El miércoles 10 de diciembre, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, se jactó ante la prensa de la Casa Blanca del último triunfo de su administración. «Acabamos de incautar un buque cisterna en la costa de Venezuela», dijo. «Uno muy grande, de hecho, el más grande que se haya incautado jamás».
El buque transportaba petróleo de un Estado latinoamericano soberano y fuertemente sancionado a otro: de Venezuela a Cuba. Una potencia extranjera, que se atribuyó sin pudor alguno el derecho a confiscar su carga, cortó lo que era, literalmente, un salvavidas entre dos naciones.
El gobierno de Venezuela denunció la incautación como «un robo descarado y un acto de piratería internacional». Cuando se le preguntó qué pasaría con el petróleo robado, Trump sonrió: «Bueno, lo nos quedamos, supongo».
En el mar Caribe, podemos ver cómo la Internacional Reaccionaria encuentra su expresión más descarada: la ilegalidad como prerrogativa, el robo como política y el ejercicio descarado del poder imperial anunciado con orgullo en lugar de ocultado. Lo que distingue a Trump y a su séquito no es su comportamiento, sino su honestidad al respecto.
Como dijo una vez Elon Musk, aliado de Trump y compañero oligarca: «Damos un golpe de Estado a quien queremos». Publicó la frase tras el golpe de Estado respaldado por los Estados Unidos en Bolivia en 2019, cuyas reservas de litio eran codiciadas por las empresas que él defiende, y más tarde compró la plataforma en la que la dijo, transformando uno de los espacios centrales de comunicación pública del mundo en un megáfono para la política plutocrática de extrema derecha.
Para esta fraternidad de multimillonarixs, la realidad misma es algo que hay que fabricar. La verdad no es algo que se establece a partir de los hechos, sino algo que se afirma a partir de la riqueza y la fuerza. Trump, por ejemplo, ha abrazado ahora la teoría conspirativa supremacista blanca del «genocidio blanco» en Sudáfrica, un país cuyo verdadero «crimen», a los ojos de la Internacional Reaccionaria, es llevar a Israel ante la Corte Internacional de Justicia para que se enfrente a cargos de genocidio por su asalto a Gaza.
Su interés no es filosófico. Trump está entrelazado con las redes de la derecha adinerada de Sudáfrica, desde Musk hasta el embajador deportivo de la era del apartheid Gary Player, su viejo amigo y compañero de golf. Sus políticas compartidas satisfacen sus intereses comunes.
Y la red se extiende mucho más allá. El yerno de Trump, Jared Kushner, es el heredero de una familia arraigada en la élite política israelí. La relación es tan estrecha que Benjamin Netanyahu se ha alojado en la habitación infantil de Kushner durante sus visitas a Nueva York. La política de Trump en Asia Occidental —desde el traslado de la embajada de los Estados Unidos a Jerusalén hasta el respaldo a las ambiciones más extremas de Netanyahu— se forjó dentro de este nexo entre lo personal, lo político y la riqueza.
Ese nexo quedó plenamente de manifiesto cuando Trump se dirigió al Knesset este año, alardeando de que «si no fuera por Sheldon y Miriam Adelson, nunca habríamos trasladado la embajada a Jerusalén», y asegurando a los legisladores que el futuro de Israel dependía del tipo de «judíos duros» que representaban los Adelson. Fue una confesión: la política de los Estados Unidos no está determinada por leyes o principios, sino por multimillonarixs y sus demandas.
En toda América, la misma red está en marcha. En Argentina, Trump intervino directamente para ayudar al presidente Javier Milei, ofreciéndose a facilitar un rescate financiero solo si la coalición de Milei ganaba las elecciones municipales clave. En Honduras, apoyó abiertamente al candidato conservador y indultó a Juan Orlando Hernández, expresidente hondureño y narcotraficante condenado.
Ahí queda la «guerra contra las drogas». La misma hipocresía se observa en Ecuador, donde el imperio empresarial de la familia del presidente Noboa —ahora un aliado central de los Estados Unidos— está envuelto en escándalos que vinculan sus operaciones con el tráfico de drogas a través del puerto de Guayaquil.
No se trata de escándalos aislados. Son la prueba de una única realidad política: la Internacional Reaccionaria existe para defender la riqueza y los privilegios de una pequeña élite global, por cualquier medio necesario.
