El 13 de noviembre de 1996, en el punto más álgido de la guerra de resistencia en Vietnam, Bertrand Russell y Jean-Paul Sartre convocaron un tribunal popular para responsabilizar al gobierno de los Estados Unidos por sus crecientes crímenes de guerra. “El tribunal no tiene un claro precedente histórico”, dijo Russell. No representaba ningún poder estatal, no tenía capacidad de condenar al acusado. “Creo que estas aparentes limitaciones son, de hecho, virtudes. Somos libres de llevar a cabo una investigación solemne e histórica,” dijo Russell, “presentada a la conciencia de la humanidad”.
Medio siglo después, la Internacional Progresista (IP) vuelve a hacer un llamado a la conciencia de la humanidad contra los crímenes del imperialismo estadounidense.
Hoy, viernes 2 de octubre, marca el primer día del Tribunal de Belmarsh, llamado así por la prisión donde Julian Assange ha sido mantenido en confinamiento permanente por atreverse a publicar documentos que detallan las torturas, la violencia y el espionaje ilegal del gobierno de E.E. U.U.
Desde Belmarsh, Assange se enfrenta ahora a la extradición a los Estados Unidos, la primera vez en la historia que un editor ha sido acusado bajo la Ley de Espionaje. El tribunal de hoy toma su nombre de este sitio de complicidad en los crímenes que han sido revelados por Assange y, a su vez, los crímenes que han sido cometidos contra él.
En una reciente declaración firmada por muchxs miembros de su Consejo (incluídxs Noam Chomsky y Arundhati Roy), la IP advirtió que el enjuiciamiento de un ciudadano australiano por sus actividades periodísticas realizadas en países soberanos de Europa es una grave violación de los derechos humanos y el derecho internacional. “Lo que es más peligroso, sienta un precedente jurídico que significa que cualquier disidente de la política exterior de los Estados Unidos puede ser enviadx a los Estados Unidos para enfrentar una cadena perpetua o incluso a la pena de muerte.”
Pero las declaraciones no serán suficientes. Es por esto que la IP está estableciendo el Tribunal de Belmarsh: para llevar al gobierno de los Estados Unidos a juicio por sus crímenes del siglo XXI—desde las atrocidades en Irak hasta las torturas en la bahía de Guantánamo y el programa de vigilancia ilegal de la CIA—y llamar la atención sobre el caso de extradición de Julian Assange por revelarlos.
“Nuestra posición es fuerte porque no buscamos enviar a unos pocos individuos a prisión”, dijo Sartre del tribunal de 1966, “sino despertar en la opinión pública, en un momento ominoso de nuestra historia, la idea de que puede haber políticas que son objetiva y legalmente criminales”.
Estamos de nuevo en este momento ominoso de nuestra historia pidiendo, como hizo Bertrand Russell entonces, que “las personas del mundo, las masas, tomen medidas para detener los crímenes".
El Tribunal reunirá un elenco planetario de activistas, artistas, pensadorxs y representantes politicxs para investigar y evaluar las revelaciones de WikiLeaks. El ex presidente de Brasil, Lula, nos recordará que lxs brasileñxs tienen una deuda adicional por las revelaciones de WikiLeaks, mientras que el ex ministro de Finanzas de Grecia, Yanis Varoufakis, reiterará por qué Assange debe ser liberado de inmediato.
Al Tribunal se unirá el miembro original del TribunalRussell-Sartre, Tariq Ali, quien fue a Vietnam a investigar los crímenes de guerra de los Estados Unidos, la abogada de Assange Jennifer Robinson, lxs activistas y músicxs Roger Waters and M.I.A., el ex presidente de Ecuador Rafael Correa, el filósofo Slavoj Žižek, la actriz y activista Pamela Anderson y muchxs otrxs.
El evento de hoy marca solo el primer día del Tribunal. Mientras Assange se encuentre en prisión, el Tribunal de Belmarsh continuará su lucha por la justicia. Nuestro objetivo no es solo la libertad de Assange, sino también la justicia por los crímenes revelados por WikiLeaks —y la protección de nuestras libertades para hablar, expresarnos, reunirnos y exigir la verdad de los poderes desplegados en nuestra contra.
Si no nos levantamos ahora —con toda la evidencia en nuestras manos— tendremos pocas posibilidades contra una máquina de guerra y vigilancia que se vuelve más sofisticada y más secreta día a día.
Es hora de actuar. Y es hora de exigir justicia. Porque si acusan al editor que reveló sus crímenes, debemos acusar a lxs propixs criminales. Únanse a nosotrxs.