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El Gobierno español hace la vista gorda ante los asesinatos en su frontera

En junio, la policía mató al menos a 37 personas en la frontera marroquí-española de Melilla. Los principales partidos españoles han votado en contra de una investigación oficial sobre la masacre, lo que pone de manifiesto la falsedad de las credenciales "progresistas" del gobierno de centro-izquierda.
En el paseo marítimo del enclave norteafricano de Melilla, me encuentro con Imran.Un veinteañero de Chad que lava los coches de los lugareños cobrando 5 euros por vehículo. Es principios de septiembre y la inmaculada playa de Cárabos se parece en gran medida a cualquier otro tramo de la costa mediterránea: desde los bares al aire libre con reggaeton hasta lxs niñxs que juegan en las olas. Sin embargo, al fondo también se ve la valla fronteriza de Melilla, de siete metros de altura, que marca una de las dos únicas fronteras terrestres entre la Unión Europea y una nación africana.

Como muchxs sudanesxs y chadianxs que se ganan la vida de manera informal en el paseo marítimo, Imran es un superviviente de la masacre de Melilla del pasado mes de junio. Según las ONG internacionales, al menos treinta y siete personas murieron a manos de la policía cuando lxs inmigrantes intentaron  introducirse por la frontera hispano-marroquí. Pero la cifra de desaparecidxs confirmadxs, 74, sugiere que el número real de muertxs podría ser mucho mayor.

"Llegamos juntxs a la alambrada un gran grupo de 1500 personas", dice Imran a Jacobin. "Pero la policía nos estaba esperando. Cuando llegamos al paso fronterizo, nos rodearon a ambos lados de la valla: la policía marroquí estaba en un lado y la española en el otro." Continúa:

Estaban lanzando gases lacrimógenos desde ambos lados y un helicóptero de la Guardia Civil española nos vigilaba desde arriba. La gente no podía ver ni respirar [a causa del gas] y se estaba desesperando. Lxs marroquíes también disparaban balas de goma y nos lanzaban piedras.

Yo fui uno de lxs afortunadxs que consiguió cruzar, y entonces la policía española intentó golpearme. Escapé [hacia el interior del territorio], pero a muchxs otrxs lxs forzaron a retroceder y volver a cruzar la frontera.

Más adelante, en el paseo marítimo, hablo con Magdy, de 22 años, procedente de Sudán:

La policía marroquí mató a mucha gente. Un hombre murió justo delante de mí. Le dispararon en la cabeza con una bala de goma cuando estaba en lo alto de la valla. Perdió el conocimiento y se cayó. Intentamos levantarlo, pero no se movió.

Ese día también perdí a mi mejor amigo, que se asfixió [aplastado] contra la barrera. Estoy desolado. Habíamos vivido muchas cosas juntos en los últimos años.

Luego, mientras esperamos a su próximo cliente de lavado de coches, Magdy añade: "Todo el mundo sabe lo que nos pasó aquí, pero nadie hace nada".

Impunidad

Tres meses después de que los medios de comunicación publicaran impactantes imágenes de lxs heridxs y muertxs apiladxs contra la valla fronteriza, los gobiernos español y marroquí siguen culpando de la violencia a las víctimas, al mismo tiempo que bloquean las investigaciones. La penalizaciónde lxs inmigrantes implicadxs ha sido rápida: 75 de lxs detenidxs tras los hechos han recibido ya penas de prisión de entre cuatro meses y tres años en los tribunales marroquíes.

Por el contrario, el 13 de septiembre, el Partido Socialista (PSOE), que gobierna España, votó junto con el Partido Popular, de derecha, y Vox, de extrema derecha, para rechazar una propuesta de investigación parlamentaria sobre esta mortífera violencia.. "No ha habido transparencia", dice el diputado Jon Iñarritu a Jacobin. Iñarritu, miembro del partido vasco de izquierdas EH Bildu, declara:

Todavía no sabemos ni siquiera cuántas personas murieron. El gobierno también está bloqueando nuestras peticiones para acceder a las imágenes de las cámaras de la frontera, así como las de los drones utilizados en la operación. Al mismo tiempo, se limita a negar hechos probados, como la presencia de policías marroquíes operando en territorio español durante la violencia.

"Esta es la peor masacre [relacionada con la migración] en cualquiera de las fronteras de Europa en las últimas décadas", dice el miembro de Anticapitalistas en el Parlamento Europeo, Miguel Urbán, a Jacobin. "Sin embargo, no tuvo lugar bajo [los gobiernos de extrema derecha] de Viktor Orbán en Hungría o Mateusz Morawiecki en Polonia, sino bajo la coalición progresista PSOE-Unidas Podemos de Pedro Sánchez". Además, insiste:

En términos penales, la Gendarmería marroquí es responsable de los asesinatos, pero el gobierno español es políticamente corresponsable. El PSOE ha priorizado la externalización de la seguridad fronteriza a este régimen autoritario. También hay serias acusaciones en torno a la actuación de las fuerzas de seguridad españolas ese día, incluyendo la posible participación directa de agentes españolxs en algunos de los asesinatos.

