A comienzos de esta semana, Israel lanzó una despiadada campaña de limpieza étnica en la Jerusalén Oriental ocupada, instaurando un plan para desalojar por la fuerza a unxs 2.000 palestinxs de los barrios de Sheikh Jarrah y Al-Bustan. Cuando lxs residentes se levantaron para defender sus vidas, sus medios de subsistencia y sus hogares, el Estado israelí respondió con brutalidad, atacando al pueblo palestino en las calles y en sus lugares de culto.
El violento despojo del pueblo palestino no es nuevo. En 1948, cuando se creó el Estado de Israel, las milicias sionistas obligaron a unxs 750.000 palestinxs a abandonar pueblos, aldeas y ciudades, arrebatándoles sus hogares y pertenencias en el proceso. Esto se recuerda como la "Nakba", que en árabe significa catástrofe.
Pero la Nakba nunca terminó. Desde 1948, el pueblo de Palestina ha perdido más del 85 por ciento de su tierra a manos de Israel. La militarización del Estado israelí lxs ha confinado ahora a una serie de prisiones al aire libre, en las que el Estado israelí ensaya habitualmente sus crueles tecnologías de guerra, envenenando el suelo, contaminando el agua y aterrorizando a la población.
Ahora, mientras las bombas israelíes llueven sobre Gaza, los impactantes vídeos compartidos en todo el mundo revelan otra atrocidad. Al grito de "¡Muerte a lxs árabes!", lxs ultranacionalistas recorren las calles de los territorios ocupados, aterrorizando a lxs palestinxs en sus casas y saqueando sus comercios, dejando rastros de vidrios rotos a su paso.
Lxs líderes occidentales y la prensa internacional se han apresurado a pedir el fin del "conflicto", instando a la calma a "ambas partes", mientras invocan el derecho de Israel a la "autodefensa". Estos grotescos actos de equívoco sólo sirven para minimizar la campaña de terror perpetrada por el Estado israelí –y para reforzar su monopolio de la violencia.
Seamos clarxs: no puede haber equivalencia entre opresor y oprimidx, entre colonizador y colonizadx. Israel es un Estado con armas nucleares, cuyo ejército se nutre de 3.800 millones de dólares de subsidios anuales del gobierno de los Estados Unidos. Lxs palestinxs, bloqueadxs desde todos los flancos por muros y torres, tienen pocos medios para defender sus derechos frente a la maquinaria de guerra de Israel.
Sabemos que la voluntad del pueblo palestino no se puede acallar con amenazas y violencia. Los pueblos del mundo han sido testigos una y otra vez de la resistencia palestina que se levanta en defensa de las comunidades y los lugares sagrados, los hogares y la tierra. Saludamos esta resistencia y, sabiendo que la libertad palestina está íntimamente ligada a la nuestra, respaldamos el derecho palestino a la defensa y a la lucha liberadora.
Ahora, mientras Israel asedia los hogares palestinos, la solidaridad y la vigilancia del mundo nunca han sido más urgentes.
Nosotrxs, miembros de la Internacional Progresista, hacemos un llamado a las fuerzas progresistas del mundo para que se manifiesten masivamente por la vida, por la dignidad y por la liberación de lxs palestinxs. Ha llegado el momento de poner fin a la Nakba, boicotear el régimen del apartheid, desprenderse de su maquinaria de guerra y sancionar a los autores de sus crímenes.