Nota editorial: La siguiente es una versión condensada del artículo de Michelle Fahy "The Bloody Trade", publicado originalmente en Arena. El artículo puede leerse completo en inglés aquí.
“Tienes que... cubrirte las manos de sangre si quieres ser uno de los 10 grandes" fue la advertencia al primer ministro Malcolm Turnbull cuando anunció el objetivo de Australia de convertirse en uno de los principales exportadores de armas a nivel mundial. “Se venderá a Arabia Saudita, a los Emiratos Árabes Unidos... a estos países tan autoritarios... envueltos en grandes conflictos... en lugares como Siria... en Yemen. Hay realmente que ensuciarse las manos".
Esa advertencia vino de Andrew Feinstein, uno de los principales expertos mundiales en el comercio de armas, entrevistado en la radio ABC a principios de 2018. Pronto se demostró que tenía razón.
Australia ya había estado haciendo acuerdos secretos de armas con los países que libran la catastrófica guerra de Yemen, a pesar del gran número de víctimas civiles y la creciente evidencia de crímenes de guerra. La noticia de los acuerdos se hizo pública a fines de 2018: Australia había aprobado docenas de permisos de exportación militar a Arabia Saudita y a los Emiratos Árabes Unidos (EAU), las naciones clave que luchan en Yemen. Para marzo de 2021, la aprobación de exportaciones militares australianas a estas dos naciones había superado el centenar: ochenta a los EAU, veintitrés a Arabia Saudita.
La actual guerra de Yemen es ahora conocida por haber causado la mayor catástrofe humanitaria en curso del mundo. Pero incluso ya en octubre de 2016 la ONU advertía sobre posibles crímenes de guerra y pidió a las naciones que dejaran de suministrar armamento a los países que luchan allí: "Desde el comienzo de este conflicto en Yemen, bodas, mercados, hospitales, escuelas –y ahora dolientes en un funeral– han sido atacados, lo que ha provocado un gran número de víctimas civiles y la ausencia de rendición de cuentas por parte de los responsables".
El mundo era consciente del horror que saudíes y emiratíes estaban infligiendo a los civiles de Yemen cuando Christopher Pyne, como nuevo ministro de Industria de Defensa de Australia, voló a ambos países a fines de 2016 para promocionar el armamento australiano. Apenas unos meses después, Pyne volvió a los EAU para mantener nuevas conversaciones. Durante su estancia en Abu Dhabi, asistió a la mayor exposición de armas de Medio Oriente, la Exposición y Conferencia Internacional de Defensa (IDEX). Pyne comentó que estaba discutiendo un posible acuerdo de armas por valor de 1000 millones de dólares con los EAU y añadió que las empresas australianas podrían concretar cientos de millones de dólares en ventas en IDEX 2017.
Su predicción se cumplió cuando, a comienzos de 2018, la empresa fabricante de armas con sede en Canberra, Electro Optic Systems (EOS), anunció un contrato de 410 millones de dólares para los sistemas de armas remotas de EOS con un cliente no identificado. El cliente secreto fue revelado más tarde como los EAU y el tamaño del acuerdo aumentó a 450 millones de dólares. En octubre de 2017, Pyne volvió a volar a Medio Oriente, para sostener más reuniones en Riad.
En agosto de 2018, un ataque con misiles de la coalición saudí contra un autobús escolar en Yemen mató a 40 niñxs y 11 adultxs e hirió a docenas más. A pesar de esta atrocidad, el gobierno australiano quiso acercarse más a Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos.
Al mes siguiente, el viceministro de defensa saudí visitó Australia y asistió a una de las mayores exposiciones de armas del país, Land Forces. Pyne acababa de ser nombrado ministro de defensa. Durante Land Forces 2018, Pyne dijo que Australia estaba estudiando la posibilidad de firmar nuevos acuerdos formales de "industria de defensa" con los EAU y Arabia Saudita. Fue una noticia sorprendente que Australia estuviera considerando establecer acuerdos de suministro de armas con estos dos regímenes represivos.
En octubre de 2018, el tema de la venta de armas a Arabia Saudita estalló como problema mundial. El espantoso asesinato y desmembramiento del periodista Jamal Khashoggi dentro del consulado saudí en Estambul acaparó los titulares durante semanas. Sobre este tema, el nuevo primer ministro de Australia halló una voz moral. "Nos sentimos horrorizadxs de una manera indescriptible por lo que ha sucedido", dijo Scott Morrison.
Tras el asesinato de Khashoggi, la ministra de Relaciones Exteriores, Marise Payne, declaró que "todas las opciones están sobre la mesa" cuando se le preguntó si Australia seguiría el ejemplo de varios países europeos y dejaría de exportar armas a Arabia Saudita. El ministro de Defensa, Pyne, aseguró que las futuras exportaciones militares a lxs saudíes se evaluarían teniendo en cuenta los "deplorables" acontecimientos.
Mientras tanto, Pyne intentó distanciarse de lxs saudíes perpetuando el mito de que Australia puede dictar lo que Arabia Saudita hace con las armas suministradas por Australia. Se informó que Pyne dijo que los estrictos controles de exportación "impiden" que nuestro equipo se utilice en el conflicto en curso en Yemen. Pero los "estrictos controles de exportación" de Australia no pueden impedir tal cosa. En los acuerdos sobre armas con Arabia Saudita o los Emiratos Árabes Unidos, el único control estricto es la decisión de aprobar o no la exportación. Si queremos ser estrictxs, Australia puede decir " No ". Una vez que se envía la exportación, la posibilidad de que Australia ejerza un control sobre el uso de esas armas se reduce prácticamente a cero.
