Hemos llegado a un punto de inflexión en la historia de la humanidad. La emergencia climática exige que transitemos de inmediato desde una economía basada en combustibles fósiles a una que sea ambientalmente sostenible. Esto requerirá cambios políticos y económicos drásticos. La crisis climática no es la única que enfrentamos. La epidemia de Covid-19 ya ha generado más de 10 millones de casos y aún no llega a su etapa final. Es probable que la depresión económica derivada de la epidemia condene a millones de personas a la falta de vivienda, el hambre y el desempleo.
El coronavirus también ha revelado el racismo y sexismo estructural que subyacen a tantas sociedades. En la India, el encierro destruyó los sueños de independencia económica de toda una generación de mujeres que se trasladaron del campo a la ciudad para conseguir trabajo remunerado; ya fueron expulsadas a sus aldeas donde se enfrentarán al hambre y se verán obligadas a casarse. En los Estados Unidos y el Reino Unido, lxs "trabajadorxs esenciales" han resultado ser médicxs, enfermerxs, ayudantes, personal de limpieza y trabajadorxs de servicios de alimentación negrxs y morenxs, a menudo inmigrantes o mujeres, muchxs de ellxs en trabajos no sindicalizados, recibiendo un salario inferior al normal. Al no poder resguardarse por estar obligadxs a trabajar, el porcentaje desproporcionado de enfermedad y muerte que lxs afecta ha arrojado luz sobre el racismo arraigado en la arquitectura de las economías avanzadas.
La brutal vigilancia policial que impone este racismo estructural tiene un costo enorme en vidas humanas, como lo han demostrado las manifestaciones de Black Lives Matter en todos los continentes.
El cambio climático, el COVID, y el declive económico están ejerciendo una presión abrumadora sobre un sistema que ya había alcanzado su punto de quiebre. En el capitalismo tardío, la integración económica mundial basada en la ideología del libre mercado ha dado lugar a la riqueza obscena de unxs pocxs y a la pobreza e incertidumbre apremiante para la mayoría. Lxs políticxs de centro que han aplaudido las soluciones de mercado y el crecimiento económico desenfrenado, no estaban preparadxs para la cascada de crisis que ahora enfrentamos. Su solución principal para los problemas del capitalismo tardío ha sido la austeridad y la destrucción de la red de seguridad social, su respuesta al cambio climático es lenta e inadecuada y muchos no se han opuesto con firmeza al surgimiento de movimientos de derecha.
Las decisiones que modelan el mundo actual son tomadas más a menudo por las empresas transnacionales que por los gobiernos o las élites nacionales. No dispuestxs a renunciar al poder, algunxs miembros de estas viejas élites comenzaron a apoyar a lxs políticxs de derecha, cuyo atractivo se basa en una tóxica mezcla de racismo, fundamentalismo religioso, odio a las mujeres y a lxs homosexuales, y paranoia sobre la dilución cultural por parte de lxs migrantes. Con el apoyo de estas élites y organizaciones de la derecha religiosa, ha llegado al poder un nuevo eje de políticxs de ultraderecha que incluye a Bolsonaro, Erdogan, Johnson, Modi, Netanyahu, Orban, Putin y Trump.
La mayoría de estxs políticxs de ultraderecha no están muy interesados en gobernar, su principal objetivo es mantenerse en el poder y robar bienes públicos. Para hacerlo con impunidad desmantelan los sistemas destinados a garantizar la rendición de cuentas, reemplazan a lxs jefxs de los órganos administrativos estatales con su propia gente, y construyen regímenes de secuaces, parientes e ineficientes políticxs de partidos que funcionan paralelamente al Estado. Trump utilizó guardias de las prisiones federales para vigilar una manifestación frente a la Casa Blanca; lxs convirtió en una fuerza policial privada que podía usar para evitar a la policía de la ciudad. Modi quiere crear unrashtra(estado) hindú para reemplazar el estado secular con su poder judicial independiente, para robar mejor los bienes y entregarlos a secuaces que lo mantendrán en el poder. Estos regímenes paralelos dan lugar a Estados vaciados e ineptos, sin legitimidad política ni capacidad para enfrentar las grandes crisis.
