Para millones de hondureñxs, las elecciones no sólo ofrecían la oportunidad de respaldar el programa de "refundación" nacional de Castro y la ampliación de los derechos sociales y económicos que contenía. También presentaba la oportunidad de pasar la página tras una década de masacres, incertidumbre e inestabilidad desde que las fuerzas armadas dieron un golpe de Estado contra el presidente Manuel Zelaya en 2009.

El triunfo de la democracia en Honduras refleja el valor de su ciudadanía al vencer los intentos por suprimir su participación en las elecciones del domingo. La violencia política dirigida, la desinformación masiva y la corrupción generalizada amenazaron con descarrilar el proceso democrático. Un ciberataque de origen desconocido colapsó la página web de la autoridad electoral en la mañana y apenas unas horas después –sin que se hubieran contado los votos y sin un sondeo claro sobre los resultados– el Partido Nacional gobernante declaró la victoria en una gran rueda de prensa: un claro esfuerzo por disuadir a lxs votantes restantes.

Pero el pueblo hondureño no pudo ser disuadido. Casi el 70 por ciento del país acudió a votar el domingo, lo que supuso una aplastante derrota para el Partido Nacional gobernante y, por extensión, para la militarización de la sociedad hondureña que el gobierno de los Estados Unidos había financiado.

En la primera prueba para el Observatorio de la Internacional Progresista, lxs delegadxs trabajaron estrechamente con activistas locales y expertxs electorales nacionales para aportar transparencia a las elecciones hondureñas. La delegación dio la voz de alarma sobre las deficiencias de la infraestructura física y la preparación antes de que se abrieran las urnas, y denunció las irregularidades electorales y los ataques al proceso democrático en la jornada electoral. Ahora, la delegación permanecerá atenta frente al posible "lawfare", o guerra legal, contra la democracia hondureña hasta que se cuenten todos los votos y mucho después.

El regreso de la democracia a Honduras es un logro asombroso. Pero también es frágil. En la década transcurrida desde el golpe de Estado de 2009, las fuerzas armadas no han hecho más que estar mejor abastecidas, mejor financiadas y más profundamente conectadas con aliadxs militares estadounidenses.

Es por ello que la Internacional Progresista hace un llamado a la vigilancia mundial continua para garantizar una conclusión justa del conteo de votos y para resistir la posibilidad de una intervención militar en los días siguientes.

Esta vigilancia es el complemento necesario para el proceso de reconstrucción que ya está en marcha en Honduras, para reparar sus instituciones democráticas, pero sobre todo, para construir una sociedad más equitativa y hacer justicia por los crímenes que su pueblo ha sufrido recientemente.