De la lucha de clases al “pueblo contra el pueblo”

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Crisis hegemónica y transición capitalista como constructora de las ideologías de (extrema) derecha y decálogo para combatirlas

Es frecuente escuchar en el frente progresista de América Latina rememorar las acciones del pasado reciente de “la primera ola” como hoja de ruta para disputar el futuro. Es una equivocación. Para “volver al futuro” es necesario tener claridad que el antineoliberalismo con el que gobiernos nacional populares llegaron al poder en el nuevo milenio, no es lo mismo que el neoliberalismo del siglo XXI. No solo eso, la democracia también es otra. 

Luego de la interpelación de lo que se ha denominado en la región la primera ola de gobiernos progresistas la agenda del neoliberalismo se reseteó. Ya en otra ocasión en este mismo espacio[2] señalaba que la estrategia más eficaz del neoliberalismo hoy es el neoconservadurismo (de tintes fascistas). En tanto argumento, se desarrollaba en aquella ocasión que la prioridad de las agendas políticas de las oligarquías en el siglo XXI estaba en el debate cultural en tanto la dificultad de convencer desde la propia agenda económica como se hizo en el siglo XX. En el siglo pasado, la única vía social y económica era el libre mercado. Hoy en día, el propio Trump gana en Estados Unidos las elecciones con agenda proteccionista. No es fortuito, en este marco, que el ratio comercio frente al Producto Interno Bruto mundial se haya estancado desde aproximadamente el 2008.[3]

En este segundo tiempo del siglo XXI (2016-2024), las derechas vienen más violentas, más conservadora (incluso fascistas) y más antidemocráticas, en tanto que sus formas de despojo de la materialidad de las grandes mayorías son más crueles y —a la vez— más eficaces.

Un tema fundamental en esta reconfiguración es la capacidad de los discursos extremistas para influir en la reinterpretación de los parámetros del debate público, disputando significados que antes parecían formar parte del consenso en la construcción de nuestras comunidades políticas[4], siendo quizá una de las más significativas la señalada por Javier Milei: “Estamos frente al fin del modelo de la casta, ese modelo basado en esa atrocidad que dice que donde hay una necesidad nace un derecho, pero se olvida que ese derecho alguien lo tiene que pagar. Cuya máxima expresión es esa aberración llamada la justicia social, que es injusta porque implica un trato desigual ante la ley, pero además está precedida de un robo. Ese modelo que se traduce en fuerte déficit fiscal (...)”.

Una explicación rápida, incluso por ciertos voceros de la misma izquierda, han afirmado que los medios de comunicación y las redes sociales son los grandes culpables de la derechización de las sociedades por la subjetividad que construyen en sus discursos. Si se analizan los grandes medios de comunicación de los países de la región y los grandes grupos económicos de los mismos se puede señalar la altísima conexión entre ambos. Televisa en México, O Globo en Brasil, Clarín en Argentina, Teleamazonas en Ecuador, Fox News en EEUU, etc., son medios que están articulados a grandes conglomerados económicos en cada uno de sus países. Éstos tratan de moldear las narrativas de lo que sucede en nuestras sociedades de acuerdo a los intereses económicos y políticos de a quienes representan. Ahora bien, lo sucedido en las últimas décadas no se diferencia del papel que han jugado durante toda la vida democrática a lo largo de la historia de nuestros países. La agenda democrática en este aspecto sigue siendo consolidar un sistema público de comunicación (incluido del ámbito virtual y de redes sociales) que haga peso a los medios privados y grandes corporaciones digitales. 

Si bien tal agenda resulta fundamental, quisiéramos tomar distancia para sostener que la construcción ideológica de la subjetividad neoliberal autoritaria está asociada principalmente al cambio en las condiciones materiales y laborales que vive la región y el mundo (e, incluso demográficas). Resulta un error querer separar la economía política de la acumulación y la intervención cultural que hacen las derechas en nuestro continente en la amenaza que vive hoy nuestras democracias. Diciendo en términos simples Marx y Gramsci no interactúan separadamente sino mutuamente se reproducen y potencian. 

En este marco, parece ser que la derecha tiene claridad en la agenda que quiere implementar en la tercera década del siglo XXI porque —todo daría a entender que– logra descifrar los cambios económicos y sociales que vive el capitalismo y en ese marco construye sus estrategias políticas de intervención en la cultural. Podríamos sostener que la apuesta cultural de las derechas es diluir la disputa de la lucha de clases y colocar la centralidad del problema en el otro, en la otra, lo que genera una lucha de pueblo vs. pueblo.[5] Tal lectura no solo es una narrativa que se construye en el marco de las reivindicaciones identitarias que recuperan los valores de la tradición al culpabilizar —por ejemplo— al migrante, al feminismo, al pobre, al trabajador o a la casta estatal como el responsables de los problemas sociales. En el marco de las mutaciones demográficas que vive el mundo, es una narrativa que se apalanca en el entendimiento de los cambios en el mundo del trabajo producto de la crisis y transición del capitalismo que vive el sistema.    

Sin ser exhaustivos, expondremos siete aristas que pueden explicar cómo los cambios en el modo de acumulación afectan los sentidos comunes para, a partir de tal análisis, configurar 10 propuestas de acción estratégicas para la discusión/acción.

Crisis del hegemónica, transición capitalista y cambios demográficos como semilla de las ideologías de derechas  

La presente sección intenta esbozar algunas hipótesis que permiten explorar algunos nexos entre el cambio en el modo de acumulación y las transformaciones socio-ecológicas y demográficas que vive el mundo, y la configuración de nuevos sentidos comunes que permite que las derechas avancen en su agenda política. Si el neoliberalismo es una expresión cultural, su matrix se configura en las relaciones materiales (económicas, ecológicas, demográficas) al momento de buscar la reproducción de la vida. 

A continuación, desarrollamos siete aristas de cambios en el modo de acumulación que vive el capitalismo y que sirven para entender la configuración de un sentido común que es tierra fértil para el avance de un neoliberalismo conservador autoritario.

La tecnología como constructora de subjetividad antisocial

 No es (sólo) el contenido, es la tecnología. La disputa política es una contienda de narrativas. La digitalidad sin duda expande la posibilidad de alcance de la comunicación. Si bien es una expansión generalizada no deja de ser también a la par individualizada. El aumento de la posesión de teléfonos inteligentes genera una potencia de intervención focalizada de mensajes. Con inteligencia artificia se arman diarios o portales con noticias cuasipersonalizadas para el goce del lector.[6] Probablemente la derecha sepa manejar mejor el mensaje para generar más condicionalidad comportamental sobre todo porque el ámbito digital está privatizado y concentrado. No obstante, la lectura que señala que el contenido se inocula a través de las redes sociales en la subjetividad ciudadana no deja de ser un menosprecio de las capacidades de aprendizaje de la ciudadanía. Es claro que afecta, sobre todo a un grupo que generalmente busca se diga lo que quiere escuchar; pero –sin duda– tal perspectiva subestima la inteligencia ciudadana o la capacidad de aprendizaje del pueblo. Si analizamos las elecciones de Argentina, Massa, el candidato del peronismo gastó el doble en redes sociales que el libertario Javier Milei, quién ganó las elecciones; Claudia Sheinbaum (MORENA) en México, representante de la izquierda y quien obtuvo una victoria apabullante en las últimas elecciones, gasto tres veces menos que Xóchitl Gálvez (PRIAN), representante de la derecha; y, en Estados Unidos, Kamala Harris (Demócrata) gastó significativamente más en publicidad en redes sociales que su contendor Donald Trump (Republicano). Según el Barómetro de las América (2023), el 60% de la población no cree en los medios de comunicación; y, la tendencia es a la baja. 

Más allá que dice mucho que los que menos gastaron en redes en estos ejemplos son los que ganaron las elecciones (cosa que no sucedía solo un lustro atrás), el asunto principal no es solo la cantidad y el contenido que circula en el ámbito digital sino el tipo de tecnología usada; la lógica intrínseca de las redes sociales. Las tecnologías de alcance mundial como X, Facebook, Tik Tok, etc., son medios pensados para generar ciudadanía individualizante y anti comunitaria. En una investigación realizada en México a través de modelos cuasi-experimentales cuya pregunta a resolver era si Facebook es o no una red social, la respuesta fue clara y contundente: Facebook es una red antisocial y generadora de “soledades concurridas”.[7] La probabilidad de una persona de tener actitudes y valores solidarios y de confianza interpersonal se reduce en la medida en que se dedica más tiempo a la red sociodigital Facebook. Esto sustenta la hipótesis planteada: la red (supuestamente) social es, en realidad, antisocial, porque las personas que pasan más horas en Facebook tienen mayor probabilidad de ser individualistas (autointeresadas y desconfiadas del otro) (Idem). Siguiendo la hipótesis de Zygmunt Bauman, el polaco parece ser que tiene razón cuando afirmaba que “el éxito de Facebook es que está basado en el miedo a estar solo”, en una sociedad de solitarios. En este sentido, mientras más usemos redes sociales, así sea con contenido progresista, de izquierda, pro-derechos humanos, lo que estamos produciendo es individualidad antisocial, anticomunitaria configurado por la misma lógica tecnológica. 

A esto hay que sumar la creencia de que el ciudadano digital promedio es el mismo que el ciudadano promedio analógico. Existen investigaciones que evidencian que existe un sesgo significativo entre esas dos ciudadanías, sobre todo en América Latina. A tal fenómeno se le ha denominado “distorsión sociodigital”, que supone una brecha entre la opinión pública en las calles y la opinión pública manifiesta en internet.[8] Podríamos señalar que las victorias de gobiernos nacional populares se dan cuando se piensa y se actúa desde lo analógico/material y no solo en el mundo de lo virtual en donde los proyectos neoliberales tienen mayores probabilidades de sacar ventaja. La batalla digital comunicativa sin duda es extremadamente importante, pero no es la más relevante. 

El asunto se agrava cuando nos percatamos que las redes sociales de alcance global juegan una suerte de diván masivo. Al igual que en el diván psicoanalítico, donde se busca que el paciente verbalice sus pensamientos y emociones más íntimos y reprimidos, las redes sociales permiten a los individuos descargar sus frustraciones, temores y resentimientos en un ambiente de aparente anonimato o distancia emocional. Esto facilita la expresión de pensamientos agresivos, xenófobos, racistas, y antidemocráticos que podrían estar latentes en el inconsciente colectivo. El anonimato o la distancia emocional que brindan las redes sociales facilitan la desinhibición de los discursos violentos, intolerantes o extremos. Esto es similar al modo en que en la terapia psicoanalítica el paciente se siente más libre para decir lo que normalmente no se atrevería en la vida cotidiana. Sin embargo, en el contexto de la producción de ideologías que tiende a una cultura fascista, esta desinhibición puede tener consecuencias peligrosas al crear un espacio donde la agresión y el odio se expresan sin filtro. Son herramientas que están programadas para que sus algoritmos generen adicción; es decir, son una suerte de tecno-fármacos. Mientras más consumo redes sociales, más solo estoy; incluso así se crea que estoy acompañado de las personas que están al otro lado de la virtualidad. A tal emoción se debe sumar la trascendencia de hablar anónimamente, pero sabiendo que en potencia puedo recibir los aplausos masivos de todos aquellos que comparten mi punto de vista. Así, las plataformas potencian la cultura del ego.

