Amigos, camaradas, compañeros delegados de la Internacional Progresista,
Resulta traumático para mí estar en Cuba por primera vez en mi vida. Durante décadas, me negué a venir porque no quería estar aquí haciendo turismo. Cuba es demasiado importante para esto. Tuve que esperar hasta alcanzar mis sesenta para poder tener la felicidad de venir a Cuba a trabajar con camaradas sobre lo que realmente importa a Cuba, a las Américas, a Asia, a África, a Europa, y por supuesto, a mi propio país que tanto sufrimiento padece desde hace tanto tiempo, Grecia. ¿En qué consiste este trabajo? Pues resulta ser la creación de un Nuevo Movimiento de Países No Alineados (NMPNA) que derribe al orden económico internacional imperialista vigente basado en la explotación y la extracción catastrófica, para sustituirlo por otro, un Nuevo Orden Económico Internacional (NOEI), en el que los seres humanos y el resto del planeta puedan respirar, vivir, y prosperar juntos.
Antes de ir al grano, tengo que rendir homenaje a este país, y a su valeroso pueblo. Cuando nuestro partido, MeRA25, publicó un comunicado de prensa informando de mi llegada a La Habana, ocurrió algo raro. Padecimos un maremoto de insultos desde los sectores habituales: anticomunistas, centristas radicales y algunas personas de izquierda que perdieron la fe revolucionaria que tenían en su juventud, que nos acusaban a mí y a MeRA25 de poner a Grecia en peligro al resistir a la poderosa oligarquía que dirige nuestro país. Pero toda esta gente, por mucho que lo intenten, no consiguen disimular algo que tienen todos en común: el respeto al pueblo cubano.
Dese un paseo por Atenas ahora. Parece más rica, más “desarrollada” que La Habana. Pero la mayoría de nuestra gente anda desposeída, humillada, su democracia es una farsa. ¿Por qué? Porque el 5 de julio 2015 casi consiguieron una revolución, gracias a un 62% de votos a favor del NO en contra del Fondo Monetario Internacional, de los depredadores de la banca, de la oligarquía local. Desgraciadamente, esa misma noche, nuestro pueblo fue derrocado por sus líderes y la revolución acabó machacada.
Y ahora, hasta los que desde entonces han sido presionados para que crean que no existe más alternativa que la rendición, todavía miran al pueblo de Cuba con un inmenso respeto, y hasta con algo de celos. ¿Por qué? ¡Porque el pueblo de Cuba no se ha rendido!
El 13 de mayo de 2022 en Atenas, nuestro partido en asociación con la Internacional Progresista representada por Jeremy Corbyn, Ece Temelkuran, y este servidor, publicó la Declaración de Atenas. La Declaración de Atenas fue nuestra respuesta a la horrible guerra en Ucrania, oponiéndonos a su entorno belicista sin precedentes. También fue la primera llamada por un Nuevo Movimiento de Países No Alineados. Déjenme leer algunas partes:
Y aquí estamos, cincuenta años después de la campaña original del Movimiento de Países No Alineados por la creación de un Nuevo Orden Económico Mundial, volvemos a hacer lo mismo. Primero en Atenas, y ahora en La Habana. Por suerte, no hace falta escribir nuevos discursos. Sólo basta con recordar las palabras pronunciadas por Fidel Castro en las Naciones Unidas en octubre 1979:
“El ruido de las armas, del lenguaje amenazante, de la prepotencia en la escena internacional debe cesar”
“Las bombas podrán matar a los hambrientos, a los enfermos, a los ignorantes, pero no pueden matar el hambre, las enfermedades, la ignorancia”
“El sistema monetario internacional que hoy predomina, está en bancarrota. ¡Y debe ser sustituido!”
Ahora, no nos desanimemos por haber retrocedido a la casilla de salida. Por tener que repetir los mismos discursos y hacer las mismas campañas. Recuerden esto: ¡Cada generación está destinada a repetir la misma lucha! Una y otra vez, eternamente. Y cada vez con mayor énfasis. Y siempre aprendiendo de los errores de la generación anterior.
Así que, al empezar de nuevo el proceso de creación de un Nuevo Movimiento de Países No Alineados para diseñar un Nuevo Orden Económico Mundial, tenemos que hacernos la pregunta: ¿Por qué hemos fracasado la última vez? ¿Por qué nuestra derrota fue tan amplia durante los años ‘80 y ‘90? ¿Por qué el Movimiento de Países No Alineados anterior fue derrotado por la forma más desarrollada de neo imperialismo: la globalización capitalista de las finanzas?