Como la masacre ha desaparecido en gran medida de los medios de comunicación españoles, el PSOE está decidido a acabar con la historia y seguir adelante. Sin embargo, las graves acusaciones en torno a la responsabilidad exacta de las autoridades españolas en la matanza hacen que esto no se pueda permitir.

"Mostrando hasta dónde llegarán"

En particular, dos informes sobre la masacre, publicados por la Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH) y la ONG española Caminando Fronteras, han suscitado importantes preocupaciones en torno al nivel de complicidad entre las autoridades marroquíes y las españolas en la matanza del 24 de junio. Según el informe de la AMDH, el plan empleado por Marruecos contra lxs que se abalanzaron sobre la valla estaba específicamente diseñado para demostrar al gobierno español "hasta dónde estaban dispuestas a llegar [sus fuerzas de seguridad] para bloquear los flujos migratorios ahora que España era [de nuevo] su aliada".

En otras palabras, lxs marroquíes pretendían causar impresión, ya que se trataba del primer salto masivo de la valla desde la histórica concesión en materia de política exterior del Presidente Sánchez, del PSOE, el pasado mes de marzo. Sánchez había tratado de poner fin a un tenso enfrentamiento entre ambos países en relación con la antigua colonia española del Sáhara Occidental mediante un quid quo pro diplomático. Éste rompería con la política española de décadas en el territorio, así como con la posición de las Naciones Unidas, al respaldar un plan para formalizar el brutal régimen de ocupación de Marruecos, a pesar de la oposición de su población saharaui. A cambio, el gobierno español recibiría un nuevo acuerdo bilateral para combatir la "delincuencia organizada" y la "inmigración irregular" que haría que Marruecos adoptara un enfoque más agresivo en la vigilancia de las fronteras del sur de España.

A raíz de este nuevo acuerdo, que define explícitamente la inmigración irregular como una actividad delictiva, las condiciones en el lado marroquí de la frontera de Melilla se deterioraron rápidamente para las personas procedentes de naciones subsaharianas. Los campamentos en torno al monte Gurugú, a veinte kilómetros de Melilla, "se habían convertido en una zona de guerra en mayo", según el informe de Caminando Fronteras. "Se producían incursiones de la policía militar dos o tres veces por semana, cada vez con estrategias más agresivas y empleando más material militar".

Lxs supervivientes que hablaron con Jacobin confirmaron el creciente estado de desesperación de la comunidad de inmigrantes que condujo al enfrentamiento de junio. "No podíamos ni siquiera aparecer en la calle o comprar comida a lxs lugareñxs, ya que había policías e informantes por todas partes", cuenta a Jacobin Steven, un superviviente de Sudán del Sur. "En nuestra última semana en Gurugú, lxs marroquíes atacaron tres veces el campamento y robaron la comida y los teléfonos móviles de la gente". "Tres noches antes [de la masacre], la policía marroquí asaltó nuestro campamento en las montañas y me disparó en la pierna con una bala de goma", recuerda Magdy. "Después de esto decidimos intentar llegar a Melilla".

Sin embargo, según los informes de la AMDH y de Caminando Fronteras, las 1500 personas que se dirigieron a la frontera el 24 de junio, "exhaustas, perseguidas y desnutridas", se encontraron con una trampa. En lugar de intentar dispersar a lxs inmigrantes en territorio abierto a lo largo de los seis kilómetros de recorrido hasta la frontera, la policía marroquí permitió que la mayoría de ellxs llegaran y entraran sin obstáculos en el estrecho paso fronterizo de Barrio Chino, para luego rodearlxs. Esto no solo aseguraba que lxs inmigrantes "no tuvieran ninguna vía de escape", sino que, además, en el momento en que lxs marroquíes atacaron, ya habían desechado la mayoría de las piedras o palos que llevaban para defenderse (ya que estaban concentradxs en trepar la valla).

"Es en ese momento cuando se produjeron las primeras bajas", insiste la AMDH. "El uso masivo de gases lacrimógenos en un espacio muy reducido y asediado, una situación sin precedentes en esta frontera", causó una "aglomeración frenética, falta de visión y caídas incontroladas desde lo alto de las vallas". Issa, un sudanés de 23 años, recuerda que "había tanto gas que no podíamos respirar ni ver nada. Apenas podías abrir los ojos".

