Inquilinos en Toronto se manifestaron en contra del acelerado aumento de las rentas y la falta de mantenimiento de las propiedades. Organizaron comités. Se enfrentaron a las corporaciones inmobiliarias. Y ganaron. Su lucha demuestra las formas creativas en que las comunidades se pueden movilizar contra el poder del capital.
"Continuaremos con esto durante el tiempo que sea necesario hasta que la empresa cumpla con nuestras demandas", dijo Beverly Henry a la CBC, la emisora pública. El 1 de junio de 2023, Beverly y más de quinientos inquilinos de un edificio en el suburbio de York South-Weston en Toronto, Canadá iniciaron una huelga total de alquileres en protesta por los aumentos excesivos de las rentas impuestos por el propietario del edificio, Dream Unlimited. Un mes después, otro centenar de inquilinos de un edificio cercano se unieron a la huelga contra la misma empresa. El 1 de octubre, dos edificios más, con alrededor de doscientos inquilinos, habían iniciado su propia huelga contra otra empresa, Barney River. Después de casi dieciséis meses de esfuerzos continuos, la huelga finalmente llegó a una conclusión exitosa. A la medianoche de un sábado, el dueño de la propiedad envió un comunicado con las condiciones para iniciar negociaciones y buscar una solución. En un giro inesperado y sin precedentes, cientos de inquilinos entablaron negociaciones cara a cara con una corporación multinacional. Recalcaron que su fuerza radicaba en su unión y gran número. A poco más de un año de que los vecinos iniciaran la huelga, se han conseguido logros importantes, como rentas más bajas, indemnizaciones por años de falta de reparaciones y el reconocimiento oficial del sindicato de inquilinos como una voz colectiva legítima. Y lo más importante: nadie perdió su hogar.
Uno podría preguntarse, ¿es este un vecindario con una marcada historia de luchas de inquilinos? En absoluto. La mayoría de las personas que se unieron a la huelga de alquileres no tenían experiencia previa con movimientos sociales o activismo político. York South-Weston es un suburbio de Toronto donde los principales movimientos políticos de la ciudad no suelen tomar fuerza. Los suburbios fueron desarrollados para despolitizar y aislar a las personas. Pero la organización de inquilinos, compuesta en su mayoría por enfermeras, cuidadores de personas mayores, personal de hoteles y trabajadores industriales, se está alejando de las estrategias basadas en el mercado y está creando un movimiento centrado en la clase inquilina.
El Sindicato de Inquilinos de York South-Weston (YSW Tenant Union) se formó hace cinco años con objetivos mucho más modestos que encabezar huelgas de alquileres. Queríamos juntar las voces de los inquilinos del vecindario y generar fuerza política contra el desplazamiento de la clase trabajadora y la toma de control de todos los espacios habitables por parte de grandes corporaciones. Pero nos dimos cuenta inmediatamente de que la lucha contra estas corporaciones sería más compleja de lo imaginado. Estas corporaciones son parte de lo que llamamos el Complejo Industrial de Propietarios. Ellos controlan los desarrollos inmobiliarios e influyen en las políticas de vivienda, o la ausencia de ellas, son los principales donantes de campañas y adoptan abiertamente una postura antisindical contra cualquier organización colectiva de inquilinos. Ante este monstruo de mil cabezas, reforzamos nuestra organización de base. Esto lo hacemos mediante una base territorial: nuestros edificios. La mayoría de los inquilinos del vecindario viven en edificios de gran altura, usualmente de quince a treinta pisos, que son todos administrados por una sola empresa. El sindicato se organiza a partir asociaciones o comités en cada edificio, que se encargan de mantener activa la organización y coordinar las luchas conjuntas con otros edificios.
Actualmente, tenemos alrededor de quince edificios organizados, con unos 2,000 inquilinos activos en el vecindario. La organización en comités locales es esencial, ya que no contamos con personal remunerado que pueda dedicarse íntegramente a las actividades del sindicato. Esto significa que nuestra base depende en gran medida de la participación directa dentro de cada edificio. A lo largo de los años, estas luchas han crecido tanto en magnitud como en relevancia política. Al principio, las principales demandas eran por la falta de mantenimiento de los apartamentos, pero ahora abarcan una gama más amplia de problemas.