¿Qué fue lo que entendieron mejor que nosotros? El nuevo e insolente imperialismo que nació después del fallecimiento de Bretton Woods en 1971, cuando el dólar estadounidense ya no era convertible en oro estadounidense, lo que causó que Nixon tenga que informar a los capitalistas y gobiernos extranjeros de que ahora el dólar era un problema que ellos tenían que solucionar.
Nixon tenía razón. Mientras el déficit comercial de los EE. UU. se disparaba, los bancos centrales fuera de los EE. UU. no tenían más alternativa que utilizar los dólares que inundaban al mundo entero como reservas en vez del oro para garantizar el valor de su divisa. De este modo, el dólar empezó a parecerse a un … pagaré... Rápidamente, el sistema mundial de finanzas fue respaldado por pagarés emitidos por los hegemónicos EE. UU. que podían decidir lo que los propietarios extranjeros de pagarés podían hacer con ellos, y obviamente decidir lo que se les prohibía hacer con ellos.
Los EE. UU. ahora eran un país deficitario, pero diferente de todos los demás países deficitarios. A diferencia de la Argentina, de Francia, Grecia, o India, los Estados Unidos no necesitaban endeudarse en dólares para reforzar su divisa, o subir los tipos de interés a nivel nacional para detener la huida de capitales. Todos los capitalistas del mundo pronto acabaron financiando a los rentistas y capitalistas estadounidenses. Os explico cómo pasó:
Los capitalistas de los países con superávit como Japón, Alemania, y más tarde China, consideraron el déficit comercial de EE. UU. como su salvación, como un inmenso aspirador gracias al que mandaban sus exportaciones netas a Estados Unidos. ¿Y qué hicieron los japoneses, alemanes, y más tarde los chinos con todos sus dólares? Los mandaron de vuelta a los Estados Unidos para comprar propiedades que les proporcionen rentas: propiedades inmobiliarias, bonos del estado estadounidense, y las pocas compañías que Washington les permitió adquirir.
Mientras, los países deficitarios del Sur, de Asia, África, y América Latina, sufrían permanentemente la falta de dólares por los que tenían que endeudarse en Wall Street para importar medicamentos, energía, y las materias primas necesarias para producir sus propias exportaciones, que necesitaban para ganar los dólares que tenían que devolver a Wall Street. Fatalmente, en ocasiones faltaban dólares a las naciones deficitarias del Sur, y no podían devolver lo que debían a los banqueros de Wall Street. Cuando ocurría, el Occidente mandaba sus administradores del Fondo Monetario Internacional que prestaban el importe necesario, a condición de que el gobierno entregue la tierra del país, su agua, sus puertos y aeropuertos, su electricidad y su red telefónica, hasta sus escuelas y hospitales, a los oligarcas locales, que al controlar estas compañías y activos no tenían más alternativa que dirigir sus beneficios hacia … Wall Street…
Para expresarlo de otra manera, Washington había encontrado la fórmula mágica que habría soñado cualquier imperio del pasado: ¡Cómo persuadir a los capitalistas extranjeros, tanto de países ricos como pobres y a todos los bancos centrales del mundo, de que voluntariamente y sin que haya que mandar al ejército, financien al gobierno del Imperio y sus importaciones!
Un día, un funcionario chino me lo describió como el ‘Acuerdo Oscuro’ detrás de la globalización. ¿Por qué oscuro? Porque estaba basado en un pacto oscuro, tácito, implícito, entre la clase gobernante de los Estados Unidos, capitalistas extranjeros, y rentistas. Déjenme explicarlo de otra manera: supongamos que usted pueda poner fin a la hegemonía de los EE. UU. apretando un botón... ¿Quiénes querrían impedir que lo apriete? Además de las autoridades estadounidenses, del ejército de los EE. UU., de Wall Street y de los rentistas estadunidenses… una muchedumbre de no estadounidenses se abalanzarían sobre usted para impedírselo: industriales alemanes, jeques de Arabia Saudí, banqueros europeos, y sí, también capitalistas chinos.
Rápidamente, la supremacía del dólar se volvió tan útil tanto para los intereses de los rentistas de los EE. UU. como para los capitalistas alemanes, argentinos, nigerianos, coreanos, y chinos. Sin la dominación mundial del dólar y de los EE. UU., los capitalistas chinos, japoneses, coreanos, o alemanes, no habrían sido capaces de extraer constantemente las colosales plusvalías de sus trabajadores para guardarlas afuera en la economía rentista de los EE.UU.. Y los oligarcas argentinos, griegos, rusos, ucranianos, e indios, no serían capaces de saquear los recursos públicos de sus países y de sacar los beneficios obtenidos para guardarlos bajo la forma de activos en dólares en Delaware o en las Islas Caimán.
