Labor

Lxs repartidorxs de comida de Taiwán llaman a formar un sindicato nacional

Su lucha por la sindicalización refleja un movimiento creciente entre lxs repartidorxs de comida alrededor del mundo.
Detrás de la conveniencia para lxs cosumidorxs y las “soluciones digitales” de las aplicaciones de reparto de comida se esconden decenas de miles de repartidorxs que trabajan demasiado y están mal pagadxs. En Taiwán, un creciente movimiento de trabajadorxs está impulsando una sindicalización nacional.

Nota editorial: Precariedad, Taylorismo digital, explotación disfrazada de innovación tecnológica: estas son las características definidoras de la explosión moderna en los servicios de reparto de comida, y constituyen un fenómeno global. Este artículo es el más reciente de una serie de artículos de la Agencia sobre las luchas de lxs trabajadorxs de reparto de comida alrededor del mundo: Desde Tbilisi, a Ciudad de México, a Beijing.

A finales de abril repartidorxs de comida de Uber Eats, Foodpanda, GOGOX y LalaMove protestaron frente al Ministerio de Trabajo, convocando a lxs trabajadorxs de reparto a formar un sindicato nacional de repartidorxs. Al parecer, el sindicato cuenta ya con más de 100 miembros y se prevé que se constituya formalmente dentro de los próximos tres meses.

Se estima que actualmente hay más de 80 mil repartidorxs de comida en Taiwán. Lxs trabajadorxs protestaron en respuesta a las nuevas fórmulas de cálculo salarial anunciadas por Uber Eats y Food Panda, que reducirían sus salarios entre un 10 y un 30 por ciento. Mientras que el año pasado lxs repartidorxs podrían ganar de 65 NT a 75 NT por entrega, ahora lxs trabajadorxs ganarán de 43 NT a 50 NT por la misma entrega. Por ende, lxs repartidorxs tendrán que trabajar más horas ganando menos. Según Chen Yu-an, uno de lxs organizadorxs del sindicato, mientras que antes ganaba 9600 NT entregando 110 pedidos a la semana, después de los cambios ganó 9000 NT por 164 pedidos.

Lxs trabajadorxs criticaron el hecho de que estos cambios, que afectaron severamente sus medios de subsistencia, fueron anunciados por Uber Eats y Foodpanda sin previa consulta con lxs trabajadorxs. Con lo que criticaron que las nuevas fórmulas de cálculo salarial se decidan a través de una “caja negra”.

En este sentido, lxs trabajadorxs critican a las plataformas de reparto de comida por afirmar que esperan fomentar prácticas de conducción segura entre sus repartidorxs pero reasignan pedidos a otrxs repartidorxs si no los entregan en el plazo establecido. Efectivamente, los nuevos cambios fomentan el exceso de velocidad. Según lxs organizadorxs del nuevo sindicato, el promedio de accidentes de lxs trabajadorxs de reparto en Taiwán central incrementó de 1.4 veces a 4 veces por mes después de la implementación de los nuevos cambios de cálculo salarial. 17 accidentes ocurrieron entre el último abril y febrero, pero en los 22 días después de que se implementaron los cambios, hubo 4 accidentes más. Lxs trabajadorxs han pedido que se incremente la compensación por accidentes al menos a 100,000 NT.

Existen varios sindicatos locales de repartidorxs de comida en varias ciudades y municipalidades en Taiwán, pero actualmente no hay un sindicato nacional para trabajadorxs de reparto de comida. El establecimiento de dicho sindicato podría otorgarle a lxs repartidorxs de comida el poder para negociar con plataformas de entrega de comida como Uber Eats y Foodpanda a nivel nacional. Tres muertes de repartidores en octubre 2019 llevaron previamente a pedir que se mejore la seguridad de lxs trabajadorxs de reparto.

Al mismo tiempo, es de esperar que el gobierno y la industria se opongan. Las plataformas de reparto de comida basadas en aplicaciones como Uber Eats y Foodpanda, que forman parte de la llamada “gig economy”, afirman que ofrecen mayor libertad y flexibilidad a lxs repartidorxs en cuanto a horarios y acuerdos laborales. Sin embargo, el no clasificar a lxs repartidorxs como empleadxs formales sino como trabajadorxs temporales ha servido para negarles los beneficios que de lo contrario les corresponderían como empleadxs.

La entrada de Uber en el mercado taiwanés como servicio de transporte compartido fue controvertida para empezar, ya que Uber se registró como una empresa de software y no como una de taxis, para intentar evadir la regulación como empresa de taxis, y acumuló constantes multas por su negativa a dejar de operar en Taiwán. Esto es parte de lo que originalmente llevó al cambio de Uber hacia la prestación de servicios de reparto de comida en Taiwan, ya que los desafíos legales impedían a lxs conductorxs de Uber operar directamente como un servicio de transporte compartido. Eventualmente se llegó a un acuerdo y Uber se registró como empresa de taxis.

Sin embargo, dado que Uber se enfrentaba a la resistencia de los sindicatos locales de taxis en ese momento, Uber intentó presentar el asunto como si el gobierno taiwanés estuviera fallando en adaptarse a las tendencias de la innovación global, al no darle paso. En consecuencia, Uber intentó presentar a los sindicatos de taxis como fuerzas conservadoras empeñadas en impedir la innovación, al anclar a Uber en esquemas antiguos de empleo. Es probable que Uber Eats y Foodpanda recurran a tácticas similares contra el nuevo sindicato nacional de repartidorxs de comida.

Por el contrario, se puede señalar la sindicalización de lxs repartidorxs de comida en todas partes, desde EE. UU. hasta China, como ejemplos de cómo lxs repartidorxs de alimentos que utilizan plataformas como Uber Eats o Food Panda han necesitado unirse para luchar contra los intentos de estas aplicaciones de servicios de reparto de extraerles más trabajo al mismo tiempo que vuelven menos seguras sus condiciones de trabajo. Sin embargo, el gobierno taiwanés ha mostrado frecuentemente lo susceptible que es al argumento de que ciertas industrias requieren acuerdos laborales más flexibles, dada las especificidades de la industria. Parece que Uber Eats y Foodpanda usarán estos argumentos como arma cuando se enfrenten a las demandas de lxs trabajadorxs.

Brian Hioe es uno de lxs editorxs fundadores de New Bloom. Es un escritor freelance en temas de movimientos sociales y política, además de ser traductor. Oriundo de Nueva York y taiwanés-estadounidense, tiene una maestría en Idiomas y Culturas del Este Asiático de la Universidad de Columbia y se graduó de la Universidad de Nueva York con especialidad en Historia, Estudios del Este Asiático y Literatura Inglesa. Fue becario del Democracy and Human Rights Service Fellow en la Fundación Taiwán por la Democracia de 2017 a 2018.

Foto: Hanklee_photo, Flickr

Available in
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Author
Brian Hioe
Translators
Octavio García and Nora Bendersky
Date
25.06.2021
Source
Original article🔗
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