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Common Wealth: Para hacer que Amazon pague —#MakeAmazonPay, reinventar la economía de la plataforma

Otro mundo digital es posible —deliberadamente democrático y justo.
Common Wealth es un “laboratorio de ideas” (Think Tank) para el futuro, que construye modelos de propiedad para una economía democrática y sostenible. Hoy se une a la Internacional Progresista y su campaña para hacer que Amazon pague —#MakeAmazonPay.
Common Wealth es un “laboratorio de ideas” (Think Tank) para el futuro, que construye modelos de propiedad para una economía democrática y sostenible. Hoy se une a la Internacional Progresista y su campaña para hacer que Amazon pague —#MakeAmazonPay.

Los gigantes de la plataforma ocupan los principales puestos de mando de la economía contemporánea. Su lógica de expansión, cierre y extracción impulsa nuestra nueva era de capitalismo rentista. Las tecnologías de plataforma colonizan la vida cotidiana, convirtiendo a toda la sociedad en una única oficina y fábrica digital, una vasta red para la acumulación ascendente de riqueza y poder. Si nos tomamos en serio nuestro compromiso de "hacer pagar a Amazon", de construir un futuro de abundancia digital compartida, debemos reinventar la economía de la plataforma.

La escala de los “gigantes de la tecnología" como Google y Amazon parece impresionante, con las plataformas ejerciendo una extraordinaria influencia sobre nuestras economías, culturas y sistemas políticos. Los "Cinco Grandes" —Facebook, Apple, Amazon, Microsoft, Google— representan alrededor del 20 por ciento de la capitalización del mercado del S&P 500, y compañías como Uber, Lyft, Airbnb, y Paypal valen todas decenas de miles de millones de dólares. A medida que el valor de estos gigantes de la tecnología ha aumentado durante la pandemia de Covid-19, la riqueza de sus principales accionistas ha explotado. Jeff Bezos, el fundador de Amazon, por ejemplo, ha visto aumentar su fortuna personal en más de $73.000 millones desde el comienzo de la crisis hasta alcanzar un récord de alrededor de $200.000 millones.

A pesar de que lxs trabajadorxs de las plataformas construyen esa riqueza, les es negada su parte, a menudo por medios brutales, desde lxs conductorxs de Uber a quienes se les niegan los derechos laborales básicos hasta la exposición de lxs trabajadorxs de Amazon al Covid-19 en los centros logísticos.

Transformar la economía de la plataforma requiere que entendamos cómo funciona. Como modelo de negocio que facilita las interacciones entre diferentes conjuntos de usuarixs, la plataforma no es nueva. Lo que ha permitido a los actuales gigantes de las plataformas acumular una riqueza y un poder tan extraordinarios es una combinación de los efectos de la conexión digital y la acción anticompetitiva.

Las operaciones de las plataformas digitales son rápidamente escalables una vez que están establecidas, lo que les permite operar en todo el mundo sin tener presencia física en ningún país en particular. Eso hace posible crear efectos de red, que se dan cuando el valor derivado del uso de una plataforma depende del número de usuarixs que la utilizan, incentivando la concentración y la consolidación. Como resultado, las plataformas líderes tienen un impulso incorporado hacia el monopolio.

Impulsadas por flujos ilimitados de capital de riesgo (VC por sus siglas en inglés), estas corporaciones de plataformas han adquirido una posición dominante en cada vez más partes de nuestra economía, desde la búsqueda hasta la venta minorista en línea y desde las redes sociales hasta los servicios de movilidad. Además, este poder está consolidado por una característica clave de la economía de la plataforma: la recopilación, análisis y monetización exponencial de los datos generados por lxs usuarixs de la plataforma y recopilados por las empresas de la plataforma. Como vanguardia del “capitalismo de vigilancia” minan todos los aspectos de la vida en busca de datos, que no solo se compran y venden sino que también se utilizan para modificar nuestro comportamiento diario.

Esto ha llevado a una situación en la que un pequeño grupo de grandes empresas de plataformas —que se encuentran en el centro de las transacciones y compromisos de la economía digital y, cada vez más, de la física— se han convertido en los gigantes rentistas de nuestra era. Su principal objetivo se ha convertido en el cobro y la defensa de la renta de lxs competidorxs y reguladorxs por igual.