Una solicitud de libertad de información realizada por este autor reveló que Defensa ha denegado tres solicitudes de exportaciones militares a Arabia Saudita desde el 1 de julio de 2019 y ha aprobado seis. Antes de esa fecha no había denegado ninguna solicitud de exportación militar a Arabia Saudita desde que comenzó la guerra de Yemen. Desde mediados de 2015 hasta finales de marzo de 2021 se aprobaron 23 solicitudes saudíes. No se ha denegado ninguna solicitud de permiso de exportación militar a los EAU; se aprobaron ochenta.
Los gobiernos suelen adjuntar "certificados de usuarix final" a las exportaciones militares que prohíben la retransferencia de las armas a terceros sin autorización. A pesar de ello, las transferencias no autorizadas a terceros se producen con regularidad. Rara vez hay repercusiones para las naciones infractoras.
Una emisora pública alemana se asoció en 2018 con la organización Arab Reporters for Investigative Journalism, con sede en Jordania, para investigar las transferencias de armas a Yemen. La investigación descubrió que "nunca se han aplicado sanciones por el incumplimiento de los acuerdos de usuarix final".
Durante el año que duró la investigación, el periodista egipcio Mohamed Abo-Elgheit descubrió cientos de ejemplos de armas y vehículos militares suministrados por Alemania, los Estados Unidos, el Reino Unido, Austria, Suiza, Bélgica y otros países, que estaban siendo utilizados en Yemen por Al Qaeda y otros grupos armados no estatales o que se ofrecían para su reventa, aún sin estrenar, en el mercado negro. Los gobiernos occidentales habían enviado las armas y el equipo a Arabia Saudita y a los Emiratos Árabes Unidos con "estrictos" acuerdos de usuarix final que supuestamente impedían la transferencia a terceros.
La investigación descubrió:
¿Tiene el gobierno australiano una mayor capacidad que cualquiera de estos países para ejercer un control sobre lxs saudíes y los EAU en cuanto al uso de las armas australianas y otras exportaciones militares? ¿Pueden lxs australianxs confiar en las débiles afirmaciones del departamento de defensa de que los "estrictos controles de exportación" de Australia impiden el uso o la transferencia ilegal de armas australianas?
Tras el lanzamiento de la Estrategia de Exportación de Defensa de Australia, Pyne se comprometió a que Australia solo autorizaría exportaciones militares a países "como nosotrxs, que apoyan el orden internacional basado en normas". Rompió este compromiso incluso antes de hacerlo. O, para decirlo más claramente, mintió.
Además de las extensas infracciones del derecho internacional documentadas en Yemen por parte de Arabia Saudita y los EAU, y del asesinato de Jamal Khashoggi por parte de Arabia Saudita, es ampliamente conocido que los EAU están armando y apoyando ilegalmente a las fuerzas rebeldes libias que intentan derrocar al gobierno reconocido internacionalmente de Libia, desafiando el embargo de armas de la ONU. Tras repetidos incumplimientos durante muchos años por parte de varios países, incluidos los EAU, la ONU ha calificado el embargo de "totalmente ineficaz". A pesar de ello, Australia ha seguido vendiendo armas y otros equipos militares a los EAU y Arabia Saudita.
"Las prácticas de Australia al aprobar la exportación de armas a países que se sabe están cometiendo graves violaciones de los derechos humanos y su falta de transparencia al respecto, son incompatibles con sus obligaciones en virtud del derecho internacional", afirma la ex política australiana y abogada internacional Melissa Parke, que ahora forma parte del grupo de expertxs de la ONU sobre Yemen. “Al haber firmado estas leyes internacionales, el gobierno australiano no puede limitarse a elegir cuáles son los aspectos que va a respetar, especialmente cuando alecciona a otros países, como China y Rusia, sobre la importancia del estado de derecho internacional".
Cerca de 2,3 millones de niñxs menores de cinco años en Yemen sufrirán desnutrición aguda este año y 400.000 podrían morir si no reciben tratamiento urgente, dijo la UNICEF en febrero. Save the Children afirma que 1,71 millones de niñxs se encuentran en campamentos de desplazadxs en Yemen, y que el 90 por ciento de ellxs no tienen acceso suficiente a alimentos, agua potable o educación. “Yemen es la peor catástrofe humanitaria del mundo”, afirma Philippa Lysaght, asesora de política humanitaria y promoción de Save the Children Australia. "Pensar que Australia es de alguna manera cómplice de esta guerra catastrófica es horrible. Es hora de detener la guerra contra lxs niñxs".
Bruce Riedel, del prestigioso centro de estudios estadounidense The Brookings Institution, ha llamado a la guerra de Yemen "la guerra de los Estados Unidos". Afirma que Barack Obama pudo haber detenido la guerra desde el principio en 2015 cortando el apoyo militar, diplomático y de inteligencia a la coalición liderada por Arabia Saudita. Riedel señala la enorme proporción (86 por ciento) del armamento de Arabia Saudita suministrado por los Estados Unidos y el Reino Unido, y afirma que "es hora de detener la carnicería en Yemen y dejar de alimentar la carrera armamentística en Medio Oriente". El leal aliado de los Estados Unidos, Australia, debería hacer lo mismo.
La activista contra el comercio de armas, Ann Feltham, es contundente: "El comercio de armas alimenta las guerras, intensifica las tensiones regionales, proporciona amparo a violadorxs de los derechos humanos y despilfarra recursos". A principios de este año, Australia confirmó que no prohibiría la venta de armas a Arabia Saudita y los EAU.
Foto: Arena