El desarrollo a favor de los pobres: cómo China erradicó la pobreza

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Los últimos cuarenta años de reforma y apertura en China han sido testigos un rápido crecimiento económico del país y de una transformación social y económica, además de logros en la reducción de la pobreza reconocidos a nivel mundial. Li Xiaoyun, catedrático de Humanidades y director de tesis en la Agricultural University de China, ha explicado de manera concreta cómo China ha alcanzado el objetivo de erradicar la pobreza en el entorno rural durante los últimos cuarenta años. Esto demuestra que es posible que los países en vías de desarrollo puedan asumir un "compromiso político de reducción de la pobreza a través de todos los sectores políticos y sociales, superando los obstáculos de algunos grupos de interés y de la burocracia administrativa, para poder alcanzar la redistribución de la riqueza y de las oportunidades".

El 25 de febrero de 2021, el presidente chino Xi Jinping declaró en Beijing de manera oficial que China eliminará finalmente la pobreza absoluta en las áreas rurales. Como el estándar de pobreza absoluta en áreas rurales de China es superior al de pobreza extrema del Banco Mundial (Wang Pingping et al., 2006), el país aún se sitúa por detrás de las estimaciones del Banco Mundial para eliminar la pobreza absoluta en estas áreas. Según la línea de pobreza del Banco Mundial de $ 1,9 por persona al día, en 1981, se registraban en China 878 millones de pobres y la incidencia de pobreza era del 88,3 %. En 2015, ese número había descendido hasta los 9,7 millones de personas, con una incidencia del 0,7 % (Base de datos del Banco Mundial).

El crecimiento económico y la redistribución de los ingresos suelen ser aceptados como dos importantes motores para la reducción de la pobreza. Basándose en la situación de los Estados Unidos en 1964, Anderson sugirió que el crecimiento económico contribuía de manera importante a reducir la pobreza del país (Anderson, 1964). Sin embargo, en los países en vías de desarrollo la experiencia ha sido diferente. Algunos estados del África subsahariana, por ejemplo, han registrado, en diferente grado, niveles de crecimiento económico relativamente altos durante las últimas dos décadas. Sin embargo, no han conseguido reducir su pobreza de manera significativa. Esto demuestra que el crecimiento económico es solo un factor en la reducción de la pobreza. Para conseguir reducir la pobreza con éxito, este debe estar orientado a mitigar la pobreza (Banco Asiático de Desarrollo, 1999). En segundo lugar, el aumento en la desigualdad de ingresos que acompaña al crecimiento económico es un gran problema para los países en desarrollo y para muchos países de renta media. El aumento de la desigualdad empeora de manera directa la pobreza relativa, un proceso que China empezó a experimentar a comienzos de siglo. En este contexto de reducción de pobreza, el principal desafío para China antes del comienzo del nuevo siglo era poner el crecimiento económico al servicio de los pobres. Desde entonces, la desigualdad se pronunció cada vez más. Estas dos características han influido en gran medida en los cambios de estrategias y políticas de reducción de pobreza en este país.

La visión sobre la reducción de la pobreza en China tiende a dividirse en dos categorías. Una considera el desarrollo y la reducción de la pobreza como parte de una tendencia universal de transformación socioeconómica generada como resultado de la asimilación del país en la globalización. La otra considera que el éxito alcanzado por China en el desarrollo y en la reducción de la pobreza es un caso particular, con las características propias de este país (Li Xiaoyun et al., 2019). Este documento presenta y analiza el proceso de reducción de pobreza en China desde tres aspectos: el papel histórico del desarrollo en la reducción de pobreza antes de 1978, el crecimiento económico al servicio de la disminución de la pobreza después de 1978 y el objetivo de erradicación de la pobreza ante el aumento de la desigualdad, al mismo tiempo que considera sus elementos centrales y su importancia a nivel mundial.

I. El papel del desarrollo en la reducción de la pobreza antes de 1978.

Antes de 1978, el desarrollo provocó tres efectos sobre la pobreza en China. En primer lugar, alivió la pobreza en términos de hambre; en segundo lugar, alivió la pobreza multidimensional, por ejemplo, en la educación, sanidad, infraestructuras y género; y, en tercer lugar, proporcionó una importante base material y humana para lograr un posterior crecimiento económico. China no se centró directamente en los ingresos de los grupos más desfavorecidos hasta mucho tiempo después de los años 50, por lo que las mejoras en el bienestar individual fueron lentas y los objetivos de desarrollo social a nivel nacional se reflejaron principalmente en servicios sociales inclusivos (Li Xiaoyun et al., 2020). Cabe señalar que un gran número de estudios sobre la pobreza en China tiende a ignorar la relación entre el desarrollo y la reducción de la pobreza antes de la reforma y apertura de la economía. De hecho, la pobreza sencillamente refleja condiciones socioeconómicas más amplias, ni el aumento ni la disminución de la pobreza ocurren de repente. En China, la reducción a gran escala de la pobreza es un proceso histórico (Li Xiaoyun et al., 2019). 

