El artista Leonel Jurado es una de las principales voces que hablan a través de este mural boliviano, que se crea para conmemorar a las víctimas de las masacres que siguieron al golpe de Estado de 2019.
En 2019, en el Estado Plurinacional de Bolivia, la Organización de Estados Americanos (OEA) y su Departamento para la Cooperación y Observación Electoral, dirigido por Gerardo de Icaza Hernández, señalaron un fraude electoral que, como ha sido repetidamente demostrado por múltiples estudios, nunca existió. El 11 de noviembre de 2019, un golpe de Estado militar puso el poder en manos del mando de facto de Jeanine Añez.
Al instaurarse el mando ilegítimo de Añez, esta desplegó a las Fuerzas Armadas y a la Policía que, ignorando la Constitución y el resultado electoral del 20 de Octubre, amenazaron con asesinar al entonces presidente Evo Morales y a su vicepresidente Álvaro García Linera. El mando de Añez incitó a la violencia contra lxs simpatizantes del MAS, una población marcadamente indígena que, masivamente, protestaba este asalto a mano armada a su democracia con el coste altísimo de cientos de vidas perdidas. Las Fuerzas Armadas que ejecutaron esta masacre lo hicieron, además, con total impunidad debido al Decreto emitido por Añez que lxs protegía de ser enjuiciadxs por actos violentos.
Una misión de observación electoral de la Internacional Progresista estuvo en Bolivia para las elecciones de octubre de 2020, observando en persona la movilización de su pueblo. Estos comicios le dieron la victoria al candidato de MAS, Luis Arce. Se pudieron celebrar gracias a la resistencia de la gente boliviana, que tenía muy clara la ilegitimidad del régimen dictatorial de Añez y luchó por recuperar su soberanía popular.
Leonel, un muralista de La Paz, nos habla del nuevo mural que conmemora a las víctimas de la masacre post-golpista. Explica que él mismo ha sido víctima de amenazas: ‘‘las Fuerzas Armadas siguen activas, lxs golpistas siguen ahí’’. En respuesta al propio mural, Leonel y sus compañerxs recibieron amedrentamiento: ‘‘nos insultaban, nos amenazaban con borrarlo, desde la Alcaldía de la zona, desde la Policía… y van a seguir atentando contra este proyecto’’.
‘‘Somos un pueblo indígena que siempre se manifiesta: se nos ve de héroes, siempre combatiendo, dando el pecho a las balas’’, cuenta, preguntando ‘‘¿por qué tiene que ser así? ¿Por qué tenemos nosotrxs que salir a la calle y enfrentarnos a las balas y la Policía? ¿Por qué siempre tiene que ser el pueblo indígena? Es lamentable que haya tenido que ocurrir’’.
Leonel explica que el mural se ha realizado con la colaboración de Wiphalas Por El Mundo, y de la Asociación de las víctimas de la zona sur. ‘‘El objetivo de este mural es contar nuestra historia, la verdad de lo que pasó’’, cuenta, ‘‘para ello, he escuchado los relatos de lxs familiares de las víctimas, de lxs perseguidxs: esta ha sido una creación colaborativa’’. En el mural encontramos las fotografías de las víctimas, historias personales, como ‘‘la de la hermana Frida: tras el asesinato de su hermano, una anciana recogió su cuerpo, que la Policía quería hacer desaparecer, y lo veló’’, animales como el cóndor, que representa un espíritu que ‘‘siempre está ahí cuidando al pueblo’’, a ‘‘la hermana Juana enfrentándose al régimen con la bandera Wiphala’’, movimientos sociales en pie de lucha… El mural retrata cosas que, en ocasión de su creación, varixs de sus protagonistas tuvieron la oportunidad de contar por primera vez. ‘‘Queremos seguir pintando porque hay mucha verdad que aún no se ha contado’’, asegura Leonel.
Claudia, integrante de Wiphalas, subraya la importancia de aclararle al mundo que no hay duda de que lo que ocurrió en 2019 fue un golpe de Estado: ‘‘está en marcha una campaña de desacreditación en contra de las víctimas de la masacre que siguió al golpe, por eso es aún más importante que se sepa que hubo un golpe’’. Explica que justicia, para ellxs, significa que lxs golpistas tengan un debido proceso: ‘‘no es castigo ni persecución, estamos hablando de ataques genocidas y de evitar que se repitan –si a esta gente no se le hace un debido proceso, se normalizan el daño y el crimen infligidos, y si se normalizan se institucionalizan’’.
‘‘No hay libertad, ni paz, ni democracia, ni estado de derecho en el país mientras golpeen a nuestrxs hermanxs indígenas, no puede haber nada de eso cuando fuerzas fascistas lxs queman, escupen, pegan’’, asegura Claudia. Le preocupa cómo ‘‘se critica mucho al indígena de ser ignorante, entonces se le niega la visibilidad: las personas indígenas, sin embargo, hablan dos, si no tres, idiomas, tienen una inmensa capacidad que contrasta con el trato racista que se les da’’. Un racismo anti-indígena que, aseguran Claudia y Leonel, no viene solo de la derecha y de los golpistas, sino que permea todo el país.
‘‘El Proceso de Cambio que trajo el MAS tiene el objetivo de eliminar todas las estructuras coloniales de Bolivia y, antes del golpe, redistribuyó los bienes de manera considerable, trayéndonos justicia a nosotrxs lxs indígenas y lxs afrodescendientes: trata de que no tengamos que pedir permiso para existir’’, cuenta Claudia. ‘‘Ahora resistimos con el mensaje de que nunca más queremos volver a ser tratadxs como inferiores’’: se niegan a volver a tiempos anteriores al Proceso de Cambio y fue de ahí, más que del apoyo al propio MAS o de la identidad izquierdista, de dónde vino la fuerza de su resistencia al régimen de Añez. Es el apoyo al Proceso de Cambio lo que más une al pueblo de Bolivia.
La victoria de Luis Arce en octubre de 2020 no cogió a Wiphalas por sorpresa y es una confirmación, como enfatiza Claudia, de que lo que ocurrió el año anterior fue un golpe de Estado. ‘‘Esa gente murió por el capricho de una minoría, una élite que no acepta que nosotrxs, como pueblo originario, podamos gobernar nuestro propio país’’, subraya.
Hablando del mural, Claudia asegura que muchxs de ellxs vieron sus imágenes en la vida real. Reflejan ‘‘con profundo realismo la relación del pueblo con las Fuerzas Armadas’’. Además, ‘‘el mural es tan importante porque representa la opresión contra países progresistas’’. ‘‘Bolivia es la peor pesadilla del capitalismo’’, concluye con esperanza.
Tiare Gatti Mora es graduada del King's College de Londres y en la Central Saint Martins, y su investigación académica se centró en la literatura comparada, el cine y la comunicación política. Es periodista independiente, colaboradora de CTXT (Revista Contexto) y activista política de la Internacional Progresista.
Fotos: Whipalas por el Mundo