Para nosotros es una lección sencilla: no debemos repetir el error de creer que el Nuevo Orden Económico Internacional se creará porque las élites del Sur o de los países deficitarios se unirán para enfrentarse a Washington o a la Unión Europea.
En caso de que le demos el papel limitado de unir al G77 y a los BRICS para oponerse a Occidente, nuestro Movimiento de Países No Alineados será un fracaso. Tenemos que guardarnos, no sólo de los funcionarios de Washington, Londres, o Bruselas, que trabajan incansablemente para que nada cambie, sino también de los funcionarios de gobiernos de los países del Sur que obedecen a los capitalistas, incluso en China, que usan el déficit comercial de los EE. UU. para explotar a su propio pueblo, para después guardar sus plusvalías convertidas en dólares en Wall Street o en la City de Londres.
¿Queremos de verdad ser internacionalistas? Entonces no olvidemos quiénes son las personas que sacarán probablemente el mayor provecho de la abolición del neocolonialismo de los EE.UU.: los ciudadanos de la clase trabajadora de EE.UU., quienes hace décadas, fueron condenados a morir de desesperación en sórdidas periferias siderúrgicas. Sí, no olvidemos nunca que las víctimas del imperialismo se encuentran tanto en las Colonias como en la Metrópolis. Que el sistema económico internacional vigente castiga en todas partes a los trabajadores con diferentes tipos de miseria.
– La globalización obligó a que los trabajadores de EE. UU. se hundan en la miseria por causa de la falta de inversiones y de la desindustrialización, fue como si partes de los países subdesarrollados del Sur hubieran sido trasladadas a los polos de desarrollo industrial de los EE. UU. y de Europa.
– La globalización obligó a que los trabajadores chinos de las ciudades costeras en vía de industrialización rápida sufran la explotación frenética que conlleva el exceso de inversión, fue como si partes de los países del Norte, cebados por el exceso de inversión, hubieran sido trasladadas a los centros urbanos chinos donde los trabajadores locales luchaban por su supervivencia con sueldos y prestaciones sociales de los países del Sur.
Diferentes tipos de miseria, con el mismo sistema de reciclaje de los beneficios extraídos a nivel local por la Internacional Capitalista.
Hoy en día, esta misma globalización que creó los déficits de los EE. UU. para alimentar al capital chino (que a su vez financiaba a los rentistas estadounidenses), está siendo sustituida por una Nueva Guerra Fría entre los EE. UU. y China, que pone en peligro inminente la vida sobre el planeta. ¿Qué hay detrás de esta Nueva Guerra Fría?
La industrialización frenética de China no era ningún problema para Washington mientras el Acuerdo Oscuro funcionaba, es decir, mientras los capitalistas chinos necesitaban el dólar para convertir el déficit comercial de los EE. UU. en una herramienta para extraer plusvalía de los trabajadores chinos, para después guardarla bajo la forma de activos en los EE. UU.
Entonces, ¿qué cambió? Dos cosas. La primera fue la aparición de una nueva forma de capital, lo que llamo el capital en la nube. Karl Marx definió el capital como medios de producción producidos, por ejemplo, desde las máquinas de vapor y los tractores hasta los actuales robots e impresoras 3D. ¿En qué consiste entonces el capital en la nube? Son medios de modificación del comportamiento producidos basados en Internet, o basados en la nube.
La modificación del comportamiento es tan antigua como la retórica, los sermones, y la publicidad. Pero, hasta que aparecieron las grandes empresas tecnológicas sólo los seres humanos podían modificar el comportamiento de la gente: los sacerdotes, los oradores, los anunciantes. Ahora, son máquinas que usan inteligencia artificial las que están modificando el comportamiento humano. ¡Y quien controle el capital en la nube acaparará cada vez más el superávit mundial!
¿Y cómo la aparición del capital en la nube puede ser la causa de una Nueva Guerra Fría? Pues es la razón por la que primero Donald Trump y ahora Joe Biden definieron a China como su objetivo. Veamos por qué.
Los EE. UU. dominan el mundo entero al dominar las finanzas a través de Wall Street y del dólar, y ahora, al dominar el capital en la nube a través de Silicon Valley. Pero China amenaza en estas dos áreas la dominación de los EE. UU.: en la monetaria y en la del capital en la nube. Ahora, en un sólo día, WeChat, la aplicación de mensajes que pertenece a la empresa china Tencent, transmite 38 mil millones de mensajes. Sus usuarios no necesitan salir de la aplicación para realizar un pago. Mientras están escuchando música o miran una serie televisiva en streaming, pueden realizar una transferencia de dinero a cualquier persona en China y también a millones de personas fuera de China que hayan descargado WeChat y hayan abierto una cuenta en yuanes en los bancos de China.
