Colonialism

La resistencia al nuevo colonialismo verde

Un proyecto de hidrógeno verde propuesto en Túnez prioriza las necesidades energéticas europeas por encima de la soberanía local
Hay un creciente entusiasmo por los proyectos de hidrógeno verde en Túnez; sin embargo, teniendo en cuenta los posibles impactos negativos sobre los recursos hídricos, el acceso a la energía, el acaparamiento de tierras y el desplazamiento, los beneficios económicos podrían ser limitados, ya que se deberán hacer grandes importaciones de tecnologías de alto valor mientras se exportan materias primas. El impulso de la UE hacia una economía de hidrógeno verde es una nueva forma de imperialismo energético, en la que ésta explota recursos del Sur Global para su propio beneficio.

En los últimos meses, las discusiones sobre hidrógeno verde en Túnez han dominado los medios de comunicación, sobre todo con respecto al memorándum de entendimiento (MDE) firmado el 28 de mayo de 2024 entre TotalEnergies (una empresa multinacional francesa de energía integrada y petróleo), Eren Groupe (una empresa francesa especializada en energía renovable y eficiencia de los recursos), Verbund (la principal compañía eléctrica de Austria) y el gobierno tunecino. Este MDE tiene como objetivo examinar la implementación de un gran proyecto de hidrógeno verde llamado “H2 Notos”. El proyecto está diseñado para la exportación de hidrógeno verde a Europa Central a través de las tuberías del "Corredor SoutH2", que se extienden desde la costa norte de África en Túnez hasta Italia, Austria y Alemania; el objetivo es producir 200.000 toneladas anuales de hidrógeno verde durante la fase inicial, con la posibilidad de aumentar la producción a un millón de toneladas anuales en el sur de Túnez. Esta infraestructura permite el suministro de hidrógeno renovable de bajo costo producido en el sur a los principales grupos de demanda europeos y se espera que ya esté plenamente operativa en 2030.

Poco después, el 31 de mayo de 2024, se firmó otro MDE con la empresa saudita ACWA. Este acuerdo planea producir 600.000 toneladas anuales de hidrógeno verde en tres fases, igualmente para su exportación a Europa. Túnez está experimentando actualmente una oleada de interés en el hidrógeno. El 29 de julio de 2024, la ministra de Industria, Minas y Energía Fatma Thabet Chiboub firmó seis nuevos MDE con varias empresas extranjeras de Gran Bretaña, Francia, Bélgica y Alemania. Es como si el país estuviera siendo arrastrado por una fiebre de hidrógeno.

Túnez pretende posicionarse como un centro de producción de hidrógeno verde, con la ambición de exportar seis millones de toneladas anuales para 2050, como se describe en la Estrategia tunecina para el hidrógeno. A pesar de su potencial en energía renovable, Túnez se enfrenta actualmente a un importante déficit energético, que se situó en torno al 50 por ciento en 2022. El secretario de Estado para la Transición Energética de Túnez Wael Chouchane ha destacado el potencial del hidrógeno verde para abordar el déficit energético del país y generar importantes oportunidades de empleo.

Sin embargo, en lugar de dar prioridad a las inversiones nacionales en energía renovable para generar electricidad verde para cerrar esta brecha, el gobierno planea utilizar esta electricidad para producir hidrógeno verde para exportarlo a la UE. Este enfoque, aunque es central para la estrategia de transición energética de Túnez, refleja iniciativas similares en otros países africanos, como Namibia, Sudáfrica, Egipto y Marruecos.

Lxs críticxs sostienen que el impulso de la UE hacia una economía de hidrógeno verde, promocionada como beneficiosa para ambos, tanto para la UE como para los países exportadores del Sur Global, pasa por alto varias cuestiones críticas. Estas incluyen los posibles impactos negativos sobre los recursos hídricos, el acceso a la energía, además de la preocupación por el acaparamiento de tierras y el desplazamiento. Además, las ganancias económicas para los países del sur pueden ser limitadas, ya que continúan importando tecnologías de alto valor agregado mientras exportan materias primas con bajo valor agregado, lo que refuerza las relaciones comerciales desiguales.

A pesar de que la presidenta de la UE Ursula von der Leyen afirmó en su discurso del 16 de junio de 2022 que "la idea de las esferas de influencia son fantasmas del siglo pasado", parece que las personas de África siguen funcionando dentro de la esfera de la UE. Está claro que la UE, especialmente Alemania, está impulsando una economía de hidrógeno verde en la que ellos dominan las cadenas de valor y las tecnologías, mientras externalizan los costos socioambientales a las periferias (es decir, el Sur Global). Esto se puede ver como una nueva forma de imperialismo energético, en el que los países europeos o, más ampliamente, los centros imperiales, pretenden usar el continente como una batería para sus necesidades.

No hay nada nuevo en esto; es un fuerte eco del pasado colonial. Los países de la UE siguen teniendo una necesidad esencial de extraer recursos y riqueza de sus periferias, especialmente de África. Las materias primas que poseen estas regiones, combinadas con una mano de obra infravalorada y disciplinada, siguen sosteniendo al llamado mundo desarrollado, al tiempo que provocan un enorme flujo de riqueza y recursos de África a Europa. Este patrón de explotación y restricción económica no es nuevo y resuena fuertemente con los argumentos planteados por Walter Rodney en su libro De cómo Europa subdesarrolló a África, donde el autor explica cómo el colonialismo europeo extrajo sistemáticamente riqueza de África e impuso estructuras que obstaculizaron la capacidad del continente de un desarrollo autónomo. La actual extracción de recursos bajo la apariencia de proyectos, como la iniciativa del hidrógeno verde en Túnez, corre el riesgo de perpetuar este ciclo de dependencia y explotación, socavando la soberanía y el desarrollo energéticos locales.