Y lo que está en juego no podría estar más claro. El Informe sobre la Desigualdad Mundial 2026, publicado esta semana y presentado por Jayati Ghosh, miembro del Consejo de la Internacional Progresista, revela que el 0,001 % más rico posee ahora tres veces más riqueza que la mitad más pobre de la humanidad. Solo 56,000 personas poseen tres veces más riqueza que 4,000 millones de personas.
A esto se refería Trump cuando se jactó de que el petrolero «fue incautado por una muy buena razón». Luchan con uñas y dientes para proteger la obscena riqueza de unxs pocxs.
Pero cuanto más violenta y descarada se vuelve esta internacional, más resistencia genera. Y esa resistencia necesita coordinación, estrategia y solidaridad.
Este mes celebramos los cinco años de la Internacional Progresista, cinco años construyendo un internacionalismo lo suficientemente poderoso como para hacer frente a la Internacional Reaccionaria.
Cinco años de repeler golpes de Estado, derrotar a los criptohermanos de Peter Thiel, defender la selva amazónica contra el proyecto ecocida de Bolsonaro y defender a lxs trabajadorxs de Amazon contra la explotación.
Hemos creado esta hermosa página web para conmemorar la ocasión e invitar a nuestrxs amigxs, compañerxs y aliadxs a celebrar este aniversario con nosotrxs y, si pueden, a hacer una contribución mensual para sostener nuestro trabajo durante los próximos cinco años.
Juntos luchamos por la tierra, el pan y la paz, para forjar un nuevo orden internacional de liberación, libertad y dignidad.
En solidaridad con la lucha que nos espera,
Desde la historia de las mujeres británicas que detuvieron el suministro de aviones de combate Hawker a Timor Oriental hasta el establecimiento de la Compañía de las Indias Orientales, el calendario internacionalista 2026 presenta 12 capítulos de lucha, victoria y derrota. Pide hoy mismo tu magnífico calendario de pared 2026.
El Grupo de La Haya llegará a Ciudad del Cabo el 15 de diciembre. Desde Sudáfrica hasta Indonesia, pasando por Malasia y Colombia, los gobiernos se están uniendo para detener el genocidio de Gaza.
Entre lxs ponentes se encuentran: Naledi Pandor, exministra de Relaciones Exteriores de Sudáfrica; Zane Dangor, director general del Departamento de Relaciones Internacionales de Sudáfrica; Varsha Gandikota-Nellutla, secretaria ejecutiva del Grupo de La Haya; Saleh Hijazi, coordinador de políticas contra el apartheid del movimiento BDS; Guillaume Long, exministro de Relaciones Exteriores de Ecuador, y Clara López, exministra de Trabajo de Colombia y exalcaldesa de Bogotá. Para más información y para reservar tu lugar, haz clic aquí.
En el Día Internacional del Voluntarix, el 8 de diciembre, y todos los días, honramos y celebramos a lxs extraordinarixs traductorxs voluntarixs que hacen que el trabajo de la Internacional Progresista sea accesible a comunidades de todo el mundo. Nuestrxs traductorxs hacen una donación generosa de su tiempo y sus habilidades para traducir historias importantes, investigaciones y análisis políticos, asegurando que nuestros mensajes se transmitan con precisión, sensibilidad e integridad en diferentes idiomas. Su dedicación fortalece nuestros esfuerzos colectivos, amplía nuestro alcance y mantiene el carácter internacional y decolonial de nuestro movimiento. A todxs lxs traductorxs que han hecho una contribución este año, gracias. Su trabajo es visto, valorado y esencial. Si deseas unirte a nuestro equipo de traductorxs voluntarixs, por favor completa esta breve encuesta.
El Movimiento Progresista Kuwaití ha publicado un análisis de la Estrategia de Seguridad Nacional de los Estados Unidos en el que advierte que esta amenaza la propia seguridad de Kuwait. En su lugar, el KPM aboga por abandonar la dependencia del orden mundial liderado por los Estados Unidos y seguir una vía independiente y soberana basada en la cohesión democrática interna, la buena vecindad regional y la solidaridad árabe. Aboga por construir una nueva orientación económica y de seguridad —a través de la cooperación regional, la plena participación en bloques como el BRICS y la Organización de Cooperación de Shanghái, y una economía nacional diversificada y productiva— para salvaguardar la seguridad y la autonomía de Kuwait.