Creo que todxs hemos viajado hasta aquí por tres razones principales: las tres grandes crisis que amenazan a nuestro mundo y acosan a las fuerzas progresistas que esperan darle forma.
La primera es la guerra: la amenaza creciente del conflicto internacional y lo que significa para millones de poblaciones vulnerables desde Palestina hasta Sudán.
El segundo es la desigualdad: la explosión de la desigualdad de riqueza entre quienes ostentan la riqueza en todo el mundo y quienes apenas pueden permitirse pagar la calefacción.
Y la tercera es el desempoderamiento: cómo nuestras economías y nuestra política están diseñadas para hacer que ciertas personas se sientan invencibles y otras sin valor en nuestro sistema democrático.
Cada una de estas crisis requiere que trabajemos juntxs —desde este seminario hasta las próximas semanas y meses— en un frente global: un nuevo tipo de Internacional que reúna a partidos y sindicatos y movimientos de todo el mundo.
Y este esfuerzo —para fortalecer una Internacional Progresista— empieza aquí, en México, donde tenemos tanto que aprender de cómo Morena y el PT han respondido a cada una de estas crisis globales.
Envío mis más sinceras felicitaciones a Claudia Sheinbaum por su elección como Presidenta de México, una enorme victoria para una agenda que continúe reduciendo la pobreza y aumentando las oportunidades para todas las comunidades de clase trabajadora.
Y expreso mi gratitud a Andrés Manuel López Obrador por su presidencia, por sacar de la pobreza a 5 millones de personas y por dedicar cada una de sus horas de vigilia a corregir la crisis de desigualdad económica, social y política de este país. Su “Mañanera” diaria es una leyenda mundial, y consiguió marcar la agenda política cada día en lugar de permitir que lo hicieran los medios de comunicación hostiles.
Estuve aquí en 2006 para unirme a las protestas contra el histórico fraude cometido en esa elección presidencial contra Andrés Manuel, de nuevo para unirme a esas protestas de 2012, y finalmente para compartir la alegría de la gran victoria de 2018. Esa victoria —y el resultado aún más contundente obtenido por Morena en las elecciones de este año— marcan un gran triunfo no sólo para la izquierda de México, sino también para la izquierda internacional en general.
En un mundo de necesidades desesperadas —por la redistribución del poder y la riqueza y la sostenibilidad ambiental— estamos en cambio acosadxs por la guerra.
Ya hay al menos 43.000 muertos en Gaza, mientras Israel hace llover bombas contraviniendo tanto el derecho internacional como la humanidad. Y ahora Israel extiende la guerra al Líbano con la destrucción masiva de Beirut y enormes pérdidas de vidas humanas.
No olvidemos la ocupación de Cisjordania y los continuos asentamientos que arrebatan la tierra y el agua a lxs agricultorxs palestinxs. Las generaciones de Cisjordania nunca han conocido otra cosa que la ocupación; lxs refugiadxs en Jordania, Líbano y Siria nacieron en el exilio forzoso.
Desafiando las demandas generalizadas, se ha rechazado un alto al fuego. Israel, ahora empeñado en ocupar gran parte de Líbano, sólo puede aumentar la extensión de la guerra e implicar a otros países. Netanyahu utilizó su discurso en la ONU, un lugar para la paz, para anunciar sólo más guerra y destrucción.
Las enormes manifestaciones en todo el mundo en apoyo de Palestina exigen un alto al fuego y el fin del suministro de armas a Israel por parte de los Estados Unidos y los países europeos, incluido Gran Bretaña. Sin el suministro de aviones y bombas, Israel no podría continuar la carnicería.
En el Reino Unido, estamos a punto de celebrar nuestra decimoquinta manifestación nacional y de renovar nuestras demandas al gobierno británico para que detenga el suministro de armas y el uso de las bases militares británicas en Chipre para favorecer los objetivos bélicos de Israel.
Necesitamos aún más manifestaciones en todo el mundo para intentar poner fin a la guerra —y también reconocer que hay gente valiente en Israel que también se opone a la guerra.
Esas manifestaciones deben llamar a la paz no sólo en Gaza, sino en todos los países acosados hoy por conflictos internacionales y civiles.
En Ucrania, la guerra está costando la vida a miles de soldadxs ucranianxs y rusxs reclutadxs. Debemos reconocer que la invasión de Ucrania fue errónea e ilegal, y también que la guerra sólo puede terminar mediante una negociación dirigida por las Naciones Unidas o por un grupo de dirigentes políticos de África y América Latina, organizando un nuevo intento de paz.
Mientras tanto, las guerras en Sudán y el Congo se están cobrando miles de vidas, alimentadas por una combinación fatal de extracción de minerales y venta de armas por parte de los Estados Unidos y fabricantes europeos.
Debemos trabajar todxs juntxs en esta nueva Internacional Progresista. La izquierda es y debe ser un movimiento por la paz y la justicia social y económica, y debe reunir a las diversas fuerzas que defienden estos principios.
La austeridad y la economía neoliberal han dañado los servicios públicos, han reducido los impuestos para lxs más ricxs y han aumentado los niveles de pobreza. Las corporaciones más ricas y poderosas del mundo se están haciendo más fuertes y persiguen una agenda contra el trabajo organizado.
Por eso necesitamos la unidad de las fuerzas de izquierda a escala mundial, y por eso necesitamos —como ha respaldado la Internacional Progresista— un Nuevo Orden Económico Internacional. Ese Nuevo Orden Económico Internacional insiste en la potenciación del Sur Global frente a las demandas globales de las grandes empresas y los problemas ambientales tan evidentes a los que se enfrentan, sobre todo, lxs más pobres.
Cuando aumenta el racismo —como ocurre en Europa y en los Estados Unidos, con los partidos de extrema derecha que culpan a las víctimas de la violencia de los crímenes del neoliberalismo— la izquierda debe alzar la voz.
Cualquier compromiso con la derecha racista sólo les ayuda a crecer. Los partidos de izquierda y las organizaciones de la clase trabajadora deben estar unidos y decididos a defender un mundo de justicia social y de paz.
Sólo podremos conseguirlo trabajando y haciendo campaña juntxs y, sobre todo, apoyándonos mutuamente en las demandas salariales y en la protección de los derechos.
Nuestra conferencia aquí en Ciudad de México es un ejemplo de la confianza que surge de la unidad y la determinación de la visión del tipo de mundo en el que podemos vivir, y de la esperanza que surge de la solidaridad de personas de todo el mundo.
Gracias por el honor de mi invitación; para desafiar la crisis a la que se enfrentan lxs más pobres y vulnerables, necesitamos confianza, unidad e inspiración.
Venceremos compañerxs y viva México.