“Somos una generación totalmente interesada en tomar el poder", afirma Bárbara Navarrete, nueva secretaria general de las Juventudes Comunistas de Chile. Esta generación llegó a la mayoría de edad con ejemplos como Gabriel Boric, Presidente de Chile, que solo tiene 37 años, y Camila Vallejo, Jefa de Gabinete de la Presidencia, de solo 35 años. Al participar constantemente en la esfera política y llegar a los niveles más altos del gobierno, personas como Boric y Camila —como se les conoce— "nos empujan a involucrarnos, a tomar partido", afirma Navarrete. Cincuenta años después del golpe que asoló Chile, personas como Navarrete oscilan entre la esperanza en un gobierno dirigido por ex líderes estudiantiles (como Boric y Camila) y la decepción ante la derrota de la nueva Constitución en 2022. También tienen que enfrentarse al ascenso de la derecha, que ocupa ahora cargos en el poder legislativo, incluida la presidencia del Senado.
La propia historia de Navarrete es un ejemplo, en sus palabras, de "la encrucijada de experiencias que afectan a esta nueva generación en su forma de hacer política". Su familia vivió directamente las consecuencias de la dictadura en un barrio periférico de Santiago. Nacida pocos años después del fin de la misma, Navarrete se inició en política en las movilizaciones estudiantiles de 2011, mientras estudiaba en un importante colegio de mujeres de la ciudad. Durante nueve meses, las alumnas ocuparon el colegio en protesta contra el modelo de educación privada de Chile. Dos tendencias políticas dominaban la escuela: el anarquismo y el comunismo; Navarrete optó por este último.
Durante su participación en las protestas estudiantiles, Navarrete cuenta que vio "claramente la alienación institucional" de su generación. Habían crecido después de la dictadura, pero estaban rodeadxs de sus instituciones (incluida la Constitución golpista de 1980). "Sentimos", dice, "un distanciamiento de las leyes y de la cultura institucional", y les quedó un sentimiento de "incomprensión" hacia la legitimidad de las instituciones. El resultado, señala, fue "una necesidad imperiosa de cambiarlo todo, incluida la Constitución".
Promulgar una nueva Constitución para Chile antes del 50 aniversario del golpe de 1973 habría sido un gran logro. Pero el proyecto de constitución —elaborado con inmensas contribuciones de la población— fue derrotado en las elecciones del 4 de septiembre de 2022. Tras esas elecciones, el Gobierno creó un comité de expertxs para elaborar un nuevo proyecto que sería aprobado por 51 miembros de un consejo constitucional (elegido por votación directa el 7 de mayo de 2023). El Partido Republicano de derechas obtuvo el 35,4 por ciento de los votos, lo que le otorgó 23 miembros del consejo constitucional. El Partido Comunista de Chile encabezó una coalición que obtuvo el segundo mayor número de votos, con el 28,6 por ciento.
Para Navarrete, la victoria del Partido Republicano "no es una sorpresa ni un hecho aislado". En la primera vuelta de las elecciones presidenciales de 2021, el candidato del Partido Republicano, José Antonio Kast, obtuvo la primera posición. "La derecha ha polarizado el país", afirma, y ha definido al Gobierno de centro-izquierda de Boric a través de "caricaturas". Una parte importante de Chile, dice, "se siente más representada por las posiciones de la derecha reaccionaria". "No es una situación perfecta", afirma Navarrete, pero "tenemos la posibilidad de seguir discutiendo los temas al estar presentes allí".
“El ejercicio democrático que se está llevando a cabo respecto a la actual Constitución es, en sí mismo, mejor que la forma en que fue diseñada la actual”, señaló Navarrete, insistiendo en que si bien el cambio constitucional es importante en el camino hacia el cambio social en Chile, no es la única ruta. Si el proyecto de Constitución se hubiera aprobado en septiembre de 2022, la situación material y gubernamental habría cambiado, “pero eso, en sí mismo, no garantiza la transformación del país”, dice Navarrete.
Desde su punto de vista, los resultados de septiembre reflejan un profundo desencuentro o desconexión entre lo discutido en la convención constituyente —que fue la que redactó el proyecto rechazado— y lo que los partidos de izquierda venían proponiendo para el país. Esta "desconexión" está vinculada a la naturaleza del movimiento de protesta a lo largo de una década y a la agenda social que había presentado. “Terminamos convenciéndonos a nosotrxs mismxs”, dice Navarrete sobre esta “desconexión”, fue “un error que nos costó una elección y la aprobación electoral" [de la nueva Constitución]. Hay que cerrar la brecha entre los partidos políticos y los movimientos sociales, ya que son éstos, señala, “el principal motor de cualquier transformación del país”.
El Partido Comunista de Chile tiene 111 años. Forma parte del Gobierno de Boric. Esta es la cuarta vez que el partido está en el Gobierno; una de las veces anteriores fue durante el Gobierno de la Unidad Popular del Presidente Salvador Allende (1970-73). Ahora que Chile entra en un periodo de conmemoración del 50 aniversario del golpe, Navarrete señala que sería un buen momento para reflexionar sobre la reparación, la justicia y el compromiso de no volver nunca más a la dictadura.
La situación en Chile es "frágil", sostiene, porque está creciendo el "negacionismo", la visión de que nada realmente malo ocurrió durante el golpe y la dictadura. Las leyes contra el negacionismo han sido rechazadas por el Parlamento chileno. "No podemos permitir que [este discurso] avance y se consolide", afirma Navarrete. "Como gobierno, tenemos la profunda responsabilidad de no romantizar la memoria ni la democracia per se, sino de valorarlas como las mejores condiciones para poder desarrollar políticas y hacer los cambios que necesitan lxs más necesitadxs".
El 28 de mayo, Luis Silva, miembro electo del Consejo Constitucional y del Partido Republicano, declaró en una entrevista a Icare TV que en este momento histórico se debe hacer "una lectura un poco más ponderada" del gobierno de Augusto Pinochet. "Fue un hombre que supo dirigir el Estado".
Sobre estas declaraciones, Navarrete alega que "la derecha cree que sobre la base de la libertad de expresión, todas las opiniones son igualmente válidas”. Por el contrario, afirma, "no hay justificación para un genocidio del que fuimos víctimas como país y como miles de familias. Hay gente que sigue buscando a sus seres queridos".
Taroa Zúñiga Silva es becaria de redacción y coordinadora de medios de comunicación en español para Globetrotter. Es co-editora con Giordana García Sojo de “Venezuela, Vórtice de la guerra del siglo XXI” (2020), miembro del comité de coordinación de Argos: Observatorio internacional de migraciones y derechos humanos y miembro de Mecha Cooperativa, un proyecto del Ejército Comunicacional de Liberación.