Cuba ha enviado más de 2.000 médicxs y enfermerxs a 23 países desde que estalló la crisis.
Equipos de respuesta médica de emergencia de la isla han aterrizado en América Latina, África, Oriente Medio y, por primera vez, en Europa. En marzo, el primer grupo de 51 médicxs y enfermerxs cubanxs llegó a Lombardía, Italia, en aquel momento el epicentro de la pandemia, a una multitud animada.
Se unen a lxs 28.000 cubanxs profesionales de la salud que trabajaban en 59 países antes del Covid-19.
Ningún otro país ha enviado grandes números de médicxs al extranjero durante la pandemia. El mes pasado, el intelectual radical Noam Chomsky describió a la isla como el único país que ha mostrado un "internacionalismo genuino" durante la crisis, y la organización anti-guerra Code Pink, dirigida por mujeres, lidera ahora los llamados para que los equipos de respuesta médica de emergencia de la isla sean galardonados con el Premio Nobel de la Paz. Pero estas brigadas médicas han recibido poca atención de los medios de comunicación en los Estados Unidos. Cuando se comenta sobre ellos, la cobertura suele ser negativa.
De hecho, durante los últimos tres años, la administración Trump ha descrito a lxs médicxs que participan en estas misiones como "esclavxs" y ha acusado al gobierno cubano de "tráfico de personas". Al mismo tiempo, lxs funcionarixs de Trump han sugerido que decenas de miles de lxs que están "en misión" no son médicxs sino secuaces del régimen, desplegadxs para "sembrar la discordia política" y propagar el virus del comunismo. Visto así, lxs médicxs cubanxs son a la vez víctimas y opresorxs.
Las noticias en los principales medios de comunicación pintan una imagen similar. La colaboración médica de Cuba es presentada como maquiavélica, reducida a una artimaña de relaciones públicas para desviar la atención de las violaciones internas de los derechos humanos en Cuba, un medio de proyectar poder blando o una forma de inmiscuirse en los asuntos de otros países.
Y aunque se puede decir a veces que lxs médicxs mismxs mejoran los resultados de salud en los países pobres, se alega que el gobierno cubano explota a estxs médicxs "embolsandose" la mayor parte de sus ganancias.
Tales representaciones nunca incluyen la voz de lxs médicxs cubanxs que trabajan en estas misiones. En los últimos meses, he hablado con docenas de médicxs antes de su partida. Sus palabras contradicen esta imagen.
"¿Cómo puedo ser un esclavo si recibo una educación gratuita de mi país?" preguntó el Dr. Leonardo Fernández, quien ha servido en Nicaragua, Pakistán, Timor Oriental, Liberia y Mozambique. "¿Cómo puedo ser un esclavo si mi familia recibe mi salario completo mientras estoy en el extranjero? ¿Cómo puedo ser un esclavo cuando tengo derechos constitucionales?"
El Dr. Gracilliano Díaz, veterano de la campaña contra el Ébola en Sierra Leona en 2014, descartó con calma caribeña la idea de ser víctima de la trata. "Hacemos esto voluntariamente", dijo con tranquilidad. "No nos importa que otros países nos marquen como esclavxs. Lo que nos importa es que contribuyamos al mundo".
Junto a un monumento a lxs cubanxs profesionales de la salud que han muerto en el extranjero, le pregunté al enfermero Carlos Armanda por qué arriesgaba su vida para tratar a la gente en Italia. Mirándome a los ojos, me dijo: "Si vives aquí, sabes por qué".
Yo lo sabía.
Informando desde La Habana durante los últimos siete años, he llegado a conocer a muchxs médicxs. Es difícil evitarlxs: Cuba tiene, por mucho, la mayor proporción de médicxs por paciente del mundo. He tenido chequeos con médicxs de familia en clínicas locales y tomografías por neurocirujanxs. He charlado con lxs médicxs mientras esperaba en fila para comprar pollo, he cocinado para ellxs, he jugado dominó con ellxs y me he emborrachado con ellxs. El año pasado ayudé a hacer un documental sobre un amigo que, harto de vivir de su salario de $55 al mes, dejó la medicina para convertirse en taxista.
A medida que lxs médicxs han compartido sus historias conmigo, me he ido haciendo una idea de por qué van a las misiones. Alex Carreras pasó años trabajando en una clínica de SIDA en Botswana. Tratar enfermedades erradicadas en Cuba sobre las que antes sólo había leído en libros fue, según él, una gran motivación para ir: "Lxs médicxs quieren probarse a sí mismxs en diferentes entornos".
