En 1804, el pueblo de Haití lideró una revolución que sacudió el mundo, derrotando a los colonizadores franceses, liberando a los esclavizados y estableciendo la primera república negra del mundo.
En los dos siglos transcurridos desde entonces la Revolución Haitiana ha sido brutalmente castigada con sanciones, invasiones, ocupaciones y repetidos cambios de régimen a manos de las potencias occidentales.
En la actualidad, más de la mitad de la población haitiana sufre de hambre. Los servicios básicos se han paralizado en todo el país. Las demandas de cambio de lxs trabajadorxs haitianxs se han respondido con golpes y disparos.
Ahora, los Estados Unidos preparan de nuevo una intervención militar para proteger sus intereses en Haití, pero esta vez pagan para blanquear sus esfuerzos mediante una "Misión Multinacional de Apoyo a la Seguridad" que dirigirán 1.000 policías kenianos.
En otras palabras, los Estados Unidos están enviando africanos a masacrar afrodescendientes a 12.000 kilómetros de distancia, por un módico precio que pagar al presidente keniano.
El Tribunal Supremo de Kenia ya declaró la intervención inconstitucional, pero el gobierno está determinado a seguir adelante con la agenda.
El despliegue de la policía keniana en esta misión en Haití sería una afrenta al espíritu del panafricanismo. Refleja la dependencia de los Estados Unidos de Estados clientes y representantes para que cumplan sus órdenes. Además, amenaza con agravar las ya devastadoras condiciones de vida a las que se enfrentan millones de haitianxs.
Por eso levantamos la voz y llamamos a las fuerzas progresistas de todo el mundo a que se unan a nosotrxs para oponerse a esta intervención sin sentido. ¡Viva la solidaridad de los pueblos del mundo con Haití!