La construcción de la GERD, que comenzó en 2011, fue controversial desde el comienzo. Más del 85 por ciento del agua que llega al río Nilo nace en las tierras altas de Etiopía. Tanto Egipto como Sudán dependen de esta afluencia para uso individual, riego e industria, y les preocupa que la presa etíope río arriba implique una reducción del agua disponible.
Las negociaciones han pasado por varias fases de fracaso y reactivación, habiéndose El Cairo retirado de la ronda más reciente después que Addis presentó una propuesta que supuestamente excluía las "directrices de funcionamiento" y "un mecanismo jurídico para resolver las controversias". Las tensiones se han intensificado desde que Etiopía anunció que había comenzado a llenar el embalse en la parte alta de la presa, algo que los gobiernos egipcio y sudanés habían exigido evitar hasta que se concluyeran las negociaciones.
En los dos últimos años, Egipto y Sudán, por un lado, y Etiopía, por el otro, han respaldado sus demandas en la negociación con un discurso basado en los derechos históricos nacionales, la competencia nacional y, en ocasiones, incluso con amenazas de uso de la fuerza. Ambas partes han movilizado también a los medios de comunicación nacionales para presentar una posición nacional simplificada de suma cero que documente las complejas cuestiones referentes al acceso compartido a un recurso común. Ambos tratan los detalles como un asunto exclusivo de la élite gobernante y de lxs tecnócratas; recientemente, Egipto hizo circular un memorando en el que se prohibía a lxs investigadorxs realizar estudios relacionados con la presa del Renacimiento. En respuesta, lxs etíopes pidieron que los detalles de la presa se mantuvieran en secreto. Parecería ser que ambas partes están en desacuerdo en todos los detalles, excepto en que no conciernen a sus ciudadanxs.
En todo el conflicto y las negociacionesentrelos países, el tema de la distribución del agua en elinterior de los mismos está en gran medida ausente. Egipto, Sudán y Etiopía suelen ser considerados como entidades homogéneas, como si tanto el agua como el desarrollo, por los que los países compiten, se distribuyeran de forma equitativa entre sus ciudadanxs. Lo que estas discusiones pasan por alto es la cuestión de cómo estos estados utilizarán el agua: ¿Quién la utilizará? ¿Quién se verá privadx de ella? ¿Recibirán el agua de manera justa y equitativa lxs ciudadanxs en cuyo nombre se llevan a cabo las negociaciones? O, ¿el agua se convertirá en una mercancía, vendidaalmejor postor?
El término "apropiación de tierras" se refiere a las adquisiciones de tierra a gran escala tomadas de la población y familias locales, principalmente por inversorxs extranjerxs. A menudo, la apropiación de tierras tiene un alto costo: agravación de la pobreza, escasez de alimentos y desplazamiento forzoso de lxs residentes de tierras que no solo son la fuente de su subsistencia, sino que tienen a menudo un profundo valor sociocultural. Los datos sobre estas apropiaciones en Egipto, Etiopía y Sudán, facilitados por Land Matrix, que realiza un seguimiento de los contratos de venta de tierras a agentes internacionales en todo el mundo, pueden servirnos para encontrar una respuesta a estas preguntas.
Land Matrix ha rastreado apropiaciones de alrededor de 762 mil hectáreas en Sudán desde 1972, habiéndose concluido la mayoría de los acuerdos después de 2000. La inmensa mayoría de estas tierras fueron asignadas mediante 28 contratos a empresas transnacionales de Qatar, Kuwait, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos. Se utilizan para producir cultivos alimentarios de exportación, alfalfa y biocombustibles. Enormes granjas forrajeras, como las de la empresa saudí Grupo Rajhi, se extienden por todo Sudán produciendo alrededor de cien mil toneladas de forraje. También está la empresa saudí Nadec, que administra una granja de aproximadamente 60.000 hectáreas. Otra empresa es la Emirati Amtaar, que exportó unas 200.000 toneladas de forraje al emirato de Abu Dhabi.
En Egipto, Land Matrix rastreó catorce acuerdos para apropiarse de tierras, que suman 185 mil hectáreas. Las empresas Emirati Dahra y Saudi Rajhi se han apropiado de vastas áreas de tierra en el proyecto Toshka, en el sur de Egipto.
La mayor parte de las ocupaciones de tierras tiene lugar en Etiopía. Land Matrix ha documentado el acaparamiento de 1,4 millones de hectáreas de tierra en las últimas décadas, adquiridas mediante 120 contratos. Lxs inversionistas extranjerxs constituyen alrededor de dos tercios de lxs propietarixs—provienen de India, Arabia Saudita y los Estados Unidos, sumados a otrxs de Italia, Malasia, China, Austria, Israel, Turquía, Canadá y Singapur.
