En respuesta al proyecto de Ley de Finanzas de 2024, que supondría un drástico aumento del costode vida, miles de personas salieron a la calle a protestar. Exigieron que se retirara el proyecto de ley y que el presidente William Ruto abandonara su cargo.
Impulsado por iniciativa del Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial y el Departamento de Estado de los Estados Unidos, el proyecto de ley impondría severas medidas de austeridad e impuestos paralizantes a los trabajadores kenianos, ya de por sí agobiados por el legado de subdesarrollo colonial de Kenia.
El gobierno respondió a las protestas pacíficas con una fuerza brutal. Violando la Constitución de Kenia, el gobierno de Ruto desplegó en las calles a las Fuerzas de Defensa de Kenia. Junto con la policía, levantaron barricadas en las principales carreteras y agredieron, gasearon y ejecutaron a manifestantes a plena luz del día. Se calcula que ya han muerto más de 200 personas.
El 26 de junio, el gobierno sucumbió a la presión y retiró el proyecto de Ley de Finanzas. Pero los manifestantes no retroceden. Exigen puestos de trabajo dignos y servicios públicos de calidad; exigen la recuperación de las tierras robadas y el fin de la privatización de las instituciones y empresas públicas; y exigen que las instituciones extranjeras -desde la OTAN hasta el FMI- dejen de interferir en la soberanía de Kenia.
La autodeterminación de Kenia tiene implicaciones mucho más allá de África Oriental. Como "principal aliado no perteneciente a la OTAN" de los Estados Unidos, Kenia se está convirtiendo cada vez más en la punta de la lanza de la agresión imperialista tanto a escala regional como mundial. El año pasado, Kenia se unió a los Estados europeos para impulsar la intervención militar en Níger. Recientemente, llegó a Haití el primer contingente de 400 policías kenianos, apoderados de los designios neocoloniales de los Estados Unidos para la sufrida isla.
La Internacional Progresista apoya firmemente al pueblo de Kenia que se niega a convertirse en otro laboratorio del neocolonialismo. Se niegan a convertirse en otro laboratorio del neoliberalismo: empobrecidos, golpeados o asesinados en beneficio de las empresas extranjeras y sus lacayos en el gobierno keniano. Una victoria del pueblo keniano supondría una derrota del imperialismo en todas partes y un hito en la lucha por la soberanía africana.