Alemania introdujo el sueño del hidrógeno verde en Túnez tras la firma de un MDE en diciembre de 2020. Durante los últimos cuatro años, la Agencia Alemana de Cooperación Internacional (GIZ) financió y dio forma a la estrategia nacional para el hidrógeno. A mediados de 2024, las empresas privadas mencionadas anteriormente firmaron el primer MDE para la producción y exportación de hidrógeno verde.

Sin embargo, la ciudadanía tunecina no acepta pasivamente estos proyectos de hidrógeno verde neocoloniales e impuestos desde afuera, sino que los cuestionan y examinan. Incluso hay resistencia popular. El 24 de abril, coincidiendo con el Día Internacional del Anticolonialismo, tuvo lugar una pequeña protesta frente al Clúster de Energía de la GIZ en Túnez. La protesta fue organizada por una coalición de organizaciones, entre ellas el Stop Pollution Movement (Movimiento Alto a la Contaminación), sindicatos, organizaciones estudiantiles, partidos políticos y activistas pro-Palestina. Estxs activistas se unieron a la protesta porque querían destacar que Alemania no solo persigue proyectos neocoloniales en Túnez, sino que también es cómplice y apoya activamente el genocidio en Gaza al ser el mayor proveedor europeo de armas a Israel, ya que proporcionó el 30 por ciento de las armas de Israel entre 2019 y 2023.

Durante la protesta, una de las principales demandas se centró en bloquear y detener los proyectos previstos de hidrógeno verde con un uso intensivo de agua y tierra y en denunciar el control y la influencia de la organización alemana sobre la agenda energética tunecina. Esto explica el objetivo y el lugar de la protesta, frente al Clúster de Energía de la GIZ, en lugar del cercano Ministerio de Industria, Minas y Energía. Lxs manifestantes creen que la GIZ es la principal responsable de la toma de decisiones cuando se trata de energías renovables e hidrógeno verde.

Lxs manifestantes exigieron una soberanía energética centrada en las personas y una transición energética justa que atienda primero las necesidades del país. 

Según la estrategia nacional tunecina para el hidrógeno apoyada por la GIZ, el plan es utilizar 248 millones de metros cúbicos de agua desalinizada para 2050, lo que equivale al consumo de cinco millones de personas tunecinas, aproximadamente la mitad de la población actual del país, considerado uno de los países con mayor escasez de agua del mundo. La producción de hidrógeno verde prevista en Túnez también hace un uso intensivo de la tierra, ya que se requieren 500.000 hectáreas (el doble de la superficie del Gran Túnez) para producir la energía renovable necesaria para la producción del hidrógeno que se exportará. Esta tierra, denominada el "valle del hidrógeno", está situada en la parte sur de Túnez, una región que ya sufre una grave escasez de agua y algunos conflictos por la tierra.

La región meridional es conocida por sus tierras comunales pertenecientes a tribus tunecinas y personas del lugar que las utilizan para el pastoreo y la agricultura a pequeña escala. La estrategia para el hidrógeno no aborda cómo se adquirirá esta tierra, lo que genera preocupación por el acaparamiento de tierras. Un artículo del Working Group for Energy Democracy (Grupo de Trabajo para la Democracia Energética) analiza este problema concreto que se está produciendo en el sur de Túnez debido a empresas energéticas motivadas por las ganancias, y destaca la desconexión entre los objetivos de la estrategia y las necesidades de las comunidades locales. Además, parece absurdo que un país que importa sus alimentos utilice su tierra y su agua para la producción de hidrógeno para satisfacer las necesidades energéticas de otro país. Tras la firma de los dos MDE mencionados anteriormente, varios movimientos sociales, incluyendo el Stop Pollution Movement y el Foro Tunecino de Derechos Económicos y Sociales, publicaron declaraciones, en las que sostenían que la producción y exportación de hidrógeno verde es otro mecanismo de saqueo que sirve principalmente a las necesidades energéticas de la UE.

Cabe mencionar que el parlamento tunecino ha recibido la tarea de debatir un nuevo proyecto de ley para fomentar el hidrógeno verde. Sin embargo, este proyecto de ley ofrece principalmente incentivos impositivos y ventajas perjudiciales para las inversiones extranjeras. Esto significa que también existe una necesidad apremiante de involucrarse con el parlamento respecto de esta cuestión. Cuando hay resistencia, hay esperanza. Una transición justa es posible para Túnez y para todo el continente africano. Dados los recientes avances legislativos, se hace urgente y necesaria la creación de un movimiento de oposición al nuevo colonialismo del hidrógeno verde, no solo a nivel nacional, sino en todo el continente. Este movimiento panafricano descolonial es necesario para defender nuestras tierras, agua, alimentos y sistemas energéticos. Nosotrxs, lxs africanxs, debemos priorizar nuestras necesidades y trabajar para lograr la soberanía energética y alimentaria. La prioridad en nuestro continente es proporcionar electricidad verde barata a los 600 millones de personas que actualmente no tienen acceso a ella, no correr a producir hidrógeno verde para la UE. Es crucial seguir y apoyar estas dinámicas contra el hidrógeno verde y conectar la lucha desde Sudáfrica a Namibia y hasta los países del norte de África.

Saber Ammar es activista, investigador y asistente del programa de la región árabe en el Transnational Institute (TNI).

Esta publicación es producto de la colaboración entre Africa Is a Country y The Elephant.

Available in
EnglishSpanishPortuguese (Brazil)GermanFrenchItalian (Standard)Arabic
Author
Saber Ammar
Translators
Luciana Silberman, Fabian Aruquipa and ProZ Pro Bono
Date
09.10.2024
Source
The ElephantOriginal article🔗
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