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La victoria de Lula es testimonio del valor de la solidaridad

Jeremy Corbyn, miembro del Consejo de la IP, sobre la histórica victoria de Lula
La histórica victoria de Lula, impensable hace apenas dos años, no podría haber tenido lugar sin que millones de personas lucharan por ella. Ante la negativa de lxs seguidorxs de Bolsonaro a aceptar el resultado, la movilización de esas masas será clave para la protección de la democracia.

Ediane Maria Nascimento habla con convicción, una convicción surgida no de la soberbia, sino de la gratitud. Con una amplia sonrisa y las manos a la espalda, agradece a todxs lxs que se han congregado en São Paulo para formar parte de la campaña de Lula en las elecciones presidenciales. A Ediane se le habría perdonado alguna muestra de petulancia, ya que ha conseguido lo que Lula no pudo tres semanas antes: ganar unas elecciones en la primera vuelta.

El 2 de octubre no solo marcó la primera ronda de las elecciones presidenciales; marcó también las elecciones generales, en las que miembros del Congreso Nacional de las asambleas legislativas se presentaban como candidatxs en todo el país. Y marcó también la primera victoria electoral de una trabajadora doméstica en el cuerpo legislativo estatal de São Paulo. Mujer negra del estado nortense de Pernambuco, Ediane había trabajado toda su vida como empleada doméstica, mientras criaba cuatro hijxs sola. ‘Mi madre era empleada doméstica, yo fui empleada doméstica. Mi hija rompió el ciclo, y ahora lo rompo yo también.’

Ediane fue una de varias mujeres de minorías étnicas que hicieron historia ese día. Otras fueron Sônia Guajajara—una mujer indígena que, como Ediane, se presentó con éxito como candidata del Partido Socialismo y Libertad (PSOL)—y Danieli Balbi—una mujer transexual negra que representa al Partido Comunista de Brasil. Tanto el PSOL como el Partido Comunista son dos de los diez partidos políticos que se unieron en torno a Lula, incluyendo su propio Partido de los Trabajadores (PT), el Partido Verde, y el Movimiento Democrático Brasileño.

La campaña de Lula fue mucho más que una coalición de partidos políticos. Bajo el sol brasileño, Ediane no llevaba la ropa oficial del PSOL. Su camiseta roja estaba adornada en cambio con un logo de cuatro letras: MTST. Ediane es líder del Movimento de los Trabajadores Sin Techo. Este grupo, fundado en 1984, utiliza diversos métodos—desde la organización de ocupaciones al lobbying—para enfrentarse al modelo de vivienda neoliberal de Brasil y aumentar la oferta de viviendas sociales. El MTST es uno de los innumerables movimientos sociales que, al igual que la coalición de partidos políticos, apoyan a Lula. Otro es el Movimento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST), que lucha por el acceso a la tierra para trabajadorxs pobres. Otro de ellos, la Articulación de los Pueblos Indígenas de Brasil (APIB), busca promover los derechos, proteger las tierras y fortalecer la unión de los pueblos indígenas. Su líder no es otra que Sônia Guajajara.

El domingo, Lula fue elegido Presidente de Brasil. Mucho se ha hablado de su asombroso regreso político. De hecho, la idea de que Lula ganara las elecciones de 2022 era impensable hace tan solo dos años, cuando él aún cumplía una condena injusta en prisión por corrupción. El valiente rechazo de Lula a dejar que el Estado brasileño lo "enterrara vivo" es admirable. Sin embargo, sin el apoyo de movimientos sociales como el MTST, el MST y la APIB, su valor no habría servido de nada. Como el propio Lula reconoció en su discurso de victoria, éste no ha sido un triunfo para él. Fue un triunfo para un "movimiento democrático que se formó por encima de los partidos políticos, intereses personales e ideologías". Lula ganó con el apoyo de una coalición de izquierdas formada por partidos políticos, sindicatos y movimientos sociales—partidos, sindicatos y movimientos que unieron a millones de trabajadorxs, pueblos indígenas y comunidades marginadas.

