«Un intento calculado para borrar el horizonte de la liberación palestina»

El 17 de noviembre de 2025, el Consejo de Seguridad de la ONU votó una resolución que respaldaba un plan —presentado por primera vez por Donald Trump y Benjamin Netanyahu el 25 de septiembre— para el establecimiento de un control extranjero absoluto sobre Gaza. La resolución se aprobó con 13 votos a favor y dos abstenciones.

La resolución establece dos organismos con autoridad absoluta sobre la vida política, económica y de seguridad de Gaza.

Una denominada Junta de Paz, presidida personalmente por Donald Trump, tiene poderes generales sobre la reconstrucción, la gobernanza y la ayuda humanitaria, objetivos que ocultan el afán imperialista de obtener más las ganancias de la destrucción genocida que ha causado. La Junta no rendiría cuentas al pueblo palestino ni estaría sujeta a la ONU.

Una Fuerza Internacional de Estabilización está facultada para «utilizar todas las medidas necesarias» y tiene la tarea de desmilitarizar Gaza, un mandato que la sitúa en confrontación directa con los grupos palestinos, la despoja de cualquier pretensión de neutralidad y desarma a la fuerza principal en la lucha por la descolonización palestina. Es fundamental señalar que se le exige que opere en estrecha coordinación con las fuerzas de ocupación israelíes, que han llevado a cabo una campaña de exterminio en Gaza durante más de dos años.

Lejos de ofrecer un camino hacia la soberanía palestina, la resolución afianza el control colonial. Condiciona la retirada israelí a «hitos» indefinidos vinculados a la desmilitarización, ninguno de los cuales incluye a la autoridad palestina y todos los cuales ponen el poder sobre el futuro de Gaza en el lugar de los Estados Unidos, Israel y determinados garantes del alto al fuego.

La resolución establece un «comité tecnocrático palestino» sin ninguna garantía de legitimidad democrática, lo que garantiza que la autoridad real recaiga en actores extranjeros. Fragmenta al pueblo palestino al omitir Cisjordania, Jerusalén Este, los territorios de 1948 y el derecho al retorno, un borrado político que profundiza el esfuerzo de larga data por dividir, contener y gestionar la lucha palestina por la descolonización.

A pesar de las fuertes y repetidas objeciones, incluidas las de una amplia gama de representantes palestinos, la votación final se llevó a cabo y la resolución se impuso mediante la fuerza de las armas.

«Un voto en contra de esta resolución es un voto a favor de volver a la guerra», dijo Mike Waltz, embajador de Estados Unidos ante la ONU, amenazando abiertamente a los demás miembros del Consejo de Seguridad con la reanudación del genocidio.

Este sombrío acuerdo revela una vez más la estructura colonial del sistema internacional. El Consejo de Seguridad debilita la Carta de las Naciones Unidas que dice proteger. Los gobiernos occidentales y sus aliados compradores en el mundo árabe respaldan los planes coloniales de los que obtienen las ganancias. Mientras tanto, propuestas como la resolución «Unidos por la paz», que intentan rescatar el derecho internacional y representar a la mayoría mundial, son declaradas muertas nada más llegar a la Asamblea General.

Por eso, desde el Gabinete de la Internacional Progresista, rechazamos la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, reafirmamos nuestro apoyo inquebrantable al derecho inalienable del pueblo palestino a la soberanía y a resistir la dominación colonialista, y hacemos un llamado a las fuerzas progresistas de todo el mundo para que denuncien esta resolución por lo que es: un instrumento de control colonial, diseñado para borrar la posibilidad de que algún día se consiga una Palestina libre.