El mandato de la OTAN se ha extendido por años y décadas para dar cabida a las ambiciones expansionistas de sus fundadores. La OTAN se formó en 1949 con la misión de "disuadir el expansionismo soviético, prohibiendo el resurgimiento del militarismo nacionalista en Europa mediante una fuerte presencia norteamericana en el continente". Cuando el Pacto de Varsovia se disolvió en 1991, la OTAN no se disolvió sino que la estrategia estadounidense resolvió impedir "la reaparición de un nuevo rival, ya sea en el territorio de la antigua Unión Soviética o en cualquier otro lugar".
Su invasión de Afganistán en 2001, una operación militar "fuera de la zona" que duró 20 años, causó la muerte de cientos de miles de civiles y obligó a millones a huir de sus hogares. Esa guerra dejó a su paso un legado de profunda pobreza, hambre, desplazamientos e inestabilidad. Según las Naciones Unidas, Afganistán se enfrenta ahora a la "pobreza universal" en medio de un colapso total de sus capacidades de desarrollo y humanitarias.
La guerra de la OTAN en Libia hizo que reaparecieran los mercados de esclavxs al aire libre, en una nación que en su día presumía de tener el Índice de Desarrollo Humano más alto de África. Esa destrucción avivó el fuego de la militancia y el conflicto en los estados cercanos de Malí, Argelia y Níger. Esta propagación de la violencia ha hecho que la OTAN se desplace más lejos a través de formaciones como la Fuerza Africana de Reserva.
En la actualidad, la OTAN arma y entrena fuerzas en Marruecos, manteniendo no sólo su violenta ocupación del Sáhara Occidental, sino también asegurando su papel como eje de la seguridad fronteriza europea. El 25 de junio de 2022, las fuerzas de seguridad marroquíes masacraron a decenas de refugiadxs cuando intentaban entrar en el enclave español de Melilla. Bajo la supervisión de la OTAN, las fronteras externalizadas de Europa se han convertido en armas contra quienes buscan refugio.
La expansión de la OTAN también ha proporcionado un manto de impunidad para el estado miembro de Turquía. Con el generoso apoyo político y material de los Estados Unidos y otros países de la OTAN, el gobierno de Recep Tayyip Erdoğan ha violado repetidamente el derecho internacional en su ataque contra el pueblo kurdo. Ahora, Turquía está lanzando nuevas ofensivas militares en sus fronteras, con el silencio o la aprobación tácita de sus socios de la OTAN.
La OTAN se reunió esta semana bajo los supuestos de responder a la violenta escalada de la guerra en Ucrania por parte de Rusia. Pero sus ambiciones van más allá de la defensa regional. En la Cumbre de Madrid nombró a China como una amenaza a largo plazo y prometió profundizar en la cooperación con países como Australia, Japón, Nueva Zelanda y la República de Corea, este último presente en la Cumbre de la OTAN por primera vez en la historia, lo que señala claramente un giro de la alianza militar del Atlántico al Pacífico. La visión de la "OTAN global", articulada por primera vez en 2006, se está convirtiendo rápidamente en una oscura realidad para miles de millones de personas para quienes los costos de la guerra están tallados en los imperativos de la supervivencia.
Las políticas de la OTAN no sólo tienen consecuencias devastadoras para quienes mutilan o matan. También agravan las crisis climática, de la salud y del hambre. Por primera vez en la historia, el mundo gastó más de 2 billones de dólares en armas en 2021, de los cuales el 40 por ciento correspondió a los Estados Unidos. Sólo en Europa, la OTAN se ha comprometido a multiplicar casi por ocho su fuerza de respuesta rápida, hasta alcanzar lxs 300.000 soldadxs.
Mientras tanto, el mundo se tambalea al borde de la hambruna, e incluso lxs ciudadanxs de Europa y EE.UU. se enfrentan a un invierno de hambre a medida que la escalada militar y económica se cobra su precio. Las armas de guerra no pueden llenar estómagos vacíos; no pueden calentar hogares; no pueden reparar un planeta moribundo; y no pueden acabar con las pandemias.
Los países de todo el mundo reconocen el peligro de una nueva Guerra Fría. Nadie se atreve a imaginar las consecuencias de un enfrentamiento directo de la OTAN con Rusia y China. Pero una nueva Guerra Fría también amenaza con convertir a terceras naciones en escenarios de conflictos indirectos, y crear nuevas "zonas de sacrificio" en nombre de la seguridad para quienes no deberían soportar el peso de la guerra.
La paz duradera sólo puede lograrse mediante un marco de seguridad común que no permita la dominación de un país sobre otro o de un bloque sobre otro, sino que permita la desmilitarización del planeta, la lucha contra su pobreza y la puesta en común de recursos para garantizar la justicia social y ambiental. Al oponerse a estas prioridades existenciales, la OTAN demuestra su preferencia por la dominación sobre el imperativo de nuestra supervivencia.
Declaración del Gabinete de la Internacional Progresista con fecha 30 de junio de 2022