Briefing

Boletín de la IP | N.º 33 | El genocidio a juicio

Los testimonios ante el Tribunal de Gaza demuestran que el Reino Unido protege su industria armamentística por encima de las vidas palestinas.
En el trigésimo tercer Boletín de la Internacional Progresista de 2025, te ofrecemos lo último sobre los esfuerzos para exigir responsabilidades por la complicidad británica en el genocidio de Gaza y para detener los buques que transportan armas, energía y productos de doble uso para financiar la matanza de Israel.

El 4 de febrero, el presidente de los Estados Unidos Donald Trump hizo un anuncio inesperado. En declaraciones a los medios de comunicación en la Casa Blanca junto al primer ministro israelí Benjamin Netanyahu —fugitivo de la Corte Penal Internacional—, Trump declaró que los Estados Unidos «tomaría el control» y «se adueñaría» de la Franja de Gaza, transformándola en la «Riviera de Medio Oriente». Netanyahu elogió a Trump como «el mejor amigo que Israel ha tenido nunca en la Casa Blanca».

Para hacer realidad esta fantasía colonial, Trump anunció que los Estados Unidos expulsarían a «1,7 o 1,8 millones de palestinxs» de Gaza. Antes de la guerra, la población de Gaza era de unos 2,2 o 2,3 millones de habitantes. No está claro si las cifras de Trump proceden de los servicios de inteligencia de los Estados Unidos o de los israelíes, o de alguna otra fuente. Pero si son exactas, implican que el genocidio en Gaza ya se ha cobrado alrededor de medio millón de vidas.

Eso es precisamente lo que Raz Segal, profesor de Estudios sobre Genocidio, argumentó el viernes 5 de septiembre en el Tribunal de Gaza del Reino Unido, convocado por Jeremy Corbyn, miembro del Consejo de la Internacional Progresista, para investigar el papel del Reino Unido en la masacre. En su testimonio ante el Tribunal, Segal, basándose en estudios publicados en la revista médica The Lancet, explicó que la cifra oficial de muertos es probablemente menos de la mitad de la cifra real. El último conteo del Ministerio de Salud de Gaza, de 65.000 muertes por lesiones traumáticas, apunta a una realidad más cercana a las 130.000.

Estas muertes no fueron accidentales. El cirujano traumatólogo británico Nick Maynard, que operó en Gaza, testificó que fue testigo de cómo «lxs soldados israelíes apuntaban a partes específicas del cuerpo de los civiles: un día disparaban a la cabeza, otro día a los testículos». Y esto es solo el principio. Las muertes indirectas —por hambre, enfermedades y la destrucción de los medios de vida de Gaza— elevan la cifra mucho más. «También hay consenso en que la proporción entre muertes indirectas y muertes directas en situaciones como la de Gaza —debido a la inanición, el hambre y las enfermedades— oscila entre 3:1 y 15:1», señaló Segal.

El periodista palestino Abubaker Abed describió el proceso de primera mano: «El hambre significaba que teníamos que comer carne destinada a los animales y beber agua contaminada».

El bombardeo de Gaza por parte de Israel es el ataque más intenso contra cualquier territorio en el siglo XXI. «La proporción en este caso es probablemente más alta, en lugar de más baja», añadió Segal. Incluso una estimación conservadora sugiere que, además de las 130.000 muertes directas por traumatismos, el ataque total de Israel ha creado las condiciones para la muerte lenta y dolorosa de quizás 390.000 palestinxs más. En Church House, Westminster, se analizó minuciosamente el papel de Gran Bretaña en estas muertes. El Tribunal escuchó en audiencia a Mark Smith, un funcionario del Ministerio de Relaciones Exteriores que dimitió por la continua venta de armas del Reino Unido a las fuerzas de ocupación israelíes. Smith explicó que cuando él y otros colegas cuestionaron la legalidad del suministro de armas para el ataque, se les silenció, incluso con advertencias de no poner sus preocupaciones por escrito. «Miles de conversaciones dentro de las paredes del Ministerio de Relaciones Exteriores sobre los aspectos más controvertidos de nuestra política de venta de armas nunca serán vistas por el público [y] nunca serán llevadas a los tribunales», dijo Smith.

Una de las controversias centrales es el papel de Gran Bretaña en el programa de aviones de combate furtivos F-35, del que el Reino Unido fabrica alrededor del 15 % de cada avión. «Al menos 75 empresas de todo el Reino Unido participan en la fabricación de componentes [para] el programa F-35», declaró Katie Fallon, directora de defensa de la Campaign Against the Arms Trade (Campaña contra el comercio de armas). Los sucesivos gobiernos británicos se han negado a detener estas exportaciones.