A principios de los 50, la esperanza de vida en China era de 35 años, mientras, durante el mismo periodo, que en los Estados Unidos y Europa era de 68 y 63,68. En 1952, la población del país era de 575 millones y la producción total de cereales era de 163,92 millones de toneladas, con un reparto de cereales per cápita de solo 285 kg. En 1950, antes de que el gobierno chino comenzara con su programa de reforma agraria, el 54,8 % de la tierra cultivable se concentraba en manos del 14,5 % de los agricultores. Los campesinos, que representaban el 85,5 % de los agricultores chinos, poseían menos del 50 % de la tierra cultivable. La distribución desigual del terreno rural es considerada como una de las principales razones de la pobreza prolongada de China (Guo Dehong, 1993). Tras la reforma agraria, el 92,1 % de los campesinos pobres o de renta media eran dueños de sus propias tierras. Entre 1949 y 1957, la producción de cereales de China aumentó de 113,18 millones a 195,05 millones de toneladas y el rendimiento del grano pasó de 1035 kg/ha a 1463 kg/ha (Ministerio Nacional de Agricultura, 1989). Los sistemas de tierras se han centrado siempre el estudio de la pobreza. Keith Griffin sugiere que la reforma agraria redistributiva, empezando por eliminar la concentración de tierras y los monopolios, maximiza la eficiencia económica y la justicia social y ayuda a aliviar la pobreza en las áreas rurales (Griffin et al, 2002). Un análisis de las experiencias de los países con diferentes tipos de reformas agrarias redistributivas argumenta que "las reformas redistributivas representadas en la reforma agraria, junto con la facilitación y apoyo del Estado, aportarán beneficios reales a los pobres" (Li Xiaoyun et al., 2020; Putzel, 2000). Muchos países en desarrollo, como Filipinas, han experimentado gran dificultad para aliviar la pobreza debido a las grandes desigualdades en el sistema de tierras. La práctica ha demostrado que los países que han completado una reforma agraria han alcanzado, de una forma u otra, una reducción importante de la pobreza. Este ha sido el caso en Japón, Corea del Sur o la región de Taiwán, con reformas que comenzaron todas en la década de los 50 y que jugaron un papel positivo en la mitigación y posterior eliminación de la pobreza absoluta (Zhang Guilin, 1994). La reforma agraria llevada a cabo en China durante la década de los 50 afectó de manera directa la reducción de la pobreza y puede considerarse una importante política para la reducción de pobreza desde el punto de vista institucional. Al mismo tiempo, los cambios sobre el sistema agrario proporcionaron una base social para la equidad.

La erradicación de la pobreza suponía el objetivo principal del camino hacia la modernización que China emprendió tras la década de los 50. De acuerdo con este enfoque, China empezó a implantar cambios generalizados en la estructura de la economía nacional, empezando por la educación, el sistema sanitario, la ciencia y tecnología, y las infraestructuras. La tasa de analfabetismo descendió del 80 % en 1949 al 22 % en 1978 (Oficina Nacional de Estadística, 1979). Su superficie de regadío pasó de 19 959 millones de hectáreas en 1952 a 45 003 millones de hectáreas en 1978, mientras que la cantidad de fertilizantes que se usaron en todo el país pasó de 78 000 toneladas en 1952 a 8,84 millones de toneladas en 1978. Las existencias de cereales per cápita superaron los 300 kg en 1978, una mejora importante a pesar de que el estándar para la FAO de 400 kg per cápita (una medida de seguridad alimentaria) no se alcanzara (Li Xiaoyun et al., 2020).

De hecho, el entusiasmo de los agricultores por la producción que impulsó la reforma agraria se fundamentaba en gran medida por las inversiones a largo plazo que, antes de la reforma y apertura, el país realizaba en infraestructuras agrícolas como el regadío, la maquinaria agraria, los fertilizantes y, sobre todo, la ciencia y la tecnología agrícolas. En 1978, el 45 % de las tierras del cultivo del país eran de regadío, un porcentaje que no ha aumentado de manera significativa desde la reforma y apertura.