Mientras estuvo en la Venezuela rural en 2008, la genetista Greicy Rodríguez trabajó con poblaciones que nunca antes habían visto un médicx. Una vez revivió a una bebé cerca a la muerte por deshidratación. "Su familia terminó poniéndole mi nombre", dijo. "Fue una experiencia hermosa".
Durante su estancia en el norte de Brasil, Javier López, especialista en medicina tradicional china, trabajó en estrecha colaboración con las comunidades indígenas, ayudándoles a revivir los remedios a base de plantas que habían sido eliminados. "Siempre he tenido el ìmpetu de ayudar", dijo.
Algunxs van por el dinero. Yanet Rosales, una médica de familia de 36 años, ganaba $900 al mes en la pequeña ciudad de Poços de Caldas en Brasil, mucho menos que sus colegas brasileñxs, pero más de 10 veces su salario en casa. "Ganas mucho más de lo que recibes en Cuba", me dijo después de regresar de una misión. "Siempre quise viajar y conocer gente de otros países. Esta era mi oportunidad."
A Yanet se le pagó alrededor del 25 por ciento de los ingresos que el gobierno cubano recibió por sus servicios. Pensó que una división 50/50 habría sido más justa, pero negó que fuera una "esclava moderna", ya que los ingresos de las misiones pagan la atención médica gratuita en Cuba. "Cuando algunxs pacientes dijeron que nos estaban robando, les explicamos que no era así", dijo. "Aquí en Cuba a nadie se le cobra por un reemplazo de cadera o una resonancia magnética, pero estas cosas son caras."
Más de 1.000 médicxs y enfermerxs cubanxs que trabajan en el programa Mais Médicos (Más Médicos) en Brasil de 2013 a 2018 decidieron "desertar" de Cuba, algunxs por razones económicas, otros porque se enamoraron. Yanet decidió volver y usar sus ahorros para comprar un apartamento de cuatro habitaciones en La Habana. Después de entrevistarla por primera vez, me hizo un recorrido por su casa, mostrándome el molinillo de café eléctrico y el televisor de plasma gigante que trajo de Brasil.
En la última década, el arrendamiento de profesionales médicos se ha convertido en la actividad de exportación más lucrativa de Cuba. Generó $6,400 millones en 2018, generando más dinero que el ron, el azúcar y los cigarros juntos.
Estos ingresos pagan por la atención sanitaria y la educación a nivel universitario gratuitas, y para mantener el arte, la música y la cultura, y no hay evidencia de que el dinero esté siendo desviado por una élite corrupta. La corrupción en las altas esferas del gobierno cubano es baja en comparación con otros países de la región: La ONG Transparencia Internacional clasifica a Cuba como uno de los países menos corruptos de América Latina. Y a medida que disminuyen los envíos de petróleo desde Venezuela, el principal aliado de la isla, este dinero es cada vez más necesario para mantener las luces encendidas.
Parte de los ingresos subsidian misiones a países que no pueden pagarlas. Mientras que Cuba cobra a estados ricos en petróleo como Angola por "servicios profesionales", proporciona miles de médicxs y enfermerxs a precio de costo o gratuitamente a países latinoamericanos y subsaharianos de bajos ingresos. Y aunque se desconoce si Cuba cobra por las misiones centradas en el coronavirus, la isla nunca antes había cobrado por la respuesta médica de emergencia frente a terremotos, huracanes o epidemias.
El dinero también ayuda a la Escuela Latinoamericana de Medicina, que ha graduado a 29.000 médicxs de más de 100 países en los últimos 20 años. La educación médica se proporciona gratuitamente a las personas de comunidades con escaso acceso a la atención de salud, a condición de que al graduarse regresen para servir a sus comunidades. Algunxs de estxs médicxs se ocupan ahora del Covid-19 en los Estados Unidos.
También está el hecho de que lxs doctorxs que van a una misión regresan ricxs, en comparación con la mayoría de lxs cubanxs. Viven en casas más agradables, tienen comodidades llamativas y comen más carne. Lxs internacionalistxsde hoy son la clase media de Cuba. En siete años de conversar con médicxs en Cuba, nunca he conocido a unx médicx o unx enfermerx que dijera que se veían obligadxs a trabajar en el extranjero. Las listas de espera están sobrecargadas. Y algunxs médicxs incluso pagan para adelantarse en la fila.
