Hace 100 años, un nuevo crucero llamado La Gran Flota Blanca llegó a las costas de Honduras. Pertenecía a la corporación estadounidense United Fruit Company, ahora llamada Chiquita, y estaba lleno de turistas estadounidenses, ávidxs de aventura y deseosxs de apoyar a las empresas estadounidenses.
Cuando el crucero atracaba en un país, como hizo no sólo en Honduras sino también en Panamá, Cuba, Guatemala y Costa Rica, los turistas recorrían una de las plantaciones bananeras de la United Fruit Company, escenificada teatralmente para presentar la plantación como un maravilloso lugar de trabajo.
En esta sala conocemos la realidad de la United Fruit Company. Para controlar todos los aspectos del comercio de la banana, desde el árbol hasta el mercado, se autoproclamó socio creíble para el desarrollo y la modernización. Obtuvó concesiones de tierras, adquirió numerosas empresas y llegó a controlar casi todos los ferrocarriles, hospitales, puertos y líneas telegráficas, actuando, en resumen, como una "zona económica especial" o ZEDE primordial.
Sabemos a quién pertenecían esas tierras. A las comunidades pobres, negras e indígenas, a lxs mestizxs pobres, a lxs garífunas, lxs mismos que luego fueron obligadxs a ser explotadxs como trabajadorxs de la empresa que les robaba sus riquezas y convertía sus países en "repúblicas bananeras".
También sabemos lo que pasaba si intentaban resistirse. La United Fruit Company revelaría ser el Gobierno de los Estados Unidos.
"En 1952, cuando el recién elegido presidente de Guatemala Jacobo Arbenz impulsó una reforma agraria que expropiaba tierras a la empresa y las devolvía a lxs campesinxs pobres que las necesitaban, el New York Times describió a Guatemala como "sometida a una presión de inspiración comunista cada vez más severa para liberar al país de las empresas estadounidenses".
Ese mismo año, cuando 25.000 trabajadorxs bananerxs de la United Fruit Company en Honduras se movilizaron en una huelga histórica, el entonces Secretario de Estado de EE. UU. John Foster Dulles sugirió que, de hecho, eran lxs mismxs "comunistas de Guatemala quienes se habían infiltrado en Honduras y, en última instancia, estaban detrás de la huelga".
Estas palabras cuidadosamente elaboradas debían llegar a los pasillos de Washington DC. y así fue. Es entonces cuando aparece Eisenhower —y la CIA— y una operación clandestina para derrocar a Arbenz y devolver el control de Guatemala a la compañía.
Así que sí, la historia, la desgarradora historia de Honduras, expuesta por Gerardo [en referencia al viceministro de Asuntos Exteriores de Honduras, Gerardo Torres Zelaya] es realmente "escandalosa". El gobierno anterior, establecido por un golpe de Estado respaldado por el ejército estadounidense, introdujo una ley muy cuestionada para alquilar territorio hondureño a empresas extranjeras con el fin de fundar un paraíso libertario, libre del alcance del Estado y para la libertad de mercado. Y cuando el nuevo Congreso hondureño, elegido democráticamente, votó finalmente, por unanimidad, la derogación de la ley de las ZEDEs que permitía este escandaloso saqueo, Honduras se encontró con diez demandas por miles de millones de dólares en los tribunales internacionales de arbitraje.
Sin embargo, es la misma historia. Es la historia de la United Fruit Company que llegó a Honduras hace cien años. Es la historia de la Compañía de las Indias Orientales que llegó a mi país, la India, hace cuatrocientos años. Y es la historia de la reacción del imperio a la resistencia.
Así que para mí, el verdadero escándalo es, de hecho, éste: la cadena casi ininterrumpida de extractivismo descarado o para darle su verdadero nombre, colonialismo corporativo.
Si lxs colonizadorxs tradicionalxs derramaron sangre por las bananas, lxs colonizadorxs de la nueva era de Silicon Valley, al parecer, lo hacen por el bitcoin.