Otro factor importante para el desarrollo de China y su reducción de la pobreza fue el punto de partida relativamente equitativo. Alrededor del año 1978, el coeficiente de Gini a nivel nacional era de 0,318 (PNUD, 2016 mientras que en la China rural era de unos 0,212 (Oficina Nacional de Estadística, 2001). Esto muestra la equidad que existía en la distribución de ingresos en la sociedad china en ese momento. Existe una relación compleja entre el modelo de distribución de ingresos y el crecimiento económico. En términos generales, se considera que la disparidad en los ingresos afecta el crecimiento económico de cuatro maneras. Un enfoque sostiene que la distribución de ingresos equitativa fomenta mejor la división del trabajo entre los diferentes niveles de cualificación, promoviendo así el crecimiento económico (Fishman & Simhon, 2002). Un segundo enfoque, basado en la hipótesis de la imperfección de los mercados de crédito, defiende que la desigualdad en los ingresos afecta el crecimiento al influir en las elecciones ocupacionales, ya que los grupos más pobres encuentran dificultad para acceder a trabajos que requieren un alto nivel de inversión (Banerjee & Newman, 1993). Un tercer punto de vista adopta una perspectiva de economía política al argumentar que la disparidad de ingresos se redistribuye a través de los impuestos del gobierno y el gasto fiscal del gobierno, lo que repercute en el crecimiento económico. Por último, un cuarto enfoque señala que, desde la perspectiva de la demanda de los consumidores, la demanda es el principal estímulo para el crecimiento económico, y la desigualdad en la distribución de los ingresos disminuye la demanda y limita, por lo tanto, este crecimiento (Murphy et al., 1989). De este modo, aunque las políticas chinas anteriores a 1978 tenían ineficiencias, la distribución social relativamente equitativa que promovían y se derivó de ellas propició una base importante para el elevado crecimiento económico y la masiva reducción de pobreza que siguieron a la reforma y apertura. La conciliación de la distribución de los ingresos y la reducción de la pobreza es un asunto primordial para muchos países en desarrollo a medida que entran en su transición social. Para muchos países del sur de África y del África subsahariana, uno de los principales problemas para reducir la pobreza reside en su alta incidencia, además de en la alta desigualdad en la distribución de ingresos. La tasa de incidencia de la pobreza en los países del África subsahariana, por debajo del umbral de la pobreza internacional de $ 1,9, solo ha tenido una lenta disminución desde el 54,9 % en 1990 al 42,3 % en 2015 (PNUD, 2019/2008/2000). Algunos países todavía enfrentan una presión importante para reducir esta pobreza. Durante el mismo periodo, el coeficiente de Gini en los países del África subsahariana se estableció en un nivel elevado de entre el 0,4 % y el 0,5 %. La desigualdad en la distribución de ingresos afectó en gran medida a la eficacia de la reducción de la pobreza. Esta desigualdad de ingresos solo estaba por encima de la de América Latina (ONU, 2019).

II. El crecimiento económico a favor de los pobres

El crecimiento económico de China a favor de los pobres se basaba principalmente en el desarrollo agrícola, la industrialización y la urbanización que experimentó desde la reforma y apertura. Desde ese momento, China ha desarrollado diferentes mecanismos para reducir la pobreza en diferentes etapas de su historia, y existe una relación orgánica entre estos mecanismos, que juntos forman un sistema de herramientas continuo y sostenible para la reducción de la pobreza.

La mitigación de la pobreza no derivada de los ingresos antes de 1978, la construcción de infraestructura y las condiciones de equidad social fueron parte de una base importante para el elevado crecimiento económico que experimentó China después de 1978. Esta base también permitió que los más pobres se beneficiaran de una manera relativamente justa del crecimiento económico y pudieran salir de la pobreza.

Las reformas económicas chinas tras 1978 comenzaron en las zonas rurales. La introducción del sistema de responsabilidad contractual desató el entusiasmo de los agricultores por la producción. Entre los años 1978 y 1985, la agricultura de China entró en una fase de desarrollo extraordinario, impulsado por la reforma de la economía rural. En este periodo, la tasa media de crecimiento anual del PIB de China era del 6,9 % (Huang Jikun, 2018). Al mismo tiempo, la renta anual per cápita de los agricultores chinos también creció a tasas sin precedentes. En la tabla 1 se puede ver cómo, de 1978 a 1984, la tasa anual de crecimiento de los ingresos per cápita de los agricultores chinos era del 16,2 %. Desde 1978 a 1984, el crecimiento agrario de China y el de los ingresos de sus agricultores se mantuvieron relativamente altos en comparación con otros períodos (Huang Jikun, 2008).

