Labor

En Bélgica, lxs trabajadorxs y el gobierno se enfrentan en un pulso decisivo

Sindicatos belgas escalan hacia una histórica huelga general de tres días en una confrontación final con el gobierno de derecha, con el objetivo de frenar el retroceso más significativo del fuerte Estado de bienestar del país y de los derechos de lxs trabajadorxs desde la posguerra.
Tras un año de protestas sostenidas, los sindicatos belgas están lanzando una huelga general sin precedentes de tres días. El conflicto representa un choque fundamental sobre el futuro del modelo social belga, mientras el gobierno intenta desmantelar pilares clave como las prestaciones por desempleo sin límite de tiempo, los salarios indexados a la inflación y la edad jubilatoria, al mismo tiempo que busca debilitar el poder sindical.

El mes pasado, las calles de Bruselas se tiñeron de rojo, verde y azul. En una gran protesta el 14 de octubre, 140 000 trabajadores atendieron el llamado de las tres confederaciones sindicales de Bélgica —socialista, cristiana y liberal— para manifestarse en contra de los recortes del gobierno de derecha en salarios, pensiones y servicios públicos. Fue la mayor manifestación del país en el siglo veintiuno.

Esta fue también la duodécima movilización masiva desde que el gobierno, apodado «Arizona» por los colores de los partidos de la coalición, llegó al poder tras las elecciones de 2024. Demostró que el movimiento obrero belga —a pesar de los cambios económicos estructurales y décadas de ataques neoliberales— tiene el poder de movilizar a masas de trabajadorxs para defender los derechos sociales, el nivel de vida y un sistema fiscal justo. Desde principios de 2025, los sindicatos militantes belgas han intensificado cada vez más sus movilizaciones, incluyendo una huelga de profesorxs con la participación de treinta mil personas en enero, una manifestación central de cien mil personas en Bruselas en febrero, una huelga general que reunió a cientos de miles de personas en marzo, múltiples acciones regionales y sectoriales antes del verano, y la manifestación central, que reunió a 140 000 personas, en octubre.

Esto irá seguido ahora de otra escalada histórica: desde el lunes hasta el miércoles de esta semana, el movimiento sindical extenderá sus habituales acciones de un día a una huelga de tres días, mientras la dinámica política avanza hacia un enfrentamiento decisivo antes de Navidad. La huelga de transporte del lunes se ampliará el martes a los servicios públicos, culminando el miércoles en una huelga general con piquetes en todo el país.

Hasta ahora, ni el gobierno ni los sindicatos se han echado para atrás — también porque las apuestas no podrían ser mayores. Fundamentalmente, el gobierno está intentando reestructurar el todavía sólido modelo social belga que los sindicatos han conquistado y defendido durante el último siglo. Con las movilizaciones de este año, los sindicatos han logrado paralizar partes de la agenda del gobierno, demostrando que el movimiento sindical aún tiene fuerza.

Pero casi un año después de que la coalición «Arizona» tomara el poder, ¿será esta nueva escalada suficiente para derrotar al gobierno?

Enfoque europeo

Como otro ejemplo del giro general hacia la derecha en Europa, las elecciones del año pasado en Bélgica vieron cómo las fuerzas de derecha obtenían mayorías tanto al norte como al sur de su frontera lingüística. Los principales partidos de gobierno son el nacionalista flamenco N-VA (Nueva Alianza Flamenca por sus siglas en neerlandes) y el ya no tan liberal MR valón (Movimiento Reformador, por sus siglas en francés), sostenidos por el centrista Les Engagés, así como por el socialdemócrata flamenco Vooruit (Adelante). Al dejar deliberadamente fuera del poder al ascendente partido de extrema derecha Vlaams Belang, (nterés Flamenco) formaron coaliciones tanto a nivel regional como federal. Anteriormente, incluso bajo gobiernos federales de derecha, las fuerzas de izquierda en el sur francófono, en particular los socialistas de centroizquierda, habían mantenido la mayoría en el gobierno regional.

Ahora, impulsado por la apuesta de la UE por la «competitividad» y procedimiento de reducción del déficit de la Comisión Europea para imponer disciplina fiscal, el gobierno belga propuso profundas reformas neoliberales en la regulación laboral, las pensiones y el seguro de desempleo. Aunque estas medidas afectan el poder adquisitivo de lxs trabajadorxs, la coalición también debatió leyes antiprotesta y la imposición de normas de transparencia sobre los fondos de huelga de los sindicatos. Todo está diseñado para debilitar la resistencia de lxs trabajadorxs, un manual de jugadas que ya conocemos de FinlandiaFrancia, e Italia.

