La luz del sol es un privilegio cuando se trabaja para Amazon, especialmente en invierno. Lxs trabajadorxs de bodega de Amazon o, para usar la nomenclatura de la compañía, "asociadxs logísticxs", son nocturnxs en los turnos de noche y sensibles a la luz en los turnos de día. Ven por la fluorescencia de las luces de las calles, la fluorescencia de las luces de los autobuses y la fluorescencia de las interminables filas de lámparas atornilladas a cada techo en los "centros logísticos" de Amazon. Después de un mes de turnos extras obligatorios, convirtiendo las jornadas de cuarenta horas en cincuenta, aprendí a apreciar la oscuridad del sueño al final de cada largo día.
Durante la pandemia de Covid-19, muchxs han llegado a ver a Amazon como un servicio esencial y un bien público. Jeff Bezos no podría haberse encontrado en una posición más poderosa. Pero su fuerza se impulsó en nuestras espaldas, las espaldas del medio millón de empleadxs invisibles de Amazon. Detrás de cada compra en el mercado de Amazon hay un equipo de trabajadorxs que recogen, empaquetan y envían productos por un salario miserable.
Durante varios meses en Amazon, mi cerebro se cansó, mi bienestar empeoró, me volví pesimista y deprimido. En resumen, la vida como asociado logístico es solitaria y alienante. La única gratificación que sentí fue la de un salario. Para muchxs de mis compañerxs, ni siquiera el salario es suficiente. En los últimos años, se ha encontrado a trabajadorxs en dificultades económicas acampando fuera de las bodegas en el Reino Unido para ahorrar dinero.
Jeff Bezos ha demostrado ser insensible a los llamados públicos a la decencia. Esto persistirá si su mano de obra permanece invisible para la sociedad y si lxs trabajadorxs se mantienen fragmentadxs y sin representación. En realidad, percibí que la total falta de representación laboral dentro de Amazon se debe no sólo a la escasa densidad sindical, sino también a la estructura del propio lugar de trabajo. Ahora que el Covid-19 ha requerido la introducción de los equipos de protección personal (EPP) y el distanciamiento físico, comunicarse y organizarse en el lugar de trabajo de la bodega es básicamente imposible.
El tamaño de los centros logísticos de Amazon es difícil de comprender. El más grande del Reino Unido cubre 304.800 metros cuadrados, o 14 campos de fútbol. Estas bodegas constan de tantos pisos idénticos de estanterías, cintas transportadoras y rampas de paquetes que es físicamente desorientador. Un trabajo como "recoger" puede convertirse en un limbo delirante. Aquí es donde lxs trabajadorxs empujan un carro a lo largo de distancias de más de veinticinco kilómetros, a través de suelos de linóleo y concreto desgastados, que cargan con productos sacados de las estanterías durante horas. Siempre me sorprendió lo entumecido que me sentía y lo lejos que había caminado al final de cada turno. Cualquier sensación de progreso se elimina. Te desgasta.
Con el distanciamiento social establecido y las paredes de plástico separando cada asiento del comedor, lxs trabajadorxs apenas se comunican. Si eres decididx, puedes hacer amistad en los momentos de descanso. Si estás agotadx, el aislamiento es intenso. A veces puedes oír los ecos de la radio que suenan en los altavoces de toda la bodega. Pero sobre todo es el pitido regular de tu escáner y el traqueteo de las ruedas de tu carrito.
Cada escáner de lxs recogedorxs tiene una función de cronometraje. Si no recoges un promedio de productos suficientemente alto cada minuto, entonces acumulas "tiempo de inactividad". Varias veces registré demasiado tiempo de inactividad. Si esto sucede, te llaman a la oficina del gerente y te dan una advertencia verbal impersonal. Si vuelve a suceder, alguien de la agencia de empleo, Adecco (que Amazon utiliza para rotar su mano de obra temporal), se te acerca con un portapapeles y te pide que firmes una advertencia. Más advertencias y te despiden. Registras tiempo de inactividad por muchas cosas básicas: puede que estés cansadx, puede que pasaras "demasiado tiempo" en el baño, puede que tengas que cambiar de piso entre los productos, puede que tengas que rellenar una botella de agua.
El efecto de esta presión del tiempo es que mantiene a lxs empleadxs ocupadxs, mientras que drena rápidamente sus reservas de energía mental y física. Quizás estés empezando a entender la soledad de trabajar para Amazon.
