La deuda ha vuelto a ocupar un lugar central en la lucha por la justicia internacional, interseccional e intergeneracional.
Construyendo una rica tradición de activismo anticolonial y contra la austeridad, una nueva ola de protestas está pidiendo una clara ruptura con un "consenso" económico que sigue trasladando la carga de la deuda sobre los hombros de lxs más vulnerables del mundo.
Estudiantxs en Chile marchan por el alivio de la deuda. Activistas en Sierra Leona luchan para poner fin a las prisiones de deudores. Manifestantes en el Líbano exigen el fin de la austeridad. Desde el inicio de la pandemia de Covid-19 este año, la escala y la propagación de estos movimientos solo ha aumentado. Deudorxs de España a Sudáfrica están organizando huelgas de alquiler a medida que las facturas pendientes se vuelven insostenibles.
En resumen, vivimos en un mundo de deudas, donde la experiencia de su carga jamás ha sido más universal o desigual. Este mundo no es producto de un solo fracaso político sino de todo un paradigma económico del capitalismo financiero y de la industria financiera sobrealimentada, que ha prosperado en su interior. Para solucionarlo, entonces, necesitaremos un modelo de un nuevo paradigma, y una lucha planetaria para lograrlo.
"El florecimiento de las luchas y campañas de resistencia a la deuda en todo el mundo hace de este un momento increíblemente inspirador para elaborar estrategias en torno a la justicia de la deuda. Así como los llamados a desmantelar la institución de la policía se han hecho más fuertes y se han trasladado a los espacios principales, los llamados para la cancelación de la deuda de diversos tipos son cada vez más difíciles de ignorar para lxs políticxs y lxs líderes. La resistencia a la deuda, tanto la deuda soberana como la deuda doméstica, es una parte importante de las luchas actuales de los movimientos sociales".
— Z. Fareen Parvez, Miembro del Grupo de Trabajo y Profesor Asociado de Sociología de la Universidad de Massachusetts-Amherst.
El Grupo de Trabajo en la Justicia de la Deuda tiene como objetivo desarrollar dicho modelo.
En lugar de centrarse en una sola línea de activismo sobre la deuda, el Grupo de Trabajo parte de una visión integral del problema de la deuda, incluyendo la deuda doméstica, corporativa y soberana. Un mandato tan amplio permite al grupo de trabajo conectar las causas y las consecuencias de estos diferentes tipos de deuda, y así identificar y proponer un nuevo marco integrado.
Así pues, entre las dimensiones bajo consideración, el Grupo de Trabajo estudiará cómo podríamos: volver a concebir la deuda lejos de las nociones de responsabilidad individual; garantizar que las personas dejen de ser objeto de depredación; oponernos a las reducciones de los servicios públicos financiados por el gobierno que llevan a las personas a solicitar préstamos; y cambiar el orden financiero internacional que vincula la deuda con las economías de las naciones más pobres y a su vez extrae riqueza de ellas.
Para desarrollar esta amplia visión, el Grupo de Trabajo en la Justicia de la Deuda pone en contacto a activistas y pensadorxs de todas las geografías y áreas de especialización, desde organizaciones locales como Advocaid en Sierra Leona hasta destacadxs académicxs como Jayati Ghosh (Universidad Jawaharlal Nehru) y Katharina Pistor (Facultad de Derecho de Columbia), pasando por representantes de instituciones multilaterales como Richard Kozul-Wright de la UNCTAD y la antigua Relatora Especial de las Naciones Unidas para la Vivienda, Leilani Farha.
En lo que respecta a la deuda individual y doméstica, el Grupo de Trabajo trazará las vías para la depredación de la deuda de las comunidades marginadas de todo el mundo, a menudo bajo la apariencia de inclusión financiera. Las experiencias particulares de esas comunidades —desde lxs receptorxs de préstamos de microfinanciación en la India, pasando por lxs usuarixs de la banca digital en Kenya, hasta las personas con deudas judiciales en los Estados Unidos— servirán para que el grupo comprenda los problemas estructurales y mundiales que están en juego, así como las alternativas y estrategias progresistas de resistencia.
En los países ricos, la política interna de las últimas décadas ha dado prioridad a la baja inflación en detrimento del empleo, ha reducido el estado de bienestar y ha debilitado el trabajo organizado. Las empresas se han beneficiado, obteniendo ganancias de la venta de servicios que los gobiernos deberían proporcionar. Y el sector financiero ha creado las estructuras que cargan a las personas con deudas. Para los países más pobres, el libre movimiento de capital a través de las fronteras y la naturaleza mercantilizada de la deuda soberana casi eliminan la soberanía económica. El Grupo de Trabajo se ocupará de la arquitectura del sistema financiero internacional: los controles de capital, la reforma del FMI y el Banco Mundial, y la reducción de los efectos devastadores en los países más pobres de la hegemonía del dólar estadounidense estarán sobre la mesa.
La pandemia del Covid-19 ha encendido un nuevo debate sobre el papel de la deuda en nuestras economías y en nuestras vidas. Pero estos debates —y las intervenciones políticas que han inspirado desde entonces— han sido improvisados y fragmentados: poco más que parches sobre una herida abierta. El Grupo de Trabajo conectará historias y pautas de todo el mundo y propondrá estrategias para desmantelar un paradigma económico que ha dado rendimientos insostenibles e injustos a lxs propietarixs de capital financiero, con los costos generados por las personas endeudadas y las naciones más pobres de todo el mundo. Por el contrario, el modelo desarrollado por el Grupo de Trabajo nos llevará hacia un futuro igualitario, descolonizado y próspero.
"La justicia de la deuda no puede abordarse en abstracción de la dolarización y la financiarización global. Una economía dolarizada que depende de las importaciones cerca del ochenta por ciento de su consumo, el Líbano no puede ampliar la oferta de la lira sin caer en la devaluación y la hiperinflación, ni puede crear dólares, que debe. Y cuando el dinero no puede ser creado por la autoridad pública, es el público el que sufre. Los resultados de una posible intervención del FMI en el Líbano se esbozaron en julio de 2020, en un informe que promovía un severo programa de austeridad diseñado para ganar la confianza de los acreedores extranjeros. La amenaza es sistémica y global, y así debe ser la lucha".
— Joan Chaker, Miembro del Grupo de Trabajo del Estudio de Obras Públicas, Líbano.