A fin de establecer una base que los mantenga en el poder mientras construyen regímenes paralelos, estxs líderes de derecha apuntan contra las minorías, lxs migrantes, las mujeres y las personas LGBT; invocan la religión y socavan los derechos democráticos básicos como el voto, la libertad de reunión y la libertad de expresión. Mediante el estímulo constante del fanatismo y la persecución, y respaldados por invocaciones a la religión, atacan la idea misma de la universalidad de los derechos humanos. Dado que carecen de la legitimidad que proviene del liderazgo para resolver problemas sociales reales, deben gobernar por la fuerza, el miedo y el engaño, confiando en el ejército, la policía, en el apoyo de lxs fundamentalistas religiosxs y en medios de comunicación cautivos para construir un dique lo suficientemente fuerte como para contener la disidencia popular.
Pero el agua está en ascenso en el mundo entero, y el dique no puede aguantar En los últimos diez años, el dique ha desarrollado grietas en un lugar tras otro: las revueltas de la Primavera Árabe, las huelgas de los gilets jaunes (chalecos amarillos) franceses, el levantamiento de Hong Kong, las revoluciones en curso en Argelia y Sudán, las manifestaciones en todo el país para defender la constitución secular y proteger la ciudadanía de las mujeres musulmanas en la India, y así sucesivamente. La enorme ola de manifestaciones de Black Lives Matter en EE. UU. ha llegado incluso a pequeñas ciudades del país donde casi todxs lxs habitantes son blancxs. Y estas protestas antirracistas se han vuelto globales. Al menos por un momento, el dique realmente se ha roto.
¿Qué ocurre cuando se rompe un dique? ¿Se pueden unir las piezas a la fuerza o con pegamento? ¿Por cuánto tiempo? ¿El flujo vertiginoso inundará las ciudades y matará a miles de personas? ¿O puede ser organizado y canalizado para regar tierras secas? La respuesta depende de nosotrxs, los pueblos del mundo. Necesitamos organizarnos lo suficientemente bien como para mantener el agua fluyendo a un ritmo manejable hasta que finalmente, como prometió el Dr. Martin Luther King, Jr., la justicia fluya como un río y la equidad como un torrente poderoso.
Uno de los lugares donde se rompió el dique fue en Siria, donde un levantamiento civil contra la dictadura de Assad en 2011 derivó en una guerra civil. A medida que la guerra se intensificó, la región del noreste de Siria, de mayoría kurda, proclamó su autonomía. El nombre oficial de esta región es la Administración Autónoma del Norte y Este de Siria (AANES), pero por lo general se llama Rojava. Se trata de uno de los pocos lugaresdel mundo en el que nos podemos inspirar. En la batalla de Kobane de 2014, sus asediadxs y mal equipadxs combatientxs fueron lxs primerxs capaces de detener un ataque concertado de ISIS en el Oriente Medio.
¿Cómo logró Rojava derrotar a ISIS? Por una parte, incorporaron plenamente el liderazgo de las mujeres en todos los niveles, desde la comuna barrial hasta el alto mando militar, y así aprovecharon la fuerza de toda su sociedad. El pueblo de Rojava también tenía algo por lo cual luchar: su propia democracia de base y un sistema que llaman "confederalismo democrático" basado en la ecología, el pluralismo étnico, la democracia directa, el secularismo y la plena participación de las mujeres.
Aunque la autoadministración de Rojava desempeña muchas funciones que suelen atribuirse al Estado, se trata de un sistema claramente no estatal, basado en la democracia directa y las asambleas locales, con estructuras paralelas para todo lo que afecte a las mujeres, y muchos otros controles y equilibrios. Las décadas en que las élites políticas elegidas sirvieron principalmente a lxs ricxs, socavaron sus pretensiones de representarnos a todxs; como resultado, el estado-nación dejó de parecer natural e inevitable, y aumenta el número de personas que buscan formas alternativas de organización social. Uno de los lugares que observan es Rojava.
Proponemos un plan de tres puntos para trabajar en temas de la política exterior del movimiento progresista internacional: crear asambleas y organizaciones populares democráticas, mantener un enfoque de dentro y fuera en la política estatal y desarrollar una asociación estratégica con el movimiento feminista. Creemos que, con este enfoque integral, la izquierda puede llegar a ser lo suficientemente fuerte para derrotar a la derecha.
