Una vez más las fuerzas militares israelíes se reúnen en el Norte, preparándose para invadir Líbano. El miércoles, Herzi Halevi, jefe del ejército israelí, expuso el plan a sus tropas en términos claros. « Sus botas militares», dijo, «entrarán en territorio enemigo».
Y el sábado, aviones de guerra israelíes asesinaron a Sayyed Hassan Nasrallah, líder del movimiento de resistencia libanés Hezbolá, en un despiadado asalto que arrasó todo un bloque de edificios residenciales de Beirut con bombas «bunker-buster» de los Estados Unidos, matando a centenares de personas en el proceso.
La intensificación del asalto israelí contra Líbano —más de 8.000 ataques desde el 7 de octubre que han matado a más de 1.000 personas— traerá aún más dislocación, destrucción y muerte. Más lágrimas, trauma y terror para el pueblo libanés.
Si el ejército israelí hace lo que se dispone a hacer —lanzar una invasión terrestre a gran escala de Líbano para acompañar su actual campaña de bombardeos—, será la cuarta invasión de este tipo en menos de 50 años.
La historia se repite, pero no hay nada de farsa en el renovado asalto de Israel al sur de Líbano. Es la historia como tragedia sin fin. Y continuará hasta que se ponga freno a estas fuerzas belicosas, se desmantele la maquinaria de guerra y se rompan por completo los lazos de complicidad con el proyecto colonial de los asentamientos.
A 9.000 kilómetros de distancia, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, pronunció un discurso ante la Asamblea General de la ONU. La sala estaba semivacía, pero las ovaciones de sus animadorxs resonaron por toda la sala cuando presentó a Israel como encerrado en una lucha maniqueísta de siete frentes con Irán, advirtiendo que no hay «ningún lugar» en Irán que Israel no pueda atacar. Fue al margen de la reunión de la ONU cuando Netanyahu ordenó el asesinato de Nasralá.
De vuelta en Líbano, uno de los frentes de Netanyahu, la tragedia resultante es demasiado familiar. Instrucciones israelíes de abandonar el país o morir, como las que reciben lxs palestinxs desde 1948. Desplazamientos repetidos: un tercio de la población libanesa son refugiadxs, principalmente de Siria y Palestina. La deshumanización de lxs libanesxs en la televisión israelí, en palabras de ministrxs del gobierno que llaman a la «aniquilación». La creación de la ficción del «ministerio de salud dirigido por Hezbolá». La negación de la soberanía y de la plena humanidad.
«Hicimos en Beirut exactamente lo que [lxs israelíes] están haciendo en Gaza», recordó un ex soldado israelí a principios de este año. «Cortamos el agua, la electricidad, todo. Pero no había redes sociales, así que la gente no se enteraba de tanto». Se refería a la invasión del Líbano por Israel el 6 de junio de 1982.
Israel ha cometido y encargado grandes crímenes, como la masacre de Sabra y Shatila ocurrida hace 42 años este mes, porque puede. Estos ataques se llevan a cabo con el pleno consentimiento de quienes respaldan a Israel en Washington. En una declaración urgente publicada poco después del asesinato de Nasralá, Joe Biden defendió el ataque como «una medida de justicia», reafirmando que los Estados Unidos están dispuestos a respaldar a su cabeza de puente imperial a medida que su desenfreno se arrastra cada vez más lejos de las fronteras de Palestina.
En Sabra y Shatila, el ejército israelí iluminó y acorraló los campos para que su apoderado subordinado, la milicia libanesa de los falangistas, pudiera masacrar a indefensxs refugiadxs palestinxs. Hoy, los Estados Unidos arman y apoyan a su apoderado subordinado, las Fuerzas de Ocupación israelíes, para que lleven a cabo su barbarie a distancia.
La espeluznante violencia del régimen israelí recuerda los últimos estertores de la Sudáfrica del apartheid, que intensificó su guerra contra Angola, Mozambique y Namibia a medida que se desmoronaba, un periodo en el que también surgieron poderosos movimientos de solidaridad internacional con los estados del sur de África.
La resistencia a este sistema no sólo es necesaria, sino inevitable. Esta semana se cumple el 24 aniversario del inicio de la Segunda Intifada, en la que lxs palestinxs se sublevaron en el contexto del abyecto fracaso del orden de Oslo para garantizar la soberanía y la dignidad, aunque fuera parcial, de lxs palestinxs. Hoy, vemos muchas chispas de un levantamiento más amplio contra la maquinaria de guerra que facilita y enaltece los asesinatos en masa cometidos por el régimen israelí.
Con Nasralá, Israel puede haber matado a una líder, pero no ha matado a la resistencia. El asesinato de un líder no puede matar las ideas que animan su movimiento; la masacre gratuita de civiles no puede detener el proceso de liberación.
Nuestra tarea consiste en ayudar a que esas chispas de resistencia —en la línea del frente, en el núcleo imperial y en cualquier lugar intermedio– caigan sobre la pólvora. Avivar esas delicadas llamas para que crezcan con más fuerza antes de convertirse finalmente en un gran incendio que consuma la violencia imperial que deja cicatrices en nuestro mundo.