Ahora, consideren otro desarrollo de gran importancia: el lanzamiento de la primera divisa digital estatal por el Banco Central de China. En resumen, ahora los grupos empresariales de China y su Banco Central tienen un sistema integrado de pagos y de intercambio de datos operacional. Esta es la única superautopista de dinero y datos que puede competir con la conformada por Wall Street, la Reserva Federal, y Silicon Valley.
Hasta hace poco, esta superautopista china casi no se usaba. Todo el mundo, incluso los oligarcas preferidos de Putin y los capitalistas de China, prefería la comprobada superautopista de los EE. UU. para sus dólares. Pero entonces, Vladimir Putin invadió Ucrania, y los EE. UU. tomaron represalias confiscando por lo menos 300 mil millones de dólares pertenecientes al Banco Central de Rusia. De repente, cundió el pánico entre los ricos no estadounidenses, y hubo una avalancha de fondos, y no sólo rusos, hacia la superautopista china basada en el capital en la nube para realizar sus pagos, contratos, transferencias de datos, etc.
Es la razón por la que el Presidente Biden declaró la guerra económica total contra China el pasado mes de octubre. Su embargo a los microchips pretendía ser un ataque sorpresa a las grandes compañías tecnológicas chinas, con el que Biden esperaba herirlas mortalmente antes de que se conviertan en auténticas bestias capaces de oponerse, hasta derrotar, a la unión de las fuerzas de Silicon Valley y Wall Street. Esto sólo traerá consecuencias negativas para la paz en el mundo, amigos míos.
Nunca hemos estado tan cerca del holocausto nuclear: el “Reloj del Apocalipsis”, inventado por científicos nuclear en los años ‘40 para advertirnos, marca ahora 90 segundos en la cuenta atrás hacia el desastre. Sin hablar del otro reloj que marca la cuenta atrás hasta el momento en el que la humanidad habrá alcanzado el punto de no retorno en la catástrofe del cambio climático. ¿Qué está haciendo la clase dirigente mundial para evitar estas dos calamidades? ¡Todo lo que pueden para que la humanidad caiga en ambos precipicios simultáneamente! Esto es lo que están haciendo. Y es la razón por la que necesitamos un Nuevo Movimiento de Países No Alineados para defender un Nuevo Orden Económico Internacional.
En este momento, nos ayudaría clarificar lo que significa estar políticamente y éticamente no alineado.
No tiene nada que ver con la neutralidad. Como hemos afirmado en la Declaración de Atenas, nos situamos incondicionalmente del lado del invadido, de la víctima de la agresión, sea en Palestina, en Yemen, en el Sahara Occidental, y por supuesto en Ucrania. Pero, simultáneamente, debemos ser los primeros en criticar los abusos a la libertad y a los derechos democráticos, ocurran donde ocurran. Nuestro Nuevo Movimiento de Países No Alineados tiene que reapropiarse de la libertad secuestrada por los autodenominados liberales y libertarios, desde lo que sucede en el Perú ahora, donde matan a nuestros compañeros a balazos, hasta en Irán, donde mujeres valerosas están liderando a hombres valerosos bajo la bandera del derecho a la vida de las mujeres.
Pero, podrían preguntarme, ¿el régimen de Irán no está resistiendo al imperialismo de los EE. UU.? Totalmente. Sin embargo, el hecho de que un régimen se esté oponiendo al imperialismo de los EE. UU. no debería concederle el derecho a violar las libertades fundamentales de nuestros camaradas en este país.
Mi opinión es que un verdadero Movimiento No Alineado debe ser dialéctico, debemos ser capaces de defender el Estado de Irán de las amenazas del ejército estadunidense y de los embargos económicos, pero a la vez de apoyar a los progresistas en Irán, que resisten simultáneamente a la corrupta teocracia del régimen y a los agentes locales de la CIA y del Departamento de Estado estadunidense.
¿Y qué pasa con China?, también podrían preguntarme, ¿cómo el Nuevo Movimiento de Países No Alineados debería tratar el tema de China? Mi sugerencia consiste en tratarlo de dos maneras diferentes:
Volviendo al Nuevo Orden Económico Internacional, ¿cómo lo concebimos exactamente? Cualquier transición hacia un orden económico sostenible necesitará un potente Fondo de Inversión Ecológico. Bruno Rodríguez Parrilla, el Ministro de Asuntos Exteriores de Cuba, hace poco en una reunión del G77+China estimó la cifra necesaria en entre 3,3 y 4,5 billones de dólares anuales. Mi estimación personal es que hacen falta como mínimo 10 billones.
