Lxs alarmistas tienen razón: el ataque del presidente Donald Trump al sistema comercial internacional, que empezó en la ceremonia del "Día de la Liberación" en la Casa Blanca el 2 de abril, ha provocado un cambio radical en la economía global.
La cobertura mediática de los aranceles de Trump ha menospreciado su ilógica o lamentado el daño que causan al "orden internacional liberal". Pero las intenciones de Trump son tan claras como continuistas con sus predecesores: su administración, como muchas otras antes que ella, busca mantener la ventaja imperial de los Estados Unidos en el sistema mundial.
Después de la Segunda Guerra Mundial, los Estados Unidos respaldaron un sistema comercial desequilibrado que canalizaba los frutos del trabajo, la tierra y los recursos de todo el mundo. El Plan Marshall, presentado como un gesto generoso de reconstrucción posguerra, garantizó su dominio económico en el "viejo" continente. Y las instituciones de Bretton Woods, con sede en Washington D. C., apoyaron el flujo de valor de las economías de los "nuevos" continentes del Sur global.
Pero pronto aparecieron las grietas. El colapso del colonialismo formal en los años cincuenta y sesenta desencadenó movimientos en favor de la soberanía económica en todo el Sur global, a medida que las naciones recién independizadas trataban de recuperar sus recursos e industrializar sus economías. Mientras tanto, los aliados de los Estados Unidos —Alemania, Japón y, más tarde, Corea del Sur— comenzaron a superar a los fabricantes estadounidenses. En 1969, la participación de los Estados Unidos en la producción mundial se había desplomado hasta poco más de una cuarta parte, frente a la mitad en 1945.
Ante el empeoramiento de la balanza de pagos, el gasto militar desbocado y los disturbios internos, la clase dominante de los Estados Unidos ideó dos medidas radicales en la década de 1970 para recuperar su dominio: el abandono del patrón oro por parte de Nixon en 1971 y las subidas sin precedentes de los tipos de interés por parte de Volcker a partir de 1979. Estas medidas destrozaron el poder de lxs trabajadorxs en el país y empujaron al Sur Global a crisis de deuda, lo que permitió al FMI y al Banco Mundial imponer programas de ajuste estructural que revirtieron los esfuerzos hacia el desarrollo soberano.
Esa fórmula del Consenso de Washington aumentó la desigualdad a favor del capital estadounidense. Los Estados Unidos aprovecharon la hegemonía del dólar para mantener déficits comerciales perpetuos, reciclando el excedente de dólares en activos de Wall Street. Mientras tanto, la participación de los trabajadores en los ingresos cayó, las ganancias de las empresas se dispararon y los recursos del Sur siguieron fluyendo hacia el norte.
Durante décadas, los Estados Unidos se mantuvieron cómodamente en estos términos de intercambio desigual. Sin embargo, con el tiempo, y a través de las mismas instituciones que los Estados Unidos establecieron en su momento para consagrar su privilegio eterno, los países pobres buscaron caminos de desarrollo que les permitieran asegurar sus capacidades industriales y aislar a sus países de la coacción estadounidense.
Y ninguno ha tenido más éxito que la República Popular China.
China, que en su día fue un productor subordinado de productos baratos para los consumidores del Norte, ha avanzado rápidamente hacia la soberanía económica, erradicando la pobreza absoluta, innovando en tecnología avanzada y reduciendo drásticamente el intercambio desigual con el Norte.
Según Jason Hickel, de la Universidad Autónoma de Barcelona, en 2015 la relación de intercambio entre mano de obra, materiales, tierra y energía había pasado de 34:1 a 4:1. Mientras tanto, las reservas de bonos del Tesoro estadounidense en manos de China han caído de un máximo de 1,3 billones de dólares en 2013 a 770 000 millones en la actualidad, lo que supone una reducción del 40 %. Este esfuerzo ha ido de la mano de una amplia campaña de desdolarización impulsada por Pekín en la escena internacional: su cuota en las liquidaciones comerciales mundiales en yuanes ha pasado del 0 % en 2010 al 50 % en 2024.
No es casualidad, entonces, que los aranceles del "Día de la Liberación" de Trump hayan dejado fuera a todos sus objetivos menos uno: China. Pero los Estados Unidos ya no se conforman con poner aranceles a las exportaciones chinas o frenar su desarrollo tecnológico con cosas como la Ley CHIPS de la administración Biden. En los últimos días, la administración Trump ha intensificado sus ataques contra China hasta llamar abiertamente a una guerra de civilizaciones en defensa de "Occidente" y su "modo de vida".
Las autoridades de inmigración están expulsando a académicxs chinxs de las universidades de los Estados Unidos y retirando los visados a lxs estudiantes. Miembros del Congreso están proponiendo leyes para acabar con la "influencia maligna" de la República Popular China en el hemisferio occidental. Funcionarixs de la administración están presionando a los aliados de la Unión Europea para que "elijan bando" y aíslen a China de su continente. Empresas de defensa como Palantir están defendiendo la "superioridad innata" de Occidente y pidiendo una "nueva guerra del opio". Y el vicepresidente JD Vance está denigrando a lxs trabajadorxs chinxs —la base industrial de casi toda la prosperidad de los Estados Unidos— como merxs "campesinxs".
