Actualización: El 6 de octubre, después de un día completo de juicio con poderosos argumentos legales y conmovedores testimonios, la jueza de distrito decidió que necesitaba más tiempo para llegar a una decisión y volverán a convocar el caso el 4 de noviembre para la sentencia o la absolución. Actúa en defensa de lxs Tres de Westminster en las redes sociales con #FreeTheWestminster3 y @AfricansRising.
Africans Rising, un movimiento panafricano de personas que trabajan por la justicia, la paz y la dignidad, creó la carta para su campaña #ReRightHistory, la cual pide un reconocimiento honesto del daño y el costo humano de la esclavitud y el colonialismo, cuyos legados siguen influyendo negativamente en la trayectoria económica y política de países de toda África, y a su vez vulneran la soberanía ecológica del continente. El texto también exige compensaciones para las víctimas de la esclavitud y el colonialismo, y la creación de comisiones de la verdad y de sanación que permitan el pleno reconocimiento de los legados de la esclavitud, el colonialismo y el racismo sistémico actual.
La acción de Rob, Daisy y Ben fue un recordatorio al gobierno británico –el mayor ex colonizador de África y el mundo, y un actor central en la obtención de beneficios de la esclavitud humana– de su responsabilidad en el proceso de justicia reparadora. El 6 de octubre lxs activistas serán absueltxs o condenadxs por su participación en un nuevo intento de que el Reino Unido rinda cuentas de la verdad.
Hoy en día, todxs estamos de acuerdo en que el oscuro capítulo de la historia de la humanidad marcado por la esclavitud fue brutal. Las personas esclavizadas eran consideradas propiedad de otrxs seres humanos, incapaces de comprender la dignidad y los derechos, y por tanto no merecedoras de las anteriores, y sometidas a privaciones y sufrimientos indescriptibles. Se calcula que al menos 12 millones de africanxs fueron enviadxs a través del océano Atlántico hacia la esclavitud en las Américas y el Caribe entre los siglos XVI y XIX –uno de los mayores movimientos forzados de seres humanos registrados en la historia.
Los cálculos más conservadores sitúan en 1,5 millones el número de africanxs que perdieron la vida durante la travesía transatlántica. Muchxs murieron a causa de las horribles condiciones de los barcos esclavistas; otrxs se lanzaron al océano y se ahogaron en un intento desesperado por evitar el sometimiento. Los barcos también se zozobraron durante las travesías, y el fondo del océano sigue cubierto de huesos que cargan historias de dolor, angustia y sufrimiento inimaginable. Innumerables esqueletos han sido ya erosionados por el mar, desapareciendo del alcance de la historia. Sin embargo, cada tanto se desentierran nuevos registros y cicatrices de la esclavitud, como los restos más antiguos conocidos de un barco esclavista, descubiertos en 2005 en el fondo del canal de la Mancha.
Con la abolición de la esclavitud, el sistema capitalista extractivo renovó sus planes de colonización del continente africano, a partir de 1895 cuando los países europeos convocaron la Conferencia de Berlín. Este colonialismo autojustificado aumentó aún más la base económica de Europa al permitir a países como Gran Bretaña el acceso a materias primas, mano de obra barata o forzada y mercados de ultramar para productos básicos procesados. Los imperios comerciales, navieros y bancarios de Europa y América deben gran parte de su desarrollo a las épocas históricas de la esclavitud y el colonialismo, períodos de crecimiento económico rápido y sostenido en la historia europea.
La carta colgada en el Palacio de Westminster, por la cual Rob, Daisy y Ben se enfrentan ahora a una pena de hasta seis meses de prisión, fue escrita a raíz del brutal asesinato de George Floyd en Minneapolis, Minnesota (Estados Unidos), el 25 de mayo de 2020, un asesinato que tuvo su origen en un racismo sistémico muy arraigado al que se enfrentan a diario las personas africanas (y de color) en la diáspora. Las últimas palabras de Floyd “No puedo respirar” dieron voz a las protestas y marchas contra la injusticia presente e histórica. En ese momento, las demandas de #BlackLivesMatter y de los movimientos aliados que reclaman justicia racial, climática y de género e igualdad económica resonaron en todo el mundo.
