Después del 7 de octubre de 2023, el ejército israelí revocó los permisos de trabajo de lxs palestinxs de Cisjordania y de la Franja de Gaza que estaban empleados en la economía israelí. Esta medida afectó a unxs 160 000 trabajadorxs en Cisjordania, casi el 20 % de toda su fuerza laboral. Además, se calcula que 50 000 trabajadorxs indocumentadxs perdieron su trabajo debido al aumento de las restricciones a sus movimientos. Alrededor de 20 000 trabajadorxs de Gaza se vieron afectadxs de la misma manera (1). Esta decisión ha causado importantes perjuicios a lxs trabajadorxs y sus familias, ya que perdieron su fuente de ingresos. También ha perjudicado a la economía palestina, que se enfrenta a desafíos constantes debido a la violencia, la destrucción, el asedio y las restricciones a la circulación de personas, mercancías y capitales.
En este contexto, las autoridades israelíes han anunciado que están trabajando en la búsqueda de una alternativa: importar trabajadorxs de otros países, concretamente de Asia. Sin embargo, hay indicios de que las apresuradas campañas de contratación llevadas a cabo en la India no podrán sustituir a lxs trabajadorxs palestinxs ni a corto ni a largo plazo. Por el lado de Israel, los sistemas de seguridad son muy conscientes del riesgo de "explosión" derivado del deterioro económico de Cisjordania. En el Knesset se están celebrando debates acalorados sobre el destino de lxs trabajadorxs palestinxs y las condiciones de su recontratación. Por el lado de Palestina, muchas personas esperan un retorno gradual al trabajo en la economía israelí similar a los que siguieron a la primera y segunda intifadas.
El Protocolo de París de los Acuerdos de Oslo de 1994 caracteriza este fenómeno simplemente en términos de movimiento de mano de obra entre dos economías adyacentes. Una vez más, la narrativa neoliberal adoptada por los Estados y las organizaciones internacionales confiere a esta "movilidad" una connotación positiva, y la describe como una mejor asignación de los recursos humanos y de las competencias a nivel macroeconómico transfronterizo, que contribuye a la aspiración de lxs trabajadorxs a la liberación y al progreso social a nivel individual. En realidad, esta narrativa de la “movilidad laboral” no es más que una versión mejorada de las políticas de “flexibilidad del mercado laboral” y de “reducción de costos” que benefician al empleador. Al estar sujeta a las necesidades de una actividad económica basada en modelos de empleo muy restringidos, combinada con la fragilidad administrativa, el aislamiento geográfico y social, y la dependencia del empleador, esta movilidad priva a lxs trabajadorxs del acceso a los derechos más básicos.
Esta subordinación y vulnerabilidad de lxs trabajadorxs se hace patente en el contexto palestino, ya que el "movimiento obrero" forma parte de un sistema de saqueo, explotación y opresión practicado por Israel contra toda una nación. En primer lugar, la administración militar israelí nunca se coordinó con el Ministerio de Trabajo palestino para expedir permisos de trabajo conforme a lo estipulado en los acuerdos firmados. No se trata de una relación que siga la ley de la oferta y la demanda como la imaginan lxs economistxs. Las crecientes dificultades a las que se enfrentan lxs trabajadorxs palestinxs a los que se les ha impedido trabajar en los últimos meses, además del desarrollo de esta crisis cada vez mayor, exigen que repasemos la historia de este fenómeno y sus desafíos.
Hasta 1948, los sionistas utilizaron la toma del poder económico como uno de los métodos más eficaces para cambiar la demografía en Palestina, en beneficio de los judíos entrantes y asegurar su control sobre las tierras. En la práctica, esto se consiguió mediante la formación de bolsas económicas judías bajo el lema "Mano de obra judía" y el apoyo a los kibbutzim dirigidos por sionistas, así como fomentando la contratación de trabajadorxs judíxs por parte de empleadorxs de origen británico o judío. La Organización General de Trabajadores de Israel (Histadrut), creada en 1920, llegó a reclutar a la "Labor Watch", cuyas actividades incluían patrullar obras y fábricas, aterrorizar a trabajadorxs y empleadorxs, y obligar a estos a despedir a trabajadorxs árabes para contratar a colonos de nacionalidad judía (2).
Esto representa un rasgo significativo del colonialismo de asentamiento, que pretende reemplazar a lxs nativxs con colonxs: en este caso sin descartar totalmente una mano de obra palestina que recibe un salario mucho más bajo que la judía y a la que se puede dar un empleo de menor valor.
El empleo de trabajadorxs palestinxs en la economía israelí se ha utilizado históricamente como ejemplo del impacto positivo de la ocupación sionista sobre la economía árabe. La perspectiva que se promueve hoy en día en las conversaciones sobre los trabajadorxs palestinxs empleadxs en la economía israelí, ignora por completo el hecho de que el poder británico y el movimiento sionista monopolizaron el país y sus recursos por la fuerza. La expansión de la economía judía -resultante de las continuas confiscaciones de propiedades y medios de producción- convirtió a lxs productorxs palestinxs en mano de obra barata disponible.
