Con base a todo ello creamos una Internacional Feminista que se funda en base a los siguientes principios rectores:
Feminismo anticapitalista: Somos anticapitalistas porque reconocemos que el sistema económico, político, social y cultural que el capitalismo reproduce es la cuna de la opresión y explotación de la humanidad. El feminismo que este espacio reivindica se declara anticapitalista, pues reconoce que el patriarcado es servil a la reproducción del capitalismo; que el patriarcado y el capitalismo son dos sistemas de opresión y explotación que conviven y se refuerzan mutuamente en contra de la igualdad y la libertad. Sabemos que el trabajo doméstico y los trabajos de cuidados, sean remunerados o no, son una pieza clave en la posibilidad de existencia del capital.
El capitalismo ha creado la falsa diferenciación entre esfera productiva y esfera reproductiva como compartimentos estancos creando a partir de esa separación la idea de que los trabajos de reproducción social están al margen de la actividad económica del capital.
El sistema económico capitalista requiere de la producción y reproducción de mano de obra barata para su subsistencia, trabajo que ha sido históricamente realizado por mujeres de manera invisibilizada y sin reconocimiento social y económico.
Feminismo popular, comunitario y de clases: Nuestro feminismo parte de una perspectiva popular, comunitaria y de clase, por ello trabajamos para ampliar el sujeto del feminismo para que todas las mujeres y LGBTI+ tengan voz, decidan sus proyectos de vidas y sean protagonistas de la comunidad en la que vivan. Especialmente, aquéllas que siempre han estado en los márgenes. Acabar con el patriarcado requiere que los intereses de todas las mujeres y LGBTI+, estén en el centro del movimiento feminista. Consideramos que la perspectiva de clase no solo responde a la explotación que se da dentro de la relación de trabajo remunerado, sino también en relación con la explotación al interior de la producción y reproducción social del capital. Así, la clase trabajadora mundial tiene género y comprende a millones de mujeres y LGBTI+, migrantes, indígenas y personas racializadas, que son explotadas sobre todo si entendemos a las tareas reproductivas como esenciales para el sostenimiento de este sistema y para la acumulación capitalista. Son las mujeres quienes en su gran mayoría perciben menos salario, empleos más precarios, y viven especialmente grandes vulneraciones de los derechos humanos. Por ello, la superación del patriarcado y la liberación de la clase oprimida, la emancipación tanto de las mujeres y LGBTI+ como de las mayorías trabajadoras, son un mismo objetivo.
No luchamos para que unas pocas mujeres consigan romper techos de cristal y entrar a formar parte de la élite minoritaria que se dedica a explorar y empobrecer a la mayoría, luchamos por acabar con los suelos pegajosos que hacen que la mayoría de las mujeres y LGBTI+ siempre queden atrás, luchamos contra la opresión capitalista y patriarcal. Para todas y todes todo.
Feminismo antirracista y antiimperialista: El feminismo que propugnamos reconoce la existencia de una estructura social, política, económica y cultural racista que conlleva a una mayor desigualdad a las mujeres racializadas y migrantes. Consideramos que las opresiones que experimentan las personas son múltiples, se interrelacionan y refuerzan entre ellas, y que, por ende, no se deben a una causa exclusiva y excluyente. El feminismo que propugnamos reconoce la interseccionalidad, y pretende establecer una táctica y estrategia que combata la complejidad de opresiones.
El género y la sexualidad, junto a la clase o condición social, la etnia, la existencia de una discapacidad, la nacionalidad y la generación, constituyen la trama de posiciones sobre las cuales se justifican las relaciones jerárquicas y desigualdades de poder. Nuestro feminismo reconoce que el capitalismo nació de la violencia racista y colonial, y que el racismo y el imperialismo son intrínsecos a él, pues solo pudo iniciarse gracias a la esclavitud y al saqueo de los pueblos indígenas, de nuestros cuerpos y nuestros territorios y pervive aprovechándose del racismo y el colonialismo. Por lo mismo, nos declaramos feministas antirracistas, antimperialistas y decoloniales.
Feminismo como proyecto democrático: El feminismo es una invitación a repensar las formas en que históricamente se han tomado las decisiones, es una forma de cuestionar las estructuras jerárquicas de desarrollo del poder androcéntricas y masculinas que han dominado el espacio público y la política en todas sus formas. Por lo tanto, el feminismo que declaramos es un feminismo horizontal, abierto al debate y a la distribución del poder, tanto a la interna de la organización que estamos conformando, como también como proyecto civilizatorio.
