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Arundhati Roy: Nuestra tarea es desactivar el motor

La aclamada autora y miembro del consejo de PI Arundhati Roy sobre el Covid-19 y el estado de “hipervigilancia”.
La pandemia del coronavirus ha parado en seco la maquinaria del capitalismo.

Pero esto solo es temporal. Mientras que la raza humana está momentáneamente encarcelada, e incluso cuando se abre un agujero de tamaño récord en la capa de ozono sobre el Ártico, la Tierra nos ha dado una indicación de su capacidad para sanar. Hasta en nuestros momentos de enfermedad y pérdida no podemos menos que maravillarnos ante su despliegue espectacular. Pero ya hay planes para poner fin a todo esto. En la India por ejemplo, solo en los últimos días, gran parte de una reserva de tigres se va a entregar a una congregación religiosa —la Kumbh Mela— que atrae a decenas de millones de peregrinos hindúes. Una reserva de elefantes en Assam está siendo delimitada para la extracción de carbón y miles de hectáreas de bosque virgen de los Himalayas en Arunachal Pradesh están señalados para ser sumergidos por el embalse de una nueva presa hidroeléctrica. Mientras tanto, para no quedarse atrás, el presidente Trump ha firmado una orden ejecutiva permitiendo la explotación minera de la luna.

De la misma manera que el coronavirus ha entrado en los cuerpos humanos y amplificado enfermedades existentes, ha entrado en países y sociedades amplificando sus dolencias y enfermedades estructurales. Ha amplificado la injusticia, el sectarismo, el racismo, el casticismo y sobre todo la desigualdad de clases.

Las mismas formaciones del poder estatal que han sido indiferentes al sufrimiento de los pobres y en efecto han trabajado en pro del aumento de este sufrimiento, ahora tienen que abordar el hecho de que la enfermedad entre los pobres es una verdadera amenaza para los ricos. Ya no hay cortafuegos pero pronto aparecerá uno. Quizás en forma de vacuna. Los poderosos se abrirán paso para ser los primeros de la fila y el viejo juego comenzará de nuevo: la supervivencia de los más ricos. El mundo ya está siendo testigo de la pérdida de empleos a una escala inimaginable. Escribo esto en el Día Internacional del Trabajo, ciento treinta y un años después de la masacre de Haymarket en Chicago y la lucha de los trabajadores por la jornada de ocho horas. Hoy en día, la industria india está presionando al gobierno para desmantelar lo poco que queda de los derechos laborales y permitir una jornada de doce horas.

Ahora mismo, mientras todos estamos confinados, están moviendo sus piezas con mucha rapidez. El coronavirus ha sido como un regalo para los estados autoritarios. País tras país —Bolivia, Filipinas, Hong Kong, Turquía, India— los gobiernos están usando el confinamiento para moverse en contra de sus críticos. En la India, los estudiantes, activistas, académicos y abogados que se consideran rostros prominentes en las protestas contra el gobierno, están siendo detenidos bajo una ley antiterrorista draconiana que podría mantenerlos en prisión durante años. Y los que han servido a la agenda nacionalista hindú del gobierno, sin importar cuán violentos o atroces sean sus crímenes, están siendo promovidos, cuidados y favorecidos.

Las pandemias no son nuevas, pero esta es la primera de la Era Digital. Estamos presenciando la convergencia de los intereses de los autoritarios a nivel nacional con los de capitalistas del desastre internacionales y los mineros de datos. Aquí en la India está ocurriendo a gran velocidad. Facebook ha firmado un acuerdo con la mayor red de telefonía móvil de la India, Jio, compartiendo así su base de 400 millones de usuarios de Whatsapp. Bill Gates está elogiando al Primer Ministro Modi, sin duda con la esperanza de acumular beneficios de cualquier protocolo que se implemente. Por recomendación de Modi, la aplicación de vigilancia/salud Arogya Setu, ya ha sido descargada por más de 60 millones de personas y se ha hecho obligatoria para los empleados del gobierno. También se ha hecho obligatorio que los funcionarios del gobierno donen un día de salario al misterioso Fondo PM CARES, el cual no será auditado públicamente.

Si en los tiempos pre-corona estábamos caminando como sonámbulos hacia el estado de vigilancia, ahora estamos corriendo en pánico hacia los brazos abiertos de un estado de hipervigilancia en el cual se nos está pidiendo que lo abandonemos todo —nuestra privacidad y dignidad, nuestra independencia— y permitamos que nos controlen y “microgestionen”. Incluso cuando se levanten los confinamientos, y salvo que nos demos prisa, estaremos encarcelados permanentemente.

¿Como desactivar este motor? Esa es nuestra tarea.

Foto: Francesco Alesi, Internazionale

Available in
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Author
Arundhati Roy
Translators
Maria Inés Cuervo and Tim Swillens
Date
11.05.2020
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