Entonces, "tras más de una hora de bombardeo" y mientras llegaban los refuerzos, cientos de gendarmes marroquíes asaltaron directamente a quienes estaban atrapadxs en el paso fronterizo, creando aplastamientos mortales contra la barrera española. No se trataba de "responder a la violencia de inmigrantes armadxs", como insiste la versión oficial marroquí-española, sino de "reprimir [a personas mayoritariamente desarmadas] para frenar su avance hacia Melilla a toda costa", concluye el informe de la AMDH.

La vergüenza de España

Sin embargo, como explica el dossier de Caminando Fronteras, se trataba también de una "violencia coordinada", en la que la policía española utilizó gases lacrimógenos y balas de goma contra las personas atrapadas en el paso fronterizo. El informe de la AMDH coincide: "La intervención represiva de la parte española estuvo sin duda en el origen del aumento del número de víctimas de asfixia". También "muestra el nivel de coordinación local entre las dos [fuerzas policiales]. Disparados en direcciones opuestas, los gases lacrimógenos marroquíes se mezclaron con los españoles para causar el máximo daño."

"Cuando visité la zona quince días después, todavía había  a lo largo de la frontera cientos de cartuchos de propulsión y de gas que pertenecían a la Guardia Civil [española]", Iñarritu informa a Jacobin. "Lxs supervivientes con lxs que hablé describieron una nube continua de gas de la que no se podía escapar".

Otra grave acusación se centra en la decisión de las autoridades españolas de no abrir la verja en el paso fronterizo una vez que se hizo evidente que se estaban produciendo aplastamientos mortales tras los ataques policiales marroquíes. Junto con la asfixia por el gas, estos aplastamientos fueron la otra causa principal de las víctimas mortales, según el informe de la AMDH.

"¿Por qué no abrieron la puerta?", preguntó Iñarritu al ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, en el Congreso de los Diputados:

Usted tenía cámaras en esa zona apuntando en la dirección [de los aplastamientos], así como agentes de la Guardia Civil justo al otro lado de la verja. . . y el dron y el helicóptero por encima. . . . Si ustedes [en las fuerzas de seguridad] sabían lo que estaba pasando, y creo que lo sabían, ¿por qué no abrieron la puerta?

El ministro no quiso responder a la pregunta. Urbán, sin embargo, insiste en que "parece que se podrían haber salvado muchas vidas si hubieran abierto la verja y ofrecido a la gente una salida de esa trampa mortal". Pero, como dice a Jacobin un representante de la ONG melillense Ruedas Solidarias, "cuando hay un intento de trepar la valla, nunca se da la orden de abrir las puertas, siempre se cierran con llave: las cuestiones de proteger vidas o evitar heridxs son completamente ajenas a su enfoque de gestión de la frontera."

Otra cuestión pendiente para las autoridades españolas es la presencia de policías marroquíes en el lado melillense de la frontera que operaron "codo con codo con las fuerzas de seguridad españolas" para hacer retroceder a un centenar de potenciales refugiadxs a través de la frontera:

El ministro Marlaska se ha negado a abordar este punto, pero necesitamos saber quién dio la orden de permitir que las fuerzas de seguridad marroquíes operaran en suelo español, algo sin precedentes, y también qué tipo de coordinación entre autoridades hubo en torno a esta operación represiva, afirma Iñarritu.

El informe de Caminado Fronteras subraya cómo esta represión se produjo "a pesar de las escenas de tortura y trato inhumano y degradante que las autoridades españolas estaban presenciando delante de ellas". De hecho, la fase final de la operación policial marroquí fue "la más impactante", según la AMDH. "Lxs solicitantes de asilo que se encontraban en el suelo, sin aliento, heridxs, desmayadxs y agotadxs fueron pateadxs y golpeadxs por lxs agentes marroquíes" y luego "arrastradxs bajo los golpes de porras hacia una zona de concentración" donde fueron arrojadxs unxs sobre otrxs. "No recuerdo nada", dijo un superviviente al periódico El Diario. "Perdí el conocimiento y, de repente, estaba en Marruecos rodeado de mis hermanxs tiradxs en el suelo".

Cuando las primeras ambulancias marroquíes llegaron al lugar de los hechos, el encubrimiento comenzó de inmediato: las autoridades marroquíes utilizaron los servicios de emergencia para retirar primero a lxs muertxs en lugar de atender a lxs heridxs. Al mismo tiempo, cientos de supervivientes, incluidxs quienes tenían heridas graves, fueron dejadxs durante horas bajo el sol sin atención médica y luego obligadxs a subir a autobuses de deportación que lxs llevaron a ciudades situadas a cientos de kilómetros en el interior de Marruecos. Tanto El País como la AMDH han confirmado al menos un caso de un ciudadano sudanés, Abdenacer Mohamed Ahmed, de Darfur, que murió a causa de las heridas mientras estaba en uno de estos autobuses.

