Emma Tenayuca todavía era una adolescente cuando comenzó a organizar movimientos por la igualdad en su natal San Antonio, Texas. Solo unos años más tarde, a la edad de veintiún años, lideró a 12.000 desgranadorxs de nueces pecanas — en su mayoría mujeres mexicano-estadounidenses — en huelga, exhibiendo una pasión que acabaría poniéndola en la mira del Ku Klux Klan y la inmortalizaría en la historia del movimiento laboral radical.
Actualmente, el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE por sus siglas en inglés), actuando bajo los designios beligerantes y discriminatorios de Stephen Miller de la administración Trump, se jacta de más de doscientas detenciones en San Antonio desde que comenzó el programa nacional de secuestros “Operation At Large” (Operación Fugitivos). Estos secuestros respaldados por el Estado y la renovación del nativismo cargado de odio son una ocasión para recordar la valiente militancia de Tenayuca.
Tenayuca nació en San Antonio en 1916 en el contexto de la Revolución Mexicana, que tuvoimpacto global. Su infancia fue moldeada por la pobreza extrema de la Gran Depresión y la expulsión masiva de millones de mexicanxs — un proceso al que se le dio el nombre de “repatriación” — desde Estados Unidos de vuelta a México. El nacionalismo de la época alcanzó un punto álgido, con cualidades que hoy son familiares, como la representación de lxs extranjerxs como sediciosxs traidores y contaminantes sociales.
El ambiente radical de San Antonio de principios del siglo XX, que incluía a los padres y abuelos de Tenayuca, se congregaba en lo que hoy se llama Market Square. Allí tomaron estos acontecimientos históricos mundiales y les dieron significado en debates ideológicos, charlas callejeras y discusiones acaloradas. Fue aquí donde una joven Emma estuvo expuesta a una efervescencia militante de trabajadores organizadxs dedicadxs a la educación conjunta a través de los periódicos y el estudio colectivo. No era raro qué socialistxs, anarquistxs y revolucionarixs mexicanxs pronunciaran discursos ante multitudes embelesadas.
La primera incursión de Tenayuca en la política organizacional se produjo en la escuela secundaria con su afiliación a League of United Latin American Citizens (LULAC). Sin embargo, su afiliación no duró, ya que el grupo entró en conflicto con sus compromisos más internacionalistas, restringiendo la membresía a lxs mexicano-estadounidenses y rechazando a lxs ciudadanxs mexicanxs. En cambio, en 1937, a la edad de veinte años, se unió al Partido Comunista y dedicó su energía a organizar a la clase trabajadora independientemente de su nación de origen. Comenzó a dar discursos políticos en San Antonio, lo que invito a una feroz campaña de persecución anticomunista en toda la ciudad contra esta joven agitadora comunista tejana.
Con estos compromisos firmemente establecidos, dio un paso al frente para liderar la histórica huelga de lxs desgranadorxs de nueces pecanas —una revuelta de unxs 12.000 trabajadorxs, la mayoría de ellxs mujeres y niñas mexicano-estadounidenses que trabajaban en cobertizos asfixiantes por solo unos pocos centavos la libra. Estxs trabajadorxs eran la columna vertebral invisible de la floreciente industria de las nueces pecanas de San Antonio, encorvadxs, inhalando polvo, a menudo llevándose a casa menos de un dólar a la semana. En 1938, lxs jefes intentaron recortar aún más los salarios, lo que provocó la huelga laboral más grande en la historia de Texas.
El descontento de lxs desgranadorxs de nueces pecanas existía antes de la participación de Tenayuca, pero con su educación política radical y su aguda mente para la estrategia, se convirtió en su voz más fuerte, así como en la líder del comité de huelga. La huelga duró tres meses, durante los cuales Tenayuca mantuvo su papel de liderazgo, tanto organizando a lxs trabajadorxs entre bastidores como interactuando con el público en su nombre. "Me arrestaron varias veces", dijo más tarde, "pero nunca pensé en términos de miedo. Pensé en términos de justicia".
El Estado respondió con la violencia que era típica de la sangrienta historia laboral de nuestra nación, un nivel de represión flagrante, todavía casi siempre reservado para lxs pobres. El Departamento de Policía de San Antonio desató una furiosa represión: redadas en reuniones de huelga, gas lacrimógeno contra piqueterxs pacífiquxs y más de mil arrestos. La propia Tenayuca fue convertida en objetivo, arrestada y perseguida por la prensa. Lxs Rangers de Texas fueron llamadxs para respaldar a lxs empleadores —un recordatorio de que en Texas, la violencia policial y paramilitar no tiene problemas para unir fuerzas al servicio de los intereses del capital. A pesar de todo, lxs huelguistxs se mantuvieron firmes. Después de tres meses de valentía frente a la violencia y el hambre, lograron un aumento salarial.