1) En un contexto en que la democracia está siendo atacada, debemos fortalecerla con la construcción de estructuras políticas alternativas basadas en la participación directa de la comunidad. Se puede iniciar con asambleas populares basadas en políticas transformadoras radicales, tales como las de Rojava y Chiapas. Idealmente, estas asambleas crecerán orgánicamente a partir de las luchas comunitarias y desarrollarán sus propios métodos de gobierno y autodefensa. Al trabajar en conjunto con los movimientos populares y las organizaciones de la sociedad civil, las asambleas populares pueden lograr que el Estado rinda cuentas tanto a nivel local como nacional, e insistir en que sus delegadxs sean elegidos de forma democrática y que respondan al pueblo. Con el tiempo, las asambleas vinculadas podrían convertirse en un contrapeso –o tal vez incluso en sucesoras– del estado-nación. Al igual que en Rojava, las asambleas deben ser espacios comunitarios diversos, plurales y seculares, con una separación entre religión y política para garantizar que las mujeres y las personas LGBT puedan participar en condiciones de igualdad, y que se protejan los derechos de lxs no creyentes y de las personas de religiones minoritarias. Las asambleas populares y las organizaciones de la sociedad civil pueden desarrollar sus propias relaciones exteriores entre pueblos. Éstas debieran incluir la ayuda a los movimientos democráticos para que se impongan frente a los regímenes autocráticos, y proporcionar suficiente apoyo práctico y político para que lugares como Rojava se conviertan en santuarios de derechos humanos para lxs disidentes de otras regiones.
Al trabajar en pro de una Política Exterior Popular, lxs progresistas deben hacer hincapié en la necesidad de la colaboración multilateral para enfrentar el cambio climático y las epidemias. Debemos actuar sobre la base de principios comunes de solidaridad, de derechos humanos para todxs e igualdad entre las naciones, independientemente de su tamaño, riqueza, fuerza militar o región. Podemos acordar que se necesita construir una economía mundial sustentable que no agote aún más los limitados recursos de la Tierra, y desarrollar programas para asegurar que las naciones y las corporaciones no sean igualmente responsables de la crisis climática, y que aquellxs que más se han beneficiado deben reparar el daño que han causado.
2) Debemos adoptar una estrategia de dentro y fuera con respecto al estado-nación y la política electoral. Esto significa aprovechar las oportunidades que nuestro pueblo pueda obtener del gobierno local y nacional y, al mismo tiempo, crear asambleas, organizaciones de la sociedad civil y movimientos que sean lo suficientemente fuertes para que lxs representantes electxs rindan cuentas, y lo suficientemente ágiles para avanzar hacia nuevos caminos. Dado que los estados nunca han sido gobernados para beneficiar a la mayoría de sus pueblos, hemos tenido que luchar con fuerza para lograr programas tales como la seguridad social en EE.UU. y el Servicio Nacional de Salud en el Reino Unido. Debemos aferrarnos a los logros alcanzados, resistir ante los programas de austeridad y privatización y luchar contra la cleptocracia. Podemos lograrlo de mejor forma si contamos con nuestrxs propixs representantes en el gobierno, mientras lxs demás presionamos desde afuera con tácticas como protestas, demandas y la construcción de nuestros propios gobiernos desde las sombras. Una de estas iniciativas es el programa de "audiencias populares" organizado por Aruna Roy en la India, que asegura el control local de los fondos públicos mediante la rendición de cuentas de lxs funcionarixs públicxs respecto a sus presupuestos, para que todxs puedan verificar si el dinero se gastó como estaba previsto.
Si trabajamos tanto dentro como fuera del estado, podremos desarrollar iniciativas ambiciosas de política exterior. Nuestros objetivos deben incluir una mayor cooperación internacional; una huella militar reducida por parte de todas las grandes potencias, en especial de Estados Unidos; el fin de las armas nucleares; una transición inmediata para dejar de usar los combustibles fósiles; un pacto internacional sobre el tratamiento de lxs migrantes; poner fin a la resolución de disputas mediante guerras e invasiones; una mayor cooperación sanitaria y médica; y programas para limpiar el planeta, reparar los daños ambientales, proteger la biodiversidad y fortalecer la cooperación sobre el cambio climático. El apoyo mutuo que brindamos a nuestras propias comunidades debería extenderse a las luchas en primera línea por la democracia en el Medio Oriente y en otras zonas. Debemos encontrar formas de respaldar estas luchas de liberación, negociar una paz justa y duradera en los conflictos civiles de larga data y aplicar el artículo 1325 de las Naciones Unidas y la Declaración de Nairobi, que no sólo dispone la participación de las mujeres en las negociaciones de paz, sino también la reparación de los daños causados.