¿Se puede realizar esto? Técnicamente, por supuesto que sí. Imagínense un Banco Mundial reconvertido, respaldado por una divisa digital (emitida por un Fondo Monetario Internacional reconvertido), usada en todos los movimientos de capital y comerciales, invirtiendo 10% de la renta mundial en la Transición Ecológica, en particular en la parte del mundo en desarrollo. Un keynesianismo ecológico mundial.
Sin embargo, el keynesianismo ecológico no puede funcionar por las razones que enunció Michal Kalecki hace décadas: porque aunque cunda el pánico entre la burguesía y ésta adopte políticas keynesianas para salvar el pellejo, en cuanto se cosechen los frutos de estas mismas políticas y mucho antes de que funcionen, la clase gobernante las abandonará para volver a sus políticas extractivas de siempre. Impedir que se tome el verdadero camino que lleva a su propia salvación es parte de la naturaleza de la clase capitalista.
Lo que únicamente significa que para poner en práctica las políticas del keynesianismo ecológico necesarias tenemos que hacer primero algo que Keynes odiaría: desmontar el Imperio Mundial del Capital, que prefiere asistir al fin del mundo antes que aplicar las políticas keynesianas ecológicas que puedan evitar el desastre colectivo.
¿Cómo lo conseguimos? Nuestra revolución tiene que servirse de la tecnología que las grandes empresas tecnológicas están desarrollando ahora y que nos puede proporcionar los medios para comunicar, cooperar, y golpear en todas partes al Imperio del Capital. Me refiero por ejemplo a la campaña anual de la Internacional Progresista MakeAmazonPay. ¿No les parece irónico que las grandes empresas tecnológicas hayan robado al capital la habilidad de dividirnos eternamente? Sólo tenemos que usar estos medios para unirnos y convertir nuestro imposible sueño en un plan obvio para todos.
Pero, en la práctica, ¿qué significa derrocar el Imperio del Capital? ¿Cómo puede la humanidad recuperar su espacio público saqueado, sus tierras y océanos, su aire, y dentro de poco su espacio exterior?
De dos maneras: legislando para que las empresas pertenezcan a sus trabajadores sobre la base de “un empleado, una acción, un voto”. Y rechazando el monopolio de los bancos sobre las transacciones de la gente.
Los bancos y los beneficios se marchitarán de la misma manera que las fuerzas que dirigen a nuestra economía, porque esto despojará a los bancos de sus colmillos y ya no habrá ninguna diferencia entre las ganancias y los sueldos: cada persona será un accionista igual a los demás dentro de la empresa en que trabaja.
La muerte simultánea del mercado accionario y del mercado laboral junto a la inofensividad de los bancos, redistribuirá automáticamente la riqueza, provocando que sea posible ofrecer a todo el mundo un ingreso básico, y tendrá una magnífica consecuencia: eliminará los motivos que provocan las guerras.
El fin del poder del capital sobre la sociedad permitirá a las comunidades decidir colectivamente las prestaciones sanitarias, la educación, y la inversión para salvar el medio ambiente de nuestra expansión enfermiza.
Por fin, podrá existir una auténtica democracia, en las asambleas de los ciudadanos y de los trabajadores, y ya no a puerta cerrada donde se reúnen en secreto los oligarcas.
Esta democratización simultánea del capital y del dinero parece un sueño inalcanzable, tanto como lo fueron en el pasado las ideas que defendían el derecho de voto para todos los ciudadanos o el fin de los derechos divinos de los reyes.
Esta democratización simultánea es nada menos que el requisito previo para la supervivencia de nuestra especie, sencillamente.
Estas son las tareas del Nuevo Movimiento de Países No Alineados que ahora tenemos que crear. ¿Su objetivo final? Acabar con el asalto legal contra las personas y el planeta que está provocando la catástrofe climática. Sólo una victoria total sobre la autoridad del capital en las sociedades humanas puede acabar con esta realidad perversa y salvar el planeta.
Amigos, camaradas,
Esto no es un simulacro. Y tampoco es una quimera ¡Podemos conseguirlo! Juntos.
Yanis Varoufakis es diputado del Parlamento Helénico y Secretario General de MeRA25. Es cofundador de DiEM25 y ex ministro de Finanzas de Grecia. Es autor de varios libros, entre ellos "Adultos en la sala" y " ¿Y los débiles sufren lo que deben?