En cuanto a las características de la estructura social y económica, durante un largo período después de 1978, la población de China era en su mayoría rural. En 1978, solo un 17,9 % de la población china vivía en ciudades. En los ingresos de los agricultores predominaban las operaciones agrícolas. La agricultura proporcionaba más del 35 % de PIB nacional de China. En lo que respecta al desarrollo de la agricultura, el crecimiento extraordinario de esta en los primeros años de la reforma y apertura se reflejaba principalmente en dos aspectos. En primer lugar, el rápido crecimiento de los cultivos agrícolas relacionados con la producción de cereales. Entre 1978 y 1985, la producción total de cereales de China creció de 304,77 millones de toneladas a 379,11 millones, y la disponibilidad de cereales per cápita aumentó de 317 kg a 358 kg. Tras 1978, China cruzó de manera oficial el umbral de los 300 kg per cápita. En segundo lugar, el rápido crecimiento de la industria ganadera. El cultivo agrícola y la ganadería eran las principales ocupaciones de los pequeños agricultores chinos y la principal fuente de sustento para sus familias. El crecimiento económico en China tras 1978, que empezó con el desarrollo agrícola, fue vital para la reducción de la pobreza. De hecho, Martin Ravallion y Chen Shaohua mantienen que el crecimiento económico en el sector agrícola ha sido el contribuyente principal para el aumento de los ingresos de los más pobres. El impacto del crecimiento económico del sector agrícola en los medios de subsistencia de los pobres es cuatro veces mayor al del sector industrial o de servicios (Ravallion, 2009). La política de reforma y apertura de 1978 hizo un uso efectivo de la base de recursos humanos y materiales establecida en el ámbito del desarrollo agrícola anterior a 1978 y se convirtió en la segunda interfaz del mecanismo de reducción de pobreza de China. La relación entre el desarrollo agrícola y la reducción de la pobreza no siempre depende del crecimiento de la agricultura o del tamaño de la población agrícola. La efectividad del desarrollo agrícola para reducir la pobreza también depende del crecimiento demográfico, que se ha mantenido por debajo del 2 % desde 1978. La elevada tasa de crecimiento neto de la agricultura tiene dos efectos directos: uno conduce al aumento en la producción per cápita, el otro produce superávit. Muchos países del sur de Asia y del África subsahariana han logrado alcanzar resultados relativamente buenos en materia de desarrollo agrícola tras un ajuste estructural. Aunque estos países no han conseguido mantener tasas de crecimiento agrícola tan altas como las de China durante un periodo de tiempo más sostenido, los países del África subsahariana han mantenido, en gran medida, tasas de crecimiento agrícola de entre un 3,5 y 4 % alrededor de la última década. Esta tasa es, en realidad, bastante parecida a la tasa de crecimiento agrícola convencional de China. La diferencia está en que las tasas de crecimiento demográfico en estos países son más altas, en algunos casos alcanzan el 3 %. Por eso, la tasa neta de crecimiento agrícola es comparativamente baja, lo que en parte explica el fracaso del crecimiento agrícola para aliviar la pobreza de manera efectiva en estos países (Li et al., 2013).