 Si bien en el “mientras tanto” se debe generar movimientos de redes sociales sobre el contenido en disputa, debe quedar claro que mientras más se use la tecnología hegemónica más se está edificando una cultura individualista de todopoderosos y sabios: “es verdad porque yo lo digo”. Esta tecnología tiene tal lógica de individualizar y negar el diálogo social que si no estoy de acuerdo con lo que dice el otro simplemente se bloquea/silencia. Con esto se niega la posibilidad del diálogo. En este sentido, la tecnología que la izquierda intenta colonizar no es más que un medio de conformación de ciudadanos atómicos, violentos, que niegan la deliberación pública. Bajo el argumento señalado, no solo se debe dar la disputa del contenido, sin duda fundamental, sino que se deben construir tecnologías que promuevan la lógica de la producción de comunidad y de deliberación pública razonada. El capitalismo digital no solo encierra el rentismo de plataformas en donde se extrae tiempo e información sino también construye subjetividades reproductoras de ciudadanía antisocial. Dentro del mismo debate, también Habermas argumenta que la digitalización de la comunicación pública erosiona la separación entre las esferas pública y privada, llevando a una fragmentación del discurso que debilita la deliberación racional necesaria para la democracia​.

Competencia entre pauperizados como consecuencia de la desindustrialización y la autoexplotación[9] en el tiempo Netflix del capitalismo de plataformas

Uno de los problemas más estructurales en América Latina es la desindustrialización de sus economías. Tal proceso productivo viene acompañado de precarización laboral. De acuerdo a la OIT, el empleo independiente en la región oscila entre 26 y 65% del empleo total, de los cuales, entre el 70% y el 80% de los trabajadores independientes son cuentapropistas no profesionales (con nivel educativo inferior a terciario/universitario completo). La región ha sufrido una desindustrialización prematura y un estancamiento en la productividad, en contraste con el éxito de las economías del Sudeste Asiático. Se puede corroborar que en la región, el autoempleo resulta más importante que el trabajo en relación de dependencia formal y viene creciendo a mayor velocidad (Castillo y Ominami, 2024).[10]

El proceso de desindustrialización convive con la emergencia de la economía de plataformas, en donde se rompe con el tipo de relación laboral tradicional. Un informe del BID realizado en el 2021 señala que México tiene 250.000 socios conductores, Colombia 88.000, Chile 70.000, Perú 38.000 o que Rappi tiene 200.000 repartidores en los 9 países de América Latina donde opera. La mayoría de las personas que trabajan en estas plataformas son ciudadanos comprendidos entre 20 y 41 años de edad, siendo los jóvenes los que mayor participación tienen. Esta cifra parece haber explotado en los últimos años, pues actualmente la Presidenta de México ha manifestado que son 658.000 según el Servicio de Administración Tributaria. 

Tal nueva forma de trabajo genera lo que he denominado un “tiempo Netflix”, en donde –supuestamente— el trabajador de plataforma es dueño de trabajar las horas que quiera, cuando quiera y donde quiera. No obstante, tal supuesta flexibilidad viene acompañada de autoexplotación laboral, en donde se trabaja más horas por día y más días por semana. El ser dueño de su tiempo genera una suerte de sensación de emprendedurismo individual (autojefe) en donde la salida a la precariedad siempre es individual y nunca colectiva. En el marco del cambio en las estructuras laborales, la competencia se da entre precarizados de las economías: el uberista compite con el taxista. Un análisis de la Revista Anfibia señala que –por ejemplo– Milei diferencia a los "planeros", "ñoquis" o "vagos que viven del Estado" de aquellos que pedalean para redondear un sueldo. En este contexto, el mérito, el trabajo y la producción son valores a los que apelan los jóvenes mileístas para colocarse en una posición de superioridad frente a otros cercanos socialmente.[11] La derechización se configura en la matriz de negar, culpabilizar o prescindir del otro o la otra que es igual de pobre precarizado, eliminando del debate público las condiciones estructurales que configuran que los pobres estén peleando por migajas mientras la concentración de la mayoría del pastel queda en manos de poquísimos (menos del 1%). 

 Así, la desindustrialización en América Latina ha llevado a la reducción de empleos calificados en sectores productivos tradicionales, como la manufactura, lo que ha generado un vacío en las economías locales. En paralelo, la economía de plataformas, ejemplificada por empresas como Uber, ha proliferado ofreciendo empleos flexibles, pero precarios y carentes de derechos laborales formales. Estas plataformas digitales permiten la subsistencia en un contexto de crisis industrial, pero configuran un nuevo orden económico donde prevalecen los valores del individualismo, la competitividad y la desregulación del mundo del trabajo. Este entorno, marcado por la “informalidad” laboral y la falta de protección social, puede fortalecer una ideología de derecha, que prioriza la reducción del papel del Estado (el cual es estigmatizado como productor de vagos no emprendedores), el mercado libre, y la minimización de los derechos laborales en favor de un falso mérito de “emprendedores” precarizados, pero “dueños” de su tiempo. La relación capitalista/trabajador se evapora en una relación con un “empleador” sin cara que se transforma en símbolo de libertad, flexibilidad e incluso de anarquía. Así por ejemplo el caso de Uber, el slogan de “muévete como quieras” dice mucho sobre el tiempo Netflix. Este no solo se refiere al consumidor sino al trabajado que puede decidir “falsamente”[12] –mientras se autoexplota— trabajar cuando se quiera, como se quiera y donde se quiera. Se individualiza la acción colectiva, a la par que emerge una lógica en donde siempre la culpa recae sobre el “socio” conductor.  Incluso la decisión de ser rescindido del trabajo recae sobre el mismo trabajador (salvo que se cometa violaciones al contrato de conducir en donde también la culpa es del trabajador). Resulta irónico en este marco analizar lo que sucede en la economía estudiando el desempleo (que se encuentra en el nivel más bajo de los últimos tres lustros en la región) dado que este es muy bajo porque está siendo absorbido por la economía de plataformas. Dada la poca capacidad de generación de empleo en la economía formal, en este proceso no existen opciones: desempleo o trabajo auto-explotado (dado que difícilmente se vive de transferencias monetarias). Lo señalado para Uber puede ser extrapolado para otras plataformas, siendo quizá un caso que implicaría otro debate la plataforma OnlyFans, el cual ha popularizado el porno personal que cuenta con más de 300 millones de usuarios registrados y 4,1 millones de creadores y que en el 2023 pagó a sus creadores 5.300 millones de dólares, superando los salarios combinados de todos los jugadores de la NBA.[13] Así, las plataformas no solo coadyuvan a la desindustrialización, sino que refuerzan la idea de diluir la lucha de clases y transitar hacia una lógica del sálvese quien pueda individual en donde se refuerza la lucha de pueblo contra pueblo. 

Expansión de la industria del narcotráfico y la violencia como pedagogía antidemocrática en la resolución de conflictos

En el marco de la crisis del capitalismo, la otra industria en la región que permite recuperar ganancias en el sistema es el narcotráfico, que está estrechamente vinculado con el mercado de armas y el espectáculo de la violencia. Luego del cambio en la demanda de consumo de droga en Estados Unidos, emerge con mayor fuerza la presencia de cárteles en el resto de América del Sur. Dicha presencia se configura en una industria que no solo genera divisas sino puestos de empleo. Así por ejemplo, en Ecuador existen investigaciones que señalan que puede ser la industria que más puestos de empleo genera.[14] En México parece ser el quinto empleador.[15] La forma de interacción en esta industria genera una subjetividad pedagógica que enseña la resolución del conflicto a través de la violencia. Una de las promesas más importantes de la modernidad (y, que es necesario recuperar siempre) hace alusión a que la democracia y la deliberación son el medio para resolver los conflictos pacíficamente. En la esfera de sociabilización de jóvenes que entran en un cártel u otro se construye una praxis en la que cualquier discrepancia se soluciona con balas. Difícilmente una democracia prosperará en una economía en donde la presencia del narcotráfico se generaliza. La cultura del narcotráfico es la cultura de la violencia, que es —a su vez— la negación de la posibilidad de la deliberación democrática. Pero esta cultura de la violencia es producto de relaciones económicas que son violentas. No surgen de la esfera de las ideas sino son procesos materiales concretos. A su vez, la lógica de los cárteles refuerza el sentido amigo-enemigo. No importa la razón pública para dirimir los debates democráticos, sino “estar conmigo o contra mí”: conducta que se ve realzada en las emergentes industrias culturales de la narcoépica —como en las narconovelas y los narcocorridos—, donde la violencia se valora como una forma de revancha social que permite tomarse la justicia por mano propia. Dado el fracaso del Estados y los sistemas de justicia, la respuesta es hacer “justicia por mano propia”. Así, el narco se presenta no solo como un poder fáctico, sino como un productor de subjetividades que erosiona la cultura democrática al glorificar la violencia como una herramienta legítima de socialización. En esta lógica, no es difícil encontrar territorios en donde los jefes de los cárteles son a las clases populares pauperizadas, lo que Steve Jobs, Mark Zuckerberg o Elon Musk son a las clases medias y medias altas: “los super hombres”.  

 La colonización de la esfera virtual a través de la cultura fake y la privatización del espacio digital

 El capitalismo fue posible porque hubo colonialismo. Así como en el temprano capitalismo se requirió grandes territorios para colonizar y extraer valor, en el tardo capitalismo se creó ficticiamente una nueva espacialidad: la virtualidad/digitalidad. (Vale señalar, que tal virtualidad no tiene nada de inmaterial). De la misma forma, estos nuevos terrenos son colonizados por el capital transnacional. En tal virtud, es una falsa esfera pública dado que es controlado mercantil y privadamente por grandes corporaciones transnacionales. Dichos capitales, pueden controlar quien habla y con qué intensidad se difunde el mensaje. De la misma forma, se puede silenciar a cualquier persona si no cumple las reglas mercantiles como sucedió con el mismo Donald Trump antes de que Twiter se transforme en X y sea controlado por el magnate Elon Musk (quien como era de esperarse volvió a entregar la cuenta al actual presidente de los Estados Unidos). En este marco, la estrategia es doble. La extracción de valor se fundamente en que más personas participen en la esfera digital y dedican mayor tiempo. No obstante, no es suficiente. La segunda es de orden cualitativo. En dicha esfera se instauran mentiras deliberadas para vender noticias espurias. La estrategia de consumo de tiempo en redes sociales está vinculado a la generación de polémicas en donde si es necesario se menoscaba la verdad a través de información falsa. Existe una industria de lo “fake” con granjas de bots y trabajo humano que los alimenta.  Hannah Arendt, en su análisis sobre la naturaleza del totalitarismo y la manipulación de la verdad, sostiene que la estrategia de inundar el espacio público con mentiras no solo busca reemplazar la verdad con falsedades, sino que tiene un objetivo más profundo: hacer que la gente no crea en nada. Al saturar el discurso con medias verdades y falsedades flagrantes, se destruye la capacidad de discernir entre lo verdadero y lo falso, lo que lleva a una parálisis crítica y a la desconfianza en cualquier fuente de información. Según Arendt, en este contexto, el objetivo último es que los individuos pierdan la capacidad de juicio y que acepten cualquier cosa que se les diga, independientemente de su veracidad, lo cual es esencial para el control totalitario. Esta situación facilita la manipulación y crea un terreno fértil para que líderes autoritarios establezcan su narrativa sin cuestionamientos, minando así los fundamentos de la democracia. La acumulación material de información digital viene de la mano de la colonización del espacio digital. La historia se repite: la recuperación de la tasa de ganancia del capital solo es posible si el colonialismo prospera. Sus municiones en el capitalismo tardío: las fake news en el espacio digital de trabajadores de carne y hueso apoyados en bots e inteligencia artifical. 

El dogma como verdad democrática: asedio a la universidad, a la verdad científica y penetración de las religiones en la política.