John Kirk, académico de la Universidad de Dalhousie en Nueva Escocia que ha pasado más de una década estudiando el internacionalismo médico cubano, dice que Cuba envía personal médico al extranjero por muchas razones. "Genera fondos para mantener el excelente sistema de salud de Cuba, en muchos sentidos a la par con los del Norte Global. Pero también hay un fuerte elemento de altruismo, de la necesidad de colaborar y compartir el impresionante capital humano de Cuba, algo que está claramente establecido en el preámbulo de la constitución nacional".
"Nosotrxs en el Norte Global no estamos acostumbradxs a ver el altruismo a este grado", añadió. "Pero está en el ADN cubano".
La administración Trump ha intensificado la guerra económica del gobierno estadounidense contra Cuba, que ha durado décadas, enfocándose en el suministro de energía de la isla y la industria del turismo. Pero más recientemente, tanto en la retórica como en la acción, ha convertido la atención sanitaria en un arma, presionando a los aliados para cancelar los acuerdos con Cuba.
El año pasado en Ecuador, el Presidente Lenin Moreno expulsó a 382 médicxs cubanxs, poniendo fin a casi tres décadas de cooperación médica. El anuncio se produjo poco después de que el Fondo Monetario Internacional (FMI) concediera a Ecuador un préstamo de $4.200 millones. Los Estados Unidos son el principal accionista del FMI y controlan sustancialmente su burocracia. Mauricio Claver-Carone, el hombre de confianza de la administración Trump en Cuba, era el director ejecutivo del FMI, representando los intereses estadounidenses allí cuando comenzaron las negociaciones del préstamo.
Tras un golpe cívico-militar orquestado por EE.UU. hace seis meses, uno de los primeros actos del nuevo régimen en Bolivia fue expulsar a 725 profesionales médicxs cubanxs. Un vehículo con placas diplomáticas estadounidenses fue fotografiado fuera de uno de los lugares donde los médicxs cubanxs fueron interrogadxs antes de su expulsión.
El gobierno de Brasil no necesitaba ser convencido. Durante la campaña presidencial del país en 2018, el derechista Jair Bolsonaro amenazó con cancelar la colaboración médica con Cuba, llamando a lxs médicxs cubanxs "esclavxs" y "terroristas". Tras su toma de posesión como presidente, Cuba retiró sus 8.517 médicxs cubanxs.
Con el Covid-19 deteniendo el turismo, Cuba depende más que nunca de su programa médico internacional para mantenerse a flote. Los cubanx-americanxs conservadores que dirigen la política de Trump en América Latina han sentido su momento y han intensificado sus ataques; la reducción de los ingresos de los programas médicos podría paralizar la economía cubana, allanando el camino para un cambio de régimen. A medida que la crisis del coronavirus ha empujado a más países a solicitar asistencia médica cubana, el senador de Florida Marco Rubio y el senador de Nueva Jersey Bob Menéndez, comenzaron este mes a presionar a las embajadas de EE.UU. en todo el mundo para "informar" a los gobiernos que reciben a médicxs cubanxs sobre "las prácticas de trabajos forzados del régimen cubano".
Aunque las sanciones estadounidenses impidieron que un envío de máscaras, guantes y ventiladores llegara a la isla en abril, no han perjudicado sustancialmente la respuesta interna de Cuba al Covid-19. A través de un vigoroso rastreo de contactos y el aislamiento forzado de los casos sospechosos, Cuba ha acorralado con éxito el virus, registrando menos de 2.000 casos, más de 50 veces menos per cápita que en los Estados Unidos.
Quienes pagan el precio más alto cuando gana la administración Trump son las personas de los pueblos pequeños, las aldeas indígenas y los barrios marginales urbanos. La retirada de lxs médicxs cubanxs de Brasil, por ejemplo, redujo drásticamente el acceso a la atención médica para 28 millones de personas. En consecuencia, según la Organización Panamericana de la Salud (vinculada a la Organización Mundial de la Salud), en la próxima década podrían morir 37.000 niñxs brasileñxs.
Para Kirk, los regímenes de derecha como la administración Trump, el Brasil de Bolsonaro y la Bolivia post-golpe tienen un motivo oculto. "Lxs médicxs cubanxs representaban la amenaza de un buen ejemplo de lo que podía ser la salud pública, y por eso había que detenerlxs".
"Mientras lxs cubanxs se retiran, las personas que están siendo jodidas son las que han recibido atención médica por primera vez y ahora ya no la tendrán. Es criminal jugar a la política con la vida de las personas".
Ed Augustin es un periodista que vive en La Habana. Escribe para The Guardian, emite para Al Jazeera, y hace películas para Belly of the Beast.
Foto: Pedro Szekely, Flickr.