Después de 1986, la agricultura de China pasó de un crecimiento extraordinario a un crecimiento normal, y el crecimiento de los ingresos de los agricultores comenzó a desacelerarse. El papel del mecanismo de reducción de la pobreza creado por el crecimiento extraordinario de los ingresos de los agricultores, que a su vez estaba impulsado por el crecimiento extraordinario de la agricultura, empezó a disminuir. Tras 1986, el desarrollo social y económico de China emprendió un nuevo rumbo. El capital excedente de la agricultura, impulsado por el rápido desarrollo de esta en el periodo anterior, se trasladó rápidamente hacia empresas públicas de poblados y aldeas (TVE, por sus siglas en inglés) que antes tenían, en su mayoría, la forma de empresas de comunas y brigadas (CBE, por sus siglas en inglés). Luego, la industria rural absorbió con rapidez el superávit y las materias primas, junto con mano de obra de la agricultura, lo que constituyó un nuevo impulso para la reducción de la pobreza de China. Tras 1986, los ingresos no agrícolas de los campesinos aumentaron año tras año. A finales de la década de los 80, el desarrollo de las TVE emergentes sufrió un embotellamiento y su contribución a los ingresos de los campesinos empezó a resentirse. Sobre esta base, China empezó a atraer inversiones extranjeras a gran escala, y se crearon los cimientos para una industrialización que necesitaba mucha mano de obra, en particular, en áreas desarrolladas y costeras. Esto llevó al flujo masivo de mano de obra rural china entre regiones. Desde finales de los años 90 hasta comienzos de siglo, en China había alrededor de 121 millones de trabajadores migrantes cada año. A partir de 2012, los ingresos de los agricultores chinos alcanzaron los 3 447,46 RMB, lo que daba cuenta del 43,5 % de los ingresos netos per cápita de 6 977,4 RMB de los agricultores. Impulsado por la industrialización, el ritmo de crecimiento urbano de China se aceleró también de manera gradual. El desarrollo urbano de China creció desde el 17,9 % al 60 % en 2019 y casi 300 millones de habitantes de la China rural abandonaron el campo de manera permanente. La industrialización y el desarrollo urbano tienen dos consecuencias sobre la reducción de la pobreza. La primera es que la industria es un sector muy rentable y las ciudades son espacios de alto bienestar. El traslado de la población rural hacia la industria y las ciudades da lugar a un aumento de los ingresos y el bienestar, por lo que la industrialización y urbanización tienen un efecto directo de reducción de pobreza. Sin la industrialización y urbanización, es probable que la reducción de la pobreza en China se hubiera quedado en los niveles logrados gracias al crecimiento extraordinario de la agricultura, sin conseguir la amplia reducción de pobreza alcanzada hasta la fecha. Un segundo aspecto es que el importante descenso de la población rural ha significado un aumento relativo de la productividad laboral de quienes se quedaron en el campo y continúan trabajando en la agricultura. Las TVE y la industrialización rural han ligado orgánicamente el desarrollo agrícola de China a la industrialización y la urbanización, lo que otorga al modelo de desarrollo chino un carácter de desarrollo endógeno muy claro. Con todo, el crecimiento de la economía china siempre se ha centrado en su estructura básica, al mismo tiempo que los mecanismos de reducción de la pobreza en China se han alineado de forma orgánica con la estructura económica y la transformación social de la misma. El proceso que va desde el desarrollo agrícola hasta la urbanización siempre ha estado estrechamente vinculado a un aumento de los ingresos y a una mejora en el bienestar de los agricultores, lo cual constituye una tendencia de crecimiento económico a favor de los pobres en China. Muchos académicos, tanto nacionales como extranjeros, han investigado sobre la aportación del desarrollo agrícola, la industrialización y la urbanización a la reducción de la pobreza en China. Las conclusiones principales son relativamente uniformes. Algunos señalan que hay varios factores que han impulsado la reducción masiva de la pobreza en China durante los cuarenta años de reforma y apertura, pero que el más importante ha sido el resultado del impulso combinado del gran crecimiento económico y el alivio de la pobreza, además del desarrollo, el cual no solo ha contribuido a la causa global contra la pobreza, sino que también sirve como ejemplo a seguir para otros países (Wang Sangui, 2008). Por otro lado, también se argumenta que durante los ochenta y los noventa había un escepticismo sobre la sostenibilidad del crecimiento económico de China y la reducción de la pobreza, por lo que el papel del crecimiento económico comenzó a perder importancia en el siglo xxi. Sin embargo, con la promoción de un sistema de seguridad social inclusivo, el desarrollo de China ha pasado, poco a poco, de ser un modelo relativamente a favor de los pobres a ser un modelo de desarrollo inclusivo. Esta práctica de desarrollo empezó a tomarse en serio en el ámbito internacional, y muchos países en vías de desarrollo comenzaron a tomar como modelo la experiencia del desarrollo y la reducción de la pobreza en China (Lin Yifu, 2012). El "modelo de China" también se ha defendido y discutido mucho. Algunos estudios argumentan que, para muchos de los países del tercer mundo en vías de desarrollo, la adopción de un modelo occidental no ha resultado en un desarrollo socioeconómico ni en una democracia con un funcionamiento estable. Por lo tanto, la importancia del modelo chino reside en la cuestión de si este puede ser un modelo alternativo para otros modelos de modernización (Zheng Yongnian, 2009). En el ámbito académico internacional también existe la opinión de que la singularidad de la trayectoria del desarrollo de China se ha convertido en una fuente de ideas y ayuda nueva al desarrollo que es distinta a otras experiencias conocidas en el periodo poscolonial (Beyond, 2008).