Asediar la verdad es un objetivo estratégico de los proyectos políticos de derecha porque, al erosionar la verdad, se debilita el debate crítico y plural necesario para sostener una sociedad democrática. Estos proyectos buscan reemplazar la verdad con narrativas simplificadas y absolutas que sostienen agendas dogmáticas, donde la religión juega un papel central en la configuración del orden social. Frente a la crisis de solidaridad, de un Estado cuidador, emerge esferas de refugio social como las congregaciones religiosas. La razón de la religión es creer sin cuestionar. En este contexto, la religión se posiciona como fuente de autoridad incuestionable legítimo, reintroduciéndose en la esfera pública como un conjunto de valores inamovibles que estructuran la vida social y política. Este retorno de lo dogmático choca con el papel de las universidades, que históricamente han sido espacios dedicados al cuestionamiento crítico, la pluralidad de ideas y la búsqueda de la verdad a través de la razón. Por este motivo, el prestigio de la universidad es menoscabado intencionalmente, presentándola como una institución que amenaza las certezas morales y sociales promovidas por la agenda conservadora. Este ataque a la universidad tiene como fin deslegitimar su rol en la sociedad, promoviendo la duda sobre la ciencia y el conocimiento crítico, que son obstáculos para la consolidación de proyectos autoritarios basados en dogmas inalterables. Así, el retorno de la derecha es directamente proporcional al desprestigio de la universidad y de la ciencia. El negacionismo científico se configura, así como instrumento que menoscaba la razón pública.

Tal proceso se alimenta de la penetración de las religiones con mayor fuerza en el ámbito político. La influencia de las religiones en la política de América Latina ha sido un fenómeno persistente a lo largo de su historia, y se ha intensificado en las últimas décadas. La región, predominantemente católica, ha experimentado un creciente activismo político de grupos religiosos, especialmente evangelistas y pentecostales, que han ganado influencia en la arena política. Estos grupos han promovido agendas conservadoras en temas como el aborto, los derechos LGBTQ+ y la educación sexual, buscando imponer principios religiosos en las políticas públicas. En varios países, líderes religiosos han asumido cargos políticos o han apoyado candidaturas, configurando un panorama político donde la religión tiene un rol determinante en la formulación de políticas y la movilización electoral. Estos procesos se dan, entre otras razones, por el mismo desmantelamiento del Estado; razón por la cual, la ciudadanía busca refugio, encontrando abrigo principalmente en las iglesias. Quizá no resuelven el problema, pero están cercanos para escuchar. En particular, en países como Brasil, el presidente Jair Bolsonaro contó con el respaldo decisivo de sectores evangélicos para su elección, un fenómeno que refleja el aumento de la influencia política de estas iglesias. Esta simbiosis entre religión y política se observa también en otros países como Guatemala y México, donde partidos políticos o movimientos religiosos han jugado roles clave en procesos electorales y decisiones legislativas, consolidando un nexo entre moral religiosa y gobernanza que afecta profundamente las políticas sociales y los derechos civiles en la región. 

Pérdida de privilegios en la cultura patriarcal, cambios demográficos y defensa de la familia tradicional.

En América Latina, los cambios socioeconómicos recientes han llevado a una pérdida de los privilegios que históricamente han disfrutado los hombres. Maticemos. El privilegio persiste, pero ha sido impugnado su legitimidad y se han generado pequeños cambios que reducen las distancias entre hombres y mujeres. 

Si bien las desigualdades permanecen entre hombres y mujeres, se puede apreciar avances igualitarios en dicha relación tale como la reducción de la brecha salarial entre hombres y mujeres[16]; el aumento de la participación femenina en el ingreso total, la cual en la región creció a mayor velocidad que la del promedio mundial[17]; el incremento del porcentaje de mujeres que tiene mayor ingreso en el hogar[18]; el incremento de la matrícula universitaria, en donde el porcentaje de mujeres es mayor el de hombres; y, la disminución del tiempo que las mujeres dedican a las tareas de cuidado.[19] Tales cambios parece que están generando una transformación no menor en la distribución de poder y los recursos materiales en la sociedad. Estas dinámicas son, en parte, resultado de las interpelaciones de los movimientos feministas, que han cuestionado las estructuras patriarcales y promovido una mayor igualdad de género en el ámbito privado y público. A los fenómenos señalados hay que sumar aquellos de índole demográfico como la caída en la tasa de fecundidad, el incremento de los divorcios y el incremento de la proporción de familias monoparentales encabezada por jefas de hogar mujeres o incluso la configuración de nuevas formas de familia. Sin embargo, estas mismas transformaciones han generado una reacción en ciertos sectores masculinos que se sienten amenazados por la pérdida de su estatus privilegiado. Esta sensación de despojo impulsa a muchos hombres a apoyar proyectos políticos tradicionales y conservadores que promueven un ethos regresivo, defendiendo valores ligados al orden familiar tradicional y rechazando los avances feministas. No es fortuito que exista una tendencia regional a que los hombres se autoidentifiquen de derecha (más que las mujeres)[20] y apoyen electoralmente a las extremas derechas conservadoras como sucedió en Brasil, Chile o Argentina.[21] Los cambios materiales en el mundo del trabajo público y al interior del hogar, así como los cambios demográficos configuran una subjetividad que al avanzar sobre una sociedad más igualitaria atenta contra los roles tradicionales del mundo patriarcal y el sentido de la familia tradicional. De este modo, el conservadurismo masculino se refuerza como respuesta defensiva ante un entorno que, desde su perspectiva, desafía los privilegios que habían sido históricamente incuestionables. 

Sobre el antiestatismo: pandemia y derecha antisistema

La pandemia de COVID-19 no solo fue una crisis sanitaria global, sino que también actuó como un catalizador para la construcción de una derecha antiestatal y antisistémica en varios países, especialmente en América Latina. Durante la crisis, las medidas de confinamiento, la intervención estatal y las restricciones impuestas para contener la propagación del virus fueron vistas por ciertos sectores como una invasión a las libertades individuales, alimentando una narrativa en la que el Estado es percibido como un ente opresor e ineficaz. Los movimientos de derecha aprovecharon este contexto para promover una retórica antiestatal, donde el gobierno central y las instituciones supraestatales fueron deslegitimadas, presentándolas como parte de un sistema que atenta contra la libertad de los ciudadanos.

 A su vez, este discurso antisistémico se fortaleció con la difusión de narrativas que desacreditaban a los científicos y a la política como actores y espacios relevantes para solucionar el problema, lo que impulsó un apoyo popular hacia líderes autoritarios que prometían explicaciones simples sobre causas complejas. Esta derecha emergente también cuestiona el papel del Estado en la economía, promoviendo la privatización de servicios y la reducción de su intervención en los asuntos sociales, lo que refuerza su agenda neoliberal. La pandemia, por lo tanto, se convirtió en un campo fértil para la derechización de sectores que ven en el Estado una amenaza a sus derechos y libertades, mientras rechazan el consenso científico y las instituciones democráticas tradicionales. De esta manera se puede ganar elecciones no solo a través de propuestas de minimización del Estado sino proponiendo proyectos “sin Estado y solo mercado”: el anarcocapitalismo. En estos modelos el estado solo quedaría para poder reprimir a través de su fuerza de seguridad, todo lo demás debe ser ejecutado por el mercado. Incluso podríamos señalar que la gobernanza en esta última versión no se hace a través de un Estado mínimo, sino que se busca que sea delineado por los accionistas o CEO´s de grandes corporaciones (digitales) transnacionales. Esto implica incluso una amenaza para las burguesías nacionales porque se trasciende la lógica del Estado Nación y se busca servir a las megas transnacionales de plataformas. ¿Neoliberalismo 2.0.? 

Es importante señalar que en este caso la pandemia es vista como uno de los fenómenos que evidencian el cambio estructural que vive el mundo. La evidencia científica señala que el COVID-19 es una enfermedad zoonótica, lo que significa que se originó en animales y se transmitió a los humanos. Este tipo de enfermedades son cada vez más comunes debido al mayor contacto entre humanos y fauna silvestre, impulsada por la deforestación, la expansión agrícola y la urbanización, que destruyen hábitats naturales y fuerzan a las especies animales a interactuar más estrechamente con las personas.[22] El modelo industrializado de la agricultura ha contribuido a la proliferación de virus zoonóticos. La intensificación de la producción de alimentos, que incluye prácticas como la cría intensiva de animales, ha aumentado el riesgo de transmisión de enfermedades entre animales y humanos debido al hacinamiento, el uso excesivo de antibióticos y la degradación ambiental​.[23] A lo mencionado hay que sumar el calentamiento global como un agravante del problema. Este afecta los patrones de migración y comportamiento de las especies animales, creando nuevas oportunidades para la propagación de enfermedades. Además, el calentamiento global exacerba las condiciones para la supervivencia y transmisión de virus​.[24] Finalmente, la alta conectividad producto de la expansión de los circuitos comerciales hizo que el virus pueda trasmitirse con facilidad a lo largo del mundo. La proximidad a la muerte de amigos, familiares, conocidos, vecinos ha generado un sentido del tiempo que no ha sido lo suficientemente estudiado ni asimilado, pero parecería que ha causado algunos trastornos en la subjetividad de los ciudadanos del continente. Las muertes masivas y su latencia próxima parece que resultó un terreno fértil para generar “bronca” frente al sistema, el cual delegó -privatizando de cierta forma- la política social de los cuidados a las familias. Los gobiernos neoliberales o de derecha supieron aprovechar muy bien una posición antisistémica como sinónimo de antiestado. Así, el péndulo se movió al otro extremo. Mientras que a principios del 2000 surgió un grupo de gobiernos antineoliberales que fue antisistema; casi dos décadas después, estar en contra del sistema es ser antiestatal.   

Más allá de los argumentos como el desgaste de los gobiernos progresistas por el paso del tiempo al frente del Estado; o la casuística de corrupción (intolerable en cualquier gobierno) que jamás iguala a aquella realizada por gobiernos neoliberales que sistemáticamente se apropian de lo público privadamente; [25] o la tibieza redistributiva de los gobiernos de izquierda en el segundo tiempo de este milenio,[26] lo que se ha pretendido argumentar en esta sección es que la subjetividad de derecha de proporción no menor de ciudadanos en los países de la región, responde a un cambio mucho más estructural que tiene que ver con las mutaciones en el modo de acumulación capitalista y su impacto en el mundo del trabajo y de los ecosistemas, en el marco de mutaciones demográficas de amplio calado. El cambio en la subjetividad está ligado a un cambio en la materialidad. Una desderechización debería empezar por articular una agenda de cambios estructurales ligados al cambio en la matriz productiva (asociada siempre a un cambio en la matriz cognitiva) con una lógica alternativa a la planteada por el sistema económico imperante ligado a salidas que giran alrededor del capitalismo de plataforma, el narconeoliberalismo y la disputa por los nuevos recursos naturales necesarios para generar la transición energética que reproducen una acumulación similar a la realizada a partir de los combustibles fósiles.

Las “benditas redes sociales” y los medios masivos comunicacionales son simplemente la epidermis de una metástasis que crece al interior del cuerpo social, económico y ecológico de los países de América Latina y el Caribe, en el marco de la crisis del capitalismo y su transición. 

El corolario es claro: pensar un nuevo sentido común o una nueva subjetividad no puede estar por fuera de pensar otro modo de acumulación y de relaciones socio-ecológicas que permitan cambiar el sentido de valor imperante en este capitalismo tardío. El argumento de la militancia digital, la cual sin duda hay que ejecutar en el mientras tanto, no solo es ineficaz sino podríamos decir condena a la pérdida de la batalla cultural en el largo plazo.  