Esta trayectoria colonial continuó después de 1948, así como en 1967. La ocupación de Cisjordania y la Franja de Gaza, el establecimiento de asentamientos israelíes, la confiscación de tierras y recursos y el aumento del control fronterizo, junto con múltiples décadas de control de la administración militar sobre las políticas económicas, cambiaron el tejido económico de estas tierras y provocaron un peligroso deterioro. Estas prácticas coinciden con políticas muy similares aplicadas a quienes se llama "palestinxs del interior". Israel no solo trabaja para controlar los recursos naturales, sino también para aumentar las políticas de dependencia económica que le permiten explotar el mercado de consumo, el capital y la mano de obra palestina en su propio beneficio.
La presencia de mano de obra palestina compensa la escasez de mano de obra israelí en cuanto a necesidades económicas, actividades específicas y sectores concretos. Está controlada por la administración militar, que expide los permisos de circulación y trabajo. Este fenómeno se expandió rápidamente durante las décadas de 1970 y 1980, hasta el punto de que un tercio de la mano de obra palestina había sido contratada en la economía israelí. Esa era la situación general antes de la primera intifada a finales de los 80, que trajo consigo un boicot económico por parte de lxs palestinxs, lo que llevó a Israel a reducir considerablemente el número de trabajadorxs palestinxs, sustituyéndolxs temporalmente por mano de obra asiática.
El fenómeno de la dependencia de la mano de obra palestina de Cisjordania regresó de forma significativa hace 15 años, y se ha extendido en los dos últimos a la Franja de Gaza a pesar del asedio. Una de las razones de este regreso es el conocimiento y la experiencia de lxs palestinxs en términos de idioma y condiciones de trabajo de la economía israelí. Tiene experiencia en tratar con empleadorxs y clientes israelíxs. Además, lxs empleadorxs israelíxs pueden tener que proporcionar alojamiento a lxs trabajadorxs procedentes de otros países, mientras que lxs trabajadorxs palestinxs de los territorios ocupados tienen casas a las que volver cada noche. Por último, desde un punto de vista puramente económico, lxs trabajadorxs palestinxs gastan sus salarios localmente dentro de una economía palestina que es poco más que un apéndice de la economía israelí.
El colapso total de la economía palestina, el desempleo masivo y el empobrecimiento de la población en la última década convirtieron a lxs palestinxs en una fuente de mano de obra barata para la economía israelí. Las estimaciones muestran que lxs palestinxs cobran entre el 50 y el 75 % de lo que cobran lxs israelíxs por el mismo trabajo. La mano de obra palestina se emplea principalmente en trabajos que no requieren cualificación, o que requieren una cualificación limitada, como la construcción, la agricultura, la hostelería y la restauración, y en trabajos que no requieren cualificación tecnológica, a pesar del aumento en los últimos años de trabajadorxs palestinxs cualificadxs que trabajan en atención médica, ingeniería y tecnología a una escala mucho menor.
El empleo de trabajadorxs palestinxs responde a un planteamiento de explotación de la mano de obra local y también ha demostrado ser una herramienta eficaz de control y dominación. A lo largo de los años, la administración militar israelí desarrolló su propio sistema para regular la mano de obra palestina, no solo como respuesta a las siempre cambiantes necesidades económicas, sino también por razones de "seguridad" e "inteligencia". Construyó infraestructuras como pasos fronterizos, puertas especiales y una base de datos digital, y puso en marcha procedimientos de expedición de permisos de trabajo y controles de seguridad al tiempo que imponía vigilancia y un férreo control (4).
Desde finales de 2016, esta administración ha puesto en marcha un nuevo sistema que obliga a lxs trabajadorxs palestinxs a registrar sus solicitudes de empleo a través de una plataforma electrónica. En esta plataforma, quienes solicitan empleo deben rellenar un formulario en el que se detallan sus datos personales y su experiencia profesional. A continuación, se someten a un control de seguridad antes de ser vinculadxs a un empleadxr y recibir su "aprobación". Por último, pueden tener que solicitar un permiso de trabajo (5), a sabiendas de que el servicio de seguridad israelí o quien lxs emplea pueden anular estos permisos en cualquier momento.
Esta supervisión continua y estricta de la mano de obra palestina dentro de la economía israelí, que siempre es temporal, es precisamente lo que hace que esté más disponible y preparada para trabajar. Este sistema impuesto va más allá de una relación profesional en el lugar de trabajo, ya que permite sancionar a cualquier persona que trabaje que participe en un sindicato o en cualquier actividad política. Familias y pueblos enteros de Cisjordania se cuidan siempre de no convertirse en blanco de una "prohibición de seguridad" por miedo a perder sus permisos de trabajo israelíes.
