Hola a todos y todas.
Quisiera, antes de nada, agradecer a la Internacional Progresista y a UNI Global Union por la organización de este encuentro, tan estimulante y necesario. Me hubiera gustado estar allí, en Manchester, con vosotros y vosotras, en el histórico Mechanic’s Intitute en el que la TUC fue fundada en 1868.
Quisiera, también, saludar a Bernie, Andrea, Paul, Christy, David, Zarah, Kim y tantas otras personas que lo han hecho posible.
En un contexto en el que la incertidumbre se revela como la marca de nuestro tiempo, inmersos en un auténtico cambio de época, debemos reforzar las alianzas internacionales entre progresistas, pensar y actuar con perspectiva global para dar certidumbres y más derechos.
Llevo mucho tiempo hablando sobre la necesidad de construir una internacional democrática que ponga los intereses de las personas trabajadoras por encima de los intereses de aquellos que siempre han gozado de privilegios en nuestros países.
Esa internacional democrática debe ser, antes que nada, una internacional laborista. Una internacional, esto es, con el sindicalismo como motor de cambio y los derechos laborales en el centro.
En los últimos meses y años asistimos a un resurgir de las luchas de las personas trabajadoras. Hemos visto nuevas formas de organización, innovadoras vías para reivindicar nuevos y viejos
derechos laborales. Por ejemplo, vuestra campaña en Black Friday que une a todos las personas trabajadoras de Amazon en una lucha a escala global por sus derechos. El movimiento sindical, en todas sus formas, es hoy más necesario que nunca. Hoy, el sindicalismo, ecologismo y feminismo nos demuestran que las luchas por el trabajo decente, la igualdad de género y un planeta habitable son una y, a la vez, la misma lucha.
En mi país, en realidad, los sindicatos han sido necesarios siempre.No se entendería la democracia española sin las aportaciones delsindicalismo y del movimiento obrero, sin los anhelos y luchas de las personas trabajadoras. No se pueden entender los derechos democráticos separados de los derechos laborales. No se pueden concebir las más de cuatro décadas de democracia sin Marcelino Camacho, Nicolás Redondo y tantas otras personas comprometidas en su lucha por la democracia y los derechos laborales.
Hoy vivimos, como en tantos otros momentos históricos, un conflicto por quién paga los costes de la inflación, un conflicto entre beneficios y salarios, un conflicto por el tiempo y su libre uso, entre la avaricia de unos pocos y la posibilidad de una vida digna para la mayoría social. No es exclusivo de Amazon. Va mucho más allá.
Por eso es tan importante alzar la voz y pedir cosas que, aunque poco comunes, son de sentido común: que las grandes empresas respeten los derechos humanos y a las comunidades donde trabajan sus trabajadoras; que paguen lo que deben; que contribuyan más y mejor al principal desafío que tenemos hoy como humanidad, la emergencia climática y su salida con una transición verde justa con derechos, una transición verde que es social. Con un ojo en el Sur Global, que tanto ha sufrido políticas extractivas y de explotación de recursos y humana.
Mirad, en nuestro país hemos demostrado, tras décadas de contrarreformas, siempre en detrimento de los trabajadores y trabajadoras, que el Derecho Laboral se podía poner al servicio del bienestar de las personas, y no del lucro de unos pocos. Nuestra Reforma Laboral o la pionera Ley Rider son ejemplos de ello. Hemos demostrado, con un pie en los lugares de trabajo y otro en el Consejo de Ministros, uno en las calles y otro en las instituciones, que se podían hacer las cosas de otra manera. Les hemos dicho a aquellos que se empeñaban en desproteger a sus trabajadores y trabajadoras que nadie está por encima de la ley, que todos y todas debemos contribuir en la construcción de sociedades más justas, igualitarias y sostenibles.
Lo hemos hecho con diálogo y paciencia, sí, pero con mucha firmeza.
Ahora, debemos estirar la imaginación y pensar en nuevas fórmulas para financiar una planificación ecológica que sea realmente democrática y justa, a la que Amazon, y tantas otras corporaciones, contribuyan de verdad. Pensemos, por ejemplo, en la tasa climática a las grandes fortunas que proponen Chancel y Piketty; en el gravamen a los beneficios extraordinarios de la industria fósil del que hablaba, ni más ni menos, el Secretario General de Naciones Unidas; o, por qué no, en una tasa global a la riqueza que puede tomar muy diversas formas.
Sigamos pensando en nuevas alternativas, desarrollándolas.
Sigamos trabajando juntos y juntas, movimientos sociales, sindicatos, fuerzas políticas y, sí, también Gobiernos, para empujar en la dirección correcta.
Sigamos, en definitiva, construyendo esa internacional laborista de la que os hablaba.
Muchas gracias, de nuevo, por la invitación. Estoy convencida de que nos veremos muy pronto.
Yolanda Díaz es Vicepresidenta Segunda del Gobierno de España y Ministra de Trabajo.