A finales de los años noventa, dos poderosos huracanes azotaron el Caribe, y dejaron numerosos muertos y heridos. La catástrofe humana que provocaron los huracanes tras su paso demostró que había una escasez de médicos en la región. En consecuencia, Fidel Castro fundó la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM) en La Habana.
Inspirada por el internacionalismo cubano, Venezuela fundó su propia ELAM en 2007. Se han graduado miles de médicos de todo el mundo en esta escuela. Cualquiera que visite su ajetreada sede en el centro de Caracas, podrá escuchar que en sus pasillos se habla desde árabe hasta creole haitiano y desde portugués hasta inglés.
Hemos hablado con dos jóvenes estudiantes de la ELAM sobre sus experiencias en la ELAM. Vanessa Almeida es una alumna de quinto año que procede de Itaramaju, un pequeño pueblo de Brasil. John Chikuike Ogbu es un alumno de segundo año que nació en una familia de clase trabajadora en la ciudad de Enugu, Nigeria.
Vanessa, como la representante estudiantil principal, ¿podrías explicar el propósito y el proyecto de la ELAM?
Vanessa Almeida: la ELAM fue la luz de los ojos de Chávez y un producto de la revolución cubana. La Escuela Latinoamericana de Medicina es una comunidad de futuros médicos de todo el mundo, especialmente del hemisferio sur, que se comprometen a volver a sus países de origen y a trabajar con poblaciones desatendidas.
El origen de la ELAM de Cuba se remonta a 1999. De hecho, se fundó cuando la situación en la isla era muy complicada. ¿Qué hizo Fidel ante las adversidades? ¿Renunció al internacionalismo de la revolución? No, decidió cambiar y dijo: “Mientras otros envían armas y ejércitos para ocupar países, nosotros enviaremos un ejército de médicos para salvar vidas”. Formaba parte de su «Batalla de las ideas». Más tarde, en 2007, Chávez trajo el proyecto de la ELAM de Cuba a Venezuela.
En la actualidad, los médicos de la ELAM se pueden encontrar en barrios y favelas, y en las zonas rurales más apartadas de todo el mundo.
Hugo Chávez, el fundador de la ELAM de Venezuela, creía que la atención sanitaria era un derecho universal, y la solidaridad internacional estaba en el centro de su política. Por eso es que la ELAM de Cuba encajaba tan bien en la revolución bolivariana.
La ELAM quizá sea el proyecto que mejor expresa el compromiso de Cuba y Venezuela por fomentar la justicia social y la igualdad en todo el mundo... ¡incluso en tiempos muy difíciles!
Venezuela se ha enfrentado a graves dificultades en los últimos años debido a las sanciones de EE. UU. Si bien la ELAM nunca llegó a cerrar sus puertas, ciertamente ha habido problemas.
Vanessa: las cosas no han sido fáciles: el bloqueo, la pandemia, los ataques políticos a la revolución. Sin embargo, Venezuela no nos cerró las puertas y se convirtió en un hogar lejos de nuestros hogares.
Cuando las cosas se pusieron muy complicadas, Nicolás Maduro podría haber dicho: vamos a centrarnos solo en nuestro pueblo. En su lugar, decidió seguir el ejemplo de Chávez y mantener vivo el proyecto de la ELAM. Esta es una historia maravillosa. A cambio, los estudiantes nos involucramos cada vez más en la revolución y en convertirnos en ese ejército de médicos con el que Fidel y Chávez soñaban.
Una cosa que debería añadir es que, incluso cuando las cosas estaban muy complicadas en Venezuela, la escuela nos proporcionó comida y alojamiento. También cubrió los gastos relacionados con los estudios. Por ello, estoy agradecida: la mayoría de nosotros nunca podría haber estudiado medicina en nuestros países, o si hubiéramos tenido la opción, nos habría costado un ojo de la cara.
¿Cómo se concibe la práctica de la medicina en la ELAM?
John Chikuike Ogbu: el concepto de la medicina en la ELAM es drásticamente diferente del tradicional. Nuestro plan de estudios se centra en una «medicina integral comunitaria», que implica una perspectiva humanista, la cual integra la ciencia y un compromiso por la sociedad.
El amor y la humildad son las claves para convertirse en médicos comunitarios. Aprendemos todo esto mientras estudiamos anatomía, bioquímica y ética médica.