Decálogo de acciones estratégicas para una democracia con demos

No puede haber democracia en un modo de acumulación concentrador y precarizante. Tampoco puede haber un cambio cultural sin un cambio en las relaciones de las fuerzas productivas. En este marco, podemos señalar que para que la democracia con demos sea viable debe articularse a una nueva socioecología/economía política de la riqueza; pero para que exista la posibilidad de disputar un modo alternativo de acumulación es necesario que prospere una democracia democratizante y democratizadora. Ahora bien, ninguno de los dos será posible, si en la disputa por la democracia y por las nuevas formas de generación de riqueza no se forja una organización y una subjetividad social con conciencia de transformación emancipadora y empática con el otro y la otra para generar las condiciones del deseo de querer vivir juntos.   

Bajo lo expuesto, es pertinente formular lineamientos que permitan canalizar una hoja estructural de acción para que el futuro de la democracia no continúe con su lógica necro sino que camine hacia la configuración de una democracia productora de vida digna basado en una igualdad democrática y una democracia como igualdad. Es claro que tanto en su transición como en su fin esto implica trascender —poco a poco— la lógica de acumulación capitalista. A continuación, se plantea acciones estratégicas concretas (inacabadas y siempre debatibles) para caminar en tal dirección.

Disputar el sentido del valor o del valor de las cosas al valor de la vida (buena) [27]

La clave de la crítica al capitalismo radica en la revalorización del valor. Tal mutación implica una transformación estructural del sentido del tiempo pues si —como señala Marx– toda economía es, en última instancia, una economía del tiempo, lo que está en disputa es un sentido diferente del valor del tiempo. Lo que queremos señalar es que el problema a superar está en cómo el capitalismo valora el mismo. Esto implica que la estrategia de un proyecto emancipador reside en superar la principal contradicción del capitalismo que es de índole temporal. Los avances tecnológicos que permiten liberar tiempo para una potencial emancipación, el capitalismo los usa para su reproducción. Sin la apropiación de este tiempo liberado (plusvalor), el capitalismo se desestructura. En este marco, la productividad del capitalismo implica generar un sentido del tiempo como velocidad, como aceleración que solo es funcional a la reproducción del sistema capitalista: la concreción de la ganancia. Aquí radica la contradicción del sistema. En este marco, la disputa es por el sentido hegemónico que articula que solo lo que tiene precio tiene valor, en donde las vidas (de la humanidad y de la naturaleza) también son cosificadas y tienen valor monetario. 

Bajo lo expuesto, es necesario tener claro que la confrontación política epocal no se centra en los procesos de redistribución ni en la distribución de la riqueza generada, sino en la distorsión que el capitalismo introduce en el significado del valor y la riqueza social. No solo eso, el objetivo principal –más allá que resulta importante realizarlo— no es ni siquiera la distribución del tiempo. Si se distribuye el tiempo sin remediar la fractura estructural entre vida y tiempo y entre tiempo y espacio, lo que se iguala es un tiempo alienado/explotado, un tiempo cosificado. En este sentido, no se estaría democratizando el poder, sino que se estaría igualando la alienación, (auto)explotación, o (auto)cosificación de la vida.

Es por lo señalado que necesitamos otra valoración del tiempo. Más allá de que el momento histórico lo requiere con urgencia dado que en las transiciones hegemónicas las fases terminales son bélicas, el sentido del valor debe estar en la vida; y, no en cualquier tipo de vida. Ésta debe ser una vida bien vivida, una vida digna, una vida plena; en donde se supere el centrismo antropocéntrico y se transite hacia un biocentrismo. Esta perspectiva implica la subsunción de la economía de las cosas a la socioecología política de la vida (buena), porque la vida y su reproducción implica ir más allá que la materialidad de las cosas generadas en el proceso de producción y consumo. Tal mutación conlleva ejecutar otra contabilidad alternativa a las cuentas nacionales monetarias de los bancos centrales, para lo cual he propuesto centrar la unidad de análisis en el tiempo y no en el dinero y estudiar tres subsistemas de cuentas que se sintetizan en tres indicadores: a) La Esperanza de Vida de la sociedad/individuo; b) la Esperanza de Vida de la Naturaleza o Sumak Kawsay de la Pachamama; y, c) La Esperanza de Vida de los bio-materiales (o de la materia activa).[28]

 El nuevo sentido común será posible si se concreta una nueva temporalidad para otra materialidad; es decir, otro orden temporal para otro orden social; otra ucronía para otra utopía. En este marco, la gran pedagogía materialista y cultural está en educar y generar un sistema bio-productivo para transitar del valor de las cosas al valor de la vida buena. La disputa política es por salir del sentido común del valor ligado a las cosas, al precio, al valor de cambio, al tiempo como control, lo que implica superar la lógica del “time is money”. ¡Adiós la era del cronos! ¡Adiós la era del tiempo del reloj, de la velocidad, de la aceleración! Bienvenido el tiempo de la vida, el tiempo del acontecimiento, el tiempo de la libertad, el tiempo de la pluralidad de tiempos; y, por qué no del ¡tiempo sin tiempo! 

Otra acumulación para una democracia con demos

La producción ideológica no está en el mundo de lo intangible, sino que se configura en las formas materiales de cómo se garantiza la reproducción de la vida. En este marco, no es lo mismo izquierda que derecha; proyectos neoliberales que proyectos progresistas o nacional populares. Es claro que sí importa quien distribuye el pastel: si la derecha parte, se queda con la mejor parte.[29] Hemos podido demostrar que no existen fatalismos económicos. Los ciclos económicos pueden dar estructura a la historia, pero no determinan inexorablemente su curso. Las ideologías importan y en la breve historia del siglo XXI de la región se puede evidenciar que han servido como instrumento contracíclico de un momento mundial de crisis y recesión económica.  Si hay voluntad política incluso en los peores momentos de recesión puede mejorar las condiciones de vida de las grandes mayorías. La progresividad redistributiva no solo se ve cuando crece el pastel sino cuando disminuye. En el “quién paga los costos” de la crisis también se puede observar que las ideologías han importado en la región. No obstante, a pesar de que claramente la región vivió casi tres lustros de reducción de la desigualdad sobre todo mientras el mundo vivía una recesión que explotó en el 2008, la velocidad de la reducción no fue lo suficiente para generar una sostenibilidad igualadora que rompa con distancias indignas. Existen igualdades desigualadoras, aunque parezca contradictorio. La evidencia parece señalar que procesos redistributivos con tendencia a la igualdad que no interpelan el modo de acumulación generan una subjetividad desigualadora, sobre todo de las clases medias. Por eso, la pregunta que es necesario responder es ¿qué igualdad? Es claro que no es cualquier igualdad la que genera una reducción sostenible de la misma. Es necesario procurar una igualdad democrática, que rompa las asimetrías de poder (capital-trabajo, hombre-mujer, blanco/mestizos-indígenas, nativos-migrantes, centro-periferia, ser humano-naturaleza, etc.).  Tal situación implica sí o sí no solo pensar la redistribución secundaria sino la distribución (primaria) del cómo se genera riqueza. Lo señalado conlleva poner en el centro del debate otro modo de acumulación y no solo procesos redistributivos que configuran el ingreso secundario de las familias. La disputa por otro sistema de propiedad y de organización económica como horizonte de sentido es una urgencia en el debate público y en la acción política. La construcción de otro sentido del valor que recupere la nodalidad de la vida no es compatible con el modo de acumulación imperante. Pero, el sistema de acumulación capitalista tampoco es compatible con la democracia con demos. El capitalismo construye -porque lo necesita que tome tal forma- democracias corporativas, privadas, mercantiles y controladas por élites económicas transnacionales. Sin otro patrón de especialización difícilmente se puede construir una democracia con demos.         

Pacificar la tierra para pacificar la sociedad

La revalorización del tiempo para la vida implica la revalorización del espacio para la vida. La turbulencia democrática de la región está articulada a la conflictividad sobre la tierra, los recursos naturales. La transición energética mundial está siendo viable a costa de la desmaterialización de los ecosistemas de la región. Estamos viviendo el inicio de un largo plazo caracterizado por una “acumulación por desfosilización” que recicla el mismo capitalismo bajo otra centralidad: el litio y las tierras raras.[30] A tal disputa del patrimonio de nuestros recursos naturales, se suma la presión ejercida sobre las extensiones de tierra necesarias para la producción de droga en la cual se incluye la privatización de las rutas para la distribución de la misma a nivel global. La nueva geopolítica de la droga implica una disputa por la tierra, la cual conlleva incentivos a mantener el statu quo de los latifundios. A la presión de las mineras, de los carteles se suma la presión de las grandes transnacionales tecnológicas encabezada por Elon Musk.

La causa más importe que alimenta la industria de la droga es la desigualdad,[31] pero también se ha podido demostrar que si bien en los gobiernos nacional populares se dieron procesos de redistribución de ingreso, la reducción de la concentración del patrimonio fue muy marginal.[32] No puede haber paz con desigualdades indignas ni con los niveles de concentración patrimonial y de los medios de producción que tienen nuestros pueblos. En este marco es necesario dar opciones productivas al campesino, al agricultor, al trabajador de la tierra y estas tienen que ser de carácter integral. A más de las políticas tecnológicas, de reforma de los sistemas de justicia y fortalecimiento de las instituciones ligadas a la seguridad, la paz sobre todo implica una reforma agraria y un desarrollo territorial integral que venga acompañada de crédito, paquetes tecnológicos, capacitación y desintermediación comercial interna y externa, subsidios para la reducción de costos, tal cual como lo plantea —por ejemplo— el Pacto Histórico en Colombia liderado por Gustavo Petro. Se tiene que cambiar el modo de acumulación en donde la prioridad sea la vida sobre el dinero. Contrariamente a tal prioridad, en una economía donde los cultivos más valorados son ilegales, lo que se está sembrando es crimen. Es muerte.

El capitalismo fue posible gracias al colonialismo. La independencia política de nuestros países no implicó una independencia económica. No solo aquello, sin negar las consecuencias del intercambio desigual en el comercio mundial, urge una superación del colonialismo interno que en términos materiales implica desarticular la lógica de acumulación en la división internacional del trabajo en donde la región le corresponde ser el granero del mundo y el proveedor de materia prima. Si el capitalismo fue posible gracias al colonialismo, ahora su sostenibilidad se basa en la posibilidad de reproducción del colonialismo interno de una burguesía que realiza el capital en los circuitos de un sistema financiero articulado a paraísos fiscales por fuera de los Estados Nación. Estructuralmente no existe cambio, no existe independencia social sin independencia económica. La transformación implica un pacto social por la tierra en donde el horizonte sea la superación del extractivismo y la consolidación de una soberanía material/cultural (alimentaria, energética, económica, política y territorial).  Pacificar la tierra en este sentido implica caminar en la búsqueda de eliminar/disminuir la conflictividad, la presión sobre la misma de los actores que lo disputan y compiten (transnacionales mineras, carteles internacionales, grandes terratenientes agroexportadores, transnacionales digitales), rompiendo la economía política que las articula y los potencia; y, en el marco de dar opciones reales materiales a los que trabajan la tierra (principalmente agricultores, campesinos, indígenas). Tal perspectiva no es compatible con los latifundios. No por magia la región tiene un coeficiente de Gini de la tierra de 0.79.[33] No es fortuito tampoco que el 80% de los conflictos socio-ecológicos en América Latina estén articulados a movilizaciones para prevenir actividades y proteger los territorios y los bienes comunes (agua, tierra y ecosistemas).[34]  El grito desesperado de la región que surge de la conflictividad señalada es salvar a la juventud, salvar a una generación que está siendo cooptada por un modo de acumulación que se recupera a través de potenciar la industria de la droga y que se encuentra desencantada —con razón— con una (necro)democracia desigualadora. Recuperar la soberanía sobre la tierra, sobre el patrimonio resulta estratégico para recuperar la paz democrática. La posibilidad de un proyecto político liberador es insostenible sin una generación que crea en un proyecto utópico emancipador que satisfaga sus expectativas subjetivas y materiales bajo nuevos sentidos del valor y nuevas prácticas materiales que empiece con recuperar la paz y la soberanía Estatal, de las familias y comunidades sobre la tierra. 

