Este es un extracto de un artículo publicado originalmente en abril, poco después de la visita de Lula da Silva a China. Puede leer el artículo completo aquí.
En septiembre de 2006, con ocasión de una Asamblea General de la ONU, los cancilleres de Brasil, China, Rusia e India comenzaron a esbozar lo que sería un gran acuerdo de apoyo comercial y monetario. En 2010, en un encuentro de los presidentes de dichos países en Brasilia y un año después en China, se ratificó y comenzó a dar forma a lo que hoy es conocido como los BRICS, núcleo al que se sumó África del Sur. Si bien en un primer momento demostraron la voluntad de producir una mayor interlocución entre los países integrantes, con los años la agenda comenzó a contemplar una concertación más amplia a nivel internacional y, por sobre todo, asociaciones económicas y financieras en sectores estratégicos como la energía, agricultura y el desarrollo científico y tecnológico.
La visita a China realizada en abril por el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva a su colega Xi Jinping constituyó más que un paso más en este proceso de integración. Además de importantes acuerdos comerciales y de financiamiento suscritos, se anunció el abandono del dólar como moneda de intercambio y el comercio con las divisas nacionales (yuanes chinos y real brasileño), lo que constituye un gran salto hacia la desdolarización del planeta.
“Todas las noches me pregunto por qué todos los países están obligados a hacer su comercio respaldado por el dólar -comentó Lula- ¿Por qué no podemos hacer nuestro comercio respaldado por nuestra moneda? ¿Por qué no apostamos por la innovación? ¿Quién decidió que el dólar fuera la moneda?, tras la desaparición del oro como paridad”.
Elvin Calcaño, politólogo de Polititank, comentó a El Ciudadano que “desde 1945, tras el final de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos quedó como la gran potencia. Y fue así que a partir de sus intereses específicos se diseñó el actual esquema de gobernanza mundial sobre la política y economía internacional. De ahí instituciones como el FMI y Banco Mundial que responden a ese diseño en última instancia. En ese marco, el dólar siempre ha sido un instrumento de poder de Estados Unidos en la esfera mundial. Usado, como hemos visto tanto últimamente, como un elemento coercitivo para disciplinar y apabullar mediante sanciones económicas unilaterales a aquellos países que actúen al margen de sus intereses geoeconómicos. Países como China, Rusia, Brasil, India y otros de la órbita BRICS intentan ahora salirse de ese diseño. Desde sus intereses que también los tienen. En la esfera geopolítica lo que mueve es el poder e intereses concretos entre las partes. Otra cosa son los discursos justificativos”.
Calcaño añadió que “el viaje de Lula a China hay que verlo en el contexto de la vocación geopolítica del actual presidente de Brasil; lo cual mostró ampliamente en sus anteriores dos periodos de gobierno. Lula, desde una perspectiva de izquierda, tiene una visión soberana sobre las relaciones exteriores. Lo cual, siendo Brasil una potencia económica regional y mundial de peso específico global, genera fuertes repercusiones cuando personajes así llegan al poder. Por otro lado, hay que verlo en términos de la lucha geopolítica entre Estados Unidos y China. Brasil busca su propio espacio en el marco de esa disputa a partir de sus intereses; los cuales tienden a ser, en muchos sectores, convergentes con China, pero divergentes con Estados Unidos. Por último, esta visita de Lula a China, por lo que la motiva y el escenario mundial que la enmarca, se inscribe en el proceso de tránsito hacia la multipolaridad que en los hechos ya hay en el mundo”.
En el estado de Bahía una antigua fábrica de automóviles Ford cerrada recientemente será reabierta con capitales chinos de la marca BYD, firma que producirá autos eléctricos e híbridos. La nueva planta china da cuenta de la mudanza en los poderes económicos globales, antes restringidos a los países del norte del mundo.
Los convenios suscritos entre Brasil y China atañen principalmente a energías renovables, industria automotriz, agronegocios, tecnologías de la información, salud e infraestructura. De hecho, Lula visitó la fábrica de Huawei Technologies, que opera en Brasil desde hace 20 años y suministra en la actualidad la tecnología 5G. La firma de tecnología china desde la época de Donald Trump ha sufrido en Estados Unidos una serie de boicots y sanciones.
China es actualmente el principal socio comercial de Brasil. El comercio bilateral durante 2022, pese a la distancia entre el ex mandatario Jair Bolsonaro con el gobierno chino, fue de $170 millones de dólares, lo que dobla las cifras intercambiadas entre Estados Unidos y Brasil. La balanza comercial entre China y Brasil dejó un superávit de US$ 30 mil millones (R$ 157 mil millones). Si por un lado el país latinoamericano exporta a China soja, maíz, azúcar, café, carne y hierro, entre otros productos; el gigante asiático lleva a Brasil productos manufacturados y genera inversiones en proyectos de infraestructura.
También brasileños y chinos trabajan en conjunto en el lanzamiento de satélites, como los correspondientes al programa Sino-Brazilian Terrestrial Resources Satellite (Cbers), que entre 1999 y 2009 ha puesto en órbita seis aparatos.
El fin del dólar como moneda para transacciones comerciales y la potencial creación de una moneda nueva para los países del BRICS, fue contestado por el ex embajador de Estados Unidos en Brasil, Thomas Shannon, quien sostuvo que la idea podría disgustar al gobierno estadounidense.
