de Donald Trump de un oponente violento y radical.
Organizamos nuestra membresía en torno a una respuesta pacífica pero determinada. Apuntamos a lxs responsables directxs del ataque a los derechos fundamentales de las mujeres: los grupos de presión fundamentalistas y lxs políticxs que apoyaron la prohibición en cualquier momento antes y después de que se produjera. En el parlamento, seguimos luchando por el derecho incondicional de las mujeres polacas a interrumpir su embarazo por cualquier razón, y de forma gratuita, hasta la 12ª semana de gestación. El derecho de la mujer a decidir sobre su cuerpo, a proteger su salud y su vida es primordial, y no habrá vuelta atrás para ningún compromiso.
Hacemos un llamado a amigxs, aliadxs y camaradas de todo el mundo para que se organicen. Recientemente nos enteramos de que el abogado personal del presidente de los Estados Unidos, Jay Sekulow, ha estado invirtiendo millones de dólares en luchar en contra de los derechos de las mujeres y las personas LGBT en toda Europa, incluida Polonia. La única manera de detener la ola reaccionaria mundial es juntxs, en las calles de todo el mundo, exigiendo lo que es nuestro: nuestros cuerpos, nuestras vidas, nuestro país, el mundo.
Zofia Malisz es una concejala nacional de Razem, un partido político de izquierda en Polonia.
Foto: Grzegorz Zukowski