Tenemos que analizar por qué la gente trabaja para Amazon para entender cómo mantiene una mano de obra sujeta a tales condiciones. Conocí a una infinidad de personas, aunque en breves intervalos, que compartían las mismas circunstancias en la bodega. Un hombre era un abogado de Botswana, otro era rumano cuya verdadera ambición era establecer una barbería de alto nivel, otro era ex ingeniero de montaje que había perdido su trabajo por la pandemia. Había trabajadorxs de toda Europa, de Estados Unidos y Sudamérica, de África y Asia. Había estudiantes universitarixs y ancianxs, madres y padres. Tenían algo en común: ningunx de ellxs quería trabajar allí. ¿Quién querría? La mayoría de las personas trabajan en Amazon porque deben hacerlo, una condición de desesperación que se explota fácilmente.
Amazon sabe cómo encontrar a estxs trabajadorxs explotables. Se ha demostrado que Amazon tiende a construir sus almacenes en zonas pobres, donde los gobiernos locales son propensos a verlos como una oportunidad para crear puestos de trabajo y generar crecimiento. Pero los efectos reales están documentados: los centros logísticos privan a las industrias locales de mano de obra y no ofrecen a lxs trabajadorxs habilidades transferibles ni oportunidades de desarrollo profesional.
Bezos cree que los sindicatos son intermediarios innecesarios entre su empresa y sus empleadxs. Sin embargo, el compromiso de Amazon con lxs trabajadorxs llega hasta los tableros de preguntas y respuestas, los pizarrones blancos que detallan las toneladas de cartón reciclado y los cuestionarios sobre el hacinamiento del personal y el uso de máscaras. Como incentivos, Amazon "recompensa" a lxs empleadxs con videojuegos y juegos arcade con temas de producción. Reparte camisetas gratis y organiza rifas y sorteos de premios.
Mejor aún si puedes manejar tu mano de obra para construir una imagen de Amazon como un bien público, proporcionando trabajos para lxs desempleadxs y entregas baratas al mundo atrapado en casa. Aunque Amazon es una de las empresas más criticadas del mundo, su cuerpo de consumidorxs sigue creciendo, y su percepción pública se mantiene positiva. Tanto consumidorxs como empleadxs piensan muy bien de Amazon: YouGov calificó a Amazon entre las cinco primeras marcas según lxs consumidorxs, y Forbes calificó a Amazon como el segundo mejor empleador del mundo. Grandes alabanzas para una empresa que difama a empleadxs que intentan sindicalizarse, amenaza con despedir a empleadxs que piden a Amazon que respete el clima, no paga casi ningún impuesto federal sobre la renta y no aporta empleos netos a las comunidades en las que planta sus centros de cumplimiento. Como si Amazon no se hiciera ya suficientes favores, los informes muestran que la empresa espía a sus trabajadorxs para consolidar el control de su lugar de trabajo. Pero aún así, el público no está preparado para ver a Amazon de manera diferente.
Debido a la pandemia, Amazon está mejor situada que nunca para cimentar esta impresión que su liderazgo ha cultivado. Una de las empresas más rapaces y monopolizadoras que jamás haya existido ha logrado convencer al mundo de que es necesaria, al tiempo que somete a sus trabajadorxs a un estado reducido de recoger y empaquetar productos a contrarreloj.
Bezos ha dicho que quiere evitar la demonización de Amazon por parte del público. Desde extraños ejércitos de bots de Twitter haciéndose pasar por empleadxs, una promesa climática dudosamente ambiciosa, hasta salarios y beneficios laborales que son apenas mejores que los ofrecidos por otros empleadores, Amazon está persuadiendo a muchxs de que es sólo una conveniente plataforma de servicios.
El problema básico es que Amazon ha convencido a su mano de obra y a sus consumidorxs de que no hay una alternativa práctica. No se puede culpar a alguien que usa Amazon porque no puede pagar otros servicios. Tampoco se puede culpar a una mano de obra que tiene que tolerar la presión del tiempo, las jornadas de diez horas y una monotonía abrumadora porque necesita mantenerse.
Desde la bodega hasta la puerta, el movimiento popular contra Amazon debe ser estimulado primero antes de que pueda avanzar. Si queremos "hacer que Amazon pague", debemos mostrarle al mundo cómo trata Amazon a sus trabajadorxs, cómo evade la responsabilidad, cómo abusa del medio ambiente. Si queremos ganar esta lucha, debemos empezar a construir el movimiento en todas partes —a través de las redes sociales, en las noticias y en los diarios, en el Parlamento y el Congreso. Tenemos un largo camino por recorrer, pero lxs asociadxs logísticxs como yo estamos listxs para luchar.
Finn Smyth es un voluntario de la IP y fue trabajador de bodega en Amazon.
Foto: Álvaro Ibáñez, Flickr