Los médicos de la ELAM salen por el mundo y están entregados al bienestar de las comunidades; no se quedan sentados en un elegante consultorio esperando a que los enfermos vengan para que los «cure» un médico todopoderoso. Además, el tipo de medicina que fomenta la ELAM es, ante todo, preventiva.
El capitalismo lo monetiza todo, incluso la atención sanitaria. La ELAM, por otra parte, la desmonetiza. Vanessa, ¿podrías hablar sobre esto?
Vanessa: es verdad, el capitalismo lo monetiza todo, ¡incluso la salud! Se forma a los médicos tradicionales para «arreglar» a la gente, cobrarles un dineral y enviarles de nuevo al engranaje capitalista. No están formados para entender el dolor sicológico de los pacientes o sus problemas socioeconómicos.
En cambio, una médica de la ELAM comprenderá la población en la que ejerce porque vive allí; porque camina por sus calles de camino al consultorio; porque habla con los lugareños y visita a los que están enfermos en sus casas si es necesario.
Un médico de la ELAM no está formado para hacerse rico, sino para servir a las personas. En mi caso, cuando me gradúe, puedes estar seguro de que no me involucraré en monetizar la salud. En su lugar, trabajaré duro por el bien de una población próspera y saludable.
Debería añadir que el tipo de medicina que fomenta la ELAM es «integral», ya que trasciende el concepto de que los pacientes no son la mera suma de sus órganos. Vemos a los pacientes como un todo, y a la hora de establecer un diagnóstico, también consideramos su contexto cultural, factores socioeconómicos y contexto familiar.
Este enfoque integral nos permite investigar las causas principales de un dolor de cabeza recurrente o de un dolor abdominal intenso, y así ofrecer soluciones que no solo consistan en tomar medicamentos. Por supuesto, esto no significa que el conocimiento científico no sea importante para nosotros, pero es solo una parte de la solución.
¿Qué papel desempeña el internacionalismo en la ELAM?
John: la ELAM es una iniciativa internacionalista de verdad. Ahora mismo, acoge a estudiantes de más de 20 países, principalmente del hemisferio sur. La institución tiene una sólida perspectiva sur-sur y su corazón late por los oprimidos.
Chávez soñaba con que la ELAM se convirtiera en una comunidad internacional, y eso es precisamente lo que se ha conseguido. Nuestros compañeros de clase y camaradas proceden de Latinoamérica, el Caribe y África. También, hay un gran número de hermanos y hermanas palestinos estudiando aquí.
John, antes de venir a Venezuela, ¿estabas familiarizado con el proceso bolivariano?
John: no estaba familiarizado ni con Chávez ni con el proceso bolivariano antes de venir a Venezuela. Soñaba con convertirme en médico y entré en la ELAM a través de un acuerdo institucional. Es decir, no fue hasta que vine que empecé a aprender sobre el proceso bolivariano y me acabé enamorando del pueblo venezolano. ¡Me siento inmensamente agradecido de estar cumpliendo mi sueño de estudiar medicina en la ELAM!
Vanessa, eres militante del MST [Movimiento de los Trabajadores Rurales sin Tierra], una organización que se ha relacionado desde hace mucho tiempo con el proceso bolivariano. ¿Qué importancia tiene el legado de Chávez para ti?
Vanessa: en el MST, queremos muchísimo a Chávez porque redefinió el curso de la historia latinoamericana, porque era un internacionalista de verdad y porque le importaban los trabajadores del mundo. También tenía una conexión especial con los campesinos.
Sin embargo, mi entrega a Chávez y también a Fidel, se hizo más fuerte en la ELAM. En nuestra escuela, ¡Chávez está vivo!
Hay una historia sobre Chávez que me pareció muy conmovedora. Cuando le estaban tratando el cáncer en Cuba, siempre preguntaba sobre su país: “¿Cómo está mi pueblo?” Lo preguntaba por la mañana, lo preguntaba cuando se despertaba después de una operación y preguntaba lo mismo a cualquier persona que lo visitaba. ¡Siempre estaba pensando en el pueblo!
Como médicos de la ELAM, esto debe ser un ejemplo a seguir: la gente, el pueblo es siempre nuestra máxima prioridad.
Pero para hacerlo bien, tenemos que estudiar mucho. Por eso me despierto a las 5 de la mañana todos los días y me acuesto tarde. Tengo que aprovechar al máximo esta oportunidad excepcional. Luego, cuando me gradúe, volveré a mi país y ofreceré a la sociedad lo que la revolución bolivariana me dio a mí.
