Vivimos tiempos profundamente inciertos. 2023 fue el año más caluroso jamás registrado, y se prevé que 2024 sea aún más caluroso. La ciencia no puede predecir con certeza cómo afectará el aumento de las temperaturas a los complejos, dinámicos y delicados sistemas de la Tierra.
Uno de esos sistemas es la absorción de carbono por los bosques, el suelo, las plantas y los océanos. Conocidos colectivamente como sumideros naturales de carbono, absorben aproximadamente la mitad de las emisiones de CO2 de la humanidad. Sin ellos, el calentamiento global se aceleraría.
Esta semana, un equipo internacional de investigadorxs publicó conclusiones preliminares que muestran que los bosques, suelos y océanos que han absorbido silenciosamente el exceso de carbono de la humanidad se están descomponiendo. La tierra —bosques, plantas y suelo— casi no absorbió CO2 el año pasado, y la capacidad del océano para amortiguar nuestras emisiones se está debilitando a medida que aumenta la temperatura del mar.
En resumen, es peor de lo que pensábamos. El clima estable del Holoceno —una era que permitió el florecimiento de la civilización humana durante más de 12.000 años— ha llegado a su fin. Estamos entrando en una nueva era geológica definida por la perturbación y la inestabilidad.
Puede que no sepamos hacia dónde se dirige esta nueva era geológica, pero conocemos al culpable que nos ha traído hasta aquí: La época actual de la historia humana, definida por el modo colonial de acumulación, que podemos llamar la Era del Genocidio.
Desde 1492, el mundo ha sido moldeado por un proyecto de dominación de la clase dirigente europea —entonces euroatlántica. Su objetivo era explotar y extraer recursos de todos los rincones del planeta, sin importar las vidas humanas. Este proyecto labró un camino brutal a través de continentes enteros, trazando una "línea de color global" que dividió a la humanidad entre quienes acumularían riqueza y poder, y quienes sufrirían bajo el peso de la violencia y la explotación. El genocidio y la esclavitud se convirtieron en las herramientas de un modo de acumulación colonial cada vez más impulsado por los combustibles fósiles, que persiste hasta nuestros días.
En el Norte Global, muchos ven la era colonial como historia. Pero esta ilusión se desmorona cuando examinamos el genocidio de Gaza, el apartheid de las vacunas durante la pandemia del Covid-19 o el hecho de que el 90 por ciento de las muertes relacionadas con el clima se produzcan en el Sur. El colapso de los sumideros de carbono en 2023 no es más que el último capítulo de una larga historia de destrucción. Lxs habitantes del Sur Global, lxs menos responsables de la crisis climática, se enfrentan a sus consecuencias más devastadoras: condiciones meteorológicas extremas, desplazamientos, inseguridad alimentaria y pérdida de tierras.
La razón por la que se sigue haciendo sufrir al Sur es porque sigue enriqueciendo a lxs súper ricos del Norte. Como demuestra Jason Hickel et al en un reciente informe, más del 10 por ciento de la producción económica mundial se drena, sin pagar, del Sur al Norte cada año. Esto ha supuesto 242 billones de dólares en los 25 años transcurridos entre 1990 y 2015. El imperialismo es nuestro presente y su lógica racista está integrada en el tejido mismo de la política mundial, la economía y nuestro cambiante medio ambiente.
Pero no todo es inútil. La Historia acabó con el Holoceno. La agencia humana ha alterado la geología y está transformando nuestro clima. Esa misma agencia —las enormes y casi alucinantes capacidades productivas que poseen colectivamente 8.000 millones de seres humanos— podría cambiar radicalmente las cosas a mejor.
Para ello —y, por tanto, para garantizar la supervivencia de nuestra especie y de otras innumerables especies de nuestro planeta— hay que desmantelar el proyecto colonial de saqueo de recursos y subyugación humana. Si no lo hacemos, nuestro clima colapsará de un modo que apenas podemos comprender, porque quienes se benefician del modo colonial de acumulación necesariamente atribuyen un valor tan bajo a la vida humana.
La acción del Sur Global —y de sus aliadxs en la rebelión del Norte— para desmantelar nuestra era histórica y construir una nueva representa la forma más significativa de acción climática. Las llamadas políticas verdes que preservan la estructura fundamental de la acumulación colonial —como el blanqueo ecológico del Amazonas, los créditos de carbono, la captura y almacenamiento de carbono, los falsos planes de descarbonización de las grandes petroleras, las reuniones anuales de la COP, el nuevo saqueo imperial de los recursos para la «economía verde»— sólo sirven para distraer o intensificar nuestro colapso ambiental.