3) El movimiento progresista internacional debe desarrollar una asociación estratégica a largo plazo con el movimiento feminista mundial, que se refleje en programas comunes, una ideología compartida y vínculos organizativos. Los movimientos feministas valoran en gran medida la colaboración, el escuchar, asumir la responsabilidad de los detalles, ayudar a lxs individuos a resolver sus problemas personales y formar a lxs miembros más jóvenes. El movimiento de libertad kurdo ha aprovechado estas cualidades integrando grupos feministas autónomos en sus redes y estructuras. Un breve examen de la historia muestra que no ocurre lo mismo con la mayoría de los grupos y movimientos progresistas. Incluso algunas organizaciones con un gran número de miembros mujeres y mujeres líderes fuertes suelen seguir siendo patriarcales, con características aún no estudiadas. Hoy en día los grupos progresistas pueden impartir formación antirracista o debatir cuestiones de sexo, género y sexualidad, aunque es probable que muchos de ellos continúen obviando las ideas y comportamientos sexistas que existen en su seno hasta que unx de sus líderes se vea sorprendido por una repentina acusación de violación.
Lxs progresistas pueden aprender cómo se han organizado las mujeres en el movimiento de libertad kurdo. Lo más importante es que las preocupaciones feministas no se desvían hacia una Comisión de Mujeres o un comité, ni son segregadas en un programa distinto o en una lista de demandas, sino que están integradas en todas las áreas de trabajo: autodefensa, ideología, programa y organización. Las mujeres pueden unirse a las unidades multigénero de las Unidades de Protección del Pueblo (YPG por sus siglas en kurdo) o pueden tomar parte en las Unidades de Protección de la Mujer (YPJ por sus siglas en kurdo) conformada exclusivamente por mujeres. El feminismo —utilizan bastante esta palabra— es parte fundamental de la formación ideológica del movimiento a todo nivel, incluyendo la formación básica en unidades militares. Se espera que los programas para el desarrollo económico, la agricultura, las cooperativas, etc., aborden las necesidades de las mujeres y atraigan a las mujeres rurales aisladas a la vida social y política. En términos organizativos, cada grupo debe tener dos copresidentxs, un hombre y una mujer, y una cuota de afiliación de mujeres de al menos un 40 por ciento. Todas las organizaciones, empezando por la comuna, que constituye la unidad comunitaria básica, tienen una organización de mujeres paralela donde las personas plantean cuestiones que conciernen a las mujeres. Estas organizaciones funcionan también como tribunales de apelación contra las decisiones que puedan ser perjudiciales para las mujeres. Al integrar el feminismo en todas estas áreas de trabajo, Rojava ha logrado un nivel extraordinario de liderazgo y participación de las mujeres.
Algunxs progresistas pueden objetar la idea de asociarse con organizaciones feministas, afirmando que el movimiento feminista está dominado por mujeres de clase media o que se apoya en ONGs comprometidos. Es cierto que el movimiento feminista, al igual que otros movimientos sociales, tiende a ser más audaz durante los períodos de auge social y a retroceder y anquilosarse durante los períodos de reacción. Sin embargo, debido a que el control del cuerpo de las mujeres es un tema tan esencial para lxs fundamentalistas religiosxs, lxs feministas intentan alertar desde hace décadas a lxs progresistas sobre el peligro de la derecha. Y actualmente el movimiento de mujeres vuelve a estar en alza, como lo demuestran las marchas masivas en América Latina contra la violencia y por el derecho al aborto, el liderazgo de las mujeres en los levantamientos de Oriente Medio y el enorme y diverso movimiento de resistencia de las mujeres estadounidenses, ejemplificado por el trabajo de Rising Majority ("la Mayoría Creciente") y las marchas de mujeres. Estos acontecimientos indican que es posible lograr una asociación estratégica entre feministas y el movimiento progresista internacional, si ambos están dispuestos a buscar formas de trabajar unidos en la práctica.
Juntxs debemos hacer todo lo posible para organizar y hacer fluir el agua a través de cada brecha del dique.
Este documento fue considerablemente enriquecido con los aportes de Debbie Bookchin, Ariane Brunet y Gita Sahgal.