Los sindicatos denunciaron rápidamente esto como el mayor retroceso de los derechos laborales y del estado del bienestar desde que el sindicalismo militante arrebató grandes concesiones al capital en el pacto social de posguerra en 1946. Desde entonces, el Estado del bienestar belga ha seguido siendo uno de los más fuertes de Europa, con gasto social rondando el 30 por ciento del PIB. Por ejemplo, hasta ahora, Bélgica era el último país europeo en tener un seguro de desempleo sin límite de tiempo. A pesar de los ataques periódicos del gobierno, es uno de los dos únicos países que mantienen salarios y pensiones indexados a la inflación, lo que protegió mejor a lxs trabajadorxs en Bélgica durante la crisis del coste de la vida de los últimos años. 

Para justificar este ataque al nivel de vida de lxs trabajadorxs, el primer ministro belga Bart de Wever, recurrió a la gastada retórica de austeridad de «apretarse el cinturón». Esto resulta hipócrita para muchxs trabajadorxs, y no solamente por los altos salarios tanto de él como de sus ministros. Sino porque hace una década muchos de los partidos de la coalición gobernante deliberadamente recortaron los ingresos fiscales y de seguridad social del Estado, creando el mismo «agujero presupuestario» que ahora dicen necesitar solucionar. Mientras tanto, el apoyo financiero a las empresas ha alcanzado niveles récord, habiéndose duplicado en los últimos veinte años. El programa de austeridad no es simplemente una decisión fiscal, sino política: de alguna manera se puede «encontrar» la misma cantidad para comprar equipamiento militar y alcanzar el objetivo Trump de gasto de la OTAN.

Debilidades del gobierno

A lo largo de esta ola, el movimiento obrero belga logró mantener un frente unido entre las tres confederaciones, los sectores público y privado, y las comunidades lingüísticas del país. Esta poderosa respuesta puso al gobierno en desventaja, exponiendo contradicciones entre sus diferentes partidos. El socialdemócrata Vooruit está bajo presión para defender los logros históricos del movimiento del que nació. El derechista MR ha hecho campaña prometiendo un mayor poder adquisitivo mediante impuestos sobre la renta más bajos, pero no ha propuesto nada más que la caída del nivel de vida. Los demócratacristianos, a pesar de debilitar sus lazos con el movimiento obrero cristiano, siguen respondiendo a la presión en cuestiones socioeconómicas: una huelga regional de profesorxs les obligó a dar un giro en la Valonia francófona. Y en medio de todo esto, el primer ministro intenta satisfacer al capital flamenco mientras mantiene unida la coalición «Arizona».

Ciertamente, el gobierno logró impulsar algunas medidas regresivas, como la limitación del seguro de desempleo a dos años. Esto hará que las 160 000 personas que pierdan sus prestaciones se vean lanzadas hacia la precariedad. Como las prestaciones se pagan en gran medida a los individuos a través de los sindicatos —y por tanto una razón importante para afiliarse—, esto constituye un ataque en dos frentes contra el movimiento sindical.

Aun así, el gobierno «Arizona» ha sido incapaz de lograr avanzar ni un centímetro en su controvertida reforma de pensiones. Esto también se debe a que, a diferencia de la cuestión del seguro de desempleo, lxs trabajadorxs de distintas divisiones profesionales, regionales y políticas están unidos en rechazar su propuesta de aumentar la edad de jubilación de sesenta y cinco a sesenta y siete. El plan incluye un brutal castigo de hasta el 25 por ciento para quienes buscan jubilarse anticipadamente.

Esto afectaría especialmente a las mujeres y a lxs obrerxs de manufactura, logística, limpieza, cuidados y otros sectores donde el trabajo físico exigente conlleva una baja esperanza de vida en buena salud; es decir, la edad hasta la que las personas pueden disfrutar de su vida sin problemas de salud graves. El promedio en Bélgica es de solo 63,7 años — una cifra que no ha cambiado en los últimos quince años — y datos anteriores sugieren que lxs trabajadorxs con estudios universitarios tienen diez años más de buena salud que los demás. Esto deja en evidencia la falsedad del argumento de que vivimos más tiempo y por tanto deberíamos trabajar más tiempo.

