Un Medio Oriente estable, democrático y pacífico solo puede lograrse tras una reforma política masiva en Turquía. Por otra parte, algunos de los únicos actores capaces de desafiar el statu quo autocrático en Turquía son el movimiento político kurdo y su líder Abdullah Öcalan, el "Mandela de Medio Oriente" encarcelado desde hace mucho tiempo. Su programa político radical de descentralización, democracia de base, gobernanza dirigida por mujeres y protección de las minorías es la antítesis del régimen autocrático, vertical y chovinista del presidente turco Erdoğan.
En 2015, el gobierno turco y el Partido de lxs Trabajadorxs del Kurdistán (PKK) mantenían conversaciones de paz productivas y avanzadas así como una tregua, con la mediación de Öcalan desde su celda. Pero desde entonces, el gobierno de Erdoğan ha reanudado las hostilidades con el PKK, lo que ha provocado la muerte de miles de civiles, y ha procedido a liquidar a la oposición política legítima en Turquía deteniendo a decenas de miles de políticxs, activistas y periodistas bajo falsos cargos de terrorismo. Es hora de que otros países sigan el ejemplo del Tribunal Supremo belga y eliminen al PKK de la lista de organizaciones terroristas. Esta es la única vía para el diálogo, el armisticio y la reapertura del proceso de paz en Turquía.
Erdoğan abandonó el proceso de paz por dos razones. En primer lugar, los logros electorales conseguidos por el Partido Democrático de los Pueblos (HDP), liderado por el pueblo kurdo, que es ahora el tercer partido más grande de Turquía; y en segundo lugar, el establecimiento de la autonomía democrática en las regiones de mayoría kurda en Rojava (Kurdistán sirio), que forman el núcleo de las regiones ahora unidas y gobernadas por la descentralizada Administración Autónoma del Norte y el Este de Siria conforme a los principios del movimiento kurdo.
Sin embargo, desde entonces Erdoğan ha recurrido a las amplias leyes antiterroristas y a las acusaciones de apoyo al PKK para abrir expedientes a 154 diputadxs turcxs, principalmente miembros del HDP, y destituir a 59 de lxs 65 alcaldes(as) del HDP elegidxs democráticamente. Un tercio de lxs periodistas encarceladxs en todo el mundo está en Turquía, mientras que este país tiene ahora la tasa de encarcelamiento más alta de Europa debido a su sistemática persecución de la oposición política mediante leyes antiterroristas. Un simple tuit o el uso de la palabra "Kurdistán" en un discurso político puede ser suficiente para incurrir en fuertes condenas de cárcel, en condiciones inhumanas que equivalen a la tortura.
Del mismo modo, la retórica antiterrorista se utilizó para justificar las sucesivas invasiones de Turquía en el Norte y el Este de Siria, matando a cientos y desplazando a cientos de miles de civiles como parte de un programa de limpieza étnica sistemática en regiones anteriormente kurdas. La red de milicias yihadistas y facciones criminales que Turquía ha instalado en estas regiones incluye en sus filas a decenas de ex miembros del ISIS, y EE.UU. asesina regularmente a altos mandos del ISIS y de Al Qaeda que son acogidos por su antiguo aliado de la OTAN en las zonas ocupadas por Turquía.
Entretanto, los interminables y crueles asaltos de Turquía contra el PKK en Irak han visto el despliegue de armas químicas y los ataques de drones contra activistas civiles, sin que haya un final previsto. Erdoğan intenta constantemente confundir las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF), el PKK y el ISIS, como si no fuera el movimiento de libertad kurdo el que estuvo en la vanguardia de la campaña para erradicar el califato, perdiendo más de 10.000 combatientes en el proceso.
La agresiva expansión de Turquía en Siria e Irak está impulsada por su política anti kurda, y estos ataques han sido un campo de pruebas para las tácticas expansionistas y el equipamiento militar que se ha visto en las intervenciones turcas desde Nagorno-Karabaj hasta Libia y el Mediterráneo oriental, en detrimento de toda la región.
En estas circunstancias, no puede haber un diálogo productivo. Pero una reciente e histórica decisión del Tribunal Supremo belga señala el camino para reabrir las negociaciones de paz. El Tribunal de Casación confirmó una decisión que indicaba que el PKK no debía considerarse en absoluto una organización terrorista, sino una parte legítima en un conflicto interno, es decir, un beligerante en una guerra civil. Esto se debe a que el PKK no lleva a cabo atentados terroristas; está muy estructurado y organizado, con capacidad para hacer que sus miembros rindan cuentas de sus actos; tiene apoyo popular; y proporciona servicios y administración en las regiones bajo su control.
Según el abogado Jan Fermon, que dirigió el caso, "no hay duda de que el PKK cumple todos los criterios que permiten considerarlo como una organización político-militar, que lleva a cabo una lucha armada contra los cuerpos de seguridad, el ejército y las autoridades turcas, para la realización del derecho a la autodeterminación del pueblo kurdo".
Aunque el PKK está incluido de facto en la lista de organizaciones terroristas de la Unión Europea, que se renueva anualmente a instancias del gobierno turco, ningún tribunal de la Unión Europea o internacional ha considerado nunca que el PKK cumpla la definición de organización terrorista. Muchos de los crímenes de los que se responsabilizó al PKK fueron declarados, en el curso del caso belga, como cometidos por las propias fuerzas turcas. Aunque el gobierno belga rechazó la sentencia de su propio Tribunal Supremo por motivos políticos, la histórica sentencia allana el camino para que más aliados occidentales de Turquía reevalúen su relación con el PKK, y la inclusión de facto del PKK en las listas de terroristas.
Los beneficios de excluir al PKK de la lista serán triples:
Estos objetivos parecen lejanos en la actualidad, pero el proceso de paz de 2013-2015 demuestra que hay espacio para la esperanza. Y la conversación también está cambiando en Europa. En un reciente debate del Parlamento británico, lxs diputadxs ‘tories', laboristas y del SNP pidieron al gobierno del Reino Unido que que reconsiderara su propio criterio sobre la clasificación del PKK: "Esta histórica sentencia [en Bélgica] debe tener importantes repercusiones para la posición de nuestro propio gobierno, y pido al gobierno que adopte las recomendaciones del informe para revisar la inclusión del PKK en la lista de organizaciones terroristas a la luz de estas pruebas".
Lejos de ser de naturaleza terrorista, el movimiento de libertad kurdo ha demostrado ser un líder en la lucha contra ISIS: no solo en el campo de batalla, sino promoviendo una alternativa radical, democrática y liderada por mujeres contra toda forma de gobierno autoritario. Es hora de que Occidente reconozca esta realidad y deje espacio para que el PKK y Turquía reabran negociaciones pacíficas.
Matt Broomfield es periodista, escritor y cofundador del Rojava Information Center, la principal organización de noticias e investigación en el Norte y el Este de Siria.