Migration

Nanjala Nyabola: El mar que se come a nuestrxs hijxs

La miembro del Consejo de la IP Nanjala Nyabola sobre la complicidad de Europa en convertir el Mar Mediterráneo en una fosa común.
El Mar Mediterráneo tiene sólo 2400 millas de ancho, o aproximadamente la mitad de la longitud de África continental, pero en la década de 2010 se distinguió por ser la fosa común para africanxs más grande del mundo moderno.

A pesar de que las travesías entre África, Asia y Europa son tan antiguas como los asentamientos a lo largo de sus costas, en la era moderna las restricciones de viaje y la violenta seguridad fronteriza han convertido el mar en una fosa común, donde los países prefieren devolver a las personas vulnerables a la muerte o una esclavitud casi segura, antes que facilitar un mínimo de seguridad. Casi toda Europa es cómplice de rechazar a las personas en su estado más vulnerable, incluso intimidando a los barcos que desafían la fortaleza que construyó Europa.

Las muertes en el Mar Mediterráneo han sido erróneamente enmarcadas como una crisis africana, siria e incluso libanesa; de ser una cuestión de migración. Si bien Europa se ha apresurado a apropiarse del debate y declarar que se trata de una crisis de la frontera europea, de hecho es una crisis del estado europeo –una que tiene todo que ver con la historia del conflicto y la división dentro de ese continente. Gran parte de cómo funcionan los estados del mundo y el miedo vienen de la sangrienta y violenta historia de Europa.

Hay tres rutas principales que te llevarán a través del Mediterráneo desde África o Asia hasta Europa. Estas rutas han sido utilizadas durante casi tanto tiempo como se ha documentado el viaje a través del Mediterráneo. Dispersos a lo largo de la costa, están los vestigios de antiguas civilizaciones que alimentaron el nacimiento de la era moderna –Esparta en Grecia, Cartago en Túnez, Alejandría en Egipto, las históricas Atenas y Roma– relatando una historia de sociedades que han estado en permanente contacto, no siempre amistoso, entre sí. Si la filosofía occidental es una piedra angular de la política y la sociedad occidental, cabe señalar que muchos de los productos más notables de la filosofía occidental son de hecho productos del libre movimiento de personas e ideas a través del agua. Agustín de Hipona fue un hombre africano cuya teología y filosofía están en el corazón del cristianismo moderno y el pensamiento político occidental. Su teoría de la guerra justa aún se enseña en las clases de relaciones internacionales y ciencias políticas en todo el mundo. Lxs historiadorxs dicen que Agustín era bereber –de un pueblo pastoril– por lo que la migración y la movilidad eran centrales a su cosmovisión incluso antes de que se mudara a Roma y Milán para continuar con su trabajo. El movimiento siempre ha sido fundamental para la fertilidad intelectual de la región mediterránea y la hostilidad moderna hacia éste solo está contribuyendo a su declive.

No es que nunca antes haya habido hostilidad entre las comunidades del Mediterráneo. Recuerden: Europa siempre ha sido un lugar violento. Pero a medida que Europa se ha unido en un enorme proyecto político y social, el alcance de los daños se ha hecho mayor. Bertrand Russell escribió una vez que lxs líderes siempre han sido estúpidxs, pero nunca antes habían sido tan poderosxs; estaba escribiendo sobre el periodo entre las guerras mundiales, pero lo mismo puede ser dicho hoy. La capacidad humana de infligir daño es mayor que nunca antes, lo que hace que las tensiones y odios históricos sean aún más peligrosos. Un número alarmante de personas están muriendo mientras usan rutas que han estado vigentes durante cientos de años.

La Convención Schengen de 1990 encontró una manera de mantener contentos tanto a los países históricamente abiertos como a los históricamente cerrados, a pesar del nuevo sistema que abolió los controles internos de visados y acordó nuevas políticas comunes (para reducir la burocracia en las fronteras de muchos países europeos). El compromiso fue un proceso de escrutinio invasivo, humillante e incluso violento para las personas provenientes de países considerados demasiado pobres y, por lo tanto, un riesgo para la inmigración.

Lxs humanitarixs les dirán que algo que el sistema Schengen hizo con alarmante eficiencia fue cerrar todas las rutas humanitarias hacia Europa para lxs ciudadanxs de aquellos países no deseados que no pudieran alcanzar los umbrales requeridos. Para un hombre o mujer joven de Senegal o Sudán que no podía encontrar trabajo en una aldea devastada por el cambio climático o una economía en colapso, el régimen Schengen eliminó toda forma legal de buscar un trabajo de bajo salario en Europa. Claro que no era ideal que las personas hubieran estado abordando vuelos a Europa y después buscando asilo o excediendo sus visas de turista. Pero al menos habían llegado vivxs. Lo que lxs arquitectxs del Schengen parecían ignorar era la gran cantidad de personas que se verían empujadas ahora hacia traficantes de personas y rutas clandestinas. Cuando las personas ven sus opciones como una muerte segura mientras se quedan inmóviles, frente a una mínima oportunidad de éxito si se mueven, se moverán.

Siempre que argumento esto con europexs, obtengo una versión de “¿entonces por qué las personas en esos países simplemente no se encargan de su política y mejoran sus países?” Por supuesto que esa sería la mejor e incluso la opción ideal. Pero miremos a Wallerstein y el uso de fronteras para exportar inestabilidad fuera de Occidente. Observen simplemente el siglo XX en África. Primero la violencia de la colonización y la invasión. Luego, el asesinato selectivo y generalizado, con la colaboración de gobiernos occidentales, de líderes visionarixs como Thomas Sankara y Patrice Lumumba. Después, décadas de activa interferencia y sabotaje económico, culminando en los Programas de Ajuste Estructural de finales de los años 80: préstamos del FMI y del Banco Mundial a economías en crisis, condicionados a reformas estructurales. Ahora tenemos colonialismo digital y los gobiernos occidentales proporcionando cobertura a las corporaciones privadas occidentales para que interfieran en las políticas de países en desarrollo. ¿Aún piensan que es justo responsabilizar a lxs civiles por las decisiones tomadas por los Estados? ¿Por qué los países que fabrican y venden armas a los gobiernos más pobres simplemente no dejan de hacerlo? ¿Por qué los gobiernos simplemente no dejan de apoyar dictadores? La emigración no ocurre en un vacío.

El número de personas que se hacen a la mar para llegar a Europa no solo ha aumentado simplemente porque hay más personas. Es porque el paso legal y seguro a Europa ha desaparecido, para todxs salvo una pequeña parte de la población mundial.

La miembro del Consejo de la IP Nanjala Nyabola es escritora, investigadora independiente y analista política. Su trabajo se centra en las transiciones de conflictos y postconflicto, con un enfoque en refugiadxs y migración, así como en políticas de África Oriental en general. Su más reciente libro, Travelling while Black: Essays Inspired by a Life on the Move, se publicó el 19 de noviembre.

Foto: vfutscher / Flickr

Available in
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Author
Nanjala Nyabola
Translators
Maria Inés Cuervo and Tim Swillens
Date
16.12.2020
Source
Progressive InternationalOriginal article
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