En la actualidad la Comisión Económica de las Naciones Unidas para África (UNECA) calcula que África pierde entre 50.000 y 80.000 millones de dólares anuales por flujos financieros ilícitos (las cifras reales son mucho más altas). Las empresas multinacionales, muchas de ellas creadas en Gran Bretaña, Europa o Estados Unidos, se registran en paraísos fiscales, a menudo utilizando instrumentos legales de fabricación británica o estadounidense, con el fin de trasladar las gananacias y ocultar dónde se deben pagar los impuestos. Los países africanos, que se encuentran en una posición financiera debilitada, han pedido prestadas durante décadas enormes sumas de dinero bajo acuerdos bilaterales y multilaterales que sirven desproporcionadamente a los intereses de lxs ricxs. Más recientemente, los países africanos se han endeudado con instituciones financieras privadas. Los efectos a largo plazo de este comportamiento son ahora, de nuevo, evidentes.
Dos semanas después de que lxs Tres de Westminster escalaran el Parlamento británico, Zambia incumplió el pago del servicio de la deuda. En el pasado, choques como éste han desestabilizado regímenes y empobrecido a millones de personas. Es un recordatorio de que la pobreza en las economías neocoloniales se fabrica y no cae del cielo.
El legado actual del colonialismo y el imperio se hace aún más visible a través del "Acuerdo sobre los ADPIC" de la OMC, el cual niega innecesaria e insensiblemente a los países empobrecidos del Sur Global las exenciones de los derechos de propiedad intelectual que les permitirían desarrollar vacunas para combatir la pandemia del Covid-19.
A lo largo de la historia, nuestra especie se ha desplazado y se ha asentado alrededor de los recursos. La primera humanidad se asentó en tierras capaces de producir y mantener la vida. Después, los cambios en la propiedad de la tierra, las condiciones económicas y la búsqueda de sustento nos llevaron a muchxs a las ciudades, que tenían una mayor concentración de industria y recursos financieros y más oportunidades de trabajo.
Por eso no es de extrañar que, más de un siglo después de la abolición de la esclavitud, se sigan perdiendo miles de vidas africanas en el mar. La juventud africana arriesga su vida a diario, intentando cruzar el Mediterráneo y buscando mejores oportunidades en Europa, víctima de fuerzas tanto internas como externas a África.
Son muchas más las personas que huyen ahora de las dificultades y necesidades causadas por el cambio climático, que ha convertido las ricas tierras de cultivo en suelos secos e improductivos. En algunas partes de África los cambios ambientales han obligado a aldeas enteras a trasladarse a las ciudades, donde las condiciones son aún más difíciles.
La juventud africana que arriesga o pierde la vida cruzando el Mediterráneo huye literalmente de los legados del colonialismo y el imperialismo que determinan sus lamentables condiciones con la esperanza de acceder a la concentración de riqueza y oportunidades de Europa. ¿Cuántas vidas más tiene que perder África? ¿No está el fondo del mar cansado de esqueletos africanos?
Unas semanas después de la detención de lxs Tres de Westminster, el Parlamento del Reino Unido debatió el proyecto de ley sobre policía, delitos, sentencias y tribunales, en una sala no muy lejana a la de la carta de Africans Rising. Si se aprueba, esta legislación restringiría las libertades de expresión, de protesta y otros derechos. La ley es tan draconiana que el primer ministro Boris Johnson hizo recientemente el desagradable comentario de que su ministra conservadora del Interior encargada de la policía, Priti Patel, estaba convirtiendo al Reino Unido en "la Arabia Saudí de la política penal". La indignación por el proyecto de ley desencadenó inmediatamente una campaña para detenerlo: #KillTheBill.
Lxs Tres de Westminster arriesgaron sus vidas y libertad en una desafiante muestra de solidaridad con el pueblo oprimido de África. No representaron ningún peligro ni perjudicaron a nadie. Simplemente dijeron la verdad al poder. Están en el lado correcto de la historia. El hecho de que sean juzgadxs nos recuerda que lo que es legal y lo que es correcto no siempre es lo mismo.
Aplaudimos su valentía y compañerismo en nuestra búsqueda colectiva de justicia, paz y dignidad.
A luta continua!
Foto: Africans Rising