John, como nigeriano, estás muy lejos de tu país y has tenido que aprender un nuevo idioma. ¿Podrías compartir esa parte de tu historia con nosotros?
John: efectivamente, no todo ha sido fácil. Primero, cuando llegué, tuve que pasar un largo periodo de cuarentena, casi en aislamiento. Luego estaba el problema del idioma. No hablaba español cuando llegué, y todavía me cuesta.
Recuerdo que, cuando estaba haciendo el curso introductorio, tenía que estudiar bioquímica, que ya es difícil de por sí. Intentar aprender el contenido de la asignatura mientras aprendía el idioma era estresante, pero estaba decidido a conseguirlo. Recurría a YouTube, pedía libros prestados y, si hacía falta, mis compañeros de clase acudían al rescate. Mis conocimientos lingüísticos mejoraron poco a poco, y aunque el régimen académico sigue siendo intenso, no suelo tener problemas con el idioma.
También ha habido otros inconvenientes: todos estamos lejos de casa y tenemos los días muy ocupados, así es que a veces no puedo llamar a mi familia y es duro. Por suerte, mis compañeros y profesores se están convirtiendo en una segunda familia para mí; si bien echo de menos a mi familia, ya no me siento tan solo.
Vanessa, ¿puedes contarnos sobre la labor académica en la ELAM y su plan de estudios?
Vanessa: aquí en la ELAM, tenemos un horario de estudio y práctica muy exigente. Como estudiante de quinto año, tengo muchas horas de rotaciones clínicas además de unas 24 horas a la semana de clases formales.
Nuestros profesores, que proceden de Cuba y Venezuela, son muy competentes y también están entregados a la revolución. Sin embargo, no nos imponen la política: nuestros corazones están con el proceso bolivariano no porque sea un requisito, sino porque recibimos mucho amor de Venezuela.
Por último, me gustaría destacar que nuestros profesores nos enseñan a ser científicos humanistas, profesionales médicos comprometidos y mejores personas en general.
Ambos están involucrados activamente en la práctica médica. Vamos a profundizar en ese aspecto de su formación.
John: yo hago mis prácticas en el Centro de Diagnóstico Integral Amelia Blanco (CDI), donde aprendemos sobre medicina preventiva y curativa. También hacemos visitas a domicilio para hacer un mapa de la población y entender el perfil socioeconómico del barrio. Esto es fundamental para convertirse en un médico «integral».
Aprender a trabajar y a atender a las personas desde un principio es muy importante en la ELAM. Si no tenemos una buena relación con las personas, no podremos ayudar a que se curen.
Vanessa: ahora mismo estoy de rotación en el Hospital Victorino Santaella en los Altos Mirandinos, y la experiencia ha sido excepcional. He aprendido mucho de los residentes, médicos y especialistas, y también de la directora del hospital, quien está realmente comprometida. Se le suele ver en los pasillos del hospital solucionando problemas, asegurándose de que hay material sanitario y demás. Así debería ser todo administrador médico: una persona práctica e involucrada.
En mis rotaciones médicas, aprendo a tratar y atender tanto a una anciana como a un bebé y a realizar ciertas intervenciones quirúrgicas. Al mismo tiempo estaba mejorando las destrezas necesarias para acompañar a las personas en momentos muy difíciles.
Volviendo a la repercusión que tiene el bloqueo en Venezuela, ¿han observado sus efectos en el sistema médico?
Vanessa: sí, el bloqueo ha tenido una repercusión clara sobre los hospitales y las instalaciones médicas. A pesar de estos problemas, hay personal sanitario y médicos que están entregados a sus trabajos y que se han puesto a la altura de las circunstancias, obrando milagros para salvar vidas.
El gobierno también trabaja para garantizar que los hospitales estén bien abastecidos. Yo misma he presenciado cómo algunas de las alianzas sur-sur están produciendo resultados. Las instalaciones médicas están ahora mejor abastecidas. Si bien algunos paquetes e instrucciones pueden estar en chino o en árabe, lo cual plantea sus dificultades, ahora sabemos cómo identificar los suministros. Aprovechamos al máximo lo que tenemos.
En resumen, el bloqueo de EE. UU. es vergonzoso y su repercusión en la salud de los venezolanos es muy real, pero podemos atender a nuestros pacientes.