El fracaso de la izquierda

A pesar de estas graves acusaciones respecto a la responsabilidad española por el número de muertxs en la masacre, cuando el ministro del Interior Marlaska compareció finalmente ante el Parlamento español a mediados de septiembre para responder a las preguntas, se limitó a repetir el mantra de que el uso de la fuerza por parte de la policía había sido "adecuado y proporcional", negándose una vez más a criticar las acciones de Marruecos. Ante tal intransigencia, es evidente la incapacidad de Unidas Podemos para exigir responsabilidades a su aliado de coalición y a las fuerzas de seguridad del Estado. También deja al descubierto una vez más los límites sustantivos de su participación como aliado menor en el gobierno.

El grupo parlamentario de Unidas Podemos ha criticado abiertamente los comentarios de Marlaska pero, más allá de eso, se ha concentrado en gran medida en las críticas generales al "racismo" y la "inhumanidad" del régimen fronterizo hispano-europeo, mientras que ha pasado por alto las acusaciones específicas de violaciones de los derechos humanos realizadas por las fuerzas de seguridad que están bajo la propia autoridad del gobierno. Más allá de estos equívocos, la masacre de Melilla debería verse como un momento decisivo para la coalición progresista española y una consecuencia lógica del desastroso pivote de Sánchez en el norte de África.

El profundo cinismo del líder del PSOE en materia de inmigración nunca ha sido más flagrante que con su pacto con el rey marroquí Mohamed VI. A pesar de todos sus grandes gestos en torno a la acogida de refugiadxs afganxs y ucranianxs, Sánchez siempre ha aplicado un enfoque punitivo a la inmigración en las fronteras del sur del país. Pero con su traición al Sáhara Occidental (una causa de gran importancia emocional para la izquierda española), apostó por una renovada represión por parte de Marruecos como la clave para la seguridad fronteriza de España, una posición que evidentemente terminaría en un derramamiento de sangre.

"Ningún otro país de Europa ha llevado tan lejos la violencia en las fronteras militarizadas", insiste Urbán. "Si se permite que esto [la masacre] ocurra sin consecuencias, entonces estamos en una situación en la que todo está permitido". Además, insiste en la responsabilidad de la izquierda española por no tomar partido ante tan atroz violación de los derechos humanos:

Unidas Podemos y la izquierda parlamentaria en general no quieren gastar su energía en este asunto, y esto se está prestando a una sensación de total impunidad. ¿Qué puede decir la izquierda española y europea si Viktor Orbán abre fuego contra los refugiados en las fronteras de Hungría el próximo año? Como mínimo, la izquierda debe exigir la dimisión de Marlaska después de lo que hemos visto. El no hacerlo sienta un peligroso precedente.

Recompensar a los verdugos

El premio de Marruecos por la carnicería de Melilla ha sido un aumento de 500 millones de euros en la financiación que la UE le envía para luchar contra la inmigración irregular, anunciado en agosto. La violencia tampoco ha cesado ya que Marruecos sigue cumpliendo su papel de guardia fronteriza subcontratada por España. El 12 de septiembre, la policía marroquí abrió fuego contra un grupo de treinta y cinco personas que intentaban embarcarse en un cayuco de madera desde el sur de Marruecos hasta las Islas Canarias españolas. Una mujer de unos veinte años murió de un disparo en el pecho, otras dos personas sufrieron heridas de bala y otras dos fueron atropelladas por un jeep policial cuando intentaban huir.

De vuelta a Melilla, Imran planea ir a España peninsular una vez que consiga sus papeles, al igual que Steven, otro de los 130 solicitantes de asilo que consiguieron quedarse en Melilla el 24 de junio. Hablando frente al Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI), a 150 metros de la valla fronteriza, este último explica:

Salí de Sudán del Sur hace seis años, atravesando Sudán, Egipto, Libia, Níger y Argelia. Estuve dos años en Libia y luego diez meses en Marruecos, la mayor parte de ese tiempo en las montañas. Ahora quiero quedarme en España y construir mi futuro aquí".

Pero los pensamientos de Imran  están también con sus amigxs que fueron deportadxs al sur de Marruecos. "Están agotadxs y desmoralizadxs después de todo lo que les ha pasado". "Todavía es imposible para ellxs volver a Nador [la ciudad marroquí en la frontera con Melilla]", continúa. "Todavía hay mucha seguridad en la zona. Pero algunxs intentarán llegar a Ceuta [el otro enclave norteafricano de España]  en los próximos meses. Otrxs solo quieren volver a casa. Ya no pueden seguir".

Eoghan Gilmartin es escritor, traductor y colaborador de Jacobin con sede en Madrid.

Foto: fronterasur / Flickr

Available in
EnglishSpanishFrenchGermanPortuguese (Brazil)
Author
Eoghan Gilmartin
Translators
Cristina Frodden and Nora Bendersky
Date
13.10.2022
Source
JacobinOriginal article🔗
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