Iniciar una huelga de alquileres no es fácil, ni puede suceder de la noche a la mañana. En nuestro sindicato, pasamos años estudiando las mejores estrategias para enfrentar a estas empresas, especialmente cuando ignoraban los acuerdos que habíamos conseguido o no cumplían con ellos. En el caso del edificio de 33 King St., que cuenta con más de 400 apartamentos, la mayoría de los inquilinos llegaron a su límite en el invierno de 2023 cuando el propietario, Dream Unlimited, se negó a respetar el acuerdo firmado seis meses antes y a devolver el dinero del aumento ilegal de las rentas. A pesar de que el acuerdo fue validado por la Junta de Propietarios e Inquilinos de la provincia, la empresa alegó que no estaba legalmente obligada a cumplirlo. Después de años de movilizarse frente a las oficinas de la empresa, la casa del director ejecutivo y otras propiedades de Dream en toda la ciudad, quedó claro que la única forma de obligar a la empresa a cumplir con el acuerdo y negociar las otras demandas del sindicato era iniciar una huelga de alquileres a gran escala con la mayor participación posible de los inquilinos del edificio.
Fue así como, entre marzo y junio de 2023, un grupo grande de inquilinos organizados del edificio se dio a la tarea de convencer a por lo menos 200 apartamentos para que se unieran a la huelga. Este número representaba más de la mitad de las unidades del edificio, por lo que el apoyo a la huelga sería innegable. Para alcanzar esa cifra fue necesario tocar puertas semanalmente, crear grupos de WhatsApp, ir a las paradas de autobuses temprano en la mañana y organizar eventos sociales, todo para tener conversaciones cara a cara con personas que pudieran estar interesadas en unirse a la huelga. Tras tres meses de preparación, se llegó al número de apartamentos deseado y, el 1 de junio de 2023, se declaró oficialmente la huelga en el edificio. A partir de ahí, creció y se extendió a otros edificios dentro del sindicato.
A menudo nos preguntan sobre la legalidad de las huelgas de alquileres y el miedo a los desahucios por parte de las autoridades. La realidad es que las huelgas sí constituyen un incumplimiento del contrato entre el inquilino y el propietario. Pero ese contrato ya se había hecho trizas por los abusos de los propietarios, y eso es a lo que están respondiendo los inquilinos. Ninguno de los cientos de inquilinos que participan en las huelgas ha sido desalojado, lo cual se debe, básicamente, a la gran cantidad de personas involucradas.
Desalojarlos significaría desplazar a cientos de inquilinos a la vez. Y estos inquilinos están organizados, preparados y dispuestos a luchar. Hasta ahora, ningún juez ha autorizado una orden de ese tipo. Más allá de la acción colectiva, también hay una estrategia jurídica que fortalece el movimiento. Esta estrategia se centra principalmente en exponer las repetidas violaciones de los derechos de los inquilinos por parte de los propietarios, lo que dificulta que emprendan acciones legales contra nosotros.
Decimos, entonces, que la huelga se mantiene gracias a la participación masiva y al activismo. No podemos ser ingenuos y esperar que los tribunales resuelvan el problema. La presión sobre las empresas inmobiliarias es constante y nos aseguramos de realizar acciones que afecten sus operaciones al menos una vez a la semana.
Las huelgas de alquileres en Toronto han demostrado que los vecinos organizados no tienen motivos para temer a las grandes corporaciones que controlan las viviendas ni para aceptar la narrativa dominante de que ser inquilino te hace menos, o que solo se puede ser feliz si se es propietario de una vivienda. Además de asegurar un mejor mantenimiento, indemnizaciones por las rentas y cambios en la forma en que se administran los edificios, los inquilinos han ganado dignidad y han construido una experiencia colectiva que les da esperanza. La cuestión es: ¿podrían llevarse a cabo estas huelgas en otros lugares? Creemos que sí se puede. Han tenido éxito a pesar de ser completamente ilegales y romper con las normas establecidas de protesta. Triunfaron, sobre todo, porque cientos de personas se unieron y crearon una lucha colectiva en un momento en que este tipo de movimientos parecen ser inusuales. Desde el inicio de la huelga, y especialmente después de su éxito, se han recibido innumerables mensajes y llamadas de inquilinos de toda la provincia y el país pidiendo apoyo para organizar sus propias huelgas.
Está claro que el movimiento de inquilinos tiene la posibilidad de convertirse en uno de los movimientos de base más importantes de nuestros tiempos. Ahora el reto es construir una base sólida que nos permita responder a estos llamados, fortalecer la organización y extender la lucha, en toda la ciudad, la provincia y el país. Sabemos que no será fácil, pero parece que vamos por buen camino.