Pero no es solo la reforma de las pensiones contra la que los trabajadores en Bélgica han logrado levantarse con éxito.

En el pasado, lxs trabajadorxs belgas lograron una prohibición general del trabajo nocturno entre las 8 p.m. y las 6 a.m. Esta medida otorga a los trabajadores un enorme margen de negociación con empleadores en sectores de 24 horas como la manufactura, la química, los cuidados y la logística. Esta regulación está ahora bajo ataque: el gobierno de «Arizona» quiere abaratar la mano de obra cambiando la definición de trabajo nocturno.

Por ejemplo, actualmente los trabajadores de logística ganan un salario nocturno más alto por las diez horas de trabajo en este periodo, lo que supone un importante aumento para su poder adquisitivo y una compensación por los efectos perjudiciales para la salud de trabajar en horarios atípicos. Según las propuestas del gobierno, unx trabajadorx podría perder la mitad de su bono nocturno, ya que la definición se cambia a solo entre medianoche y las 5 de la mañana. Esto podría significar perder varios cientos de euros al mes.

El ministro de Trabajo y Economía, David Clarinval, ha explicitamente vinculado una inversión de 1000 millones de euros por parte de la multinacional estadounidense Amazon, un plan que no creará ni buenos ni muchos puestos de trabajo, a esta política. Como ha destacado la coalición Haz que Amazon pague  (Make Amazon Pay), —Amazon es una maquinaria destructiva antisindical que está minando los estándares en toda la economía, incluidos los empleos dignos en logística. El gobierno muestra aquí su verdadera agenda: sustituir lo que queda de la socialdemocracia europea por un capitalismo voraz al estilo estadounidense.

Enfrentamiento

Sin embargo, debido a la presión sostenida de movilizaciones repetidas durante el último año, el gobierno no ha podido someter la medida a votación en el parlamento y se ha visto obligado a aceptar exclusiones para ciertos sectores.

Ahora, la dinámica política se encamina hacia un enfrentamiento: con el gobierno incapaz de ponerse de acuerdo sobre estas y otras medidas, las negociaciones presupuestarias también han quedado paralizadas. El primer ministro Bart de Wever —que quiere recortar 10 000 millones de euros del estado del bienestar— tuvo que posponer en varias ocasiones el debate presupuestario en el Parlamento. Más recientemente, acudió al rey belga para solicitar una prórroga de cincuenta días para las negociaciones presupuestarias y —si estas fracasaban— amenazando con su dimisión justo antes de Navidad.

Este es el contexto en el que lxs trabajadorxs volverán a ir a la huelga esta semana. El desenlace es completamente incierto: desde la caída del gobierno hasta la aplicación de sus medidas antisociales. En 2023, vimos cómo el movimiento de protesta liderado por los sindicatos contra el aumento de la edad de jubilación en Francia fue derrotado por el uso autoritario que hizo Emmanuel Macron del llamado Artículo 49.3, decretando un cambio en la ley sin votación parlamentaria. En 2024, vimos que el movimiento sindical finlandés —a pesar de una huelga política total que paralizó las exportaciones durante semanas— no logró frenar el ataque del gobierno de derechas al modelo nórdico. Pero también hemos visto cómo, en Francia, hace unos días la reforma de las pensiones fue  suspendida y cómo, en Finlandia, el partido de extrema derecha en el gobierno, Partido de los Finlandeses, ahora obtiene solo la mitad de los votos que en las últimas elecciones. Nada de esto habría ocurrido sin la resistencia de los sindicatos.

Entonces, ¿qué ocurrirá en Bélgica en 2025 — y qué efecto tendrá en la dinámica política en los próximos años?

El movimiento podría quizás ganar en algunos frentes y perder en otros. Lo que ya sabemos es esto: una ola de huelgas de un año ha creado conexiones sindicales con decenas de organizaciones de la sociedad civil, ha formado a cientos de nuevos líderes sindicales, ha incorporado a miles de jóvenes al movimiento, ha permitido que cientos de miles de trabajadorxs sepan lo que significa hacer huelga y ha educado a millones sobre la agenda antisocial de los partidos gobernantes.

Daniel Kopp es escritor y sindicalista.

Foto: Jacobin

Available in
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Author
Daniel Kopp
Translators
Ginnette Amador Godoy and Ma. Alejandra Padilla - LaCour
Date
16.12.2025
Source
JacobinOriginal article🔗
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