Los mecanismos de China para la transformación económica y social a favor de los pobres en periodos diferentes son referencias muy importantes para la reducción de la pobreza en los países en vías de desarrollo. Cualquiera de estos países que quiera alcanzar una reducción sostenible de la pobreza necesita establecer las conexiones que derivan en esta en todas las diferentes etapas de la transformación social y económica. De esta forma, el desarrollo económico no se desvinculará de la reducción de la pobreza. África subsahariana ha mantenido tasas de crecimiento económico relativamente altas en la última década, con un crecimiento del PIB del 5,575 % en 2010 y de alrededor del 3,32 % desde el 2010 hasta el 2018, a pesar de volver a caer al mínimo de la década debido a la recesión económica mundial, con el 1,6 % (Base de datos del Banco Mundial). No obstante, la tasa de descenso de la incidencia de la pobreza en África subsahariana durante el mismo periodo no ha sido satisfactoria. Un problema importante en torno al desarrollo económico y la reducción de la pobreza en estos países es que existe una separación entre la estructura de crecimiento económico y la reducción de la pobreza (Li, 2013). Por ejemplo, en muchos países africanos, los sectores que han experimentado un mayor crecimiento en la última década han sido los de transporte, comunicaciones y minería, los cuales están en gran parte concentrados en industrias intensivas en tecnología y capital. En el centro de la separación entre el crecimiento económico y la reducción de la pobreza se encuentra el fracaso en el arraigo del crecimiento económico en las características socioeconómicas subyacentes de estos países, no solo desde la perspectiva del crecimiento económico, sino también desde la perspectiva del desarrollo agrícola. Ha sido la expansión de la superficie, y no el aumento en las cosechas por unidad de terreno, lo que ha motivado el crecimiento agrícola en la mayoría de los países subsaharianos en la última década. Por lo tanto, el crecimiento agrícola no se ha basado en el aumento de la productividad. En la última década, tras haber vivido un periodo dorado de desarrollo agrícola seguido de un ajuste estructural, muchos países africanos han visto una premura por establecer el desarrollo agrícola como una de las prioridades dentro de la agenda de desarrollo nacional y de reducción de la pobreza. Sin embargo, el desarrollo agrícola no se ha complementado con la industrialización en muchos países, por lo que su función en la reducción de la pobreza no se ha mejorado ni se ha hecho sostenible. La investigación de Paul Collier sobre el desarrollo africano argumenta que, aunque la agricultura es importante para el desarrollo y la reducción de la pobreza en África, sin el impulso de la urbanización sería muy difícil alcanzar la transformación económica y social y la reducción de la pobreza en este continente (Collier, 2014). Durante alrededor de la última década, los países del sudeste asiático han sufrido una rápida transformación socioeconómica y han conseguido diferentes grados de reducción de la pobreza. Si nos basamos en el índice internacional de pobreza, que se corresponde con $ 1,25 por persona al día, la incidencia de pobreza en los países de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN, por sus siglas en inglés) se ha desplomado de un 47 % a un 14 % desde 1990 hasta 2015 (Secretaría de la ASEAN, 2017). No obstante, hay que tener en cuenta que, al mismo tiempo, el crecimiento económico y la transformación social en los países del sudeste asiático ha tenido lugar, en su mayor parte, gracias a la inversión externa y no por los beneficios del excedente de su propio desarrollo agrícola. Desde la perspectiva del suministro de capital, la función de la transformación socioeconómica y de la reducción de la pobreza que se está extendiendo en el sudeste asiático es muy volátil.

III. El abordaje de prácticas de reducción de la pobreza generada por la desigualdad

Un gran número de estudios realizados por agencias del desarrollo, entre ellas el Banco Mundial, y por economistas del desarrollo como Fosu y Ravallion, han demostrado que el aumento persistente de la desigualdad afecta la traducción del crecimiento económico a la reducción de la pobreza y, a su vez, tiene un efecto erosivo sobre los avances en este ámbito (Ravallion, 1997). Ravallion et al. descubrieron que, mientras que el desarrollo económico ayuda a aliviar la pobreza, el aumento de las diferencias entre ricos y pobres tiene un gran impacto en el empeoramiento de la pobreza (Ravallion & Chen, 2003). Muchos académicos chinos han señalado que la creciente brecha salarial entre las áreas rurales y urbanas, incluso dentro de las propias áreas rurales en China, ha reducido el acceso de los pobres a las oportunidades de obtener ingresos, así como a favorecerse de los beneficios, lo cual no fomenta el alivio de la pobreza en las áreas rurales (Hu Angang et al., 2006). Asimismo, China ha experimentado un aumento de la desigualdad durante el rápido crecimiento económico y la transformación social que ha tenido lugar en las últimas cuatro décadas. El coeficiente de Gini de China ha repuntado del 0,288 % en 1981 al 0,465 % en 2016, lo cual convierte a China en uno de los países con las mayores diferencias en la distribución de la renta en el mundo. En consecuencia, al tiempo que la desigualdad sigue aumentando, el carácter a favor de los pobres propio de la economía del desarrollo va reduciéndose.