Sin democracia feminista no hay democracia con demos ni igualdad democrática

Uno de los cambios hegemónicos más importantes que sucede en la región y en el mundo es producto de las luchas feministas. Sin restar un ápice de importancia a los movimientos indígenas de la región como se pudo ver por ejemplo en el rol fundamental que ha jugado en Guatemala o en Bolivia, podríamos señalar que hoy en día el principal movimiento social que existe en la región es el feminismo y que sus luchas están configurando el sentido subjetivo social. La evidencia empírica demuestra que las mujeres tienden a tener una ideología de izquierda que defiende la democracia, la igualdad, la naturaleza y que son anti-xenófobas si se les compara con los hombres, quienes tienden a tener -relativamente- posiciones más conservadoras, tradicionales y antidemocráticas.[35] Las consignas "Ni Una Menos", "Vivas nos queremos", "Mi cuerpo, mi decisión", "Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir", "Rompamos el techo de cristal", "Nos queremos libres, vivas y unidas", "No somos frágiles", "Lo personal es político", "No fue suicidio, fue feminicidio", "Cuidar sin descuidarse", "Cuidar también es trabajo", "No es amor es trabajo no pago", "Si nuestras vidas no valen, produzcan sin nosotras" han configurado una disputa de transformación social sin precedentes en la historia de nuestras democracias. Se podría señalar que la emergencia de una derecha fascista también es producto de la defensa de la tradición de quienes luchan por mantener la sociedad de los privilegios, siendo una estructurante el patriarcado. Tales reivindicaciones de los movimientos feministas deben ser leídos en el marco del entendido pleno de las injusticias históricas que recaen sobre ellas, pero también sobre los cambios demográficos que se vive en la actualidad y que afectan de manera desigual. La reducción de la tasa de fecundidad, el aumento de la participación laboral de las mujeres, el incremento de divorcios ha reconfigurado la familia, diversificándola, pero sobre todo incrementando el número de hogares encabezadas por una sola progenitora, especialmente por madres solteras. En el marco de una interpelación de las asimetrías de poder históricas, las luchas feministas, sin duda, constituyen la base de la centralidad de una revalorización del valor centrada en la vida digna y justa. Resulta problemático en este marco, que la mayoría de mujeres teniendo ideología de izquierda con valores democráticos, ecologistas e igualitarios no necesariamente se sienten identificados con los proyectos políticos progresistas.[36] De acuerdo a la evidencia regional se puede afirmar que una mujer no vota necesariamente a los partidos políticos de izquierda, empero sí vota en contra de los proyectos patriarcales, machistas, xenófobos.[37] La batalla cultural y material de los movimientos feministas desafía las apuestas societales conservadoras y el status quo, al poner en el centro del debate la configuración de estructuras familiares violentas e injustas, sistemas productivos sostenidos en trabajos no reconocidos —principalmente realizados por mujeres—, espacios públicos donde el tránsito está marcado por el miedo; o, corporalidades ajenas a su propio deseo y a la posibilidad de ejercer el autocontrol. Tal interpelación ha implicado pérdida de privilegios de los hombres que se sienten identificados con aquellos proyectos que defienden la tradición. Se puede señalar que la victoria de Trump se debe a las preferencias electorales de los hombres (10 puntos porcentuales de diferencia frente a las mujeres) e incluso más específicamente de los hombres latinos (17 puntos de diferencia). La victoria de Ignacio Lula Da Silva fue gracias a un voto mayoritario de las mujeres que votó —sobre todo— en contra de Bolsonaro. Asimismo, los electores que más se opusieron a Javier Milei fueron las mujeres; o, las que apoyaron más la superación de la Constitución del dictador Pinochet fueron ellas. Más allá de que existe evidencia también en donde las mujeres marcaron la diferencia para que ganen proyectos neoliberales en la región, ésta parece ser consecuencia de la falta de coherencia de los proyectos progresistas de asumir las luchas feministas como parte del proyecto de transformación histórica.[38] El neoliberalismo se apalanca en el neoconservadurismo para recuperar su agenda política. Queda claro que la superación de la necrodemocracia solo es viable si se concreta un proyecto que materialice una democracia feminista que es una democracia para la vida que camina hacia una República de los Cuidados.

Frente al “pueblo contra el pueblo”, la unidad de las luchas para disputar el Estado y potenciar la comunidad 

La crisis del capitalismo y sus estrategias de recuperación de la tasa de ganancia del capital a nivel mundial ha conllevado una reorganización del mundo del trabajo tanto en el centro como en la periferia. El neo-extractivismo, el fortalecimiento de la narco-industria, la desindustrialización no han conducido a recuperar un ciclo positivo económico en los países de la región. La región atraviesa un bajo crecimiento que genera pocos nuevos puestos de empleo. De acuerdo a la CEPAL, mientras el crecimiento en los 80´s fue del 2%, en la última década (2014-2023) fue tan solo del 0.8%. El correlato es la creación de empleo que es igual al de la década de los cincuenta. La precarización en el mercado de trabajo ha implicado la emergencia del trabajador pobre: estar asalariado no implica que no se viva por debajo de la línea de pobreza. La elevado “informalización” —a su vez— conlleva otra relación laboral que parece estar diluyendo la conciencia de clase y articulando una lógica de enfrentamiento intraclase. La tradicional lucha de clase parece ser sustituida por la ideología “pueblo contra pueblo”: el enemigo es mi vecino. En este escenario se sube al tren de la estrategia cultura de las derechas neoliberales la configuración discursiva de basar su acumulación política articulada a las reivindicaciones identitarias que son las antítesis de las luchas sociales: “las luchas feministas son antifamilia y pro-muerte”, “los pobres son vagos”, “los jóvenes narcos”, “los migrantes ladrones que quitan puestos de empleo de los ciudadanos nativos”; y, los “ecologistas son retrasa pueblos”. Lo irónico resulta que las luchas sociales que tratan de dar la batalla cultural al imaginario conservador son asociadas con la agenda de proyectos políticos populares; empero, no en pocas ocasiones los movimientos sociales —no sin razón— no simpatizan y no se sienten representados políticamente por los gobiernos o partidos progresistas. Paralelamente, el avance del capitalismo de plataformas dispersa el sindicalismo lo cual debilita los partidos de trabajadores. Así, la identidad como trabajador se pierde. Se busca construir la imagen de que el trabajador es un (socio)emprendedor (pero que no recibe utilidades). En este proceso también se diluye la imagen del capitalista explotador por doble vía: a) dado que soy dueño de mi emprendimiento, nadie me explota sino cada “socio decide” cuánto tiempo trabajar; y, b) parece ser que lo único virtual del capitalismo digital es la imagen del capitalista que ahora es un ícono de un “App” con el que difícilmente me enoje, interactúe o pueda localizarle para reclamar. De esta forma, la lucha de clase se evapora. Se esfuma ya sea por un proceso estructural de desindustrialización y/o por la emergencia del capitalismo digital en donde “yo soy” la empresa. El sentido social es “sálvense quien pueda”, que tiene su correlato en “me salvo solo”; lo cual genera un sentido de competencia con el otro, con la otra que se encuentra —además— en igualdad de condiciones sociales precarias. A tal perspectiva debe sumarse el desentendimiento delegativo de la política social a la familia en donde se genera una suerte de privatización de la política social. El Estado deja de ser el cuidador social y el único refugio que queda es la familia precarizada, sin recursos para cumplir su rol a cabalidad. Lo señalado sucede en el marco de una inalterable pero sumamente concentrada distribución de la riqueza/patrimonio en donde el 1% de la población tiene casi la mitad del pastel (45%) y el 50% inferior tiene menos del 1% de la torta (0.6%). Frente a tal escenario se necesita una pedagogía y persuasión democrática para unir las luchas sociales con las luchas de clase/estrato; y, de estos con las luchas políticas por un Estado democrático que empodere y fortalezca los territorios y las comunidades locales. Parece ser que el punto de convergencia de las luchas sociales debe ser la lucha temporal (de clase/estrato); es decir, el ecologismo, el feminismo, la defensa al migrante, las luchas campesinas, de los indígenas, etc. puede confluir en aquello común a todos: el tiempo para la vida buena en donde el capitalista no se apropie del tiempo de trabajo de nadie. A su vez, esta unión social debe confluir con un frente político que tenga conciencia de que el único poder que se tienen para enfrentar al capital es el pueblo. Los proyectos progresistas deben tener claro que solo tienen pueblo, Estado (reinventado) y comunidad (si lo logran unir y organizar). El apoyo democrático ciudadano sin articulación y organización no genera una historia transformadora sostenible. En el marco de lo señalado, no debe olvidarse a la comunidad como actor, órgano vivo que no entró (en las mayorías de proyectos políticos) en las fórmulas del diseño institucional, de gobierno o incluso como actor histórico político durante la primera ola de gobiernos progresistas. El nuevo diseño estatal no puede pensarse por fuera de la actoría comunitaria que permita fortalecer lo público estatal y no estatal. Por otra parte, se puede señalar también que, en este casi cuarto de siglo del nuevo milenio, no se puede pensar la transformación social con un “Estado para el pueblo, pero sin el pueblo”; pero tampoco un “pueblo sin Estado democrático”. Si bien el Estado ha sido el instrumento de reproducción del sistema de acumulación, resulta una agenda antisocial creer que no hay que disputarlo a la par que se lo transforma. Hoy por hoy, parece ser, que el autonomismo estatal hace el juego al neoliberalismo que busca implosionar al Estado desde adentro del mismo Estado. Pero claro está también, que la agenda implica repensar una estructura estatal que consolide una verdadera independencia de los poderes económicos (trans)nacionales reales y que no solo se estructure el mismo bajo formas anticuadas institucionales que ha quedado demostrado a lo largo de la historia de la región no solo que no les afecta, sino que es funcional a los mismos. Es claro que el Estado en tanto diseño de solo división de poderes de Montesquieuno alcanza. La revolución del Estado está en un diseño que devuelva el poder al pueblo/comunidad y genere independencia de los poderes económicos de facto.  

La alianza estratégica de América Latina es con América Latina [39]  

Los proyectos nacional populares han basado su agenda en la defensa del Estado Nación. En el actual sistema del capitalismo que es post-estatal, la búsqueda de soberanía pasa no solo por recuperar el Estado para el bien común. De hecho, si bien se necesita recuperar el Estado, esto es insuficiente para garantizar autonomía de gobierno en un proyecto histórico soberano. 

 En América Latina y mientras no se configura otro modo de acumulación alternativo al vigente, lo Nacional de lo popular es la Matria Grande. La integración regional no es un esnobismo. Es una necesidad de supervivencia de nuestros pueblos y es la única garantía de conquistar la soberanía de nuestros territorios. 

Tal situación no solo implica recuperar la agenda de CELAC y de UNASUR. Implica no fallar en la conformación de una nueva arquitectura financiera regional incluido una moneda común regional; en recuperar los consejos de ciencia, tecnología e innovación, de seguridad o de salud; en la configuración de carteles de países productores de Litio y de otros recursos estratégicos; en la sustitución de la OEA como espacio de resolución de conflictos democráticos en la región; y, por qué no en la configuración de carteles de países endeudados. En otras palabras, encierra estrategias que busquen una integración en el marco de la nueva geopolítica mundial en donde el articulador sea la misma región. ¿Qué queremos decir con esto? Que probablemente la centralidad multipolar no debe ser los BRICS sino los LATIN-RICS. Si bien el liderazgo podría retomarlo Brasil también podría ser colectivo (Brasil, México, Colombia) pero siempre como representantes de los países de América del Sur, centro América y el Caribe. Sin duda, esto implica pensar una integración política lo cual conlleva que se debe ceder soberanía en algunos asuntos a la región frente a las perspectivas internas de la unidad Estado Nación.  

