El trabajo doméstico, desde el cuidado de niños hasta el cuidado de personas mayores, pasando por la cocina y la limpieza, sostiene las economías, las familias y las sociedades. Sin embargo, sigue estando sistemáticamente excluido de las métricas económicas, los marcos políticos y el reconocimiento público. Esta invisibilidad no es accidental; es una característica estructural de un sistema económico que se basa en la explotación de mano de obra no remunerada y mal pagada, realizada de manera desproporcionada por mujeres. El 8 de marzo, mientras el mundo celebra el Día Internacional de la Mujer, dirigimos nuestra atención a ese trabajo que sostiene las economías, las familias y las sociedades, pero que permanece invisible: el trabajo del cuidado no remunerado e infravalorado.
Como escribió Silvia Federici, miembro del Consejo de la Internacional Progresista, en Wages Against Housework (Salarios para el trabajo doméstico), “Decir que queremos salarios para el trabajo doméstico es exponer el hecho de que el trabajo doméstico ya está produciendo valor y que las mujeres son esclavas de un sistema salarial que las explota a través del trabajo no remunerado”.
En este Día Internacional de la Mujer, decimos: Esta labor no es una labor de amor**.** Es un trabajo —y ya es hora de que se reconozca, se remunere y se respete.
Desde México hasta Brasil, y desde España hasta Sudáfrica, los movimientos feministas y los legisladores están liderando esfuerzos transformadores para corregir esta desigualdad. Estos incluyen políticas innovadoras como sistemas de asistencia social, derechos laborales para lxs trabajadorxs domésticxs y modelos innovadores de compensación por el trabajo del cuidado.
En 2011, la Organización Internacional del Trabajo dio un paso histórico con la adopción del Convenio 189, que establece normas mundiales para los derechos de lxs trabajadorxs domésticxs, incluyendo salarios justos, horarios de trabajo razonables y seguridad social. Más de 30 países lo han ratificado hasta 2023, con Uruguay a la cabeza en 2012 al implementar leyes que otorgan a lxs trabajadorxs domésticxs acceso a la seguridad social, vacaciones pagadas y protecciones de salario mínimo.
Brasil hizo lo mismo en 2013 con una enmienda constitucional que concedió a lxs trabajadorxs domésticxs los mismos derechos laborales que a lxs demás trabajadorxs, incluido el pago de horas extras, el seguro de desempleo y una semana laboral máxima de 44 horas. España también formalizó el trabajo doméstico en 2012, exigiendo contratos, contribuciones a la seguridad social y acceso a las prestaciones por desempleo.
En Sudáfrica, el gobierno modificó su legislación laboral en 2013 para incluir a lxs trabajadorxs domésticxs en la Ley de Condiciones Básicas de Empleo, garantizando el salario mínimo, las vacaciones pagadas y la indemnización por despido. Filipinas aprobó la Batas Kasambahay (Ley de Trabajadorxs Domésticxs) el mismo año, exigiendo contratos escritos, salario mínimo y cobertura de la seguridad social. Argentina también tomó medidas de forma significativa, aprobando una ley en 2013 que concede a lxs trabajadorxs domésticxs acceso a pensiones, vacaciones pagadas y baja por maternidad.
Estos esfuerzos nacionales se complementan con la incansable defensa de los movimientos sociales y los sindicatos. La campaña #WagesForHousework, un movimiento feminista global, ha presionado para que se reconozca y remunere el trabajo doméstico y del cuidado no remunerado en países como Italia, el Reino Unido y los Estados Unidos. En los Estados Unidos, la Alianza Nacional de Trabajadorxs Domésticxs (NDWA, por sus siglas en inglés) ha presionado con éxito para que se aprueben leyes a nivel estatal, como la Carta de Derechos de lxs Trabajadorxs del Hogr en Nueva York (2010) y California (2013), que garantizan el pago de horas extras, días de descanso y protección contra el acoso.
La Federación Internacional de Trabajadorxs del Hogar (IDWF, por sus siglas en inglés), una federación mundial de sindicatos de trabajadorxs del hogar, ha sido fundamental en la defensa de los derechos laborales, incluidas las campañas para la ratificación del C189 de la OIT y las reformas de las políticas nacionales. En Sudáfrica, la campaña “El trabajo del cuidado es trabajo”, dirigida por el Sindicato Sudafricano de Trabajadorxs del Servicio Doméstico y Afines (SADSAWU), presionó para que se incluyera a lxs trabajadorxs domésticxs en las leyes laborales y las protecciones sociales.