Feminismo disidente: Propugnamos un feminismo disidente y no esencialista, ya que no existen atributos o características únicas e indispensables para cada género. Propugnamos la libertad de identidad, sin que ésta dependa del mandato sexista. El feminismo que impulsamos es no binario. Consideramos que el género es una herramienta de opresión, por tanto, nuestro feminismo reconoce a una amplia gama de sujetos, no sólo a las mujeres cisgénero, a la vez que es disidente en cuanto rompe con la lógica de la heterosexualidad obligatoria. Las luchas de los movimientos LGBTI+ deben ser entendidas como parte fundamental de las luchas de los movimientos feministas. Nuestro feminismo es una apuesta de resistencia ante el sistema de poder que reproduce el género en los cuerpos sexuados.
Feminismo antipunitivista: Entendemos que el sistema penal y el discurso punitivo no es la vía para construir una sociedad igualitaria. La respuesta represiva no tiene la capacidad de resolver las causas estructurales que están detrás de la violencia contra las mujeres y LGBTI+, e incluso reproduce la violencia en sus diferentes formas. El derecho es esencialmente androcéntrico y masculino, y la respuesta penal como única o principal vía de respuesta individualiza una responsabilidad que es colectiva, sin intervenir en las causas estructurales y sociales que están detrás. Apostamos por la defensa de la agencia de las mujeres y LGBTI+ en la construcción de un camino de transformación colectiva y comunitaria y por la educación, la prevención, el cambio de los patrones culturales que están detrás de la desigualdad y las violencias de género.
Feminismo ecologista: La crisis climática tiene un fuerte impacto de género en diversas formas -efectos sobre nuestro derecho a la salud, desigualdad y pobreza, pobreza energética, migraciones-, a la vez que la salida en forma de transición ecológica debe ser socialmente justa y también feminista. Las mujeres y LGBTI+, al ser quienes desempeñamos el papel clave en el trabajo doméstico y de cuidados, nos vemos gravemente perjudicadas por la crisis climática provocada por el capitalismo profundizando la opresión. Al ser las encargadas de la provisión alimenticia a nuestras familias, las mujeres y LGBTI+ estamos en la primera línea de las luchas contra los embates del capitalismo extractivista. El patriarcado y el modelo de crecimiento capitalista en base a la obtención del máximo beneficio comparten que están construidos con base a la falacia de que podemos vivir en un mundo de espaldas al hecho de que somos cuerpos interdependientes que necesitamos cuidados, y también con base al hecho de que el planeta tiene recursos naturales finitos. La preservación del planeta y la liberación de las mujeres y LGBTI+ del orden patriarcal van de la mano.
*Feminismo por la defensa y la construcción de la paz:* Nos reconocemos en un feminismo que apuesta por la paz. Las feministas siempre han sido determinantes en la lucha contra la guerra y la apuesta por la paz, aunque tantas veces han sido invisibilizadas. Las guerras siempre son negocio para las élites económicas, y violencia y empobrecimiento para las mayorías sociales, especialmente para las mujeres, que sufren las formas más brutales de violación de los derechos humanos en esos contextos, en particular la violencia sexual. La guerra destruye la política como forma de resolver los conflictos sociales y organizar los asuntos comunes, destruye el vínculo con los y las otras y es caldo de cultivo para discursos de odio y proyectos de extrema derecha.
La Internacional Feminista nace para luchar en un contexto de crisis multidimensional en un mundo profundamente desigual, con los sueños y las fuerzas de todas aquellas que nos antecedieron, con la energía de nuestras ancestras y el conocimiento y poder de siglos de supervivencia a la violencia y opresión que nos hermana en todos los rincones del planeta.
Nacemos para aportar, humildemente, en la construcción de un proyecto civilizatorio emancipador, que se edifique cuidando y respetando el ambiente; con una profunda vocación democratizadora; anclado en el ideal de igualdad y la liberación de la dependencia y de opresión de todas las personas, con la certeza de que ese horizonte de proyección no es una utopía sino el destino que nos merecemos como humanidad.
¡Que Viva la Internacional Feminista!