El Tribunal también escuchó en audiencia a periodistas de investigación sobre la implicación militar entre Gran Bretaña e Israel. John McEvoy, reportero jefe de Declassified UK, declaró que el Reino Unido estaba entrenando a tropas israelíes tan recientemente como el mes pasado. Matt Kennard presentó pruebas de vuelos de vigilancia y reabastecimiento desde la base aérea británica de Akrotiri en Chipre. Su valoración fue contundente: «La implicación de Gran Bretaña en el genocidio traspasa la línea de la participación. El Gobierno británico, a través de sus diferentes agencias militares y de inteligencia, ha sido partícipe».

Como dijo Guillaume Long, exministro de Relaciones Exteriores de Ecuador y asesor del Grupo de La Haya: «El Reino Unido está incumpliendo claramente sus obligaciones en virtud del derecho internacional, al optar por proteger su industria armamentística por encima de las vidas de lxs palestinxs». Mientras que el Estado británico protege su industria armamentística, el pueblo británico se niega a ser aliado de esta trayectoria criminal. Rami Khayal, del Movimiento Juvenil Palestino, declaró ante el Tribunal: «Debemos estar orgullosxs de que la voluntad popular británica esté del lado correcto de la historia. Ahora, los poderes políticos deben ponerla en práctica».

Lo que eso exige es precisamente lo que exige el derecho internacional. Francesca Albanese, relatora especial de la ONU sobre los territorios palestinos ocupados, lo dejó claro: «Hay que cortar todos los lazos con Israel. Eso es lo que significa cumplir con el derecho internacional». Al clausurar el Tribunal, Jeremy Corbyn dijo: «No podemos limitarnos a ser espectadorxs y testigos, podemos y debemos hacer algo al respecto».

Eso significa detener los barcos que habitualmente transportan armas, combustible y productos de doble uso para alimentar la masacre de Israel. El jueves 4 de septiembre, la campaña No Harbour for Genocide (No hay puerto para el genocidio), liderada por una coalición que incluye a la Internacional Progresista, publicó una «lista de bloqueo» de 36 «transportistas del genocidio», buques que transportan armas, combustible y suministros a Israel. La noticia fue anunciada por Middle East EyeEl Diario. «No permitiremos que pasen sin oposición», afirmó David Adler, Co-coordinador general de la Internacional Progresista. «Desde los puertos hasta los parlamentos, desde los tribunales hasta las calles, coordinaremos acciones a todos los niveles para detener estos buques y poner fin a su complicidad en el genocidio».

Mientras el Tribunal exponía la complicidad de Gran Bretaña en crímenes contra la humanidad, el mundo también vislumbraba la visión de futuro de los genocidas. Un plan que circula por la Casa Blanca y que se filtró al Washington Post revela en detalle el llamado «Proyecto Riviera de Gaza» de Trump: complejos turísticos frente al mar, campos de golf y puertos deportivos de lujo construidos sobre las ruinas de Gaza, comercializados a lxs inversorxs como una «oportunidad única en una generación».

La limpieza étnica de Palestina no es un accidente de guerra, es la condición para obtener las ganancias. Y la elección, como nos recordó el Tribunal, es clara: Podemos ser espectadorxs, o podemos actuar, ahora, para detener los barcos, romper el asedio y salvar vidas.

Lo último del Movimiento

El Grupo de La Haya en Manifiesta.

Mientras los Estados Unidos y Europa continúan siendo aliados de Israel en su genocidio contra el pueblo palestino, el Sur Global se moviliza en solidaridad con Palestina. El Grupo de La Haya está tomando la iniciativa en la defensa del derecho internacional y en la demanda del fin de la impunidad israelí y de la complicidad mundial. ManiFiesta, el festival cultural y político que se celebra en Ostende (Bélgica) los días 13 y 14 de septiembre, está organizando una mesa redonda para debatir estos acontecimientos. Moderada por Ikram Koudoussi (INTAL), la mesa redonda contará con la participación de Shahd Hammouri (Al-Haq), Layla Hazaineh (Internacional Progresista) y Marc Botenga (PTB), eurodiputado, que examinarán el papel del Sur Global y del Grupo de La Haya en la defensa del derecho internacional y el fin de la complicidad global. Para más información sobre la mesa redonda, haz clic aquí, y para comprar tus entradas para el festival, haz clic aquí.