La tarea de las fuerzas progresistas es resistir este llamado a la guerra entre civilizaciones, permanecer firmes en los principios del diálogo y la diplomacia que formarán la base de un nuevo orden multipolar, incluso cuando los Estados Unidos buscan dividirlo en bandos irreconciliables.
Por eso la Internacional Progresista viajó a China esta semana. Por invitación de la Universidad de Fudan, académicxs de todo el mundo aterrizaron en Shanghái para participar en un foro especial sobre "Perspectivas socialistas sobre la gobernanza global en un mundo multipolar", con el objetivo de fortalecer el entendimiento mutuo con nuestros homólogos de la República Popular China.
El profesor Jason Hickel pronunció el discurso magistral de la conferencia. En él, Hickel articula la asombrosa magnitud de la extracción imperial que ha resultado del intercambio desigual en el sistema mundial: 826 000 millones de horas de trabajo del Sur (más que el trabajo anual de todxs lxs trabajadorxs de los Estados Unidos y la Unión Europea juntxs), 820 millones de hectáreas de tierra (el doble del tamaño de la India) y 21 exajulios de energía (más que el consumo energético anual de todo el continente africano) se desvían hacia el norte cada año.
Pero el discurso de Hickel también señala la oportunidad única que ofrece el éxito del proceso de desarrollo soberano de China, tanto para los 1400 millones de ciudadanxs de China como para los miles de millones más del Sur global. "China", les escribe, "puede desempeñar un papel importante ayudando al resto del Sur global, proporcionándoles una fuente alternativa de financiación, tecnologías y bienes de capital, lo que les permitiría reducir su dependencia de las importaciones del núcleo y desarrollar su propia base industrial".
A pesar de que la administración Trump está impulsando una agenda agresiva de medidas coercitivas unilaterales, la conclusión de Hickel es optimista. "Nos encontramos en una encrucijada histórica. El orden actual no funciona para la gran mayoría de la humanidad. El sistema capitalista mundial no puede ofrecer un desarrollo significativo en la periferia. Este sistema puede y debe ser superado. La lucha del Sur por la liberación es el verdadero agente de la transformación histórica mundial, y esta es la generación que debe llevarla a cabo".
Lee el discurso completo en la Agencia de la Internacional Progresista (en inglés).
UNI Global Union ha llamado a la Comisión Europea a introducir un impuesto a los servicios digitales, o "impuesto Amazon", frente a la guerra comercial de los Estados Unidos. La federación sindical global argumenta que Amazon se beneficia de una doble ventaja económica injusta en la UE: bajos tipos impositivos y lucrativos contratos públicos. El llamado se produce mientras los trabajadores de Amazon en Italia, junto con su sindicato CGIL, están en huelga.
Tras las elecciones en Ecuador, impugnadas por la candidata Luisa González por acusaciones de fraude, corrupción e intimidación, el gobierno de Daniel Noboa habría elaborado una lista negra de unas 100 figuras de la oposición con mayor riesgo de ser detenidas. Miembros de la campaña de Luisa González, entre ellxs el candidato a la vicepresidencia Diego Borja, ya han sufrido graves acosos por parte de las autoridades migratorias.
El buque de carga militar Nexoe Maersk ha atracado en Barcelona, España, antes de zarpar de nuevo para transportar armas a Israel. La Internacional Progresista se ha unido a RESCOP y a sus aliados en toda España para demandar la detención inmediata del Nexoe, antes de que sea demasiado tarde.
Guerra y paz es un cuadro del artista polaco **Pauł Sochacki, que lleva el nombre de la obra literaria del autor ruso León Tolstói, ambientada durante las guerras napoleónicas. Al igual que otras obras de la exposición Autorreflexión, el cuadro parte de una dicotomía meditativa de los campos de color de Rothko. Rothko estaba vinculado al movimiento expresionista abstracto, que la CIA financió entre 1950 y 1967 para promover los Estados Unidos como mercado libre, como parte de una agenda imperialista cultural.
Self-reflection también incluía La Folia, que lleva el nombre de una de las composiciones musicales europeas más antiguas que se recuerdan, evocando la fragmentación y el declive de Occidente, simbolizados por un flautista solitario sobre una columna jónica que se hunde. La inauguración de Self-reflection acogió el lanzamiento del primer número de Arts of the Working Class, un periódico callejero multilingüe "sobre la pobreza y la riqueza, el arte y la sociedad", del que Pauł Sochacki es cofundador. El periódico se vende en la calle a nivel internacional y los vendedores se quedan con el 100 % de los ingresos. Entre 2014 y 2016, Sochacki dirigió una galería dentro de una tetería especializada en tés chinos de hoja entera en Berlín y, como artista, ha expuesto ampliamente.