“Cuando voy a hablar con Estados Unidos no estoy preocupado sobre lo que pueda pensar China. Estoy conversando sobre los intereses soberanos de mi país. Cuando vengo a hablar a China, yo tampoco. Me preocupa lo que piensa Estados Unidos. Así lo hacen Estados Unidos, China y todos los países”- fue la respuesta del mandatario brasileño.
Otro paso importante para Brasil fue asumir la presidencia rotativa del banco de los BRICS, New Development Bank (NDB), cargo que comenzó a ser desempeñado por la economista y ex presidenta Dilma Rousseff, evento realizado en la sede del organismo en Shangai y al que asistió Lula.
El NDB fue creado en 2014 y desde esa fecha ha aprobado US$32,8 mil millones en financiamiento para 96 proyectos de infraestructura y desarrollo sostenible en 9 países, como Bangladesh, Egipto, Emiratos Árabes Unidos y Uruguay, además de los países BRICS.
La promoción por parte de la diplomacia brasileña de Rousseff da cuenta del interés por establecer una sólida relación, lo que permitiría a Brasil y otros países de la región a tener más alternativas y sin condiciones de reformas neoliberales de la economía, condiciones puestas por los préstamos del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional (FMI).
El politólogo y docente de relaciones internacionales, Bruno Lima Rocha, considera que Brasil a través del NDB va a buscar como su lugar geopolítico y económico Latinoamérica. “Las relaciones de Brasil con China y con el BRICS van a ser un punto muy importante de la política externa de Lula en su tercer mandato -comentó el analista a El Ciudadano- No por acaso Dilma está indicada para ser presidenta del banco de los BRICS. Si Brasil tiene la posición de la directiva de los BRICS de hacer un sistema colateral de garantías para la moneda integrada aduanera de Brasil con Argentina como un experimento para avanzar en el comercio internacional en un nivel intralatinoamericano sin pasar por el dólar, creo que los BRICS van a operar como el eje fundamental de esta noción de desarrollo, si no sostenido es por lo menos soberano. La otra situación de los BRICS es una escala mundo en donde Brasil y Sudáfrica entran como socios menores de una triangulación expandida de Rusia, India y China, en donde el eje económico euroasiático está mucho más desarrollado que las economías occidentales, como Australia, Nueva Zelanda y Japón”.
La apuesta de Lula se relaciona tanto con su experiencia política, al haber sido preso en un juicio sin pruebas empujado por Estados Unidos y levantado por el ex juez Sergio Moro, como con las posibilidades de su gobierno, condicionado en lo interno por un parlamento en que no tiene mayoría y las políticas neoliberales de un Banco Central autonomizado por Bolsonaro.
Lima Rocha comenta a propósito que “hay que comprender que esta posibilidad de los BRICS fue uno de los factores más importantes externos de empuje para el Proyecto Puentes del gobierno de Obama que resultó en el lawfare del Lavajato y derrumbó a Dilma a principios de su segundo gobierno. Se puede decir así que el tamaño del desafío de los BRICS fue alimentada por Washington».
El analista agrega que en el rol de Rousseff será primordial. “La presencia de Dilma en el NDB va a ser fundamental para impulsar la industria de semiconductores, operar cadenas internacionales donde Brasil no entre solo como vendedor de granos o minerales. Esto en un nivel macro. Por otro lado, el banco de los BRICS y el eje económico euroasiático se complementa a sí mismo sin necesitar a los demás. China, India, Rusia e incluso Pakistán, pueden producir todo lo que necesita una sociedad moderna del siglo XXI. Y esto tiene que ser una parte importante de la política de los BRICS para poner una industria de punta para competir con el eje económico y financiero que maneja el SWIFT, por ejemplo”.
Por su parte el polítólogo y Máster relaciones internacionales La Sorbone, Pierre Lebret, destaca que China y Brasil son importantes socios comerciales. Considera de importancia “que los países del Sur se organicen, vuelvan a tener voz y sean actores claves de la escena global. La guerra en Ucrania esta reordenando el mapa geopolítico global. Por eso esta visita es importante, el retorno de Lula abre una nueva etapa y claramente esta debe permitir el establecimiento de bases para la integración, para la promoción de un mundo multipolar”.
Lebret añade que “la cooperación Sur-Sur se verá reforzada, particularmente en el marco de los BRICS. El Sur también debe actuar para evitar escenarios de confrontación entre potencias. El pasado nos muestra que este tipo de escenarios tiene consecuencias económicas, sociales y políticas muy graves para los pueblos del sur. Creo importante también que Brasil actúe en la escena global sin dejar de pensar en Latinoamérica, para que la propia integración latinoamericana tenga posibilidades de prosperar”.
Para Elvin Calcaño, el nombramiento de Dilma Rousseff al frente del banco de los BRICS “es un claro paso hacia una geoeconomía global por fuera de la hegemonía del dólar. Fundamentalmente a partir de la convergencia entre potencias emergentes y consolidadas que, fuera de la órbita occidental dominada por el eje atlántico norte anglosajón, están moviéndose hacia otros diseños de economía mundial”.