Los partidos políticos y los gobiernos también han tomado medidas audaces. El Sistema Nacional de Cuidados de México, propuesto en 2020 bajo el mandato del presidente Andrés Manuel López Obrador, busca reconocer y apoyar el trabajo del cuidado no remunerado, incluido el trabajo doméstico. El Partido Laborista de Nueva Zelanda implementó un acuerdo de equidad salarial en 2017 para lxs trabajadorxs del cuidado y apoyo, incluidos lxs trabajadorxs domésticxs. En la India, el borrador de la Política Nacional para Trabajadorxs Domésticxs (2021) propone salarios mínimos, seguridad social y mecanismos de reparación de agravios.
Las iniciativas de base también han desempeñado un papel crucial. En Kenia, la campaña “Somos visibles”, dirigida por el Sindicato de Trabajadorxs Domésticxs, Hoteles, Instituciones Educativas, Hospitales y Afines de Kenia (KUDHEIHA), creó conciencia sobre los derechos de lxs trabajadorxs domésticxs. En Suiza, la campaña “Mi hogar justo” de la Ayuda Laboral Suiza (ALS) promovió condiciones de trabajo justas para lxs trabajadorxs domésticxs en hogares privados.
La exigencia de reconocimiento y remuneración del trabajo doméstico no es solo una cuestión de compensación, sino de justicia. Se trata de reconocer que este trabajo ya produce un valor inmenso y que su invisibilidad perpetúa la desigualdad.
En este Día Internacional de la Mujer, celebramos los progresos alcanzados y renovamos nuestro compromiso en la lucha por un mundo en el que el trabajo del cuidado sea valorado, visible y justamente remunerado.
Publicamos vídeos de lideresas feministas en nuestras redes sociales para decir que el trabajo doméstico no es una labor de amor. Únete a nosotrxs.
En solidaridad,
El Secretariado de la Internacional Progresista
La académica Ruth Wilson Gilmore y el miembro del Consejo de la IP Achille Mbembe escribieron esta semana en The Guardian sobre el ataque del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump a Sudáfrica, como castigo por su valentía al trazar un rumbo independiente hacia la justicia racial y la solidaridad con Palestina. Ante estos ataques, lxs autorxs llaman a una “rápida acción multilateral” para reemplazar el apoyo al VIH/SIDA que los Estados Unidos han retirado. Argumentan que “las numerosas instalaciones de fabricación de productos farmacéuticos repartidas por el sur global deberían dedicarse a producir lo que la gente necesita”.
Lee su artículo completo aquí.
David Adler, Co-coordinador General de la Internacional Progresista, fue entrevistado en Novara Media sobre la Internacional Reaccionaria. Adler explicó que el trumpismo es la culminación de un proyecto de construcción reaccionaria de décadas. La Internacional Progresista fundó un consorcio de investigación, La Internacional Reaccionaria, para trazar un mapa de las fuerzas reaccionarias y proporcionar recursos a quienes se oponen a ellas.
Escucha la entrevista aquí.
La semana pasada, la Internacional Progresista coorganizó con el Centro de Columbia sobre Inversión Sostenible (CCSI, por sus siglas en inglés) una conferencia virtual para explorar el tema multifacético de las sanciones contra Cuba, reuniendo a expertxs y partes interesadas para discutir el impacto, la legalidad y el potencial de cambio de las sanciones. Puedes ver el evento aquí de nuevo y un clip de la contribución de Jeff Sachs, llamando a la solidaridad regional frente a la agresión estadounidense aquí.
¿Eres investigadorx?
La Unidad de Investigación de Movimientos, una red de investigadorxs que ayuda a los grupos de movimientos a ganar poder y a buscar las estrategias más efectivas, está contratando a unx coordinadorx de investigación. El cargo sería el de un miembro del personal esencial con una sólida formación en investigación, para apoyar a nuestra red de investigadorxs voluntarixs y grupos de movimientos. Para más información sobre este cargo con sede en Londres, consulta este enlace.
It Takes A Village (Se necesita una aldea), es una pintura bordada en técnica mixta de Dana Barqawi inspirada en la maternidad indígena como forma de resistencia al colonialismo. La obra de arte representa a una madre revolucionaria abrazada por una extensa ascendencia materna que “susurra generaciones” de conocimiento mientras amamanta tranquilamente a su bebé. Está adornada con plantas y flores tradicionales, que representan una conexión con la tierra a través del cultivo.
Dana Barqawi es una artista multidisciplinar y urbanista radicada en Ammán, Jordania. Su trabajo se centra en la narración de historias —desafiando las narrativas coloniales, explorando las identidades indígenas y la feminidad— en un intento por desarrollar la alfabetización visual y posicionar la historia indígena en un campo de poder.