Los medios de comunicación y la clase política del Norte Global demonizarán toda acción real que tenga alguna posibilidad de movilizar la acción colectiva humana para garantizar un planeta estable y una vida digna para todxs. Pero está ocurriendo, y generalmente adopta la forma de una rebelión contra el orden imperante: sus normas, su violencia, sus hipocresías.
En Palestina, lxs palestinxs luchan contra la ocupación y la explotación israelí de los yacimientos de gas de la costa de Gaza. En el Amazonas, las comunidades indígenas luchan contra los madereros ilegales, que actúan como punta de lanza de la industria cárnica mundial. De Senegal a Mali, los nuevos gobiernos están renegociando contratos clave de minería, petróleo y gas con las multinacionales. En Vanuatu, la agitación estudiantil hizo que el más alto tribunal del mundo, la Corte Internacional de Justicia, se ocupara del caso de las responsabilidades jurídicas de los Estados debido al cambio climático. En Colombia, el gobierno de Gustavo Petro ha convertido la empresa petrolera estatal, Ecopetrol, en una empresa energética, mientras la USO, el sindicato de trabajadorxs del petróleo, desarrolla un plan para una transición ecológica significativa. En India, lxs agricultorxs derrotaron al gobierno y a la agroindustria mundial con las mayores huelgas de la historia de la humanidad, sostenidas durante más de dos años. Y en China, se aprovecharon las capacidades de inversión y planificación estatales para alcanzar objetivos climáticos clave seis años antes de lo previsto.
Esto es sólo una pequeña instantánea de la resistencia y las rebeliones que pretenden abolir el actual estado de cosas que destruye la vida y destroza nuestro planeta. Pueden fortalecerse y unirse para construir un Nuevo Orden Económico Internacional para el siglo XXI que tenga posibilidades no sólo de establecer la justicia social, sino también de estabilizar la geología de nuestro planeta y preservar las condiciones para toda la vida en la Tierra.
En todo el mundo, los pueblos oprimidos están en rebelión. Nuestra tarea es profundizar y unir esas rebeliones para cerrar la Era del Genocidio y construir un futuro en el que podamos vivir de verdad.
Esta semana hace un año, lxs médicxs estaban entre los cadáveres de las víctimas de la explosión del hospital Al-Ahli, advirtiendo de que, si continuaba la impunidad israelí, se producirían más ataques contra los hospitales de Gaza. En el año transcurrido desde entonces, todos los hospitales de Gaza han sido atacados y sus sistemas de salud destruidos.
Entre lxs médicxs presentes aquel día estaba Ghassan Abu-Sittah, testigo directo de la explosión, cuyo testimonio se pasó por alto. Forensic Architecture lo ha grabado aquí.
Esta semana, la ministra española de Trabajo, Yolanda Díaz, anunció la celebración del primer «Congreso de la Internacional Sindical» los días 13 y 14 de noviembre en Madrid, que reunirá a ministrxs, legisladorxs, sindicatos, trabajadorxs, expertxs e intelectuales para forjar un nuevo consenso sobre los derechos laborales en el siglo XXI. La Internacional Progresista estará presente e informará de los acontecimientos en las próximas semanas.
Guam, una isla de sólo 50 kilómetros de largo, se enfrenta a la mayor concentración de fuerzas militares estadounidenses de la historia del Pacífico. Allí, los Estados Unidos cometen abusos sistemáticos contra los derechos humanos del pueblo indígena chamorro. Esta semana, en el Día de los Pueblos Indígenas, Julian Aguon, miembro del Consejo de la IP, y sus colegas presentaron un nuevo informe al Relator Especial de la ONU sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas en el que se documentan los abusos.
Arte de la Semana: Star Gossage (nacida en 1973) es una artista de Aotearoa, Nueva Zelanda, de ascendencia Ngati Manuhiri/Wai, Ngati Ruanui, francesa, inglesa y portuguesa, que explora temas de emoción y memoria, viajes de pérdida y resistencia. Aunque hace referencia a movimientos europeos como el expresionismo, el impresionismo y el surrealismo, su obra incorpora conceptos maoríes como whānau (familia) y whakapapa (traducido vagamente como genealogía, pero que abarca una perspectiva más amplia de lo que esto es).
Las nostálgicas abstracciones de Gossage, que fusionan el retrato con el paisaje, hablan de la interconexión de la humanidad con el medio ambiente. De su obra, Gossage ha dicho que las figuras no son «nadie en particular; representan algo más universal...».