La creciente desigualdad fluye del poder de monopolio de las plataformas. Muchxs trabajadorxs de plataformas carecen de protecciones sociales y laborales que otrxs dan por sentado, mientras que el despliegue de tecnologías amplía nuevas y perjudiciales formas de control social y laboral. Se acusa a plataformas de redes sociales de socavar las normas democráticas y civiles a través de la proliferación de información falsa, mientras que el aumento de la gestión algorítmica instala el sesgo racista en la infraestructura central de nuestro sistema económico. Mientras tanto, las empresas de plataformas utilizan el arbitraje regulatorio y fiscal (por ejemplo, buscando entornos regulatorios favorables) para aumentar las ganancias, a costa de las economías y las condiciones laborales locales.

Pero si el poder de monopolio está generando graves crisis sociales, el extraordinario potencial de las plataformas digitales permanece. Como infraestructura para conectar a las personas con bienes y servicios, las plataformas pueden proporcionar y proporcionan una función enormemente útil y, como ha demostrado el Covid-19, son indispensables para la forma en que vivimos, trabajamos y jugamos. En su naturaleza colaborativa y en red, las plataformas pueden marcar el comienzo de un nuevo mundo de equidad y participación, basado en modelos multipartitos de gobernanza y propiedad, dando a lxs trabajadorxs y usuarixs de la plataforma una voz y control auténticos.

El desafío es liberar el potencial democrático de la plataforma de la lógica de extracción de rentas. Si bien los gigantes de la tecnología quieren que creas que son características permanentes de nuestras vidas digitales, el futuro de la economía digital no es fijo ni seguro. Las plataformas son instituciones tanto legales y políticas como digitales; podemos recodificar ambas y cambiar cómo operan y en interés de quién.

Para esto debe ser fundamental una nueva arquitectura de propiedad y control y un acuerdo del siglo XXI para lxs trabajadorxs de todo el mundo. Un nuevo informe de The Democracy Collaborative y Common Wealth se propone imaginar precisamente eso.

Nuestras demandas deben basarse en cinco principios y agendas políticas claros.

Primero, la gestión democrática de los datos. Las decisiones sobre si se deben recopilar datos, qué datos recopilar y cómo se pueden utilizar no deben dejarse en manos de corporaciones privadas o del Estado tal como está constituido actualmente. En cambio, se necesitan nuevas organizaciones y enfoques democráticos y multipartitos.

En segundo lugar, un nuevo bien común digital. Las plataformas y los datos deben reconceptualizarse como servicios y bienes públicos con nuevas formas públicas y comunes de propiedad y gobernanza, pasando de condiciones de recinto privado a un bien común democrático para nuestros datos e infraestructuras digitales.

En tercer lugar, equidad de Sur a Norte. Cualquier propuesta para democratizar la propiedad y el control de plataformas y datos debe tener en cuenta la dinámica global y establecer un proceso mediante el cual las personas y comunidades de todo el mundo (y no solo las del Norte Global) puedan participar de manera significativa. Para esto debe ser fundamental un nuevo acuerdo para todxs lxs trabajadorxs que garantice los derechos desde el primer día, voz sindical y un salario digno para todxs.

Cuarto, antimonopolio integral. Si bien es fundamental reducir el poder de monopolio de los gigantes de la tecnología y las empresas de plataformas, necesitamos estrategias antimonopolio que estén conectadas a cambios estructurales más profundos en la propiedad y el control de las plataformas y los gigantes tecnológicos. Los esfuerzos anticompetitivos que se están llevando a cabo en la Unión Europea, el Reino Unido y los Estados Unidos deben basarse en principios de justicia económica.

Por último, la justicia económica es inseparable de la justicia ambiental. Una agenda para reinventar la economía de la plataforma debe garantizar que el poder de las tecnologías digitales acelere los esfuerzos para abordar la emergencia climática y natural.

Otro mundo digital es posible y se necesita con urgencia. Los monopolios de los gigantes de la tecnología están dispuestos a dominar nuestras economías durante otra generación si no los desafiamos directa, poderosa y globalmente.

La campaña para "hacer que Amazon pague" debe enviar un mensaje poderoso a Jeff Bezos: estamos recuperando la plataforma. Nuestro desafío es liberar el potencial de plataformas como Amazon para conectarse, comunicarse y coordinarse. Y para hacerlo, necesitamos una agenda ambiciosa para transformar quién posee, opera y gobierna estas plataformas. Juntxs, podemos construir un futuro digital que sea deliberadamente democrático y justo.

Available in
EnglishSpanish
Author
Mathew Lawrence
Translator
Maria Inés Cuervo
Date
02.12.2020
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