Más tarde ese año, Tenayuca fue invitada a hablar en el Auditorio Municipal de San Antonio sobre sus experiencias con la huelga. Pero lxs reaccionarixs locales no habían terminado con ella. En el auditorio, fue recibida por una turba de miles de anticomunistxs, incluidxs cientos de miembrxs del Ku Klux Klan y vigilantes supremacistxs de la población blanca, que rodearon el edificio para detenerla. Tuvo que huir por una entrada trasera para escapar de la violencia de la turba.
Esto no fue simplemente un contragolpe reaccionario. Era un terror racial alineado con el estado cuyo objetivo era destruir la vida de una mujer cuya visión se extendía más allá de las negociaciones salariales y contemplaba una posibilidad revolucionaria. El gobierno federal ya estaba siguiendo a Tenayuca. Su archivo del FBI finalmente abarcaría 181 páginas, parte de una campaña más amplia para criminalizar a lxs radicales laborales y comunistxs como “amenazas domésticas”.
La vigilancia, el acoso y el ostracismo público la llevaron de San Antonio a San Francisco. Cuando regresó dos décadas después, se encontró en una lista negra de la política debido a sus vínculos con el Partido Comunista. Al principio le costó encontrar trabajo, y finalmente se convirtió en maestra de escuela. Pero a pesar de la cruel persecución anticomunista, Tenayuca nunca renunció a sus ideas políticas. Comprendía las raíces de la opresión —cómo la explotación económica, la segregación racial y la militarización de las fronteras eran hilos del mismo tejido— y no podía pretender lo contrario. Ella estaba, en todos los sentidos, adelantada a su tiempo, con un análisis que sigue siendo adecuado para las luchas actuales. En la década de 1940, se unió a los esfuerzos para protestar contra el creciente poder de la Patrulla Fronteriza y colaboró con la Alianza de Trabajadores, conectando la lucha por los empleos con la lucha contra las deportaciones.
Tenayuca solo ha encontrado su camino de regreso al interés público desde su muerte en 1999. En su mayor parte, ha sido recanonizada inofensivamente y conmemorada con la designación de "activista mexicana-estadounidense de los derechos civiles ", eliminando por completo sus afiliaciones políticas y compromisos con la lucha de clases.
Los paralelismos con el presente no son simbólicos — son estructurales. Hoy en día, ICE no usa capuchas blancas, pero sí usa máscaras y además ocultan sus identidades. Operan en las sombras, sin importarles la santidad de los vecindarios y las escuelas, con el apoyo pleno de departamentos de policía y la limitada resistencia de gobiernos municipales, deteniendo a padres en gasolineras y persiguiendo descaradamente a lxs temerosxs hasta los árboles mientras suplican piedad. Su propósito es familiar: infundir terror, disciplinar a los segmentos hiperexplotados de la mano de obra, reforzar las divisiones raciales y étnicas, y recordar a las familias de color de la clase obrera que las élites de este país no tienen ningún problema en desplegar a lxs matones de la burocracia del castigo contra ellas.
Pero como en la época de Tenayuca, la gente resiste. En San Antonio, grupos comoSan Antonio Democratic Socialists of America (DSA), San Antonio Alliance, y SA Stands se están movilizando en apoyo a los indocumentados contra las prerrogativas de ICE. Una vez más, lxs jóvenes se están organizando en condiciones desgarradoras, coordinando las alertas de ICE, vigilando los tribunales y condenando a lxs polítiquxs de ambos partidos que son cómplices de esta maquinaria de dolor. Están eligiendo la solidaridad en lugar de la lealtad a fronteras ficticias. Están haciendo evidentes las conexiones entre la actividad policial, la militarización de la frontera y la explotación capitalista, e incluso, en el espíritu del internacionalismo de Tenayuca, entre este momento y el genocidio en Gaza.
La vida de Tenayuca ofrece algo más útil que un plano: un ejemplo de profunda claridad moral. Su historia nos recuerda que la lucha es larga, pero también que nos corresponde heredarla y continuarla. La cuestión no es si nos encontraremos con la represión. Eso es inevitable. La pregunta es si, en la formulación de Tenayuca, elegiremos la justicia sobre el miedo.
Alex Birnel es un organizador comunitario con sede en San Antonio, Texas.
Translated by Axel Manosalvas, Christian Velilla and the Open Language Initiative.