Politics

Rosa Luxemburgo: El orden reina en Berlín

En el aniversario de su asesinato, publicamos un extracto de la última publicación de Rosa Luxemburg, escrita pocas horas antes de ser capturada por los Freikorps protofascistas en Berlín.
En este día de 1919, Rosa Luxemburg y Karl Liebknecht, fundadores del Partido Comunista Alemán, fueron torturados y asesinados por los Freikorps, una milicia protofascista. Sus muertes supusieron un golpe fatal para las perspectivas de la revolución proletaria en el país y, en última instancia, prepararon el camino hacia el fascismo.
En este día de 1919, Rosa Luxemburg y Karl Liebknecht, fundadores del Partido Comunista Alemán, fueron torturados y asesinados por los Freikorps, una milicia protofascista. Sus muertes supusieron un golpe fatal para las perspectivas de la revolución proletaria en el país y, en última instancia, prepararon el camino hacia el fascismo.

En la semana anterior a sus muertes, se reprimió una huelga general que se conoció como el Levantamiento Espartaquista. Friedrich Ebert, líder del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD), desató unos 3.000 matones armados del Freikorps contra el Levantamiento, que masacraron a más de 100 trabajadores en huelga. El ministro de Defensa del SPD, Gustav Noske, se apodó a sí mismo más tarde "el sabueso" por su papel en la prevención del surgimiento de una sociedad dirigida por los trabajadores en Alemania. El 14 de enero de 1919, un día antes de su asesinato y unas horas antes de ser secuestrada, Luxemburg publicó su lúcida valoración del Levantamiento en Die Rote Fahne de Berlín. En el aniversario de su muerte, volvemos a publicar un extracto de ese texto:

¿Qué nos enseña toda la historia de las revoluciones modernas y del socialismo? La primera llamarada de la lucha de clases en Europa, el levantamiento de los tejedores de seda de Lyon en 1831, acabó con una severa derrota. El movimiento cartista en Inglaterra también acabó con una derrota. La insurrección del proletariado de París, en los días de junio de 1848, finalizó con una derrota asoladora. La Comuna de París se cerró con una terrible derrota. Todo el camino que conduce al socialismo -si se consideran las luchas revolucionarias- está sembrado de grandes derrotas.

Y, sin embargo, ¡ese mismo camino conduce, paso a paso, ineluctablemente, a la victoria final! ¡Dónde estaríamos nosotros hoy sin esas "derrotas", de las que hemos sacado conocimiento, fuerza, idealismo! Hoy, que hemos llegado extraordinariamente cerca de la batalla final de la lucha de clases del proletariado, nos apoyamos directamente en esas derrotas y no podemos renunciar ni a una sola de ellas, todas forman parte de nuestra fuerza y nuestra claridad en cuanto a las metas a alcanzar.

Las luchas revolucionarias son justo lo opuesto a las luchas parlamentarias. En Alemania hemos tenido, a lo largo de cuatro decenios, sonoras "victorias" parlamentarias, íbamos precisamente de victoria en victoria. Y el resultado de todo ello fue, cuando llegó el día de la gran prueba histórica, cuando llegó el 4 de agosto de 1914, una aniquiladora derrota política y moral, un naufragio inaudito, una bancarrota sin precedentes. Las revoluciones, por el contrario, no nos han aportado hasta ahora sino graves derrotas, pero esas derrotas inevitables han ido acumulando una tras otra la necesaria garantía de que alcanzaremos la victoria final en el futuro.

¡Pero con una condición! Es necesario indagar en qué condiciones se han producido en cada caso las derrotas. La derrota, ¿ha sobrevenido porque la energía combativa de las masas se ha estrellado contra las barreras de unas condiciones históricas inmaduras o se ha debido a la tibieza, a la indecisión, a la debilidad interna que ha acabado paralizando la acción revolucionaria?

Ejemplos clásicos de ambas posibilidades son, respectivamente, la revolución de febrero en Francia y la revolución de marzo alemana. La heroica acción del proletariado de París en 1848 ha sido fuente viva de energía de clase para todo el proletariado internacional. por el contrario las miserias de la revolución de marzo en Alemania han entorpecido la marcha de todo el moderno desarrollo alemán igual que una bola de hierro atada a los pies. Han ejercido su influencia a lo largo de toda la particular historia de la Socialdemocracia oficial alemana llegando incluso a repercutir en los más recientes acontecimientos de la revolución alemana, incluso en la dramática crisis que acabamos de vivir.

¿Qué podemos decir de la derrota sufrida en esta llamada Semana de Espartaco a la luz de las cuestiones históricas aludidas más arriba? ¿Ha sido una derrota causada por el ímpetu de la energía revolucionaria chocando contra la inmadurez de la situación o se ha debido a las debilidades e indecisiones de nuestra acción?

¡Las dos cosas a la vez! El carácter doble de esta crisis, la contradicción entre la intervención ofensiva, llena de fuerza, decidida, de las masa berlinesas y la indecisión, las vacilaciones, la timidez de la dirección ha sido uno de los datos peculiares del más reciente episodio.

La dirección ha fracasado. Pero la dirección puede y debe ser creada de nuevo por las masas y a partir de las masas. Las masas son lo decisivo, ellas son la roca sobre la que se basa la victoria final de la revolución. Las masas han estado a la altura, ellas han hecho de esta "derrota" una pieza más de esa serie de derrotas históricas que constituyen el orgullo y la fuerza del socialismo internacional. Y por eso, del tronco de esta "derrota" florecerá la victoria futura.

"¡El orden reina en Berlín!", ¡esbirros estúpidos! Vuestro orden está edificado sobre arena. La revolución, mañana ya "se elevará de nuevo con estruendo hacia lo alto" y proclamará, para terror vuestro, entre sonido de trompetas:

¡Fui, soy y seré!

El texto completo se encuentra en Marxists.org.

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Author
Rosa Luxemburg
Date
15.01.2022
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