De hecho, a mitad de los años ochenta, el gobierno chino empezó a reconocer el impacto polifacético que tenía el crecimiento económico en la distribución de la renta y en el desarrollo regional. Debido a que, desde su reforma y apertura, la estrategia de China para el crecimiento económico se llevó a cabo para enriquecer a algunas personas y regiones en primer lugar, esto equivale a que las propias políticas gubernamentales orientadas hacia el desarrollo apoyan el aumento de las disparidades. Por lo tanto, para poder abordar el problema de la desigualdad, en 1986, el gobierno chino estableció oficialmente una agencia a cargo de aliviar la pobreza en las áreas rurales tanto a nivel central como a nivel local. Al mismo tiempo, se reservaron fondos especiales destinados al alivio de la pobreza a nivel financiero central para designar las áreas afectadas por la pobreza. De este modo, se inició una estrategia de desarrollo y alivio de la pobreza en las áreas rurales planeada y con un objetivo. Esta estrategia es, ante todo, una política para reducir la pobreza con el propósito de complementar y corregir los defectos de las políticas de desarrollo de las prioridades de las regiones y los grupos. Por ejemplo, las regiones litorales y desarrolladas se han aprovechado de la política de reforma y apertura con carácter prioritario y, gracias a su ayuda, han tenido un desarrollo rápido. Al mismo tiempo, muchas regiones marginales y más atrasadas, las cuales no tienen la ventaja comparativa del desarrollo económico regional, han visto que la brecha entre ellas se agranda. El programa de desarrollo y reducción de la pobreza en las áreas rurales de China se enfocaba en estas regiones atrasadas mediante la denominación de condados afectados por la pobreza, al tiempo que proveía las políticas de apoyo correspondientes. A finales del siglo pasado, expertos chinos e internacionales llevaron a cabo estudios sistemáticos sobre el desempeño del alivio de la pobreza en las áreas rurales y del desarrollo de China. En 1990, el Banco Mundial colaboró con el gobierno chino para publicar el estudio China: Strategies for reducing poverty in the 1990s y, en 2001, el Banco Mundial junto con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo publicaron el estudio China: Overcoming Rural Poverty tras haber realizado un estudio completo y sistemático de los esfuerzos de China para reducir la pobreza. Estos informes concluyeron que "China es ampliamente conocida por sus logros en la reducción de la pobreza tras la adopción de un amplio programa de reformas económicas rurales a partir de 1978". Además, "la escala y la financiación del programa de reducción de la pobreza en China, así como la reducción dramática y sostenida de la pobreza absoluta durante los últimos veinte años de reforma son ejemplares desde cualquier punto de vista" (World Bank, 2001). Por otro lado, los académicos nacionales argumentan que, desde la implementación de un alivio de la pobreza en las áreas rurales y el desarrollo planeado, el desarrollo económico en áreas pobres ha aumentado de forma significativa y los ingresos de los agricultores en estas áreas han seguido creciendo (Wang Sangui, 2018).

Desde el cambio de siglo, la estructura social y económica de China ha empezado a experimentar una gran transformación, la cual se refleja, principalmente, en la creciente tasa de urbanización, el aumento de la desigualdad año tras año y el debilitamiento con el tiempo del carácter a favor de los pobres propio de la estructura económica. En este contexto, la relación entre las zonas urbanas y rurales de China también ha comenzado a cambiar, y las políticas de desarrollo chinas están introduciendo elementos que apoyan la agricultura. La abolición completa de los impuestos agrícolas en 2006 marcó el principio de un cambio respecto a los tiempos en los que la agricultura era una proveedora de capital y materia prima para la industrialización. Además, la implementación del seguro para bajos ingresos rurales en 2004 y la puesta en marcha gradual de una cobertura médica, cooperativa, rural y básica para todos los residentes en el medio rural en 2010 marcaron el inicio del cambio en la política de la reducción de la pobreza de China. Tal política pasó de estar enfocada principalmente en el desarrollo económico a requerir la introducción de un mecanismo dual para la reducción de la pobreza, el cual sigue centrado en el desarrollo económico y, al mismo tiempo, requiere de la incorporación de un mecanismo de distribución para salvaguardias. La falta de protección social en China ha sido el foco de la preocupación y la crítica académica y social. No obstante, desde la perspectiva de la eficacia de la reducción de la pobreza, el mecanismo de la pobreza con una seguridad social garantizada solo podrá desempeñar realmente un papel eficaz cuando el beneficio marginal de la reducción de la pobreza del desarrollo disminuya. Este es un mecanismo importante para la respuesta de China a cómo avanzar en la reducción de la pobreza cuando la desigualdad está aumentando y también una parte integral de la sostenibilidad de la reducción de la pobreza en este país. La combinación de una seguridad social garantizada y del desarrollo en la reducción de la pobreza basada en el crecimiento económico es la característica más destacada del mecanismo de reducción de la pobreza de China. Por un lado, debe garantizarse que aquellos que no pueden beneficiarse de la competencia económica lo hagan a través de la certeza de una seguridad social enfocada en el alivio de la pobreza. Al mismo tiempo, debe apoyarse a los que no pueden permitirse escapar de la pobreza mediante mecanismos dirigidos a competir en el mercado. Ambos esfuerzos son fundamentales para lograr la reducción de la pobreza en China.

El mayor obstáculo para la erradicación de la pobreza en un contexto en el que la desigualdad sigue creciendo es el afianzamiento de los grupos de presión y el debilitamiento del carácter a favor de los pobres de la propia estructura económica, cuyo resultado se plasma en un crecimiento económico y estructuras sociales que excluyen a los pobres. Desde 2014, el gobierno chino ha pasado de la mitigación precisa de la pobreza a una campaña para erradicarla. El significado de la guerra contra la pobreza es que a través de la autoridad política del Partido Comunista de China (PCCh) se ha guiado a la sociedad y por medio del fortalecimiento del liderazgo del gobierno, se reúnen recursos mediante iniciativas administrativas extraordinarias, en las cuales se concentran recursos humanos, materiales y financieros destinados a los grupos más pobres y necesitados. El gobierno chino ha invertido una suma sin precedentes en la lucha contra la pobreza, la cual asciende a los 1,6 billones de yuanes en los últimos ocho años. En comparación con el nuevo umbral de pobreza fijado por el gobierno chino en 2011, la incidencia de la pobreza en China ha caído de un 10,2 % en 2012 a un 0,6 % en 2019 (véase el gráfico 3).