El triunfo no se ha producido de la noche a la mañana. Antes de la victoria del lunes se ganó la batalla legal para restablecer los derechos civiles de Lula, librada por aquellxs a quienes les importaban las garantías legales. Fue gracias a personas como Geoffrey Robertson KC y John Watts que le fue permitido a Lula presentarse en 2022, anulando con éxito su condena el año anterior. Antes de esa batalla legal está la fundación del PT en 1980. Aún antes hubo décadas de sindicalismo; la Confederación Brasileña de Trabajadorxs se creó en 1906 a raíz de una huelga de 26 días en una fábrica textil en Río de Janeiro. Puede que Lula haya sido declarado vencedor el 2 de octubre de 2022, pero estaba recogiendo el botín de una campaña que venía ganando y perdiendo durante décadas.

En 2022, esta campaña se amasó en torno a una plataforma transformadora para derrotar al fascismo, blindar la justicia social y salvar el futuro de nuestro planeta. La plataforma de Lula ofrecía una alternativa al empobrecimiento, el odio y el ecocidio: impuestos sobre la riqueza, condonación de la deuda, igualdad salarial entre hombres y mujeres, vivienda más asequible, aumento del salario mínimo, un programa de reducción masiva de la pobreza, protección de la tierra, la lengua y los derechos de lxs indígenas, y el fin de la deforestación. Estos fueron los compromisos que reiteró en su discurso de victoria. Quizá la parte más significativa de su discurso llegó al final: Brasil, dijo, no se dejaría llevar hacia una nueva Guerra Fría o a una carrera armamentística sin fin. Lula sería una voz por la diplomacia en lugar de la guerra; bajo su liderazgo, Brasil buscaría fomentar buenas relaciones con todos sus socios mundiales, en aras de la paz internacional.

Una coalición liderada por la izquierda no solo merece reconocimiento por la creación de la plataforma transformadora de Lula. Será ella quien asegure su mantenimiento en el poder. Al fin y al cabo, la victoria formal en las urnas es solo el principio. Mientras escribo estas líneas, Bolsonaro no ha capitulado, y sus partidarixs están bloqueando cientos de carreteras para manifestar su rechazo al resultado. El resultado del lunes fue una victoria para un movimiento popular de base amplia, pero fue, no obstante, una victoria estrecha, y una victoria estrecha sobre una extrema derecha muy bien financiada y profundamente intolerante. Lula no podrá resistir solo la ola que se avecina. Necesitará el apoyo continuo de lxs ciudadanxs que han forjado vínculos más allá de la arquitectura electoral.

Espero, pues, que lxs que se suben de pronto al carro de la victoria de Lula pongan atención a la fuente de su éxito. El resultado del lunes demuestra que el camino hacia un futuro más verde y más justo no pasa por la triangulación, la marginación de la izquierda o los intentos de adulación a ls grandes directivxs. Es a través de la movilización de una coalición multirracial de la clase trabajadora, galvanizada por la perspectiva de un gobierno lo suficientemente audaz como para hacer lo necesario para abordar las crisis más importantes de nuestro tiempo.

A medida que más y más personas se ven sumidas en la deuda, la inseguridad y la alienación, hay una coalición cada vez mayor de activistas, sindicatos y movimientos sociales que piden una redistribución masiva de la riqueza, el poder y la propiedad. Algunas de estas redes llevan décadas gestándose. Sería una lástima, por decir lo mínimo, desperdiciar su energía colectiva poniéndose del lado del statu quo. Como demuestra el éxito de Lula: ¿quién necesita focus groups cuando se tiene la solidaridad?

La lucha mundial por el cambio transformador la libran personas cuyos nombres quizá nunca conozcamos. Les debemos a cada uno de ellxs—nos debemos a todxs—ganar.

Photo: Estanislao Santos / Estofotografia7

Available in
EnglishFrenchSpanish
Author
Jeremy Corbyn
Translators
Oscar García Guardans and Nora Bendersky
Date
02.11.2022
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