En su análisis de los contratos entre el Gobierno de Etiopía y lxs inversionistas del Golfo, realizado en 2014, Benjamin Shepard señaló que esos acuerdos sobre tierras rara vez tomaron en cuenta los derechos de lxs habitantes locales. Se llevan a cabo con poca transparencia, no ofrecen garantías respecto de los derechos de lxs trabajadorxs y los gobiernos normalmente proporcionan enormes concesiones fiscales y exenciones reglamentarias en los primeros años de los proyectos. En los tres países, las políticas de utilización de la tierra se basan en un modelo de desarrollo que da prioridad a las grandes empresas agrícolas y los beneficios de lxs exportadorxs en detrimento de los derechos de los pequeñxs agricultorxs y de la agricultura de subsistencia. Esta modalidad de apropiación de tierras puede, en definitiva, caracterizarse como una forma de neocolonialismo.
Los datos sobre la apropiación de tierras plantean la siguiente pregunta: ¿se está luchando en el conflicto de la GERD en nombre de los pueblos de estos países, o por las empresas internacionales que saquean la tierra y el agua?
La población conjunta de Sudán, Etiopía y Egipto supera los 220 millones de personas. El 84 por ciento de lxs etíopes, el 66 por ciento de lxs sudanesxs y el 57 por ciento de lxs egipcixs viven en zonas rurales. Teniendo en cuenta que la agricultura consume el 80 por ciento del agua del Nilo en los tres países, podemos concluir que lxs agricultorxs son lxs principales interesadxs en el agua del Nilo y que deberían ser fundamentales en el presente conflicto, en las negociaciones y en los debates —sin embargo, hasta el momento, han sido excluidxs en gran medida.
Por el contrario, estos tres países han apoyado sistemáticamente, a sus expensas, a lxs inversorxs extranjerxs en la agricultura corporativa. En muchos casos, lxs agricultorxs locales han tenido incluso que cambiar sus patrones de producción, se han visto obligadxs a reubicarse o han visto reducidas las cantidades de agua asignadas a sus cultivos a fin de proporcionar tierra y agua a lxs inversorxs. A pesar de toda la movilización en favor de supuestos intereses nacionales en las negociaciones de la represa, lxs millones de agricultorxs que dependen del Nilo para su subsistencia han estado ausentes del debate.
Contrariamente a la imagen presentada por las autoridades de los tres países —que cada nación tiene un interés nacional unificado en competencia directa entre sí— en la práctica son lxs pequeñxs agricultorxs y lxs agricultorxs de subsistencia de los tres países quienes comparten el interés por detener su despojo mutuo.
Trabajando juntos a través de las fronteras, estos grupos pueden conjuntamente ejercer presión para detener el despojo de la tierra y del agua en beneficio de las empresas, y para proporcionar a lxs agricultorxs de los tres países el agua necesaria para producir alimentos—un proyecto conjunto de agricultura ecológica y uso sostenible de los recursos para la soberanía alimentaria de todos los pueblos del Nilo. Mientras que el discurso actual margina y aliena a lxs ciudadanxs y designa a representantes estatales como negociadorxs en nombre de lxs inversionistas, una alianza de lxs agricultorxs del Nilo frente al despojo de sus recursos de agua y tierra puede fomentar un nuevo discurso de solidaridad.
A principios de diciembre de 2019, la sección para el mundo árabe y el África septentrional del movimiento mundial de campesinxs, La Vía Campesina, celebró una reunión conjunta en el Sudán con la Alianza de Agricultorxs en al-Jazeerah y al-Manaqel (AFJM). En la reunión se puso de relieve el papel de la AFJM en su larga lucha por los derechos de lxs agricultorxs en Sudán. Tras el levantamiento sudanés, las fuerzas locales del norte de Sudán protestaron contra la expansión de una de las mayores empresas de apropiación de tierras agrícolas dentro de sus tierras. Dada la influencia de su movimiento y teniendo en cuenta los cambios en el sistema de gobierno en Sudán desde el levantamiento popular, lxs agricultorxs sudanesxs ya organizadxs pueden desempeñar un papel vital en este proyecto.
Como individuos subsumidos bajo la competencia interestatal, existen pocas esperanzas para lxs agricultorxs del Nilo. Pero colectivamente pueden ganar el derecho a su tierra, su agua y a nuestra soberanía alimentaria.
(Este artículo es una adaptación de una versión anterior publicada originalmente en Jadaliyya en marzo de 2020)