 IV. Conclusión y discusión

La reducción de la pobreza en China ha sido un gran acontecimiento en la historia del desarrollo global en los siglos xx y xxi. La presentación objetiva de cómo este país ha experimentado la reducción de la pobreza históricamente es importante para ver cómo se entiende el propio proceso y para el progreso de otros países en vías de desarrollo.

En primer lugar, la reducción de la pobreza es el resultado de un proceso histórico concreto de cambio político, económico y social en el país. La infraestructura que creó China antes de 1978 mediante una gran cantidad de mano de obra jugó un papel crucial en el posterior desarrollo de la agricultura. Esta infraestructura se logró a un precio extremadamente bajo, a diferencia de la carga de la deuda generada por la dependencia de muchos países africanos de la ayuda monetaria para el desarrollo de infraestructuras. Este es el motivo por el que muchos funcionarios chinos tienden a enfatizar la independencia cuando hablan sobre la experiencia de desarrollo de China. El modelo de distribución social equitativa que existía en China antes de la reforma y la apertura fue, de hecho, una base importante para el rápido desarrollo económico y la enorme reducción de la pobreza que fue posible tras la reforma y apertura del país.

En segundo lugar, el fundamento de la reducción a gran escala de la pobreza en China es un crecimiento económico a largo plazo que, a su vez, debe generar una transformación social significativa. Este proceso necesita disponer de mecanismos que favorezcan a los pobres. Debido a que la reducción de la pobreza a gran escala y la erradicación de la pobreza absoluta requieren mucho tiempo, los mecanismos para esta reducción deben favorecer continuamente a los pobres en términos de mecanismos de crecimiento económico.

Por último, en un contexto en el que la desigualdad sigue creciendo, la erradicación total de la pobreza absoluta requiere un fuerte compromiso político y un papel gubernamental sólido. Las prácticas de China para reducir la pobreza desde el cambio de siglo, especialmente desde 2012, han señalado el papel del gobierno y del Partido Comunista. Cuando la desigualdad aumenta y la movilidad social disminuye, la pobreza se vuelve estructural fácilmente y la trampa de la pobreza no puede romperse solo con un papel gubernamental general. Desde esta perspectiva, las experiencias de Europa y Estados Unidos son otros dos extremos destacados. Europa, con una larga tradición de socialismo y el gobierno reiterado de partidos socialistas, ha vivido la evolución del capitalismo, donde muchas políticas a favor de los pobres se han ido convirtiendo en leyes. Todo ello gracias a la alternancia en el poder de partidos laboristas y socialdemócratas, a la extensión de la influencia del pensamiento socialista y al ímpetu del movimiento obrero, que ha resultado en un sistema basado en el bienestar. Por el contrario, Estados Unidos ha luchado por avanzar en las áreas políticas con implicaciones generales en la reducción de la pobreza, mediante el énfasis en los individuos que trabajan para mejorar su sustento en el mercado y la obtención de su propio bienestar a través de la inversión de ingresos personales en los mecanismos de mercado, como la inversión de los ingresos personales en mecanismos comerciales para la educación, la salud o las pensiones y, de esta forma, garantizar el mantenimiento o la mejora de su bienestar futuro. Aunque el gobierno estadounidense cuenta con programas para el alivio de la pobreza, concretamente con la asistencia de la caridad social, en general, la gobernanza de la pobreza en EE. UU. no se basa en la transferencia de ingresos (Rank, 2004). La razón principal por la que China ha sido finalmente capaz de erradicar la pobreza absoluta en las áreas rurales ha sido porque el Partido Comunista de China se apoyó en su ventaja política de unificar a la sociedad e integró con fuerza su compromiso político para la reducción de la pobreza en todos los sectores del gobierno y la sociedad, rompiendo con las restricciones de los grupos de presión y la burocracia administrativa y logrando una redistribución de la riqueza y las oportunidades (Li Xiaoyun et al., 2020).

Li Xiaoyun es catedrático de Humanidades y director de tesis en la Agricultural University de China.

Foto: Li con funcionarios de la prefectura de Nujiang en Yunnan. China Daily.

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Available in
EnglishChinese (PRC)Portuguese (Brazil)SpanishFrenchGerman
Authors
Li Xiaoyun 李小云
Translators
Teresa Toledo Silva, María de la Cabeza Rodríguez Martínez, Maria Paula Gorgone and ProZ Pro Bono
Published
03.01.2024
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