No obstante, la experiencia de la disputa que se vive en el continente implica pensar que la integración no solo puede pasar por la unión de los Estados sino que debe ser también la unidad de los pueblos. Esto conlleva empujar aquellos espacios que buscan concretar la construcción de la Matria Grande desde abajo como son el foro de integración para una América Plurinacional (RUNASUR), la Unión de Universidades de América Latina y el Caribe (UDUAL) o el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), entre otros. La integración debe ser por “arriba” y por “abajo”, en donde las cumbres también sean de las bases de los movimientos sociales que comparten agendas de lucha a lo largo del territorio de la Abya-Yala. El punto de partida de esta agenda pasa por el consenso de construir la ciudadanía latinoamericana y caribeña, en donde exista portabilidad de derechos y obligaciones y en donde no exista competencia entre salarios mínimos de miseria para atraer la inversión extranjera directa.   

En la coyuntura de transición hegemónica el campo de batalla se amplía, el tiempo se comprime, por lo cual la batalla en cualquier territorio de la región es nuestra batalla. A diferencia de juegos de suma cero redistribuidores de poder, pensar la Matria Grande como horizonte ampliado de destino implica pensar un juego cooperativo de suma positiva en donde se busca agregación de poder y no división ni supremacía de un poder frente a otro. Si los proyectos conservadores neoliberales tienen como proyecto la acumulación de corporaciones transnacionales, los proyectos populares no pueden tener como espacio de articulación el Estado Nación exclusivamente. No integrarnos es postergar ser colonia. 

En el marco de lo señalado, ¿hay que aliarse con la potencia en declive pero aún dominante en la región, o buscar alianzas con las potencias contendoras? Ni con unas ni con otras. América Latina debe aliarse con América Latina. Para cualquier acercamiento ya sea a la potencia en decadencia o a la potencia emergente, primero debemos adoptar la dimensión de bloque regional. 

Transformar la universidad, defender la (búsqueda de la) verdad y la razón pública 

No hay democracia sin deliberación. Una de las principales promesas de la modernidad fue que los conflictos sociales serían dirimidos a través de diálogos pacíficos y en sistemas de justicia públicos justos. Una de las evidencias que se ha podido demostrar es el avance de la defensa ciudadana del dogma religioso frente a la verdad científica.[40] En América Latina evidencia una diversificación en las creencias y prácticas religiosas, con una disminución en la proporción de católicos y un aumento en la afiliación a iglesias evangélicas.[41] La libertad de culto sin duda es un derecho humano. Pero el dogma no puede ser el argumento defendido en una deliberación democrática. Si todos argumentamos con el dogma, esto constituye la muerte de la deliberación al no existir la posibilidad que a través de la dialéctica prevalezca el mejor argumento. Ahora bien, al problema de la emergencia del dogma como argumento democrático se debe sumar el asedio a la ciencia. Irónicamente podríamos decir que vivimos momentos en donde existe un elogio a la ignorancia. No fortuitamente han surgido en América Latina los “terraplanistas” o los que creen que el cambio climático es un mito o una invención ideológica. El negacionismo científico representa hoy en día un problema para la democracia. No puede haber deliberación democrática en sociedades en donde reine el dogma o la negación de la ciencia. La democracia necesita que el mejor argumento prevalezca ya sea el científico o el que proviene de otras formas de saberes y de argumentaciones superando procesos epistemicidas, pero lo que no puede prevalecer es el: “es así porque yo creo”, “es verdad porque yo digo”. 

A lo mencionado, es necesario poner en el centro del debate la construcción deliberada de la mentira o de las medias verdades: la democracia fake. Es más que demostrado que en la esfera digital (mal llamada pública) existen procesos deliberados de producción de mentiras. Si bien desde un punto de vista científico no se puede decir que debemos normar el derecho a la verdad, al menos es necesario defender en la democracia el derecho a no ser mentido. El debate público sobre la mentira está ocasionando —como bien señala Hannah Arendt— la imposibilidad del reconocimiento de lo bueno o malo; es decir, la imposibilidad de que prospere una ética pública. Sin ética pública difícilmente puede salir a flote la democracia. 

En este contexto, es claro que deba existir una estrategia deliberada de asedio a la universidad en general, pero, sobre todo, hacia la universidad pública por parte de las derechas. El objetivo en este nuevo neoliberalismo no es solo buscar la privatización de la universidad dado que constituye un negocio rentable. El sentido de la universidad en la sociedad es parte de la disputa cultural. Al sistema le resulta un problema la democracia y parte del ataque sistemático a éstas se ancla en diluir el impacto de la razón pública. La principal institución encargada de la búsqueda de la verdad es la universidad; y, como es sabido en América Latina, la principal institución que genera conocimiento y tiene como misión producir y resguardar la verdad es —sobre todo— la universidad pública. En este marco, no solo es necesario desprestigiar la ciencia sino también a la universidad y a sus académicos. No es azar que cuando llega al poder del Estado presidentes neoliberales o autoritarios buscan recortar fondos públicos y desacreditar el quehacer científico de los investigadores y académicos. No solo aquello, buscan desmantelar las institucionalidades creadas como evidencias los casos de Bolsonaro (Brasil), Milei (Argentina), Noboa/Lasso (Ecuador), Ortega (Nicaragua)[42], entre otros. 

Pero el debate es más estructural. La universidad siempre fue un reducto de la defensa de los derechos y la democracia en la región. Se podría decir que -en la región- en el marco de sus funciones históricos de transformación social, la universidad jugó un rol más estructural en la defensa de la democracia que en la transformación de la matriz productiva, en donde fue un jugador estratégico dentro del sistema de acumulación capitalista. En otras palabras, la democracia es el valor de uso de las universidades periféricas en la región.[43]

Si bien se pudo evidenciar que existe reductos críticos estudiantiles que siguen jugando un rol público fundamental en defensa de la universidad, la democracia y los derechos sociales, llama la atención y es necesario advertir el cambio que parece estar sucediendo en la región relacionado con la formación ideológica de los ciudadanos que pasan por la universidad. Se ha podido demostrar que existe un cambio de sentido ideológico.[44] Mientras hace una década atrás la mayoría de los ciudadanos que pasaban por las aulas universitarias tenían una ideología de izquierda, hoy en día es más probable que tengan un pensamiento de derecha. Pero ¿qué es ser de derecha según la investigación empírica señalada? Tener una ideología de derecha según la evidencia es no defender la democracia, la igualdad, la sostenibilidad ambiental, la igualdad de género y ser xenófobo. Dicha situación conlleva un debate nodal. La universidad en la región no solo requiere ser pensada en tanto el rol que debe jugar en el campo de la formación de profesionales y de producción científico-tecnológica dado la crisis y la transición capitalista que vive el mundo. Resulta fundamental que las reformas universitarias pongan en el centro de sus objetivos la formación de ciudadanos demócratas y de seres humanos empáticos, para lo cual resulta central el retorno de las humanidades y las artes en el proceso educativo y en la generación de conocimiento de cualquier carrera universitaria. La defensa de la universidad pública resulta estratégica en la resistencia a la arremetida de derechas con tintes fascistas.

 La condición de posibilidad de que una universidad juego un rol estratégico en la transformación productiva es que prospere los principios democráticos en nuestro continente. Sin duda, el (narco)neoliberalismo autoritario se consolida en el statu quo que ha jugado la región en general y la universidad en particular en el mundo dentro de la división internacional del trabajo (lo cual implica dejar intacto el patrón de especialización productivo de la región.) La democracia no prosperará si se diluye la razón pública como instrumento de deliberación. En este marco, defender la universidad es defender la democracia; pero para que dicha defensa tenga un potencial multiplicador en la esfera pública es urgente recuperar y reinventar una universidad radicalmente democrática y democratizadora.             

Desprivatizar la democracia, la captura de los sistemas de justicia y los medios de comunicación

El libro de Julia Cagé (2021), "The Price of Democracy: How Money Shapes Politics and What to Do About It", explora cómo el poder económico influye en la política moderna. La autora argumenta que el dinero desequilibra la representación cívica y democrática al dar a los ricos una voz mucho más fuerte en el proceso político, y esto es evidente en la desproporción de las donaciones de los partidos que representan a las élites frente al dinero que disponen los partidos de izquierda.

Cagé argumenta que los sistemas democráticos occidentales están en función de los intereses monetarios de los grandes financiadores de los partidos políticos; es decir, “quien paga, gana”, a lo que añadiríamos, “quien paga, manda”. En este marco, se puede hablar de una democracia privada vs. una democracia pública. Las “donaciones” privadas sin límite, ponen no solo en evidencia el contenido programático de los candidatos y partidos que son “sponsorizados” por los inversionistas, sino que se apropian de la democracia como bien público. Supone el final de los partidos políticos y el triunfo del dinero como partido único, señala la autora. En este marco, a través de diferentes mecanismos, el pago de la campaña se hace a través de diferentes acciones u omisiones particulares: políticas públicas, normativas, información privilegiada, sistemas de justicia, cargos en puestos estratégicos como empresas públicas o entidades de regulación. Uno de los orígenes de la acumulación concentrada de riqueza o de su perpetuación está asociado al vínculo sistemático entre financiamiento, procesos electorales y “pagos” gubernamentales. Son mecanismos que privatizan la democracia, capturan el Estado y generan acumulación concentrada de la riqueza. Este es quizá uno de los procesos políticos más regresivos en la democracia representativa moderna. 

Los grandes capitalistas entendieron que financiar una campaña no es un gasto sino una inversión. Para muestra un botón: Elon Musk donó 119 millones de dólares para la campaña de Trump, y al siguiente día las acciones de TESLA, su empresa más importante, subieron 13% en su valor, es decir, su inversión en campaña tuvo una rentabilidad de 11000%, pasando sus acciones de 411 millones a 13.000 millones de dólares.[45]

El problema se complica, como está sucediendo en la región, cuando no solo son los grupos económicos quienes financian las campañas sino que los carteles del narcotráfico pasan a ser un jugador que ven en los procesos electorales una mecanismo para lavar el dinero pero también para poder controlar el Estado.   

La privatización de la democracia tiene que ver también con cooptación de los sistemas de justicia. Si se analizan los ciudadanos que pertenecen al 1% más rico de la población, no es difícil encontrar los casos en que estos han ganado juicios al Estado. Estudiar los juicios de los multimillonarios de la región que tienen contra el Estado sin duda develaría la economía política de la injusticia en países que el equilibrio de poderes debe estar centrado en la separación entre los poderes económicos y el Estado y no exclusivamente —como dicen los liberales— entre poderes del Estado. En el lado contrario, las cárceles están llenas de pobres, jóvenes y migrantes.[46] Esta perspectiva implica no escindir la justicia de la justicia social. El modelo de desarrollo imperante es un sistema que en sus entrañas genera injusticias; vive de las desigualdades, de la explotación del trabajo y de la extracción de vida.  

El debate señalado conlleva uno más profundo que tiene que ver con la necesidad de generar nuevas instituciones Republicanas. La separación de poderes de la democracia liberal lo que realmente separa es la administración del sistema legal de justicia de la justicia social; e incluso, para la construcción de sentido hegemónico en el debate público articula la administración de justicia con el sistema comunicacional de los mass media privados. Las sentencias se discuten en los noticieros privados. No solo se privatiza el proceso electoral de la democracia sino la distribución de justicia. En este marco, la democracia requiere realmente superar la institucionalidad liberal que simula una ficticia separación de poderes. Si se busca un Estado autónomo de los poderes económicos reales como son la banca, los medios de comunicación, las grandes transnacionales digitales, entre otros, es urgente repensar una institucionalidad democrática que reinvente lo público Estatal recuperando su real autonomía.  