Lxs palestinxs que trabajan en la economía israelí siguen expuestxs a peligros, discriminación y abusos. Según un reciente informe de la Organización Internacional del Trabajo, el número de accidentes laborales y muertes en las obras de construcción ha alcanzado uno de los índices más altos del mundo, junto con condiciones de trabajo deficientes, actividades inseguras y potencialmente peligrosas, falta de protección social y violencia cotidiana. Los desplazamientos entre el hogar y el trabajo suelen estar salpicados por largos periodos de espera en los puestos de control israelíes y por el riesgo de enfrentamientos recurrentes con integrantes del ejército o colonxs.
Con el sistema de permisos en marcha, ha surgido una vía alternativa para obtener un permiso de trabajo a través de intermediarixs o corredorxs, paralela al sistema. Se calcula que en 2022 se contrataron cerca de 30 000 trabajadorxs utilizando los servicios de dichxs intermediarixs, a cambio de una remuneración media de casi 2500 shekels (650 dólares estadounidenses) al mes, (6) lo que puede representar un tercio de un salario. Por otro lado, unos 50 000 trabajadorxs que carecen de permisos o contratos se desplazan a sus lugares de trabajo eludiendo el sistema de vigilancia israelí. Esto crea un fenómeno notable en los asentamientos de Cisjordania: una mano de obra obligada a recurrir al "fraude" se vuelve especialmente vulnerable al peligro, al abuso y a la explotación.
Un estudio publicado recientemente por la Fundación Al-Haq indicaba que estxs trabajadorxs reciben salarios más bajos, trabajan más horas y rara vez reciben vacaciones. También trabajan en actividades industriales o agrícolas intensivas o manejan materiales peligrosos sin ninguna protección, con la consiguiente exposición a accidentes y enfermedades. (7) Esta mano de obra está compuesta en parte por niñxs, cuyo número se estima entre 500 y 1000, y que son explotadxs en las colonias agrícolas del valle del Jordán. (8) La falta de supervisión y protección expone a estxs niñxs a las formas más graves de explotación y abuso, y constituye una amenaza directa a su salud y seguridad.
Aunque la anulación de permisos de trabajo y el despido de un gran número de trabajadorxs palestinxs ha suscitado muchas inquietudes sobre la suerte de lxs trabajadorxs y las dificultades económicas que asolan Cisjordania, esto no contradice el mantenimiento de algunos permisos o el regreso de trabajadorxs palestinxs en las últimas semanas en determinados sectores y en ciertas regiones.
Aunque esto se aplica a un número muy pequeño de trabajadorxs, demuestra la importancia de esta mano de obra vulnerable, explotable y reemplazable para lxs empleadorxs israelíxs. La mano de obra palestina difiere de otras fuerzas laborales "móviles" en que no es migrante ni expatriada, sino colonizada. La organización de su existencia va más allá de las fluctuaciones de la oferta y la demanda de mano de obra en los mercados israelí y palestino, constituyendo la base de una dominación colonial ejercida sobre toda una nación. Los esfuerzos realizados por ciertas partes internacionales con el pretexto de mejorar la "integración" entre las economías israelí y palestina, mientras hacen la vista gorda ante el contexto de ocupación colonial, no hacen sino legitimar y reforzar la hegemonía económica israelí sobre la economía palestina. Esta especificidad del caso palestino no lo convierte en un caso excepcional; al contrario, debería incitarnos a reflexionar sobre todas las formas de dominación que pueden encubrirse bajo el fenómeno de la "movilidad" laboral.
Taher Al-Labadi, investigador del Instituto Francés de Oriente Medio en Jerusalén.
Ghida Yemen - Licenciada en ingeniería informática y de comunicaciones y máster en administración de empresas por la Universidad Americana de Beirut. Actualmente trabaja como traductora y escritora independiente.
Referencias:
1 Instituto de Economía Palestina (MAS), 2023, On the economic and social impact of war on Gaza Strip, Economic Report on the war on Gaza, número 4, Ramallah.
Taher Labadi, 2024, “How Israel Dominates the Palestinian Economy”, Jacobin, (https://jacobin.com/2024/01/israel-palestine-settler-colonialism-labor-economy)
Su porcentaje en Cisjordania alcanzó el 13 % y el 46 % de la población activa en la Franja de Gaza en 2022, teniendo en cuenta que una gran parte de ellos ya está trabajando en la economía israelí.
Walid Habbas, 2023, « Palestinian Workers in Israel: Brokering and Transformations in the Work Permit System », MAS Economic Monitor, Ramallah.
ibid
ibid
Al-Haq, 2021, Captive Markets, Captive Lives | Palestinian Workers in Israeli Settlements, Ramallah.
MA'AN Development Center, 2012, Palestinian Child Laborers in Agricultural Settlements in the Jordan Valley, Ramallah.