Jacobo Arbenz tuvo que luchar contra la CIA. Xiomara Castro y anteriormente, Mel Zelaya, se encontraron con que tienen que luchar no sólo contra potencias extranjeras, sino también contra el Banco Mundial y sus tribunales corporativos secretos.
Así pues, si en verdad hay algo diferente en la batalla de hoy, es que cuando la United Fruit Company llegó a las costas centroamericanas, aún no existía un "orden internacional basado en normas".
Sin embargo, hoy sabemos que lxs grandes inversorxs cuentan con el beneplácito de las instituciones internacionales que supuestamente deben proteger a las personas más vulnerables: el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y la Organización Mundial del Comercio. ¿Cómo podríamos considerar normales mecanismos como el ISDS (Investor State Dispute Settlement) con el que se amenaza a Honduras? Sabemos que lo único que significan es que las empresas transnacionales pueden demandar a los gobiernos por lucro cesante, llevando a la bancarrota a los países del Sur Global por recuperar el control, ¡mientras que ni siquiera existe la posibilidad de lo contrario.
De hecho, un tratado vinculante para responsabilizar a las empresas transnacionales de sus obligaciones en materia de derechos humanos ha estado acumulando polvo en las Naciones Unidas, con la oposición de los gobiernos en cuyos países tienen sus sedes los grandes contaminadores, las grandes agroindustrias y las grandes farmacéuticas.
Cualquiera que siga impugnando la existencia del colonialismo corporativo, o intente avalar la supuesta equidad del orden internacional, debería avergonzarse de estas dos estadísticas: al día de hoy, las empresas estadounidenses encabezan la lista de demandantes de casos ISDS, representando aproximadamente una quinta parte de todas las demandas ISDS en todo el mundo. Al mismo tiempo, ningún caso en la historia de las batallas ISDS se ha resuelto en contra de un inversor estadounidense. Los Estados Unidos siempre han ganado.
…
Por eso estamos hoy aquí.
Honduras siempre ha estado en el centro de la historia mundial. Por un lado, una historia oscura: la de haber sido explotada por los Estados Unidos para impulsar guerras de desestabilización contra sus propios hermanos y hermanas de El Salvador y Nicaragua. Muchxs de ustedes habrán visto la base aérea estadounidense al aterrizar en Comayagua, punto de apoyo militar de los Estados Unidos en Centroamérica y testigo de las guerras que sacrificaron decenas de miles de vidas al servicio de la dominación imperial.
Por el otro, una historia de resistencia —desde el espíritu de resistencia colectiva de Francisco Morazán, pasando por lxs bananerxs huelguistas de Chiquita, hasta el actual proyecto histórico de refundación democrática del Partido Libre. Y ahora, al comprometerse a luchar contra las ZEDEs y desmantelar el sistema ISDS que las protege, Honduras está estableciendo un modelo para los gobiernos de todo el Sur Global que están desafiando el robo de su riqueza.
Esta lucha no es sólo por Honduras. En mi trabajo de construcción de la Internacional Progresista durante estos tres últimos años, de La Habana a Harare, de Ciudad de México a Delhi, lxs camaradas han coincidido en un sentimiento común: "nos alegra saber que no estamos solxs."
Por ello, agradezco al gobierno hondureño que haya hecho suyo y defendido el clamor de justicia y dignidad del pueblo hondureño, dando ejemplo al mundo.
Hace cien años, la Gran Flota Blanca llegó a las costas de Honduras para actuar como embajadores del imperio, exportando la extracción corporativa al mundo. No los queríamos aquí.
Quinientos años antes que ellos, esta costa rechazó a otro embajador de este tipo: Cristóbal Colón, que se esforzó por atracar su barco en las profundas aguas de estas costas, y llamó a la tierra "Honduras", o "profundidades", bautizándola con el desafío que suponía.
Este fin de semana, esta delegación internacional llega a Honduras para romper esa historia de robo de soberanía —y espero, hacer historia llevando el mensaje de Honduras en resistencia.
Muchas gracias. Es un honor estar aquí con todxs ustedes.
Editado para su publicación en línea.