Pagar la deuda ecológica y social para construir soberanía y superar el colonialismo interno económico 

Resignificar el valor implica también generar un debate público por fuera de la lógica del valor de cambio que centra la mirada en el capital. No obstante, es necesario tener claridad que tal cambio implica una transición. En tal interregno, es necesario ir configurando el sentido del cambio. No se podrá caminar en tal dirección sino se da otro sentido a la economía política de la deuda. Esta ha sido el mecanismo para generar una pseudo independencia de nuestros países. La lógica del “como si”… 

Se debe tener claro que no existirá soberanía de los pueblos si la deuda sigue jugando un rol que pone camisas de fuerza a tomar decisiones económicas y sociales soberanas que posibiliten nuevos patrones de acumulación autónomos de los países de la región. La trampa de la deuda ha generado una lógica en que ésta es utilizada para perennizar la posición de nuestros países de ser exportadores de bienes primarios pero importadores de bienes secundarios industrializados y terciarios con alto valor agregado de conocimiento. No obstante, la lógica expoliadora es aún más perversa. Los acuerdos de deuda buscan que éstos garanticen el pago de la deuda de capital de obligaciones al exterior del sector privado. Es una deuda que no prioriza la inversión pública. No solo aquello, las deudas del siglo XXI, como bien lo documentan las mismas fuentes del FMI, genera fuga de capitales incluso muchas de las veces ni siquiera parecen entrar en la economía de los países endeudados como producto de operaciones financieras y comerciales. Así sucede la denominada “bicicleta financiera”. Son deudas que entran y salen inmediatamente; se quedan en los circuitos financieros y no se materializan en obra pública, siendo emblemático en este sentido los casos de la deuda contraídos en Argentina por Mauricio Macri o en Ecuador por Lenin Moreno. No es casual que en estos países hayan surgido amplias movilizaciones sociales que interpelaron el impacto social de las deudas contraídas por gobiernos neoliberales. La pandemia y el retorno de gobiernos conservadores hizo repuntar el incremento de la deuda externa luego de momentos en los que los gobiernos buscaban soberanía financiera. Lo lógica implícita en estas formas de endeudamiento atan y postergan tener soberanía estatal que permita redistribuir progresivamente la riqueza y garantizar derechos ciudadanos. No obstante, en este debate debe quedar claro que nuestros países cuentan con recursos para buscar transformaciones productivas y sociales, solo que en la lógica colonial, el capital se realizar en el exterior. Según los textos de los acuerdos con el FMI, el valor de la posición de activos externos de Costa Rica correspondía al 55,1 % del PIB en 2021, el de Argentina al 85,5 % en 2021 y el de Ecuador al 54,6 % en 2023.[47] La región es el continente con mayores activos en paraísos fiscales del mundo. 

Ahora bien, la lógica de la deuda debe ser invertida. La pregunta pertinente es quién debe a quién y cómo se valora la deuda. Siguiendo la lógica antes señalada se debe poner en el centro del debate la vida buena, la vida digna. En este marco, el centro tiene una gran deuda con los países del sur global. Los países de ingresos altos dependen de una larga apropiación de recursos netos del Sur global que incluyen: 10 mil millones de toneladas de materia prima, 27.2 ExaJulio de energía, 800 millones de hectáreas de tierra (Dorninger, et al., 2021). A su vez, la evidencia demuestra que los países del Centro se apropiaron de 826 mil millones de horas de trabajo del Sur Global (Hickel, Hambury y Barbour, 2024). Dichas apropiaciones pueden ser cuantificados en términos monetarios y es una deuda que debe ser pagada por el norte global. En definitiva, el centro se apropia de vida del sur global. La lógica de la reproducción de la deuda externa es la lógica de vida del colonialismo interno y externo y por lo tanto del mismo capitalismo. Invertir la lógica de la deuda de tal forma que el norte empiece a pagar la deuda ecológica y la deuda social permitiría empezar el camino para garantizar una vida soberana y plena de los Estados y de los pueblos de la región.

Reimaginar el retorno a lo analógico para reinventar el tiempo 

Como bien se señaló en la acción, la contradicción temporal principal del capitalismo es que el tiempo potencialmente liberado por la tecnología deviene en tiempo extraído por el capital. En la era digital, tal extracción no solo se da en el ámbito de la producción sino en el ámbito del consumo. La tecnología busca incrementar la productividad, pero ahora también busca aumentar la consumibilidad de los ciudadanos del mundo. Tan importante como incrementar la producción de bienes por unidad de tiempo resulta incrementar la velocidad de circulación y consumo por unidad de tiempo. Ahora bien, la disputa por la libertad no solo está en la no explotación laboral sino también en la no usurpación del tiempo de la vida en el pos-trabajo. Así, por ejemplo, a nivel mundial el consumo solo en redes sociales pasó de 90 minutos en el 2012 a 141 minutos en el 2023. El incremento está articulado a la lógica intrínseca de la tecnología. Esta, como se ha demostrado en otras ocasiones, no solo genera ciudadanos individualistas sino solitarios y el ser solitario a su vez genera mayor consumo de dicha tecnología.[48] Es decir, la tecnología digital que mayor extrae tiempo de la ciudadanía son redes anti-sociales; a lo que debe sumarse que son redes que conectan pero que en el debate político son utilizados para des-comunicar e incluso dividir. No es fortuito que se haya instaurado en el debate público el concepto de fake news y plataformas verificadoras de la verdad noticiosa. Mas allá de esto, es necesario desmitificar que el que gana la esfera digital de las redes sociales gana los procesos electorales como se señaló anteriormente. La subjetividad está creada de antemano y responde a los cambios materiales que se viven en el mundo del trabajo, a nivel demográfico y los cambios que se dan en la esfera material al momento de reproducir la vida y la cultura. Si bien no se debe dejar de dar la batalla en el contenido digital, es necesario entender que más allá del contenido, es la misma tecnología la que genera una subjetividad individualista. En este marco, la agenda estratégica debe ser también por fuera del encuadre del debate que se ha implantado. Mientras la deliberación pública o los procesos electorales estén en el marco de X, Facebook, Instagram, Tik Tok, se estará jugando en un campo anti-democrático porque estas plataformas encierran una lógica antideliberativa. Los proyectos nacional populares tienen dos opciones —no mutuamente excluyentes— frente a lo mencionado: a) crear tecnologías alternativas con una lógica pro-social, pro-comunitaria y prodemocrática; y/o, b) retrasladar el debate democrático al mundo analógico, al especio del encuentro “3D”, de la movilización, del territorio, del cara a cara. 

Mucho se ha discute sobre la emergencia de los protofascismos. Una región donde reina procesos de desmaterialización, desindustrialización, incremento del autoempleo, del sálvese quien pueda, de la autoexplotación en el trabajo de plataformas y la alienación en el consumo de redes sociales y virtuales no es fortuito que el tempo del tiempo sea el de una vida cansada, una vida en soledad, una abundancia de escasez de tiempo, una vida en donde no solo se postergan el inicio de la primera relación sexual, sino que se tiene menos relaciones sexuales. Dicho tiempo es una vida descomprometida con proyectos compartidos, de antipatía hacia el otro, de competencia contra el vecino.  “O me salvo solo, o no tengo futuro” parece ser el sentido de una sociedad individualista. Es un tiempo que el otro es mi competencia. Es un tiempo de “pueblo contra pueblo”.

La posibilidad de consolidar una democracia con demos que genere una revalorización del valor debe retornar la centralidad a tener un proyecto societal que genere ilusiones movilizadoras que conformen un nosotros. Es claro que en la actual arquitectura digital dicho proyecto pertenece al “ecológico” capitalismo que se recicla en tanto rentista de datos, información y tiempo. Más allá de la necesidad de construir nuevas tecnologías digitales acordes a una humanidad empática con sentido de comunidad (y, en el mientras tanto, seguir dando la disputa de sentido en la esfera digital), podríamos sospechar que el proyecto también pasa por reinventar el retorno a lo analógico la cual tiene al menos dos macrodimensiones. La primera alude a recuperar otra relación del ser humano con las cosas en el proceso tecno-científico. Conlleva dejar atrás la estrategia de usar/tratar los materiales como elementos pasivos, en donde el tiempo es operacionalizado en una dimensión controlada y uniforme, para edificar una visión distinta de “los materiales que incorporan, en su carácter biológico y activo, las cualidades de lo inmaterial –ya sea como espíritu o como actividad– que durante mucho tiempo no se les han atribuido”.[49] La segunda perspectiva del retorno a lo analógico implica pensar la posdigitalidad en las relaciones sociales de la vida, en donde pierda centralidad el tiempo individual virtual y readquiera centralidad el cuerpo-a-cuerpo/naturaleza; se recupere la pedagogía de sentir el dolor del otro, la otra y se actúe colectivamente para superarla; se reconquiste el espacio público y común parar jugar, para debatir sobre porvenires compartidos, de tal forma que se genere la necesidad y el sentimiento de querer vivir juntos. 

Parece ser también que el proyecto de defensa de la democracia y de revalorización del valor poniendo la centralidad en la vida pasa por superar aquella digitalidad con tintes alienantes y deshumanizantes que se ha venido configurado en los últimos lustros y reimaginar un retorno a lo analógico para reinventar nuevas ucronías, nuevos tiempos democráticos; para que florezca una vida buena humana común, en armonía con una vida buena de la naturaleza. 

Ciudad de México, 17 de diciembre de 2024

Foto: Stockcake


[`[2]`](applewebdata://E48C991F-2030-48C8-A178-EAB748878AD5#_ftnref2)` Ver `[`https://progressive.international/blueprint/ebc6695d-315d-4eea-9ee6-467f169bba6a-siete-tesis-para-el-nuevo-orden-econmico-internacional/es`](https://progressive.international/blueprint/ebc6695d-315d-4eea-9ee6-467f169bba6a-siete-tesis-para-el-nuevo-orden-econmico-internacional/es)

[3]Ver base de datos del Banco Mundial.

[4]Para un análisis de lo que implica tal reinterpretación ver Shenck, M. (2025) “Doblar hasta quebrar: una mirada sobre los extremismos de derecha en América Latina”, en Ramírez, R. (2025).Estado de situación de la democracia en América Latina y el Caribe: (narco)neoliberalismo autoritario o democracia con demos

[5]Más allá del propio funcionamiento en que se desenvuelve la transición capitalista en donde se reproduce tal lógica, también existen acciones concretas que buscan la división de la población. Un ejemplo muy claro sobre tal comportamiento puede analizarse en cómo ejecuta la política de seguridad la derecha, el cual puede leerse en el artículo que escribimos con mi colega Juan Guijarro titulado“Pueblo contra pueblo: Estado de guerra interna, polarización cultural y muerte de la democracia en Ecuador” 

[`[6]`](applewebdata://E48C991F-2030-48C8-A178-EAB748878AD5#_ftnref6)` Para muestra de tal fenómeno ver entrevista: `[`https://www.youtube.com/watch?v=qNc5Zhaoumg`](https://www.youtube.com/watch?v=qNc5Zhaoumg)

[7]Ramírez, R, Atilano, J., Guijarro, J. (2022) “Facebook: ¿red (anti)social? (prácticas digitales y ciudadanías en México)” en Ramírez, R y Hernández, S. enDefender la democracia en la era digital,

[8]Ver Ramírez, R., y Guijarro, J. (2023).La distorsión en la esfera pública digital: Estudio de caso sobre la reforma electoral en México (2022)

[9]Si bien el concepto de autoexplotación no es preciso en tanto que debe ser analizado como consecuencia del funcionamiento del propio sistema capitalista, éste se refiere a que el individuo es quien de facto toma las decisiones de cuántas horas trabajar al día y a la semana, y no tiene obligación legal de cumplir horario alguno, aunque en realidad tenga mínimo margen de acción material.

