Por mucho que Amazon lo intente, la solidaridad no se asusta fácilmente. Desde que un grupo de huelguistas, activistas laborales, medioambientales, fiscales, de protección de datos, de privacidad y antimonopolio de todos los rincones de nuestro planeta y de todos los eslabones de la cadena de suministro de Amazon formaron #MakeAmazonPay el año pasado, muchas cosas han cambiado. Sí, Amazon sigue siendo una de las mayores empresas de comercio electrónico del mundo. Sí, Jeff Bezos, el hombre más rico de la tierra, fue lanzado al espacio y lxs trabajadorxs de Amazon pagaron por ello. Y sí, la corporación que controla gran parte de la forma en que la gente compra quiere controlar aún más a sus trabajadorxs.
Pero cuando miles de trabajadorxs se pusieron en huelga para exigir mejores salarios y trato, otrxs miles apoyaron sus esfuerzos. A medida que las investigaciones en la India, Estados Unidos y Europa sobre las prácticas comerciales abusivas y anticompetitivas de Amazon empezaron a ser cada vez más problemáticas para el gigante tecnológico, más funcionarixs electxs empezaron a hacer preguntas. Cuando lxs trabajadorxs de Bessemer, Alabama, se unieron a BAmazon –la primera campaña de sindicalización a gran escala en un almacén de Amazon en Estados Unidos– más trabajadorxs se animaron a luchar contra Amazon en el suelo.
No hay duda de que lxs trabajadorxs, lxs defensorxs y lxs funcionarixs electxs que se han unido para #MakeAmazonPay han capturado la imaginación del mundo y están cambiando la forma en que el público percibe a Amazon. Desde Bangladesh hasta Brasil, y desde España hasta Seattle, nos hemos levantado contra la explotación de Jeff Bezos de lxs trabajadorxs, nuestras comunidades y nuestro planeta. Ahora, cada vez más personas hacen más preguntas sobre el brutal comportamiento antisindical de Amazon, sus prácticas antisociales de evasión de impuestos y su obsesión por el control. Y este Black Friday, somos testigos de cómo el movimiento que presiona para cambiar las reglas de nuestra economía y desafiar el poder corporativo es cada vez más audaz y más fuerte.
Hoy lxs trabajadorxs de Amazon, sin miedo, van a la huelga en Alemania, Francia e Italia, y se están llevando a cabo acciones de solidaridad en seis continentes a lo largo de la cadena de suministro global de Amazon.
El imperio de Amazon se extiende por todo el mundo y obtiene beneficios de la extracción de recursos naturales, la fabricación, el envío y el almacenamiento, así como del acaparamiento y el control de cantidades incalculables de datos. Pero hay otra forma en la que Amazon nos afecta a todos: se lleva por delante a lxs trabajadorxs, a las personas y al planeta. Cuando compras en Amazon, tienes una entrega rápida y cómoda de una infinita gama de artículos. Pero esta experiencia de consumo sin fricciones está impulsada por la trituración del verdadero motor del brutal modelo de un solo clic de la empresa: lxs trabajadorxs.
Lo hemos estado diciendo todo el tiempo. Con sus objetivos de productividad poco realistas y que rompen el cuerpo, y la vigilancia intrusiva de lxs empleadxs, Amazon trata a lxs trabajadorxs como artículos desechables. Ahora sabemos que la asombrosa rotación de trabajadorxs de Amazon no es un defecto del sistema, es el sistema.
Puede que Amazon esté en todas partes, pero nosotrxs también. Y tenemos el poder de hacer que Amazon pague.
Christy Hoffman, Secretaria General de UNI Global Union
Leila Chaibi, Eurodiputada
Casper Gelderblom, Coordinador de Movimientos de la Internacional Progresista