Trabajadorxs de salud de Kenia, bajo ataque.

La semana pasada, se detuvo a varixs enfermerxs kenianos durante las protestas en Nairobi tras revocarles sus puestos de trabajo. Enfermerxs y médicxs recién tituladxs se han visto envueltxs en un conflicto laboral en Kenia, ya que lxs jóvenes trabajadorxs de la salud luchan por conseguir trabajo y atender a sus pacientes. Al igual que otras protestas en Kenia, sus llamados a la justicia se enfrentan a una respuesta policial dura y, a menudo, violenta.

Rompiendo lazos con el genocidio

Tras la Conferencia de Emergencia de Bogotá del Grupo de La Haya, más Estados están tomando medidas y profundizando en sus acciones contra la maquinaria de guerra de Israel. El presidente colombiano Gustavo Petro ha ampliado y profundizado el embargo energético de Colombia a Israel. Bélgica ha anunciado que impondrá «sanciones firmes» a Israel, incluida la prohibición de importar productos de los asentamientos ilegales israelíes en la Cisjordania ocupada. El fondo soberano de Noruega se ha desprendido de la gigante estadounidense de maquinaria de construcción Caterpillar por «violaciones de derechos» en Palestina y de cinco bancos israelíes. El Gobierno escocés ha anunciado que suspenderá la financiación pública a las empresas armamentísticas cómplices del genocidio de Israel.

La sociedad civil india insta al Gobierno sobre Amazon.

Grupos que respaldan a millones de pequeñxs minoristas indixs han instado al Gobierno a denegar la solicitud de Amazon de facilitar la venta del gigante tecnológico a lxs consumidorxs indixs y expulsar a lxs pequeñxs minoristas del mercado. Amazon ha estado presionando al Gobierno indio para que suavice la normativa en el contexto de un posible acuerdo comercial y de derechos de los inversores entre los Estados Unidos y la India.

Activistas estudiantiles de Delhi denegada la libertad bajo fianza

Tras cinco años de detención sin juicio, el Tribunal Superior de Delhi denegó la libertad bajo fianza a nueve estudiantes acusadxs del «delito» de disidencia por su papel en las protestas de Delhi de 2020, sentando un impactante precedente de represión política en la India. El tiempo que lxs activistas han pasado en la cárcel ha estado marcado por múltiples llamados y posteriores aplazamientos y rechazos por parte de los tribunales, en lo que defensores de los derechos humanos de todo el mundo han denunciado como una parodia de la justicia.

Cómo ser antirracista en Hungría

La semana pasada, el alcalde de una pequeña localidad húngara comenzó el nuevo curso escolar en una asamblea de la escuela primaria diciendo: «Me alegro de ver que no hay ningún Mohamed». En el contexto del aumento del racismo en un país, y con el apoyo mediático de Mérce, socio de la Agencia de la IP, el Théâtre le Levain, un teatro francés independiente fundado por Attila Piroth, voluntario de la IP Translations desde hace mucho tiempo, lanza la edición húngara de How To Be An Antiracist, de Ibram X. Kendi. Puedes leer más sobre la iniciativa y ofrecer tu apoyo aquí.

Arte de la Semana

Electrical Gaza, una película de Rosalind Nashashibi, documenta Gaza en los días previos a la ofensiva militar israelí Operación Margen Protector en el verano de 2014. La película incorpora animación, metraje de 16 mm, música, silencio y la propia respiración de lxs artistas para retratar cómo se sentía estar en Gaza en ese momento, que Nashashibi describió como «una mezcla cargada de euforia liberadora y profunda ansiedad».

Nashashibi es una pintora y cineasta radicada en Londres, de ascendencia palestina e irlandesa del norte. Entre sus numerosos galardones se incluyen ser la primera mujer en ganar el premio Beck's Futures, recibir una nominación al premio Turner y representar a Escocia en la 52ª Bienal de Venecia. Su obra ha sido incluida en Documenta 14, Manifesta 7, la Trienal Nórdica y Sharjah 10. Electrical Gaza ha sido producida por Kate Parker, con fotografía de Emma Dalesman. Gran parte de lo que se documenta en la película está ahora destruido.

Available in
EnglishPortuguese (Brazil)FrenchGermanSpanish
Date
08.09.2025
Privacy PolicyManage CookiesContribution SettingsJobs
Site and identity: Common Knowledge & Robbie Blundell