[10]Castillo, M., Ominami, C. (2024) “Transformación productiva y nueva actualidad de las políticas industriales en América Latina”, Estudios Internacionales, 65(207), 185-2016.

[`[11]`](applewebdata://E48C991F-2030-48C8-A178-EAB748878AD5#_ftnref11)` Ver `[`https://www.revistaanfibia.com/los-rappi-de-milei/?utm_source=chatgpt.com`](https://www.revistaanfibia.com/los-rappi-de-milei/?utm_source=chatgpt.com)

[12]La pregunta es clara: ¿se es dueño de su tiempo cuando se tiene sí o sí que trabajar entre 10-14 horas diarias (incluido frecuentemente los fines de semana) mucho más que cuando se tenía jefe para poder generar la materialidad para reproducir la vida?

[`[13]`](applewebdata://E48C991F-2030-48C8-A178-EAB748878AD5#_ftnref13)` `[`https://elpais.com/tecnologia/2024-10-17/el-triunfo-de-onlyfans-la-plataforma-de-suscripcion-intima-que-ha-popularizado-el-porno-personal.html?utm_source=chatgpt.com`](https://elpais.com/tecnologia/2024-10-17/el-triunfo-de-onlyfans-la-plataforma-de-suscripcion-intima-que-ha-popularizado-el-porno-personal.html?utm_source=chatgpt.com)

[`[14]`](applewebdata://E48C991F-2030-48C8-A178-EAB748878AD5#_ftnref14)` Ver `[`https://www.proceso.com.mx/internacional/2024/1/13/el-narco-principal-empleador-en-ecuador-denuncia-experto-321995.html`](https://www.proceso.com.mx/internacional/2024/1/13/el-narco-principal-empleador-en-ecuador-denuncia-experto-321995.html)

[`[15]`](applewebdata://E48C991F-2030-48C8-A178-EAB748878AD5#_ftnref15)` Ver `[`https://elpais.com/mexico/2023-09-22/el-narco-es-el-quinto-empleador-de-mexico.html`](https://elpais.com/mexico/2023-09-22/el-narco-es-el-quinto-empleador-de-mexico.html)

[16]Resulta importante saber que la relación del ingreso medio entre mujeres y hombres se ha acortado, es decir la brecha entre hombres y mujeres ha disminuido sistemáticamente pero lentamente en las últimas décadas. Si examinamos según corte de edad se puede observar que las mujeres jóvenes están acostumbradas a vivir con menos desigualdad si se compara con los otros grupos etarios. La brecha se redujo en 14 puntos porcentuales en el grupo de edad comprendido entre 55 años y más. (CEPAL,https://statistics.cepal.org/portal/cepalstat/).

[17]La participación de la mujer en el ingreso total si bien creció, sigue por debajo de la equidistribución. Se encuentra dicha participación en 35%. (WID,https://wid.world/).

[18]Entre el 2000 y 2023, este porcentaje pasó del 27% al 35%. (CEPAL,https://statistics.cepal.org/portal/cepalstat/).

[19]Si bien la desigualdad en la distribución del tiempo en la economía del cuidado entre el 2010 y el 2020, -de acuerdo a los datos de la CEPAL- se ha reducido en promedio el tiempo de trabajo del cuidado de las mujeres en casi 5 horas semanales y ha aumentado en aproximadamente una hora la de los hombres. Este resultado si bien sucede en la mayoría de países, no es generalizable para todos los territorios de la región.

[20]Para un análisis de los determinantes ideológicos autopercibidos y electorales ver Ramírez Gallegos, R; Irigoyen, S. & Zaruma Flores, J. (2024) “La disputa por la verdad: universidad, ciencia y democracia”, en Ramírez, R. (Coordinador/editor) Estado de situación de la democracia en América Latina y el Caribe: (Narco)neoliebralismo o democracia con demos, CLACSO-AFD: Buenos Aires-Paris.

[21]Para un estudio sobre preferencias electorales según género ver Gallardo, G., et. al., (2024) “Democracia Feminista en América Latina: los feminismos latinoamericanos en el laberinto actual de los partidos de extrema derecha y progresistas”, en Ramírez, R. (Coordinador/editor), Ob. Cit..

[22]Johnson, C. K., Hitchens, P. L., Pandit, P. S., Rushmore, J., Evans, T. S., Young, C. C. W., & Doyle, M. M. (2020). Global shifts in mammalian population trends reveal key predictors of zoonotic disease transmission.Proceedings of the Royal Society B: Biological Sciences https://doi.org/10.1098/rspb.2019.2736.

[`[23]`](applewebdata://E48C991F-2030-48C8-A178-EAB748878AD5#_ftnref23)` Wallace, R. G., Liebman, A., Chaves, L. F., & Wallace, R. (2020). COVID-19 and Circuits of Capital. `*`Monthly Review`* [`https://doi.org/10.14452/MR-072-01-2020-05_3`](https://doi.org/10.14452/MR-072-01-2020-05_3)

[24]Carlson, C. J., & Mendenhall, E. (2020). Preparing for emerging zoonotic viral infections in a warmer world: Climate change and the risk of disease spillover.One Health

[25]No es casual que en losPandora papers

[26]Ramírez Gallegos, R. (Coordinador) (2024) El rol de Colombia en la disputa por el derecho a la democracia y a la igualdad en América Latina y el Caribe en el capitalistmo tardío del siglo XXI. Buenos Aires: CLACSO.

[27]Este acápite se basa en Ramírez Gallegos, R. (2024). ¿Adiós economía? Del valor de las cosas al valor de la vida (buena), documento presentado en la conferencia magistral del seminario “El cuidado de la vida como ruta hacia un futuro alternativo”, Universidad Autónoma de Zacatecas: Zacatecas, 26/08/24. Libro próximo a ser publicado.

[28]A nivel micro eco-social también se proponen subsistemas de análisis basados en el tiempo. Para un análisis más detallado ver Ramírez Gallegos, R. (2024).Ob.Cit.

[29]Para analizar la economía política de la redistribución del ingreso y la riqueza entre gobiernos de derecha y de izquierda en América Latina y el Caribe referirse a Ramírez Gallegos, R. (2024b). Quien parte y reparte, ¿se queda con la mejor parte? Las derechas y las izquierdas en la distribución del pastel en América,

[30]También se debe incluir otras biomasas con impactos ecológicos como la extracción de madera de balsa en los bosques húmedos tropicales latinoamericanos para la producción de aspas de los generadores eléctricos eólicos.

[31]Guijarro, J (2024) “Los alimentos terrestres: Narcolonialismo, guerra contra las drogas y democracias violentas en América Latina”, en Ramírez, 2024,Ob. Cit.

[32]Ver Ramírez, R (2024b).

[`[33]`](applewebdata://E48C991F-2030-48C8-A178-EAB748878AD5#_ftnref33)` Ver Oxfam. (2016). `*`Desterrados: Tierra, poder y desigualdad en América Latina`* [`https://www.oxfam.org/es/informes/desterrados-tierra-poder-y-desigualdad-en-america-latina`](https://www.oxfam.org/es/informes/desterrados-tierra-poder-y-desigualdad-en-america-latina)

[34]Ver Larrea, A. y Gallardo, L (2024) “Las disputas (anti)democráticas por el control de los comunes y la transición energética en América Latina”, en Ramírez, R. (coord.), Ob cit.

[35]Ver Ramírez Gallegos, R., Irigoyen, S., Zaruma, J. (2025) “Universidad periférica, democracia y movilizaciones estudiantiles en el capitalismo cognitivo”, en Revista Ciencia Política, Vol. 19 No 39, Enero-Junio, Universidad Nacional de Colombia: Bogotá.

[36]Es claro que el problema está en el lado de los partidos progresistas y no en las mujeres al defender una agenda feminista. Para estudiar los determinantes de la ideología política y valórica en América Latina y el Caribe, ver Ramírez Gallegos, R., Irigoyen, S. & Zaruma Flores, J. (2025), Ob. Cit..

[37]Parece ser que el voto de las mujeres en buena parte de la región es un voto estratégico (indirecto) hacia los progresismos al oponerse a proyectos patriarcales y proto-fascistas. Para un análisis de este debate ver Gallardo, G., et.al.,Ob. Cit. 

[38]Gallardo, G., et. al.,Ob. Cit.

[39]Esta acción se basa en el texto Ramírez, René y Guijarro, Juan (2022c)“Ecuador: de la esperanza a la ira. Historia y repetición del neoliberalismo en Ecuador” Historia contemporánea de América Latina

[40]Ver Ramírez, R. (Coordinador/Editor) (2024) Estado de situación de la democracia. (Narco)neoliberalismo autoritario o democracia con demos, CLACSO-AFD: Buenos Aires-París.

[41]Verhttps://www.worldvaluessurvey.org/wvs.jsp.

[`[42]`](applewebdata://E48C991F-2030-48C8-A178-EAB748878AD5#_ftnref42)` Para ver el asedio a las universidades de Centroamérica ver la Declaración a propósito del “Coloquio Internacional Ciencias Sociales y Violencias en Centroamérica” (CLACSO): entre asedios y resistencias: `[`https://www.clacso.org/declaracion-de-centroamerica-a-proposito-del-coloquio-internacional-ciencias-sociales-y-violencias-en-centroamerica-entre-asedios-y-resistencias/`](https://www.clacso.org/declaracion-de-centroamerica-a-proposito-del-coloquio-internacional-ciencias-sociales-y-violencias-en-centroamerica-entre-asedios-y-resistencias/)

[43]Para estudiar un argumento que defiende tal postulado leer Ramírez, R y Zaruma, J. (2025) “La democracia como valor de uso de la universidad periférica”, Revista Integración y Conocimiento, UNC: Córdoba, Vol. 14 Núm. 1 (2025), ISSN 2347-0658.

[44]Ver Ramírez Gallegos, R., Irigoyen, S., Zaruma, J. (2025) “Universidad periférica, democracia y movilizaciones estudiantiles en el capitalismo cognitivo”, en Revista Ciencia Política, Vol. 19 No 39, Enero-Junio, Universidad Nacional de Colombia: Bogotá.

[45]Ver https://cnnespanol.cnn.com/2024/11/06/elon-musk-aposto-por-trump-lo-que-gana-y-pierde-con-victoria-trax/.

[46]Ver Ramírez y Guijarro, 2025, Ob. Cit.

[47]Ver Arias, L., & Chiriboga, A. (2019).La ruta al paquetazo y el retorno de la economía fondomonetarista al Ecuador

[48]Ver Ramírez, R, Atilano, J y Guijarro, J (2022) Facebook: ¿red (anti)social? (Prácticas digitales y ciudadanías en México), Ciudada de México: PUEDJS.

Vinculo digital:https://puedjs.unam.mx/encuestas/publicaciones/

[`[49]`](applewebdata://E48C991F-2030-48C8-A178-EAB748878AD5#_ftnref49)` Ver Ramírez Gallegos, R. y Schäffner, W. “Hacia un materialismo biocéntrico” en Trazos, Edición Biomateriales, No 1, Buenos Aires, ISBN 978-631-00-1112-7. Vale la pena señalar que el tratar la actividad de la materia implica un nuevo paradigma tecno-científico que ya está siendo trabajado en el Cluster Matters of Activity en la Universidad Humbolt de Alemania, `[`https://www.matters-of-activity.de/en/`](https://www.matters-of-activity.de/en/)

Available in
Spanish
Authors
René Ramírez Gallegos
Published
10.03.2025
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