En la madrugada del 1 de marzo de 2024, las tropas israelíes abrieron fuego contra una multitud de palestinos hambrientos que esperaban camiones de ayuda en la ciudad de Gaza, matando a más de cien personas e hiriendo a más de mil. Se prevé que el número de víctimas mortales aumente, ya que la mayoría de los hospitales en Gaza han dejado de funcionar por falta de combustible, medicamentos y sangre.
Según imágenes, soldados israelíes dispararon indiscriminadamente contra miles de civiles que se congregaron en la rotonda al-Nabulsi, en la calle al-Rasheed, para recibir harina de camiones de ayuda. Fuentes médicas informan que la mayoría de las víctimas sufrieron heridas directas de bala en la cabeza, el pecho o el estómago. Jadallah al-Shafei, director de enfermería del hospital al-Shifa, en el norte de Gaza, declaró a Al Jazeera: "Todas las heridas se deben a disparos y proyectiles de artillería; las afirmaciones israelíes de que se produjo una estampida son completamente falsas".
Informes indican que tanques israelíes pasaron por encima de cadáveres y heridos. Como consecuencia, muchas víctimas tuvieron que ser trasladadas a hospitales en carros tirados por burros, ya que las ambulancias no podían acceder al lugar de los hechos para recoger a todos los muertos y heridos.
La escena se asemejaba a un matadero, y la mayoría de las víctimas eran niños. Los gritos de una madre devastada se oían entre la multitud: "Mi niña ha desaparecido; lleva siete días muriéndose de hambre". En el hospital de Kamal Adwan, una mujer suplicaba al mundo: "Estamos bajo asedio. Tengan piedad de nosotros. Se acerca el Ramadán. La gente debe ser testigo de nuestro sufrimiento. Tengan compasión por nosotros”.
La masacre se considera un crimen de guerra perpetrado sobre otro crimen de guerra, ya que Israel masacró a civiles palestinos a los que había estado matando de hambre durante meses. Su único delito fue hacer cola para recibir harina para sus familias. Funcionarios palestinos han descrito la matanza como una "masacre a sangre fría". Los palestinos la han denominado la «masacre de la harina», o quizás más apropiado, la «masacre de la harina roja», en referencia a la harina manchada de sangre esparcida por todas partes.
El Consejo de Seguridad de la ONU ha convocado una reunión de emergencia en respuesta a la masacre. El jefe de la UNRWA (Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina) lo describió como "otro día infernal" en Gaza, mientras que el jefe de ayuda de la ONU, Martin Griffiths, expresó su preocupación por la "vida que se agota en Gaza a una velocidad aterradora". Tras la masacre, el presidente colombiano, Gustavo Petro, ha suspendido las compras de armas a Israel, y declaró: "El mundo entero debería bloquear a [Benjamin] Netanyahu".
Mientras tanto, Itamar Ben-Gvir, ministro de Seguridad Nacional de Israel, calificó como "héroes" a los soldados que llevaron a cabo la masacre y prometió pleno apoyo a las tropas israelíes en Gaza. Las fuerzas israelíes, utilizando drones de fabricación estadounidense, grabaron la matanza desde el aire como forma de entretenimiento. Los canales israelíes de Telegram han celebrado la masacre de palestinos hambrientos, y algunos incluso han expresado su entusiasmo por posibles actos de canibalismo. Muchos israelíes han abogado por matar de hambre a los palestinos en Gaza.
Más de treinta mil palestinos, en su mayoría mujeres y niños, han muerto. Más de setenta mil personas han resultado heridas y casi dos millones de civiles han sido desplazados. La mitad de la población se muere de hambre. A pesar de las directivas israelíes de abandonar la zona, se estima que cientos de miles de palestinos permanecen en el norte de Gaza, muchos de los cuales se han vistos obligados a comer forraje para animales para sobrevivir. Imágenes que muestran a niños desnutridos vomitando comida para animales antes de morir han impresionado a los testigos. Los médicos de Gaza han advertido de que la creciente hambruna está "convirtiendo a los niños en esqueletos".
El mundo está siendo testigo de la brutal deshumanización de un pueblo entero que se desarrolla a plena luz del día, mientras miles de palestinos hambrientos se agolpan a diario junto a la playa de Gaza, agitando desesperadamente las manos a los aviones de ayuda que dejan caer alimentos lejos en el mar.
Las organizaciones internacionales parecen impotentes ante la crisis. Los grupos de ayuda informan de que la entrega de ayuda humanitaria en Gaza se ha hecho casi imposible debido a la presencia del ejército israelí. A principios de este mes, el Programa Mundial de Alimentos anunció la suspensión de las entregas en el norte debido al creciente caos y a los continuos bombardeos, a pesar de haber advertido previamente de una “hambruna inminente”.
A pesar de las peticiones internacionales para que se permita la entrada de ayuda en Gaza, Israel lleva casi cinco meses privando a la asediada Franja de alimentos, agua y medicinas. El paso fronterizo de Rafah con Egipto ha sido sellado, mientras que colonos y soldados israelíes bloquean los camiones de ayuda en el paso fronterizo israelí de Kerem Shalom. En un hecho preocupante, una multitud de colonos israelíes, que han estado exigiendo que se les permita reasentarse en Gaza, irrumpieron en el paso fronterizo de Erez, cerca del muro fronterizo con Gaza, con el objetivo de construir asentamientos sobre las ruinas de los palestinos desplazados.
El Presidente de Estados Unidos, Joe Biden, mencionó la reciente matanza de más de cien palestinos cerca de camiones de ayuda, y afirmó que esto podría complicar las conversaciones sobre el alto el fuego. Sin embargo, algunos sostienen que las acciones de la administración Biden han contribuido a estos sucesos. Han vetado tres resoluciones de la ONU que pedían un alto el fuego en Gaza y han enviado equipos de la Fuerza Aérea estadounidense para ayudar a Israel, lo que algunos consideran participación en crímenes de guerra y genocidio en Gaza.
Estados Unidos ha sido cómplice de la inanición de los palestinos de Gaza, una grave violación del derecho internacional que equivale a crímenes de guerra, crímenes contra la humanidad y genocidio. A pesar de las advertencias de funcionarios estadounidenses en sentido de que Gaza se está "convirtiendo en Mogadiscio", la administración Biden persiste en detener la ayuda a la UNRWA. En lugar de tomar medidas significativas para detener el asalto a Gaza, Estados Unidos está considerando la posibilidad de "lanzar desde el aire" alimentos desde aviones militares estadounidenses a la región, lo que revela su incapacidad para hacer frente a la agresión israelí.
La matanza de la calle Rasheed pone de manifiesto el flagrante desprecio de Israel por la justicia internacional. Esta tragedia se produjo apenas un mes después de que la Corte Internacional de Justicia emitiera una sentencia en la que ordenaba a Israel poner fin a su "posible genocidio" en Gaza. Además, se produjo pocos días después de que el Parlamento Europeo pidiera un alto el fuego duradero en la región.
Con el respaldo cómplice de la administración Biden, Israel sigue actuando con impunidad en Gaza, violando flagrantemente las leyes y normas internacionales. Pero, dado que Israel continúa gozando del apoyo internacional de la administración de Biden, es difícil ver por qué debería dejar de masacrar palestinos.
Seraj Assi, escritor palestino que reside actualmente en Washington, DC, es el autor de My Life As An Alien [Mi vida como extranjero], publicado recientemente por Tartarus Press.