Las inundaciones en el campamento de refugiadxs de Dajla, en el desierto del Sahara, en Argelia, provocadas por las intensas lluvias estacionales, han desplazado a 520 familias. Una cuarta parte de ellas han perdido sus casas y necesitarán una reconstrucción completa. La Media Luna Roja del Sáhara Occidental ha hecho un llamado solicitando ayuda urgente. Si perteneces a una organización que podría apoyar los esfuerzos de reconstrucción, escribe a Sidahmed Mohamed Fadel Bujers.
Esta semana hemos publicado el Programa de Acción sobre la Construcción de un Nuevo Orden Económico Internacional: un manual para que un Sur insurgente conquiste su desarrollo soberano y sostenible en el siglo XXI.
El Programa de Acción original, adoptado por la Asamblea General de la ONU hace cinco décadas, proporcionaba una serie de recetas para equilibrar más la economía mundial y ayudar a los países más pobres del Sur — «gravemente afectados por crisis económicas y calamidades naturales»– a desarrollarse junto a sus vecinos ricos del Norte.
Nuestra motivación hoy es aún más urgente. «Las viejas crisis de la deuda, la dependencia y el subdesarrollo», afirma el prefacio del Programa, «se han combinado con una crisis acelerada del clima para amenazar no sólo las perspectivas de desarrollo del Sur, sino también, en el caso de muchos pequeños estados insulares, su propia existencia».
Durante los dos últimos años, la Internacional Progresista ha reunido a académicxs, diplomáticxs y legisladorxs para elaborar un plan que aborde esta policrisis. Juntxs, más de 300 delegadxs de más de 60 países de todo el mundo –conocidos colectivamente como el «Grupo de La Habana», por el Congreso del NOEI anual convocado en la capital cubana– han contribuido al desarrollo de los objetivos y medidas que componen el Programa de Acción que ahora publicamos.
Lee, descarga y comparte el Programa de Acción aquí.
Esta semana, el representante de los Estados Unidos y presidente del Comité de Medios y Arbitrios, Jason Smith, escribió al Servicio de Impuestos Internos para revocar el estatuto de exención fiscal de 15 grupos de ONG, entre ellos la Fundación Educativa Justicia en Palestina, Musulmanes Estadounidenses por Palestina, Estudiantes por la Justicia en Palestina, la Alianza por la Justicia, Islamic Relief USA, Voz Judía por la Paz, The People's Forum, la Fundación Tides, el Proyecto de Justicia Adalah, el Centro Árabe de Recursos y Organización, United Hands Relief Inc, WESPAC, Within Our Lifetime, la Red de la Comunidad Palestina de Estados Unidos y el Movimiento Juvenil Palestino, miembro de la Internacional Progresista.
Tailandia se ha convertido en el primer país de Oriente Medio que reconoce el matrimonio entre personas del mismo sexo. Este paso adelante se produce tras años de decidida campaña y prolongadas batallas judiciales por la igualdad matrimonial por parte de la comunidad LGBT de la nación.
Para celebrar este hito y reunirse con las fuerzas progresistas del país, la Internacional Progresista ha enviado una delegación formada por la Co-coordinadora General Varsha Gandikota-Nellutla y el miembro del Consejo Walden Bello. La Internacional Progresista escuchará el testimonio de activistas y legisladorxs que luchan contra las fuerzas de la reacción por un planeta habitable, la justicia y la igualdad.
Un nuevo informe de la Confederación Sindical Internacional (CSI) califica a Amazon de «amenaza existencial para la democracia receptiva». El informe afirma que el gigante empresarial se ha hecho «célebre» por sus prácticas antisindicales, sus bajos salarios, su evasión fiscal, sus daños al clima y sus presiones a los gobiernos. Es hora de hacer que Amazon pague #MakeAmazonPay.
En el primer Boletín de nuestro consorcio de investigación, hablamos de la coordinación mundial de las fuerzas de extrema derecha a través del Foro de Madrid, de plataformas políticas como el Proyecto 2025 y del comercio de armas de India con Israel. Lee el Boletín (en inglés) aquí.
Arte de la Semana: Walid Raad (1967, Chbanieh, Líbano) trabaja en cine, fotografía, instalación y representaciones públicas que, en parte, narran su relación con la historia contemporánea de Líbano, con especial énfasis en la guerra.
Raad crea a menudo obras atribuidas a otros; en este caso, la obra presentada procede de 10 fotografías de páginas de un diario supuestamente de su padre: Ghanem Mansour Raad. Las fotografías fueron donadas al Grupo Atlas, un proyecto que documenta las guerras libanesas de 1975 a 1990.
En la declaración que acompañaba a la donación, Raad señaló: «A lo largo de los años de guerra, mi padre llevó un diario en el que detallaba la caída libre de la libra libanesa, el precio de los materiales de construcción y los tipos de bombas que caían alrededor de su casa».